Sí. Hay otros problemas urgentes en España y en el mundo que nos captan más la atención. Pero el progreso técnico enfocado sólo al servicio de los grandes capitales están destruyendo trabajo y provocando víctimas de un capitalismo voraz. Es un proceso de fondo difícil de parar o reconducir. Sabéis que al grupo de Iglesia Viva nos llevó a una profunda reflexión: 275: Capital digital, trabajo desigual. Os animo a emplear un tiempito de este finde a leer, informaros y opinar sobre causas, consecuencias y remedios a este proceso de fondo que nos presenta Honorio. AD.
Los medios de comunicación levantan alarmas entre el respetable con el fantasma de los robots que van a robar a los humanos los puestos de trabajo y provocar un tsunami de paro.
Más frecuentemente pregonan los tres millones de parados en España, la crisis de la industria naval de Sestao, el cierre de factorías de aluminio en Galicia y Asturias, o de la desaparición de cinco mil puestos de trabajo en la banca española por obra del cierre de pequeñas sucursales y otros rumbos en sus inversiones?
¿Qué hay de lo uno y de lo otro? Acaso el gran capital maniobra para disponer de una reserva de personas en el paro, acaso los gobernantes carecen de la competencia para generar puestos de trabajo, atraer industrias mediante incentivos fiscales y otros recursos?
El debate echa humo en las publicaciones económicas y empresariales en especial en lo relativo al crecimiento de la robótica.
Desde la OCDE se preconiza en España van a desaparecer el 20% de empleos, uno de cada cinco. Y que España figura en tercer lugar en ese riesgo entre los 30 países desarrollados del planeta.
Los empleos más expuestos son los relacionados con manufacturas y agricultura, servicios, y todos los situados en la escala más baja de la cualificación y los salarios. De los servicios, corren menos riesgo los de cuidado de las personas, en los cuales la mano humana es insustituíble.
En sentido contrario, organizaciones empresarilas nacionales y empresas de colocación señalan que la robótica no va a destruir empleo, sino a sustituir los que hay por otros de mayor nivel y preparación técnica de los empleados. La revista Expansióni ha consagrado una frase feliz y prometedora: “El robot te puede quitar el empleo que tienes, pero no te dejará sin trabajo”. Porque generará nuevos puestos de trabajo dee más tecnología, trabajos de mayor calidad.
A los medios de difusión les incumbe la tare pedagógica de valorar lso prejuicios existentes contra el crecimiento de la robótica, Y a las direcciones de las empresas, estimular a sus equipos de recursos humanos a organizar y desarrollar la aplicación y progreso de la robótica protegiendo por encima de todo la empleabilidad y la preparación de sus empleados para los nuevos trabajos que se crearán.
Ello supone que la formación permanente e ininterrumpida debe ser considerad en el futuro, no solo como un derecho, sino como una obligación de incorporar al mecanismo de las empresas.
Asimismo surgirá una nueva veta de empleos hasta hoy desconocida. Porque habrá que dirigir y acompañar a los robots en el desarrollo de sus tareas durante las veinticuatro horas de cada día.
Y por descontado, la legislación deberá dotarse de unos medios y normas que regulen la presencia y encaje de los robots en la vida de las empresas.
¿Contamos con medios y personas para poner en marcha esa segunda revolución industrial a la que nos toca enfrentarnos? ¿Acaso los empleadores y los empleados, a más de los responsables de la legislación laboral, están preparados para pilotar esa transición?
Vale Ana, vale Román. mantengamos y proclamemos los principios morales y el humanismo, pero ataquemos las fórmulas técnicas y la lucha para que esos principios se apliquen “así en la tierra como en el cielo…” Se trata de intrroducir entre nosotros una cultura de los nuevos métodos de trabajo, de hablar de robótica, de urgir a políticos, sindicalistas, empresarios y demás a introducir en este país los robots.
El libro de Marcelo Muñoz, La China del siglo XXI, tiene un capítulo sobre este tema, que sería bueno que leyesemos todos y lo estudiásemos. Porque los chinos son muy, pero muy prácticos…Por favor, Antonio Duato, mete en Atrio las claves para acceder a este libro…
En eso estamos, querido Honorio, en luchar por causas perdidas, es decir luchar contra este neoliberalismo cuyo principio original es priorizar los beneficios con el mínimo coste y que, en este momento, las nuevas tecnologías y la globalización se lo ponen en bandeja. Quienes seguimos creyendo que primero es la persona, no nos queda otro remedio que seguir, en la medida que podamos, luchando contra esta terrible realidad, aunque el horizonte sea muy oscuro. Siempre con esperanza activa, claro.
Dice Román: “Ahora más que nunca estamos necesitados de un nuevo humanismo “. La verdad es que estamos en un cambio de era en todos los aspectos, en la que lo priva por encima de cualquier punto de vista humanista son los grandes beneficios. Y ya sea la globalización ya sea la robótica irán enviando al paro a grandes cantidades de personas, o bien que pierden su puesto de trabajo, o bien que no lo encuentran. Un drama terrible para quienes viven estas situaciones. Impotencia es lo que siento.
Las máquinas de la Revolución Industrial sustituía el trabajo humano y por lo tanto su empleabilidad. La robotización sustituye el trabajo de las máquinas o las hace muchísimo más eficientes.
La crisis económica iniciada en 2008 ha provocado que todavía el año pasado el paro “registrado” de larga duración estuviera por la cifra de 1,7 millones, es decir, un 44% del total.
Esos datos albergan una realidad mucho más cruda porque 757.000 estaban en las edades comprendidas entre 45 y 59 años, el colectivo más vulnerable y con el máximo de dificultades de reinserción en el mundo laboral. Vienen del Baby Boom de los sesenta. Escaso nivel académico y de formación, que ofrecían sus brazos en la construcción o en las cadenas de montajes. Riesgo de no poder encontrar trabajo nunca más.
Si nos alejamos del paro registrado (los que permanecen inscritos) la cifra se eleva a 1,2 millones, concentrados en los mayores de 45 años (un 63% frente al 44% oficial) Estamos ya contemplando cuadros de exclusión social, muchas tragedias personales.
Ahora más que nunca estamos necesitados de un nuevo humanismo, uno que humanice la Economía, igual que el Socialismo Democrático humanizó la confrontación política de los partidos de clase en el siglo XX.