Quienes firmamos este escrito somos mujeres y hombres laicos, cristianos comprometidos desde hace años con la Iglesia de Gipuzkoa. Hemos leído con estupor que el Obispado de San Sebastián creará 26 apartamentos turísticos en una de sus residencias y que el “edificio” de Zabaleta 5, en Gros, se convertirá en aparthotel. Este edificio es, ni más ni menos, que el Obispado de San Sebastián. En otras palabras, la sede del gobierno de la Iglesia diocesana de San Sebastián, lugar donde se ha pensado e impulsado una Iglesia en clave evangélica en las distintas áreas como la pastoral penitenciaria, inmigrantes, catequesis, liturgia, comunidades de religiosas… al servicio de la comunidad cristiana de Gipuzkoa y de la sociedad. Este lugar diocesano de referencia se va a transformar en hotel y fuente de dinero por decisión episcopal nos produce escándalo e indignación.
No es éste un hecho aislado. Al contrario, creemos que se enmarca dentro de un diseño global para deshacer lo que ha sido –y todavía es, a pesar de esta curia– una Iglesia al servicio del Evangelio construida durante décadas con nuestra participación, la de miles de laicas y laicos guipuzcoanos. A la descomposición pastoral que están llevando a cabo Munilla y los suyos, se le añade ahora un destrozo patrimonial. No son dueños de lo que pretenden alquilar y vender pero actúan como si la diócesis fuera su feudo, algo intolerable desde una conciencia evangélica e inadmisible ante una sociedad democrática madura. Vemos una vez más que el Obispo Munilla, con la cobertura de su equipo de gobierno, desprecia la demanda de un millar de sacerdotes y agentes de pastoral de las parroquias de Gipuzkoa que, alertados de los proyectos que tenía el equipo episcopal, pedía no actuara a espaldas a la Diócesis (abril de 2018). Por lo que se ve, lejos de tomar en consideración la solicitud de aclarar con datos reales y con una auditoría externa la situación económica diocesana, siguen adelante. Es su estilo: no escuchar, ocultar información, manipular, imponer.
El Obispo Munilla y sus colaboradores están destruyendo una Iglesia que ha conformado la identidad diocesana. Gracias a ella generaciones de hombres y mujeres seguimos a Jesucristo, en una Iglesia que ha colaborado con la sociedad por una Gipuzkoa más humana y justa. Percibimos que con todo esto quieren arruinar un modo de hacer iglesia, y lo vemos como una agresión a esta Iglesia conciliar, sometida a un auténtico acoso y derribo. Lo consideramos radicalmente antievangélico, un auténtico anti-testimonio. Es, además, una zancadilla más a este Papa. Mientras Francisco, con palabras y gestos de solidaridad fuertes hacia los más sufrientes y necesitados así como con denuncias valientes ante la injusticia y la indiferencia, llama sin cesar a la Iglesia a convertirse al Evangelio y abrirse a los últimos, inmigrantes, refugiados, ancianos, parados, presos, prostitutas… Sin embargo, su voz sufre aquí una especie de efecto-frontón y choca con la ‘muralla Munilla’. El eco del Papa Francisco no resonaría en nuestras parroquias si no fuera por sacerdotes y cristianos concienciados y atentos, y si no fuera por los medios de comunicación e internet. He aquí el contraste: el Papa Francisco, con el espíritu de Jesús, sitúa a los pobres en el primer lugar de la Iglesia y nos orienta a los cristianos en esta dirección, como en el Día Mundial de los Pobres del domingo, en que compartió mesa con 3.000 pobres en un comedor enorme que hizo preparar en el Vaticano; en cambio, el Obispo Munilla, con el espíritu de los mercaderes y negociantes del templo, lleva a la Diócesis en busca del dinero, corriendo tras él. Es el desprestigio de la Iglesia y una burla a esta Diócesis, de graves consecuencias para su propia credibilidad y para ofrecer la fe y del Evangelio.
Lo decimos como cristianos de parroquias de Gipuzkoa: estamos escandalizados e indignados ante semejante abuso de poder, y también ante los indiferentes en la propia iglesia, que parecen preferir su comodidad a cargar con la cruz de esta injusticia y denunciarlo. No estamos dispuestos a quedarnos de brazos cruzados. Solo nos queda alzar nuestra voz y protestar. No más abusos episcopales. No en nuestro nombre.
Gipuzkoa, 18-11-2018
Inma Urrestarazu Karrera
Juan Antonio Zabala Maiz
+ 42 firmantes
Me ha dado enorme pena ver que en su escrito solamente han publicado una versión.
Les enlazo las explicaciones de Monseñor Munilla que, por cierto, me han parecido totalmente evangélicas.
https://religion.elconfidencialdigital.com/articulo/diocesis/munilla-explica-video-haciendo/20181126195326026616.html
Hola!
Del Texto del Artículo
no deduzco con claridad
el “motivo” del escándalo.
¿Son 2?
1- que se subaste o cambie de fin una propiedad, o
2- que no se haya consultado con voz y voto
a los depositarios del “bien inmueble” (la Comunidad entera).
¿Alguien lo puede aclarar dándome las “razones” que actuarían en uno u otro caso?
El motivo de fondo lo dice el texto mismo:
“No es éste un hecho aislado. Al contrario, creemos que se enmarca dentro de un diseño global para deshacer lo que ha sido –y todavía es, a pesar de esta curia– una Iglesia al servicio del Evangelio construida durante décadas con nuestra participación, la de miles de laicas y laicos guipuzcoanos”.
¡Grandísimo cabrón! Disculpen, no se como se dice en Euskera.
Munilla es uno de los “regalos” del ínclito Rouco Varela a las diócesis vascas.
Bonito regalo.
Saludos al señor Arregi. No sé por qué me he acordado de él
Quienes firman esta carta parecen seguir el esquema clásico de “el rey es bueno, los malos son los ministros; si tan solo el buen rey supiera….”
Que apelen directamente al Papa, incluso soliciten el inicio de investigación para sancionar al obispo causante de escándalo (causa de excomunión). Y así saldrán de las imágenes engañosas de la caverna.
Perdón.
Quién nombra a los obispos?
¿Quién los mantiene? Porque este señor Munilla no es un desconocido para mí, que no vivo precisamente en San Sebastián. Es un señor que ha dado que hablar. Y que leer.
No sé.
Pregunto.