Desde que empezó el año, ATRIO está interesado en los análisis sobre la situación y probables desarrollos. Por eso nos parecido interesante presentar este artículo que Ramón Lobo escribió el día 3 en infoLibre, un diario digital en gran crecimiento. Es interesante la síntesis que hace de los últimos acontecimientos en España y de las las elecciones que nos esperan. ¿De nuevo una golpe de partido contra Sánchez? AD.
Nos viene encima un año presuntamente mega-electoral. Muchos analistas apuntan a que tendremos una super fiesta de la democracia el 26 de mayo con urnas municipales, autonómicas (menos Andalucía, País Vasco, Cataluña y Galicia), europeas y generales. Pedro Sánchez y sus asesores estarán analizando las tripas de cada encuesta (espero que no sean las de Tezanos del CIS), para decidir cuál es la mejor fecha, o la menos mala.
Hay tres condicionantes: el juicio a los políticos catalanes, los Presupuestos Generales del Estado y la aparición de Vox. ¿Qué es mejor para minimizar el impacto de Andalucía? ¿Esperar a que se forme un efecto en decenas de ayuntamientos y comunidades?
El primer y último condicionante están unidos, y lo estarán más. Ya anda Susana Díaz moviéndole la silla al actual presidente del Gobierno, secundada por dos de los barones del golpe del comité en octubre de 2016, el castellano-manchego Emiliano García-Page y el de Aragón, Javier Lambán. Los demás esperan a ver cómo vienen dadas. No le basta a Díaz haber hundido a su partido en Andalucía. Su lectura debe ser que todo fue culpa de Sánchez. Y por supuesto, no dimite.
Podemos aún tiene cinco meses por delante para seguir con sus peleas internas, a las que se suman las de IU entre Gaspar Llamazares y Alberto Garzón. O para colocar más palos en las ruedas de Manuela Carmena, quien después de haber dirigido un kindergarten –en el que muchos jóvenes activistas han crecido como servidores públicos, pero otros no–, quiere tener un equipo de confianza. Está en juego Madrid.
Confundir los ayuntamientos, en los que los candidatos y sus propuestas son esenciales, con la política nacional es uno de los problemas de la democracia española. No se hablará de los carriles-bici o de Vallecas y los demás barrios del sur, se hablará de Cataluña.
El PP de Madrid, que aún no ha pedido perdón a sus convecinos ni devuelto el dinero de la Gürtel, Púnica, Lezo, Fundescam y un larguísimo etcétera de casos de corrupción, sí hablará de calle, del Madrid Central, convertido en un gulag de la política municipal de Podemos. Así llevan desde Galileo Galilei, negando cada avance, cada evidencia científica. Quieren un país en el XIX.
En política internacional tendremos dos momentos claves:
- – El maldito Brexit. Primero enero, cuando el Parlamento británico vote el acuerdo alcanzado con la UE para la desconexión, prevista el 29 de marzo; después la salida misma, que no den por segura porque aún pueden pasar muchas cosas: suspender el Brexit (la justicia europea ha dictaminado que Londres tiene ese derecho), parar el reloj, que es algo muy frecuente en la UE, o que el gobierno resultante de unas eventuales elecciones anticipadas convoque un segundo referéndum.
- – El informe del fiscal especial Robert Mueller sobre Donald Trump. Empezó como una investigación sobre la pista rusa, si el Kremlin había actuado conchabado con el equipo de Trump para perjudicar a Hillary Clinton, pero ahora incluye obstrucción a la justicia y las finanzas del propio Trump. Si hubiera delito probado, sería público.
Este mes asume competencias el nuevo Congreso, cuya cámara baja está dominada por los demócratas, no así el Senado. Para un impeachment (proceso de destitución) deben darse dos factores: que el informe de Mueller sea demoledor y que un buen número de republicanos decida no unir su suerte a la de Trump (vuelve a haber elecciones en noviembre de 2020, y esta vez incluyen la Casa Blanca). Todo lo que rodea a Trump es tóxico e imprevisible.
Será también un año, más bien al final, en el que empezaremos a ver quiénes se van a postular a la presidencia en las primarias de los partidos, que arrancarán en enero de 2020. Ya se ha anunciado la senadora Elisabeth Warren. Insisto en un nombre por los demócratas: Beto O’Rourke.
Echo en falta una mención más extensa al fenómeno Vox.
Es la introducción en España de una ultraderecha como fenómeno generalizado que aquí ya nadie debería identificar con los nostálgicos del franquismo, por lo que se ha podido librar de la tutela del Partido Popular entrando en las instituciones por vía de las urnas.