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Nacionalismo, fanatismo, narcisismo

           Yo, el Supremo es una novela escrita en 1974 por el escritor paraguayo, Premio Cervantes de 1989, Augusto Roa Bastos, y considerada una de las mejores novelas en castellano del siglo XX. En ella se describe y se denuncia una de las más nefastas manifestaciones de la dimensión sombría de la naturaleza humana: lo que aquí traduzco por fanatismo narcisista, lo mío es lo único bueno, lo absoluto.

          Está experimentado y comprobado en Psicología, que el Sentimiento de Pertenencia (la posibilidad humana de apacentarlo dentro de nuestro cerebro) nos proporciona un soporte neurológico de equilibrio emocional y de estabilidad psicológica dentro de la Sociedad Universal de los seres llamados “inteligentes”, constructores y renovadores permanentes de este mundo de nuestra absoluta Pertenencia, en el que todas y todos habitamos.

          El sentimiento de Pertenencia, imprescindible para nuestra personal supervivencia y para la supervivencia de la especie humana, se realiza y se actualiza en distintas esferas o grupos a lo largo y ancho de nuestras vidas (pertenencia al grupo familiar, o social, o nacional, o profesional, o religioso, o político, o deportivo….); lo expresamos, profesamos e interiorizamos con el persistente posesivo mi o mío (“mi familia”, “mi religión”, “mi club deportivo”, “mi partido político”, “mi nación”…); y se construye como fundamento y objetivo motivacional de la necesaria, siempre deseada y aspirada, Solidaridad Universal.

          Sin embargo, cuando se absolutiza y maximaliza este sentimiento identificador de Pertenencia (como tenemos tan dolorosamente comprobado y experimentado con el fanatismo nacionalista de la ETA y con los fundamentalismo religioso de la Yihad), son insospechables y terribles, por su ferocidad, irracionalidad y destructividad, las reacciones que el individuo, amasado vital y emocionalmente con su grupo de Pertenencia, puede llegar a activar.

          Es impactante la declaración dolorida de Stefan Zweig , en el prólogo de su libro El mundo de ayer:

Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del Apocalipsis, la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración; he visto nacer y expandirse ante mis propios ojos las grandes ideologías de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea”.

            Es así porque todo fanatismo cierra la inteligencia, obnubila la cognición, secuestra la razón, emborrona la verdad y justifica la audacia y la fuerza arrasadora, tantas veces destructora, incluso muchas veces despiadada, de ese animal cautivo que todos llevamos dentro. Es imprevisible cuánta perversidad humana puede dimanar –como la podredumbre de una llaga– de ese deseo de absoluto, enfurecido y desesperado, que es todo fanatismo y, en concreto, este cáncer social del Nacionalismo fanático, alimentado por un Narcisismo auto-engrandecedor. Es lo que explica que un grupo de personas iluminadas, revestidas de una presunta supremacía étnica, moral y supranacional, tengan la audacia de decidir sobre los destinos de un país, se sitúen por encima de las leyes, desafíen el orden constitucional, recompongan arbitrariamente la Historia, desobedezcan descaradamente a las instancias judiciales… Yo, el Supremo.

          Para la personalidad fanática o fanatizada por el Nacionalismo, cualquier acción que castigue o destruya a los fantaseados y odiados “enemigos” (a quienes se opongan o no cooperen –personas, instituciones o grupos– al reconocimiento de la propia grandeza, identificada con la del grupo de Pertenencia Nacionalista) estará fanáticamente justificada, incluso premiada eternamente con la “imperecedera gloria” nacionalista, o con el Paraíso de los fundamentalistas islámicos…

          Son insospechables las acciones y las consecuencias del Fanatismo Nacionalista. Para Erich Fromm (psicoanalista y filósofo alemán que tuvo que exiliarse de su país a los 35 años cuando la implantación y expansión del Naconalsocialismo), el Fanatismo Nacionalista es un modo de Narcisismo patológico que representa, impulsa y contiene todo lo contrario a la Solidaridad. La cohesión que este sentimiento opera dentro de la colectividad nacionalista es gregario, irracional, excluyente, instintual y obcecado, mientras que el Sentimiento de Solidaridad está impulsado hacia un objetivo de amor y fraternidad universal, y está fundamentado en los valores de la responsabilidad, el respeto y el compromiso en la construcción de la vida, y de la convivencia pacífica y humanizada, en la sociedad y en el mundo.

         

         

         

         

         

         

         

         

         

13 comentarios

  • olga larrazabal

    Pienso que el nacionalismo, como fenómeno, tiene varias caras.

    La primera es la popular, la visible, la que está llena de mitos, generalmente estúpidos, pero que llegan a la masa a través e emociones muy básicas.  La raza, la pertenencia, el ancestro común mitológico, el “somos más inteligentes, más bellos, más rubios que” los otros son “tontos, sucios, de malas costumbres, negros, muertos de hambres” etc Aquí entraría a tallar el narcisismo de los individuos y se usa para movilizar a las masas.

    Este tipo de manipulación de masas, suele tener otros fines que tienen relación con el poder sobre un territorio, al que se le quiere dar más atención o mejor atención que la que tiene hasta el momento por considerar que los que la manejan hasta ahora, lo hacen mal, con respecto a las necesidades el pueblo, o les están quitando poder paulatinamente a este pueblo para apoderarse  de sus riquezas o de su capacidad de trabajo.

    Sucedió con los judíos en Alemania, que llegaron a conformar parte de la burguesía más rica y poderosa, debido a su inteligencia, su conocimiento de las finanzas internacionales y sus conexiones.  Después de perder la 1 Guerra, el pueblo alemán humillado fue manipulado para verter su resentimiento en alemanes de otra religión explotando la emoción racial, ensalzando virtudes alemanas en contra el parasitismo de los banqueros….judíos.  Algo así como una lucha de clases, pero dirigida contra una etnia religiosa a  su vez bastante chauvinista y endogámica y con muchísimo poder económico y financiero.

    Seguramente los banqueros no judíos y la gran burguesía alemana no judía, estuvieron detrás soplando el fuego de modo de librarse de la competencia y corearon junto con el pueblo todas las emociones narcisistas que necesitaba el pueblo alemán para sobreponerse a la miseria de haber perdio la guerra. Y estas condiciones llevaron a una masacre dantesca  la tan mentada “limpieza étnica”. Que también la hicieron los Reyes Católicos en su tiempo.  Claro que no llegó a la perfección alemana, pero anduvo bastante cerca.

    Sucedió en las colonias españolas de América cuyas clases altas querían manejar sus propias finanzas y darse sus propias leyes despues de 300 años de convivencia.

    Sucedió con Irlanda, que fue la primera colonia de Gran Bretaña, a la que los ingleses trataron el peor modo posible durante unos 350 años.

    Sucedió con Ucrania que no quiso seguir siendo parte del Imperio ruso, aún cuando tenían 1000 años de historia común.

    Y nadie podría condenar estos tres nacionalismos, porque tienen un pueblo, un territorio y sienten que no están cómodos bajo un poder que perciben que les quita más de lo que les da.

     

    • M.Luisa

      Al leerte, querida Olga, percibo que en lo que respecta a esta cuestión andamos por caminos bastante afines…me gusta!

      Te envío un abrazo desde esta parte del Mediterráneo en donde en estos momentos están desembarcando refugiados, personas que serán acogidas aquí en la ciudad de Barcelona.

      • Me sumo a vuestro caminar y espero que, algún día, acaben entendiéndonos.

      • M.Luisa

        Gracias Iñaki, te echaba en falta!

        Tu entrada me ha motivado a una pequeña reflexión que lanzo en el aire!

        Por qué no plantear el tema en su vertiente positiva y ver el nacionalismo como un hecho y no como un problema?. Es decir, como una realidad y no como un conflicto. Porque está claro que con esta consideración conflictiva, un pueblo que busque ser reconocido como nación jamás tendrá desagravio alguno a menos que el amor en el supuesto marco democrático sea real. Sólo entonces tal estorbo habrá desaparecido. Ahora bien, ¿dónde habría que situar ese estorbo? Porque cuando alguien se considera dominado es normal que se plantee un conflicto, no obstante el conflicto está en la dominación y no en la resistencia. Los insurrectos lo son por pura necesidad, porque frente a la represión no pueden ser otra cosa.

        Un recuerdo y un saludo!!

  • M.Luisa

     

    Muy buenos días! creo que no habrá ninguna objeción si me permito seguir…

    De este ser soberano brota la verdadera solidaridad…decía.  Aquí me quedé…

    Pues bien, desde esta perspectiva de análisis político a la que el artículo  remite, entre las muchas reflexiones que cabría hacerse me detengo en la última que dejé a medias: No es lo mismo ser soberanista que supremacista porque aunque en ambas figuras se posean las mismas  propiedades personales  éstas  pueden actuar de distinto modo.   Es la diferencia entre el pequeño yo de carácter egoísta que se cierra en ellas y el YO de la mismidad, es decir, aquel que aupado por el pequeño yo se abre a la alteridad  de  su propia realidad  a la que está llamado a ser. Resumiendo, para ser solidario no basta con el concepto de solidaridad, hay que vivir previamente  la experiencia de la solidificación interna para después ser  real y efectivamente  solidarios

  • M.Luisa

    …sigo

    Pero qué pasa cuando la cuestión se plantea en estos términos, porque un ciudadano antes que nada es persona, por lo que si se le limita esta  condición entonces es cuando, a mi modo de ver, tanto el narcisismo como el fanatismo  derivarían  precisamente de ese intento frustrado  de la propia personalidad.

    Esto, quien haya visto y escuchado  el video de Alex Rovira, le será fácil entenderlo cuando aludiendo a   Goethe dice:  trata a un ser humano como es y seguirá siendo lo que es, trátalo como puede llegar a ser y se convertirá en lo que está llamado a ser. 

    De este ser soberano brota la verdadera solidaridad.

  • M.Luisa

    Tomando el término nacionalismo  en su vertiente peyorativa como aquí  se le define, me  pregunto:

    ¿ Entre dos ciudadanos,  quién  mostraría  ser, en este sentido negativo,   más nacionalista,  aquel que en el ejercicio de un derecho  constituido como lo es el del derecho a la autodeterminación de los pueblos o territorios pretendiera  ejercerlo, o, aquel que  para preservar la sacrosanta e indisoluble  unidad  de la nación le negara ese derecho?

    Si lo negativo del nacionalismo es su carácter excluyente todo parece pensar que la atribución de esta nota a la hora de recaer en  uno  de estos dos ciudadanos recaería precisamente  a quien para salvaguardad las esencias nacionalistas niega lo que para el ser humano le es fundamental: la libertad.

    La libertad nos abre a las personas a ser más que meros sujetos prestos  a unificarnos  y producir así  un determinado efecto de unidad. Esta es  la finalidad que persiguen los políticos, cuando la unidad  de la patria  la conciben  como una consecuencia de permanencia organizada: la de permanecer   juntos,  que repiten constantemente.  Cosa que por más que  nos parezca algo irrisorio, de manera alguna se interpreta aquí equivocadamente si luego  a esa idea de conjunto que forma el todo de la unidad, presentan  su contraria: la de  separación.

    En esta disyuntiva puesta en  los ciudadanos, juntos o separados, hacen depender, los políticos, la unidad de la patria.

  • Juan García Caselles

    El “sistema” se basa en dos sentimientos universales, el egoísmo como base del liberalismo económico y el nacionalismo como sustento del liberalismo político.

    La clave del poder político está en pasar de pueblo a nación como titular del poder y por eso es necesario que la nación exista, para lo cual hay que alimentar y glorificar una cosa tan tonta como la supremacía de los nuestros sobre todo los restantes habitantes del planeta, y, sobre todo, la supremacía sobre nuestros vecinos, especialmente si son nuestro enemigo secular, cosas todas ellas que se encargan de proclamar los “patriotas”, de racionalizar los historiadores, de bendecir las religiones (iglesias incluidas) y de sacarle provecho la burguesía correspondiente.

    Pero como las personas no solo somos iguales, sino que, además, somos muy parecidos, los nacionalismos son todos prácticamente iguales y son tanto más peligrosos cuanto más potente es la nación que sustentan. De ahí que de los nacionalismos existentes en España el peor sea el nacionalismo españolista (franquismo, falangismo, nacional catolicismo, etc.)

    Dicho esto, la barbarie del nacionalismo españolista no justifica en ningún caso la barbarie de ETA, ni tampoco las triquiñuelas de los independentistas catalanes (desde “Espanya ens roba” hasta el “mandato democrático del 1-O”).

  • oscar varela

    Hola!

    El Autor, si atendemos el titulado del Artículo,

    se propuso desarrollar un “sin embargo” al “sentimiento identificador de Pertenencia”: Dice: 

    – “Sin embargo, cuando se absolutiza y maximaliza este sentimiento identificador de Pertenencia”-

    …………………………

    Conviene recordar y no olvidar eso:

    que se trata de un “sin embargo” ,

    para no quedar “embargados”.

    En efecto:

    La “PERTENENCIA” se ha mostrado en el devenir histórico de la Vida humana, y logrado una fijación estructural (no meramente coyuntural) del “YO” individuo y “SU MUNDO” pertinente.

    Esta PERTINENCIA es la HABITUALIDAD donde, de verdad, HABITA.

    El Refrán nos lo recuerda:

    -“Jaula nueva = Pájaro muerto”-

    Lo contrario a la “Pertenencia” no es la Nada, sino el EXILIO.

    Sentimos rompérseles “las telas del corazón” al Cid Campeador cuando se despide de su Jimena y de la dos hijas. Va al EXILIO y el tiempo se le acaba. Perseguido hasta el “limes” de la HABITUALIDAD.

     

  • Mª Pilar

    También las personas de a pie… tenemos mucha responsabilidad en eso:

    ¿Por qué no pagamos lo justo y necesario por los trabajos realizados?

    Lo importante no es lo que hacen ¡que también lo es! Sabiendo que, muy pocas personas españolas los harían.

    Y los nacionalismos… ¡no hay ninguno bueno! Todos intentan diferenciarse… por arriba… de las demás personas,  y todos hacen sufrir, porque no suelen ser unánimes.

    mª pilar

  • oscar varela

    Hola!

    Buen escrito, sencillo y comprobable.

    Por ejemplo:

    El narcisismo del dinero, hoy,

    son los Paraísos Fiscales.

  • Honorio Cadarso

    Cuidado, colegas! En esto de los nacionalismos es como un tanto facilón ver la paja en el ojo del vecino, llámese ETA, Yijad. Trump-eta, etc. etc, y no ver la viga en el nuestro, Hay un nacionalismo español intolerante y represivo que asoma por las fronteras de Ceuta y Melilla, por Alsasua, por Covite, por tantos PPs, PSOEs, por tantas Europas, Polonias, Hungrías, cardenales,, sotanas y comunidades católicas…etc. etc. etc.

    Aquí la mano de obra emigrante carece casi totalmente de derechos, le toman el pelo para reconocerle la nacionalidad española, la tienen para limpiar culos, carboneras, pasear abuelos abandonados, etc. etc., por un puñado de céntimos de euro.

    O sea, que cada palo aguante su vela …