Artículo publicado en El País el 20 de noviembre pasado.
El teólogo fue uno de los antropólogos más lúcidos y creativos de nuestro tiempo
Con la misma discreción con la que ha vivido ha fallecido en el monasterio de Montserrat Lluís Duch, uno de los antropólogos más lúcidos y creativos de nuestro tiempo. Nacido en el barrio de Gràcia en 1936, ingresó a los 25 años en el convento benedictino de Montserrat, tras cursar estudios de Química. Tuvo una sólida formación interdisciplinar: estudió teología en la Universidad de Tubinga, donde obtuvo el doctorado, y antropología en la Universidad de Münster. Fue profesor invitado en diferentes centros universitarios: Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona, Facultad de Teología de Cataluña, Universidad Pompeu Fabra, Instituto de Antropología de la Universidad Autónoma de México…
Es autor de una extensa producción bibliográfica que cuenta con numerosos artículos científicos y cerca de 50 libros, entre los que cabe citar: Mito, Interpretación y cultura, Antropología de la vida cotidiana, Un extraño en nuestra casa y Religión y comunicación, que es una síntesis de su pensamiento. Duch construyó un pensamiento original con estilo propio caracterizado por la creación de un nuevo lenguaje que ha encontrado eco en el terreno antropológico, pero también en otras ciencias humanas y sociales. Son de su autoría, por ejemplo, conceptos como logomítica, estructuras de acogida, praxis de dominio de la contingencia, teodicea práctica, empalabrar, etcétera.
La interdisciplinaridad de su formación se refleja en sus textos, en los que expone las principales teorías de los antropólogos sobre el mito y el ser humano como animal simbólico y entra en diálogo con la filosofía y la teología contemporáneas que se han ocupado de la cuestión de Dios después de Auschwitz, para, a continuación, exponer su propio pensamiento.
Conforme a su distinción entre estructura e historia considera la religión como un fenómeno estructural, y el cristianismo, un fenómeno histórico. Es el cristianismo, cree, o mejor la Iglesia, la que está en crisis; son las respuestas institucionales a las preguntas religiosas las que han entrado en crisis, no las preguntas religiosas que se hace el ser humano.
Duch fue un pensador heterodoxo, antisistema, que se ubicó conscientemente en los márgenes políticos, intelectuales, religiosos y culturales. Acostumbraba a citar el dictum del filósofo alemán Ernst Bloch: “Lo mejor de la religión es que crea herejes”. Él era un claro ejemplo. Buena prueba de ello son los autores que estudió y con los que estaba en sintonía, Thomas Müntzer, Angelus Silesius o Dietrich Bonhoeffer.
Cabe recordar a este respecto que Duch es el autor de la tercera parte de la magna obra Historia de la teología cristiana (volumen II), de su colega Evangelista Vilanova, dedicada a la reforma protestante en los siglos XVI y XVII. En ella afirma que “la reforma y sus teologías pertenecen con pleno derecho a la teología cristiana y, en un sentido más amplio, a la historia religiosa y cultural de la humanidad”. (P. 199). Es asimismo el traductor y editor de la Ética de Bonhoeffer (Trotta, 2000), de quien destaca su innegable calidad de testimonio, la respuesta responsable a los desafíos de su tiempo y la fidelidad inquebrantable a sus compromisos.
En la misma dirección heterodoxa hay que entender su profundo conocimiento y estudio de Thomas Müntzer (1490-1525), representante de la Reforma radical, a quien Ernst Bloch llama “teólogo de la revolución” por haber sido uno de los líderes de la guerra de los Campesinos. A Duch hay que agradecer la traducción y edición de Tratados y sermones, que recoge todos los escritos de Müntzer publicados por primera vez en castellano (Trotta, 2001).
Lluís Duch sigue vivo entre nosotros a través de la ejemplaridad de su vida como investigador y persona comprometida con su tiempo y de su obra, que sigue siendo fuente de inspiración para personas dedicadas o interesadas por el estudio del ser humano como homo religiosus y animal simbólico.
Juan José Tamayo es teólogo y director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid. Ignasi Moreta es profesor de Literatura de la Universidad Pompeu Fabra y director de Fragmenta Editorial.
– “Las comunidades religiosas son
– lo que son en función de
– la calidad o
– falta de calidad
– de sus transmisiones.
– “La profunda crisis que experimentan las religiones constituidas
– no es sino una de las secuelas más negativas
– de su incapacidad para establecer corrientes polifónicas
– de comunicación y
– de empatía
– entre sus creyentes y, en definitiva,
– entre los seres humanos con inquietudes espirituales.
-“ Cualquier futuro saludable y humanizador
– de la religión,
– de la familia,
– de la cultura y
– de las formas políticas
– dependerá de un modo directo
– de la salud de la palabra humana y
– de su oportuna contextualización comunicativa
– en cada aquí y ahora.”-
……………
* Creciente importancia que adquieren hoy los medios de comunicación
– como nueva estructura de acogida,
– en detrimento de las tres clásicas:
– 1) co-descendencia (familia)
– 2) co-rresidencia (ciudad) y
– 3) co-trascendencia (religión)
* Explora también:
– el concepto de tradición,
– la importancia del símbolo,
– la diferencia entre información y comunicación,
– la crisis de confianza en las instituciones religiosas,
– la aceleración del tempo vital,
– la erosión de lo sagrado y
– la revolución de lo creíble.
……………
Ok, ok,
Una supuesta claridad de las nieblas germánicas,
La vida “histórica” poco tenida en cuenta.