Esta semana nuestro amigo Leonardo ha publicado su columna en El País. De allí la copiamos, dejando constancia de la fuente. Y nos alegramos que la densidad de su pensamiento interese incluso a redacciones laicas totalmente. La difusión que así tiene es mucho mayor. Y el concepto y necesidad de la ética global que él plantea espero encaje en las recientes discusiones que tenemos en ATRIO. AD.
Es necesario enraizar en aquellos valores específicamente humanos para que todos puedan asumir una nueva ética donde primen el cuidado, la solidaridad, la responsabilidad universal y la justicia
Entre el 10 y el 13 de julio de 2018 se celebró en Belo Horizonte un congreso internacional organizado por la Sociedad de Teología y Ciencias de la Religión (SOTER) en torno a los temas religión, ética y política. Las exposiciones fueron de gran actualidad y de nivel superior. Voy a referirme solamente a la discusión sobre El eclipse de la ética que me tocó introducir.
A mi modo de ver, dos factores han alcanzado el corazón de la ética: el proceso de globalización y la mercantilización de la sociedad.
La globalización ha mostrado los diferentes tipos de ética, según las diferencias culturales. Se ha relativizado la ética occidental, una entre tantas. Las grandes culturas de Oriente y las de los pueblos originarios han revelado que podemos ser éticos de forma muy diferente.
Por ejemplo, la cultura maya centra todo en el corazón, ya que todas las cosas nacieron del amor de los dos grandes corazones del Cielo y de la Tierra. El ideal ético es crear en todas las personas corazones sensibles, justos, transparentes y verdaderos. O la ética del “bien vivir y convivir” de los andinos, asentada en el equilibrio de todas las cosas, entre los humanos, con la naturaleza y con el universo.
Tal pluralidad de caminos éticos ha tenido como consecuencia una relativización generalizada. Sabemos que la ley y el orden, valores de la práctica ética fundamental, son los prerrequisitos para cualquier civilización en cualquier parte del mundo. Lo que observamos es que la humanidad está cediendo ante la barbarie rumbo a una verdadera era mundial de las tinieblas, tal es el descalabro ético que estamos viendo.
La economía especulativa dicta los rumbos de la política y de la sociedad actual como un todo
Poco antes de morir en 2017, advertía el pensador Sigmund Bauman: “O la humanidad se da las manos para salvarnos juntos o, si no, engrosaremos el cortejo de los que caminan rumbo al abismo”. ¿Cuál es la ética que nos podrá orientar como humanidad viviendo en la misma casa común?
El segundo gran impedimento a la ética es la mercantilización de la sociedad, lo que Karl Polanyi llamaba ya en 1944 “la gran transformación”. Es el fenómeno del paso de una economía de mercado a una sociedad puramente de mercado. Todo se transforma en mercancía, cosa ya prevista por Karl Marx en su texto La miseria de la filosofía de 1848, cuando se refería al tiempo en el que las cosas más sagradas como la verdad y la conciencia serían llevadas al mercado; sería el “tiempo de la gran corrupción y de la venalidad universal”. Pues estamos viviendo ese tiempo. La economía, especialmente la especulativa, dicta los rumbos de la política y de la sociedad como un todo. La competición es su marca registrada y la solidaridad prácticamente ha desaparecido.
¿Cuál es el ideal ético de este tipo de sociedad? La capacidad de acumulación ilimitada y de consumo sin límites, que genera una gran división entre un pequeñísimo grupo que controla gran parte de la economía mundial y las mayorías excluidas y hundidas en el hambre y la miseria. Aquí se revelan rasgos de barbarie y de crueldad como pocas veces en la historia.
Tenemos que volver a fundar una ética que se enraíce en aquello que es específico nuestro como humanos y que, por eso, sea universal y pueda ser asumida por todos.
Estimo que en primerísimo lugar está la ética del cuidado, que según la fábula 220 del esclavo Higinio, bien interpretada por Martin Heidegger en Ser y tiempo,constituye el sustrato ontológico del ser humano, aquel conjunto de factores sin los cuales jamás surgirían el ser humano y otros seres vivos. Por pertenecer el cuidado a la esencia de lo humano, todos pueden vivirlo y darle formas concretas, conforme a sus culturas. El cuidado presupone una relación amigable y amorosa con la realidad, de mano extendida para la solidaridad y no de puño cerrado para la dominación. En el centro del cuidado está la vida. La civilización deberá ser biocentrada.
Otro dato de nuestra esencia humana es la solidaridad y la ética que de ella se deriva. Sabemos hoy por la bioantropología que fue la solidaridad de nuestros ancestros antropoides la que permitió dar el salto de la animalidad a la humanidad. Buscaban los alimentos y los consumían solidariamente. Todos vivimos porque existió y existe un mínimo de solidaridad, comenzando por la familia. Lo que fue fundacional ayer, lo sigue siendo todavía hoy.
Las culturas de Oriente y los pueblos originarios han revelado que podemos ser éticos de forma muy diferente
Otro camino ético ligado a nuestra estricta humanidad es la ética de la responsabilidad universal: o asumimos juntos responsablemente el destino de nuestra casa común o vamos a recorrer un camino sin retorno. Somos responsables de la sostenibilidad de Gaia y de sus ecosistemas para que podamos seguir viviendo junto con toda la comunidad de vida.
El filósofo Hans Jonas que fue el primero en elaborar El principio deresponsabilidad, le agregó la importancia del miedo colectivo. Cuando este surge y los humanos empiezan a darse cuenta de que pueden conocer un fin trágico e incluso llegar a desaparecer como especie, irrumpe un miedo ancestral que los lleva a una ética de supervivencia. El presupuesto inconsciente es que el valor de la vida está por encima de cualquier otro valor cultural, religioso o económico.
Por último, es importante rescatar la ética de la justicia para todos. La justicia es el derecho mínimo que tributamos al otro de que pueda continuar existiendo y recibiendo lo que le toca como persona. Las instituciones especialmente deben ser justas y equitativas para evitar los privilegios y las exclusiones sociales que tantas víctimas producen, particularmente en nuestro país, uno de los más desiguales, es decir, más injustos del mundo. De ahí se explica el odio y las discriminaciones que desgarran a la sociedad, venidos no del pueblo sino de las élites adineradas, que siempre viven del privilegio y no aceptan que los pobres puedan subir un peldaño en la escala social. Actualmente, vivimos bajo un régimen de excepción en el que tanto la Constitución como las leyes son pisoteadas mediante el Lawfare (la interpretación distorsionada de la ley que el juez practica para perjudicar al acusado).
La justicia no vale solo entre los humanos sino también con la naturaleza y con la Tierra, que son portadoras de derechos y por eso deben ser incluidas en nuestro concepto de democracia socioecológica.
Estos son algunos parámetros mínimos para una ética válida para cada pueblo y para la humanidad, reunida en la casa común. Debemos incorporar una ética de la sobriedad compartida para lograr lo que decía Xi Jinping, jefe supremo de China: “Una sociedad moderadamente abastecida”. Esto significa un ideal mínimo y alcanzable. En caso contrario, podremos conocer un armagedón social y ecológico.
Leonardo Boff es teólogo. Es autor de Cómo cuidar de la casa común (Vozes).
Traducción de María José Gavito Milano.
No resulta nada extraño encontrar algún trabajo de Leonardo Boff para El País, aunque no sea de los habituales. Hace algunos meses escribía en Babelia a propósito de Tamayo.
Soledad Galllego-Diez, la directora de El País, encuentra en esta crónica del congreso de Belo Horizonte material propio del debate que algunos círculos españoles en general, y El País en particular, están dedicando al rearme ético de la sociedad española ante el desgaste moral que estamos sufriendo y que se ha ido evidenciando cuando dimos la vuelta al siglo XX y se pudo constatar la evidencia del desgaste progresivo de los valores de la Transición.
los españoles y las españolas somos de andar por tierra, pero siempre existe en el seno de nuestra sociedad una pequeña veta intelectual muy esencialista. Lo vimos en las generaciones del 98 y la del 27.
Los gobiernos de Rajoy se abandonaron dejando la política con mayúscula, la de Estado, en manos de la administración de la justicia, después de haber iniciado desde la oposición una judicialización de todas sus iniciativas parlamentarias y extraparlamentarias. No pongo ejemplo, porque son múltiples y demasiado conocidos.
Ahora se discute cuándo la política abandonó los caminos de la ética, si en las acciones de Gobierno, o en el cuerpo social, afectando a todas las instituciones del Estado. Si es lícito exigir de un cargo político activo responsabilidades por acciones de discutible moralidad ( que no penales) en tiempos anteriores a su ejercicio actual y, o, en sus vidas privadas.¿Qué valores éticos han de ser admisibles para el consenso social? ¿Con qué fundamentos? ¿Tienen las izquierdas o las derechas éticas supremacistas? ¿En qué consiste, pues, el consenso ciudadano? ¿Son los valores liberales; libertad, igualdad, fraternidad-solidaridad, una rémora del pasado para construirnos en presente?
Hola!
Leo:
– “¿Cuál es el ideal ético de este tipo de sociedad?
1- La capacidad de acumulación ilimitada y
2- de consumo sin límites”-
……………………
A la 1- convendría agregarle, así:
1- La capacidad de acumulación ilimitada “en cada vez menos manos”
(la “acumulación” hasta todo lo que se pueda no lo veo “mal”)
A la 2- convendría agregarle, así:
2- de consumo sin límites “para algunos pocos”
(el “consumo” de lo que hay no lo veo “mal”)
……………….
En fin, deslices “espirituales” enconados “anti-materiales”.
E
Hola!
Esta gente “filo-teológica” exudan lo que estaba de moda en Europa, sobre todo Alemania. Acá se deschava Boff haber bebido de Heidegger.
No hablo al cuete sino de mí mismo. Yo pasé por esos meandros valiosísimos. Pero salí, sin re-negar.
Tuve la suerte de dar luego, con el madrileño José Ortega y Gasset.
El mismo Ortega se lamenta ante sus compatriotas que él se hubo anticipado -en textos testimoniales- a M. Heiddegeer, justamente en este definir al ser humano como “ser-en-el-mundo” bajo el carácter de “CUIDADO”.
Ortega uso el vocabulario de la Gente, infinitamente más claro y luminoso; habló de “PREOCUPACIÓN”. Y unos 14 años antes que Heidegger, cuando logró saltar el kantismo de su maestro Kohen cuando jovencito todavía estaba en Alemania paseando por el zoológico con ese su maestro.
……………………..
Todo lo que están diciendo Boff y Pancho sobre esto,
ya en 1914 lo escribió Ortega de manera inteligible en Frase que no se cansa de repetir la Gente y de la que los filos-teológos tal vez estén llegando muy tardíamente:
“Yo soy yo y mi circnstancia
y si no la salvo a ella
no me salvo yo”-
¡Buen provecho!