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Qué Navidad celebro

        Por Santa Lucía, Itziar, con su gusto exquisito, puso el Nacimiento en la entrada de la casa. Venid y miradlo.

        Un poco de musgo, unas hojas secas, una escultura de escayola policromada: José con el niño en brazos contra su mejilla, y María, los pies descalzos, abrazada a José, derramándose como un río de ternura, y unas ovejillas como asombradas. El Misterio del mundo. La mujer, el hombre, el niño, en una insignificante gruta de un pequeño planeta de una galaxia mediana en un universo infinito en expansión que cientos de miles de millones de soles ardientes y de lunas relucientes de más de 100 billones de galaxias aún no han llegado a iluminar.        El Misterio de la vida probablemente propagada en planetas incontables, en formas inimaginables. El Misterio del Infinito sin forma encarnándose eternamente en el mundo, en todas sus formas. Vacío creador y Plenitud creándose, Palabra y Carne, Corazón palpitante del mundo, que llamo DIOS, el nombre más propio y común de todos los nombres.

        Es lo que me revelan estas figuras entrañables del Nacimiento de escayola viviente. La Justicia y la Paz se abrazan. La Bondad nos engendra y sostiene. Eso es Navidad, Verdad del mundo, ¡aleluya! Sí, pero justo entonces emergen del fondo las imágenes de Jakelin y de Laura, inundándome de zozobra y de preguntas. Jakelin Caal, la niña guatemalteca de siete años que, después de haber cruzado México con su padre, murió de frío, fiebre y vómitos bajo la custodia de la policía de fronteras de EEUU. Fronteras de muerte. Laura Luelmo, joven zamorana, profesora de plástica, enésima mujer violada y asesinada por la demente violencia de un hombre. ¿Qué es la Navidad para ellas y sus familias, y para todos aquellos a quienes se les cierran las fronteras?

        No será Navidad mientras no lo sea para todos, y que lo sea está en nuestras pobres manos, en las mías, en las tuyas. No haremos Navidad para todos difundiendo miedos y mentiras contra los inmigrantes, y cerrando fronteras como a Jakelin. Ni la haremos endureciendo penas al fervor de las pasiones populares o por fríos cálculos electorales: ¿acaso la prisión permanente revisable devolverá la vida a Laura o curará la locura violenta del asesino o impedirá la próxima acción de algún otro loco? Para que sea Navidad para Laura y para todos, ¿no habrá de serlo también para el asesino loco?

        No será Navidad mientras no la hagamos, mientras no encarnemos a Dios o la Bondad creadora, aunque solo sea una semilla, nada más que una semillita de bondad que humanice nuestro corazón y transforme las estructuras de este mundo donde crece el peligro. Así lo hicieron José y María: soñando, caminando, cayendo, cuidándose, cuidando a Jesús y a las demás hijas e hijos que engendraron y criaron entre los dos. Así lo hizo Jesús: buscando, mirando, denunciando, consolando, rebelándose, compartiendo la mesa, infringiendo, curando, arriesgando, muriendo por vivir, viviendo por morir.

        Por eso celebro el nacimiento de Jesús. No porque sea la única Navidad verdadera, rival de las Navidades “paganas”, del solsticio de invierno, del nacimiento del Dios Mitra o de Jakelin y de Laura y de cualquiera de vuestros hijos. Todo lo que hace la vida más alegre y bondadosa es divino, eso es lo divino, eso es su encarnación.

        Para contemplar en el niño Jesús la gloria y la carne del Infinito, hay que tener los ojos muy puros, el corazón desasido y la mente libre de esquemas y de fórmulas dogmáticas propias de una cultura agrícola milenaria que ya no es la nuestra. ¿Podemos hoy afirmar a Jesús como la única encarnación plena de Dios en los 13.800 millones de años del universo transcurridos desde el Big Bang y en los billones de años que aún le quedan por delante? ¿La única encarnación plena habría tenido lugar en Nazaret, en una pequeña aldea galilea de campesinos, en un individuo humano de la especie Sapiens que las biotecnologías y las infotecnologías están a punto de alterar profundamente?

        Tales esquemas se han vuelto obsoletos para la inmensa mayoría de los cristianos, también para mí. Sin embargo, te celebro, Jesús, y me postro ante ti humildemente. No porque fueras perfecto ni porque seas el único o el mejor, sino porque fuiste libre, hermano, profeta, porque tu vida fue sacramento o anticipo de la plena encarnación. Por eso celebro tu Navidad, junto con todas las demás Navidades.

12 comentarios

  • Luis Troyano

     

  • oscar varela

    • Mª Pilar

      ¡Gracias Oscar!

      Hermoso y real el art. de Olga… y hermosa la canción.

      Gracias y abrazos.
      pili.

  • oscar varela

    Las Navidades laicas del siglo XXI
    por Olga Larrazabal S. (Chile)
    http://piensachile.com/2018/12/las-navidades-laicas-del-siglo-xxi/
     
    Los que estamos más cerca del arpa que de la guitarra, en alusión a instrumentos tocados por angelitos o terrenalmente en alguna fiestunga, tenemos una experiencia histórica llena de cambios en las costumbres y sentires.
     
    Por ejemplo, como en el transcurso del tiempo la Navidad fue perdiendo su significado religioso, incluso moral profundo, permaneciendo sí, el encuentro con la familia.
     
    La familia actual, que ya no está centrada en las tradiciones, sino en un vínculo nuevo de parentescos donde confluyen muchos personajes heterogéneos de diversas procedencias culturales.
     
    Los hijos, ya viejotes, han ido cambiando con la vida, y nos sorprenden con sus opiniones tan alejadas de las nuestras, en temas que para el país parecen nuevos, pero que de hecho son tan antiguos como la Humanidad.
     
    Y me refiero a los migrantes, tema que está incluido en el mito navideño del niño Jesús, hijo de emigrantes que salieron  de su patria por temor a la muerte del niño que estaba por nacer, que eran pobres y la madre niña tuvo que parir en un establo, sin asistencia y que marcó con su percepción de las relaciones humanas, los 2000 años que nos anteceden.
     
    Porque el tema candente de la migración  y el nacimiento era el núcleo central del mito navideño en nuestro país, en que no somos ni europeos ni nórdicos.
     
    Pero ahora solo queda  la comida, los regalos, los abetos nórdicos adornados con luces, el color rojo del mantel que evoca  las fiestas paganas europeas del solsticio de Invierno, fiestas en honor al Sol y a la vida que vuelve con su retorno, cosa que los asistentes tampoco perciben.
     
    La otra significación, la cristiana, ya no está.  Casi todos los asistentes han ido a colegios católicos y están bautizados, pero nadie sabe por qué está ahí comiendo en comunidad. El mito de Jesús, pobre y migrante se fue, desapareció. Los pesebres ya no están. Y el mito del sol tampoco.  Solo quedan los símbolos visuales de algo que fue.
     
    Así los hijos, ya de mediana edad y exitosos, hablan del horror y la flojera de los inmigrantes, a los cuáles dicen que el Estado trata mejor que a los trabajadores chilenos, y da prioridad en consultorio y hospitales.
     
    Alguien acotó que en realidad hacía falta mano de obra, y yo, que me sentía extrañamente ajena a todas estas opiniones livianas soltadas con tanto vigor y convicción, intervine.
     
    Como soy una de las matriarcas de la familia, digamos una vieja, me escucharon por un minuto cortésmente.
     
    “Yo soy hija y nieta de inmigrantes, y ustedes, les dije a mis hijos y a la familia política para que se enterara, por su lado paterno también los son. Y la xenofobia ha existido siempre en Chile.
     
    Coño de mierda”, así llamaban a los españoles, o “alemanes de mierda”, o “bachichas”,  a los italianos.  Los chilenos nunca han querido inmigrantes porque se sienten amenazados por ellos. Este miedo está metido en la sangre y los huesos de este país insular.”
     
    Y esto se debe, me imagino, a que el pueblo chileno teme que el inmigrante que viene con otra fuerza y conocimientos, pase a formar parte de la clase percibida como opresora y se vuelva contra ellos.  Es el miedo por el convencimiento íntimo de su propia limitación por falta de conocimientos, que el extranjero tiene.  Y en vez de tratar de aprender con esos extranjeros, trata de boicotearlos.
     
    Y les recordé que uno de mis tíos, inmigrante político de la Guerra Civil Española, y químico de profesión, fue el que instaló, junto con médicos chilenos, la primera planta de penicilina en el Bacteriológico en los años 45 o 47 del pasado siglo, con lo cual la mortandad de los chilenos, que era similar a la de Calcuta, terminó.
     
    Y los  inmigrantes de fines del siglo 19 fueron los que construyeron las primeras industrias en Chile, y las únicas que tuvo nunca.  Y los hijos  de estos inmigrantes están salpicados por toda la sociedad del conocimiento que ha tenido nuestro país.
     
    Y que actualmente esos negritos haitianos están trabajando en los campos, en las cosechas, recogiendo uva para nuestros famosos vinos de exportación,  Y las venezolanas  bonitas y corteses nos están dando una lección de buenas maneras y cortesía en nuestro abrutado trato nacional.
     
    Y añado ahora, que quizás la próxima generación, va a tener el pelo más rizado, y va a ser más cortés y educada que ahora, y va a producir  personas más alegres e imaginativas con raíces étnicas múltiples.
     
    Nadie habló ni una palabra sobre el mito moral de la Navidad, mostrando que el cristianismo está en caída libre en el chileno corriente y que los temas de moral de convivencia, no están en las mentes de las personas.
     
    Aparecieron toneladas de regalos, música un poco demasiado fuerte para mi digestión, y apreciamos los esfuerzos de los dueños de casa por juntar a la familia.
     
    Pero pienso que la fiesta ya nunca tendrá la magia  que tuvo anteriormente, pues desapareció el último mito que la sustentaba.
     
    Con lo cual llegué a la conclusión de que es bueno estar más cerca del arpa que de la guitarra, en un mundo cuyo orden y fundamento ya no entendemos, y lo único que se ve en el horizonte como aglutinante de las personas, son esas tendencias xenofóbicas y la deglución no pensada de una realidad en blanco y negro sin ninguna reflexión ni valor moral.
    …………………
    https://www.youtube.com/watch?v=t2w-vuKcIsY&feature=youtu.be

  • Pues cada año celebró la Navidad como puedo. Pero siempre , siempre está el nacimiento en mi casa. Siempre. Porque eso es lo que celebramos, seamos o no conscientes.

    Creo que es la única fiesta religiosa cristiana a nivel mundial que ha mantenido su significado. No es cierto que la Navidad sea únicamente fiesta y regalos, para los que puedan, claro. No. Hay momentos auténticamente familiares. Con jaleos? Pues claro. Los propios de cada familia. Porque la familia es algo muy complicado.

    Pero en el fondo , me parece, que todos agradecemos ese momento mágico de sentarnos a la mesa. Y luego, sea lo que dios quiera.

    No sé de otra fiesta religiosa que cada año logre que sintamos esa sensación. Agridulce. Te acuerdas de todos los que no están. Recuerdas un montón de vivencias de tu niñez, de tu adolescencia, recuerdas todo lo bonito que te sucedió,  te sientes unido a tu familia. Y todo eso ocurre en un instante , en el instante en el que alguien dice: hala , toooooodos a la mesa. A cenaaaarr !

    Pues en ese instante es cuando se pone de manifiesto toda la magia de la Navidad.

    Y la causa es porque de pequeñicos no enseñaron que hace mucho tiempo , naciø un bebé que se llamaba Jesús, que era muy bueno, que su mamá se llamaba María, su padre José y que un buey y una mula lo calentaban. Eso se nos ha quedado grabado en la cabeza, junto a ese momento de unión familiar. Año tras año.

    Nada tiene que ver con otras fiestas religiosas. Algunas realmente tristes y …uf.

    Y Si me preguntan algo por lo que te gusta el personaje de Jesús. Sin duda la respuesta es: creo que fue una persona profundamente libre.

    Y esa es la Navidad que celebro. Y creo que muchísimas personas más.

    Y otras , pues ya no sé.

     

     

  • Antonio Rejas

    Una exquisita abundancia de ideas para reflexonar. Suscribo todas. No es posible mejorar unas respecto a  otras. Sin embargo, subrayo el último párrafo por la sinceridad con la persona de Jesús y por las características adjudicadas al mismo.

  • oscar varela

    Hola!

    Puede ser , sí, puede ser! Pero:

    ¿Estará faltando algo “actual

    en esta enumeración

    del significado de “estos días“,

    sobretodo en la manera en que han caído estas fechas:

    CUATRO DÍAS: Sábado, Domingo, Lunes y Martes?

    ………………….

    Tal vez (y sin “tal vez” si atendemos las “Ofertas turísticas”),

    el signo-symbolo de “ESTAS FIESTAS” (Na-ti-vidad y Año Nuevo),

    van cobrando Nombre propio:

    FIN DE SEMANA LARGO

    …………………

    ¿Por qué no se la enumera en la trama, entonces?

  • Asun Poudereux

    Me encanta la total inclusión de Arregui: lo conocido y desconocido, lo que nos es agradable y lo que nos indigna.

    También me hace dudar si lo que pretendemos celebrar es eso mismo. Y si lo llevamos a la vida diaria, en donde no levantamos fronteras y mirándonos a los ojos hacemos que la Encarnación sea plena y la Navidad totalmente universal sin exclusividad.

  • ana rodrigo

    Firmo el artículo de Arregui y, con su permiso, firmo el comentario de Gonzalo.

    Con lo difícil que es ponerle palabras a tantos misterios, y da gusto leer a quien es capaz de hacerlo y hacerlo bien.

    Pienso que hay conceptos y dudas, cuyas respuestas sólo puede darlas el arte, ya sea gráfico, musical o poético. En ocasiones las experiencias también nos pueden aclarar ciertas cosas, pero, como están cargadas de subjetividad, pueden llevarnos al engaño.

    Lo que acabo de leer, me transmite paz y esperanza, y algo de fe en el ser humano, tan limitado, que es capaz de lo más sublime y de lo más atroz.

    Una vez más, gracias. Paz, bondad, justicia….

  • Gonzalo Haya

    Admiro la expresión poética de Arregi que, con un abrazo de amor, une y hermana lo concreto con lo universal, el pesebre con las galaxias; la inocencia con la maldad, a Laura con su asesino; la ortodoxia con la heterodoxia, la encarnación en Jesús y en el universo; a cada uno de nosotros con toda la humanidad. Gracias y feliz encarnación de Dios todos nosotros.