Poco hace falta para que me decida a publicar algo de Antonio Aradillas. Esta vez ha señalado su interés Ana Rodrigo en un comentario reciente. Ayer se aprobó el decreto ley que permitirá en breve exhumar los restos del dictador. Buena noticia. Y, para ser justos, hay que decir que el Arzobispado de Madrid se ha apresurado publicar una nota señalando que no pondrá ninguna objeción para ello. Tal vez adelantándose a lo que pudiera declarar la misma Conferencia episcopal. AD.
El cambio-cambio en la Iglesia – también por lo que respecta, recuerda y reprodujo el franquismo-, sigue llamando a las puertas de la religiosidad, con aldabonazos de hipocresías y fariseísmos
Me atengo asépticamente a lo referido por la RAE acerca del “franquismo”, cuya definición es la del “movimiento político y social de tendencia totalitaria, iniciado en España durante la Guerra Civil de 1936-1939 en torno al General Franco y desarrollado durante los años que ocupó la Jefatura de Estado”.
Tal y como andan de revueltos los tiempos, con “Memorias Históricas” y el Valle de los Caídos, creo de especialísimo interés la reflexión sobre el tema, aceptando su complejidad y las limitaciones inherentes a un artículo, aunque con algunas referencias a mi libro titulado “La Iglesia en el cambio”, que en su día, -enero de 1986- fuera editado por “Plaza y Janés”.
Está de más destacar que, con Concordatos o sin ellos, todos -absolutamente todos- los obispos de la Iglesia española, con sus cascadas de canónigos, arciprestes, párrocos y sub-párrocos, también los dirigentes laicos de los movimientos católicos, Superiores de Órdenes y Congregaciones Religiosas, priores/as, abades y abadesas, fueron franquistas convencidos y “por la gracia de Dios”. Está de más destacar que no pocos de ellos siguen siéndolo todavía, de verdad y hasta sus penúltimas consecuencias anti conciliares y anti “franciscanas”. El cambio-cambio en la Iglesia – también por lo que respecta, recuerda y reprodujo el franquismo-, sigue llamando a las puertas de la religiosidad, con aldabonazos de hipocresías y fariseísmos.
Religión católica y Estado político llegaron a compenetrarse de manera tal, y con tan amplios asentimientos, hasta constituir una unidad de trabajo y destino en lo particular, en lo nacional y en lo universal, en esta vida y hasta en la otra. Todas las instituciones del Estado eran Iglesia y todas las eclesiásticas eran, a su vez, y de manera unánime, cívico- política o estatales. Unas y otras olían a incienso. Ambas se sometían – o las sometían- entre sí, y los pecados contra unas tenían valoración y penitencias similares. Los obispos habrían de ser, y estar, de por sí, tan sumisos al estamento político, como los gobernadores civiles al eclesiástico. Y todo ello, avalado por el Concordato y decretos complementarios. La idea de la “Cruzada” lo informaba todo, o casi todo, y el propio Franco fue incluso reconocido y proclamado como “enviado de Dios”, con su liturgia, privilegios y parafernalias.
En este primer recuento de canonizaciones laudatorias a propósito de la muerte de Franco, me limito a extractar lo predicado y escrito en los Boletines Oficiales por los Cardenales de Nuestra Santa Madre la Iglesia en sus respetivas diócesis en “acontecimiento tan luctuoso para la Iglesia y para el Estado”.
Prologo los textos con el telegrama que envió Su Santidad Pablo VI, expresando su condolencia, a don Alejandro Rodríguez de Valcárcel, presidente del Consejo de Regencia, uno de cuyos miembros era el arzobispo de Zaragoza, monseñor Cantero Cuadrado:
“En el momento en el que el Generalísimo Francisco Franco Bahamonde es llamado a la eternidad, queremos expresar al Consejo del Reino y al pueblo español nuestros sentimientos de profunda congoja, mientras ofrecemos fervientes sufragios por el eterno descanso de su alma, e invocamos sobre esta amada nación copiosas bendiciones divinas en señal de concordia y de progreso cristianos”.
En honor a la verdad histórica, y sin comentario alguno, ofrezco a continuación una breve antología de párrafos de las homilías que nuestros Cardenales pronunciaron en las exequias del Jefe del Estado, en las catedrales de sus respectivas diócesis:
“En esta hora nos sentimos todos acongojados ante la desaparición de esta figura auténticamente histórica. Nos sentimos, sobre todo, doloridos ante la muerte de alguien a quien sinceramente queríamos y admirábamos. Hay lágrimas en muchos ojos, y yo quiero que mis primeras palabras de obispo sean para recordar a todos, a la luz de nuestra fe cristiana, que los muertos no mueren del todo… Y este amor de Franco a Dios es el que sí puedo elogiar en esta hora. Cada hombre tiene distintas maneras de amar. La del gobernante es la entrega total, incansable -llena a veces, de errores inevitables- , incomprendida casi siempre, al servicio de la comunidad nacional… Creo que nadie dudará en reconocer aquí conmigo la absoluta entrega, la obsesión diría, con la que Francisco Franco se entregó a trabajar por España, por el engrandecimiento material y espiritual de nuestro país, con olvido incluso de su propia vida. Ha muerto uniendo los nombres de Dios y de España… Gozoso porque moría en el seno de la Iglesia de la que siempre ha sido hijo fiel… Si todos cumplimos con nuestro deber, con la entrega con que lo cumplió Francisco Franco, nuestro país no debe temer por el futuro”. (Cardenal Tarancón, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española).
“Ante ese cadáver han desfilado tantos, que necesariamente han tenido que ser pocos, en comparación con los muchos más que hubieran querido poder hacerlo para dar testimonio de su amor al Padre de la Patria que con tan perseverante desvelo se entregó a su servicio… Brille la luz del agradecimiento por el inmenso legado de realidades positivas que nos deja ese hombre excepcional. Esa gratitud que está expresando el pueblo y que le debemos todos, la sociedad civil y la Iglesia, la juventud y los adultos, la justicia social y la cultura extendida a todos los sectores… La civilización cristiana a la que quiso servir Francisco Franco, y sin la cual la libertad es una quimera, nos habla de la necesidad de Dios en nuestras vidas…”. (Cardenal González Martín, arzobispo de Toledo y Primado de España).
“Nosotros somos testigos de las múltiples manifestaciones de los sentimientos religiosos del ilustre difunto. Hemos constatado su gran espíritu patriótico y hemos admirado su total dedicación al servicio de España“. (Cardenal Jubany, arzobispo de Barcelona).
“Es muy natural que la nación entera -y con ella nuestra ciudad- se sienta sacudida por este fallecimiento, y que todos nosotros, como ciudadanos españoles, llenemos los templos, primero para orar por el alma de Francisco Franco, cuya persona ha estado vinculada a todas las nuestras, y luego, para implorar de Dios una asistencia especial sobre nuestro pueblo”. (Cardenal Bueno Monreal, arzobispo de Sevilla).
Que verdad es que los ciegos, tocando la pata del elefante, cada cual interpreta lo que toca de una manera.
Lo digo mucho últimamente: “perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
No se trata de abrir heridas, se trata de mirar hacia el futuro, transitando por la senda de la Verdad.
¿Que hace falta para desbrozar la senda esta de la Verdad?.
Reconocer por todos que Franco fue un fascista y golpista y criminal, y ya está. Vamos juntos para adelante. (Bueno, algo habría que hacer con “el niño” y quizá otros “niños”. (Torturadores crueles y desalmados.)
Reconocer que los caídos y fusilados republicanos, no eran santos, pero que en general luchaban por la libertad.
Los de mi generación hemos vivido en una atmósfera social asfixiante, los que ya hoy peinamos canas. Había un relato oficial de la realidad y lo demás todo estaba prohibido. En democracia, todo está permitido, menos lo que está prohibido, hay diferencia…
Para transitar por el camino de la Verdad. Es imprescindible que la “cruz del cementerio España”, sea meticulosamente derruida, y los luchadores republicanos reconocidos como merecedores del merito que les corresponde.
No podemos los españoles de hoy permitir que los luchadores de las banderas del pueblo, sigan enterrados como perros. (Los desenterradores tendrán trabajo…)
Mientras no regrese la cordura democrática, en España seguirá reinando la sombra alargada de Franco, la falsedad que amenaza el sentido común. Seguirá vigente aquello que se decía en “petit comite” por supuesto… “reina en España un fresco general procedente de Galicia, que amenaza a toda España”.
La Iglesia con Franco se vio protegida. Se juntaron dos falsedades, la de la Iglesia y la del fascismo. Un coctel anti vida formidable. Así estamos de tontos los de nuestra generación. Ni aún ahora somos capaces de alzar nuestra voz en defensa de la cordura democrática.
Se dice. “La sombra del ciprés es alargada”. el ciprés, el árbol por excelencia de los cementerios (no se porque). Pues bien, la sombra de la cruz de “cuelgamuros” aún ensombrece que percibamos la luz democrática sin oscurecimiento ni distorsión.
Reconocer donde está el centro de la Verdad. Solo eso. Y poco mas hay que hacer a estas alturas, tarde o temprano estamos abocados a lo que digo, que impere el sentido común democrático. Quizá y me temo que esto ocurrirá cuando los contemporáneos de ahora estemos muertos todos. Entonces los historiadores pondrán las cosas en su sitio sin carga emocional ninguna.
Mientras tanto: “Seguimos a la sombra de la cruz de cuelgamuros…”
Y la Iglesia de ayer y de hoy. Contenta…, si dicen algo en contra de Franco, es con “la boca pequeña…”
Si es cierto. Se fusilaron religiosos y sacerdotes. Ya he dicho que los republicanos no eran santos precisamente. Pero en estos casos hay que buscar eso que se llama proporcionalidad y ahí la balanza se inclina drasticamente de lado de los defensores de las banderas del pueblo. Los fascistas eran pueblo también, pero pretendían imponerse a la fuerza y se impusieron y gobernaron y fusilaron torturaron y encarcelaron a placer después de la guerra también.
¿Que mas querría yo? que poder borrar. “Bloqueos emocionales” de mi subconsciente.
PERO MIS CAÍDOS RECLAMAN JUSTICIA.
Luis, si eres rey de Francia, felicidades.
Mi hijo, mi hermano mayor y mi abuelastro,el segundo marido de mi abuela, son Luis, pero no Gonzaga. No se cuál eres tú.
Si quieres un consejo, mira el asunto de la exhumación de Franco con una cierta lejanía. Tienes razón, hasta que nuestra generación no pase, las heridas ahí están. Nuestro padres vivieron la guerra en las trincheras y esperando en casa noticias del frente. Luego vino la posguerra. Esa muchos de vosotros la habéis vivido. La verdad,en primera persona no llegué a vivirla, al menos no conscientemente. En el sesenta cumplí siete años. Ya había pasado lo peor.
Pero fíjate. Hace un par de años me dijo uno de mis hermanos. Pero hija, en qué mundo vives? No sabes que tu padre era republicano? .
En mi casa nunca se habló de la guerra. Y como es natural hubo muertos en la familia y mucho miedo. Murcia era zona roja.
Pero te aseguro que lo que pase con los restos del dictador no merece un solo pensamiento mío. Se lo debo a mi padre.
Otra cosa es los que hay enterrados en cunetas y en fosas comunes. Es que no voy a hablar de eso. Existe una ley de memoria histórica, pues cûmplase. Porque si tuviera a mi padre o a mi madre en una cuneta o en el valle de los caídos, no pararía hasta sacarlo .
En fin.
Felicidades otra vez. Si es que toca .
Gracias Carmen. La cruz de los caídos es un mazacote de cemento. Pero lo que simboliza aún nos tiene divididos. en torno al mazacote de cemento, aún hay mucho de que hablar. Basta ya de falsedad cínica. Ya no pueden mantener el relato cínico que nos imponían.
¿De que “reconciliación” habláis?. Hipócritas…
https://www.elplural.com/sociedad/una-capilla-a-los-caidos-por-dios-reliquia-franquista-con-el-beneplacito-de-la-iglesia_201994102
Estupendo artículo. Y hasta divertido leer como el papa Montini dice esas cosas. Y lo que dice Tarancón, no veas. Se decía que no le tenían demasiada simpatía a Franco. Y mira. Las relaciones diplomáticas son tronchantes.
Menuda hay montada con el abad del valle de los caídos. Bueno, no sé si es abad. Cuando lo vi por primera vez creí que era un novicio o como se llamen a los que empiezan. Pero no. Las apariencias engañan casi siempre.
Pues porque el tema en sí mismo no tiene ninguna gracia, pero es para reírse . El muchacho está dando guerra, por lo visto es falangista de esos convencidos. A lo mejor piensa que detrás de Franco va José Antonio. Dice que de su dominio no salen los restos de Franco. A lo mejor José Antonio está deseando que le quiten a Franco de enfrente. No me extrañaría.
El arzobispo de Madrid está indignado, porque claro, es bastante más listo y sabe que eso no toca ahora. Pero el muchacho dice que se lo tiene que decir el rey. Y me pregunto, quién si no? Pues el rey no es el jefe del estado y esa es una tumba de estado?
La familia dice que ellos no van a intervenir, pero casualmente hay una asociación llamada Francisco Franco, que ya se encargará de dar guerra, pero ellos no. Son unos señores.
A todo esto, el presidente de la asociación Francisco Franco, dijo ayer en una cadena de televisión que no cree que la iglesia católica de facilidades para la exhumación, porque les recuerda que sin Franco la iglesia católica en España estaría destruida.
Es todo muy interesante. Recuerdo que cuando murió ,en mi casa nos pasamos la semana pegados al televisor. Quién me iba a decir a mí que iba a vivir todo esto de la exhumación. Porque la vida siempre, siempre te sorprende.
Un saludo cordial.