Sin profetas no hay Iglesia. Pablo de Tarso lo tenía bien claro. La Iglesia, judíos y gentiles, tiene un fundamento, unos cimientos: los apóstoles y los profetas y como piedra angular el mismo Cristo (Ef 2,20). La teología magisterial ha eliminado a los profetas como cimiento eclesial y sólo aparecen como fundamento de la Iglesia los apóstoles y sus sucesores, los obispos. Todos los creyentes son profetas y les corresponde la doble tarea de anunciar y de denunciar: anunciar y “pregonar las excelencias del que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1Pet 2,9), ser testigos de Jesús resucitado (Hch 5,29-32) y que Dios es amor y de ahí nuestro amor a los otros sin distinción alguna; denunciar verbalizando las injusticias y opresiones que se cometen con los más débiles y corrupciones diversas tanto en la vida eclesial como civil. En los apóstoles esta doble tarea converge, como se pone de relieve en el relato pascual de los Hechos de los Apóstoles. Pedro, y los demás apóstoles, después del acontecimiento de Pentecostés, se presentan ante el pueblo judío y ante los mandatarios y gobernantes como testigos de la resurrección de Jesús de Nazaret y les echa en cara, sin tapujos ni recovecos, que ellos le mataron y le colgaron de un madero (Hch 5,30).
Todos los bautizados son profetas, como bien recuerda Pedro en su primera intervención pública después del acontecimiento pentecostal, siguiendo al profeta Joel: “Y sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré mi Espíritu sobre toda carne y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas” (Hch 2,17). Y, por lo tanto, tienen la misión de anunciar y de denunciar. También los obispos como elementos fundantes de la Iglesia han de anunciar el evangelio y de explicitar los atropellos y malas conductas, de manera especial de mandatarios y gobernantes, tanto dentro de la Iglesia como en la sociedad civil. El silencio ante las injusticias, las corrupciones, los maltratos y violaciones de mujeres… genera complicidad y, sobre todo, desasosiego en el Pueblo de Dios y en la ciudadanía. Ahí están los profetas, bautizados o no, que dieron su vida por el compromiso profético. Un testimonio de ellos en Palabras para este tiempo (Madrid, 2012): “Y alguien también dijo:/La no-violencia dignifica al hombre/tanto en África como en la India o en cualquier parte de la tierra./Y por eso lo mataron.// Y alguien también dijo/recorriendo las ciudades americanas:/He tenido un sueño: todos los hombres,/blancos y negros, somos guales./ Y por eso lo asesinaron.// Y también alguien dijo:/ La mujer es autónoma/ tanto en la Iglesia como en la sociedad./ Y por eso la quemaron// Y alguien también dijo:/ Ama a tu enemigo y si quieres ser el primero, sirve al otro./ Y por eso lo crucificaron”. Con razón escribe José Luis Sicre que el profeta es un hombre y una mujer amenazados. Esta “amenaza” puede ir desde la incomprensión de los más cercanos hasta la muerte violenta.
En estos días nuestra sociedad es un hervidero de noticias, que claman al cielo: subida del 0.25% de las pensiones, maltrato y violaciones de mujeres, corrupción política en grado extremo, pederastia, de especial relieve la de clérigos, etc. Un panorama de desolación plena, como si Dios se ausentase de la tierra, según recoge el poeta alemán Hölderlin en su momento histórico. El silencio episcopal no puede ser más escalofriante. En su reunión asamblearia de finales de abril el Presidente para nada alude, en su discurso de presentación, a estos problemas que vive la ciudadanía; se centra en cuestiones internas de la Iglesia: las vocaciones religiosas. La sequía de las vocaciones religiosas, sin duda, tiene su origen en la sequía profética de la Iglesia. Contrasta esta postura con la de los obispos de Nicaragua que se enfrentan al gobierno nicaragüense por su reforma unilateral de la seguridad social, que implica una subida de impuestos generalizados y que los jubilados reciban un 5% menos de pensión. Fruto de esta denuncia profética el Presidente Ortega, según las últimas noticias de prensa, ha aceptado las condiciones para el diálogo propuestas por la Iglesia nicaragüense y ha retirado la ley en litigio. El profeta ha de contrastar la realidad política y social con el paradigma de la justicia y de la ética. Ni callarse ni ningunear la realidad injusta o antiética como lo hace el arzobispo de Valencia en su última carta a la Iglesia diocesana con la preocupación exclusiva de que se marque la cruz de financiación de la Iglesia en la declaración de Hacienda, en la que afirma: “”Soy consciente, y me duele, que hay campañas para que no se haga, para que no se ponga (la cruz en la declaración de la Renta). Acuden a tal o cual caso que consideran injuria, a que si ha habido tal o cual comportamiento de clérigos o de Obispos, en determinados lugares o regiones (intencionadamente no se alude a los hechos concretos). ¿Qué tiene que ver esto con la Iglesia, con el bien que hace la Iglesia?” O bien la prontitud del Portavoz episcopal en manifestar el absoluto rechazo de los obispos al proyecto de ley sobre la eutanasia presentada por el PSOE. Se podría preguntar, ¿se daría esa prontitud y ese rechazo frontal si el proyecto de ley lo presentara el PP? Parece que no, si nos atenemos a comportamientos episcopales en parecidas circunstancias. Como botón de muestra baste la reacción episcopal a la ley del aborto del PP, modificando la de Zapatero. El propio Portavoz episcopal dijo entonces que dicha ley era “menos mala”; o el obispo de Almería se mostraba conforme a la postura del gobierno del PP de reformar la ley del aborto del PSOE; para nada se habla de abolirla. ¿Dónde está la máxima escolástica de bonum ex integra causa, malum ex quocumque defectu? ¿Dónde están esos obispos que se manifestaron por las calles de Madrid rechazando la ley socialista del aborto? Es el flirteo clerical con el poder, un poder de derechas, que beneficia los intereses económicos de la Iglesia y la clase de religión en los Colegios e Institutos públicos.
Es el hooliganismo político tan defendido por los hooligans episcopales. El hooligan futbolístico apoya incondicionalmente a su equipo por encima de su pésima situación concreta. El dicho Viva er Beti manque pierda lo dice todo. La nueva figura del hooligan político se impone a pasos agigantados y que la discusión política online fortalece considerablemente estas posturas, es un hecho certero según la investigación: ‘Political Hooliganism’:Political Discussion Attributes Effects on the Development of Unconditional Party Loyalty, llevada a cabo por el profesor de la Universidad de Viena, Homero Gil de Zúñiga, con datos de población de democracias establecidas como España, EEUU y Nueva Zelanda. No parece que esta actitud de hooligan se adecue a la del profeta. El profeta Jeremías lo tenía bien claro, pues le tocó vivir en un tiempo histórico de mucho riesgo, en el que el pueblo de Dios galopaba hacia la ruina, precisamente porque los “pecados sociales” se multiplicaban de un modo descarado. El rey Joaquín, más que un servidor del pueblo se enriquecía a costa de él, viviendo lujosamente. La denuncia de Jeremías no es la de un político, sino la de un profeta: “¡Ay del que edifica su casa con la injusticia, haciendo trabajar a su prójimo sin pagarle, sin darle el salario de su trabajo! El que dice: voy a hacerme un gran palacio con espaciosas salas de rasgadas ventanas, pisos y techos de cedros pintados en vivos colores. ¿Reinas, acaso, para rivalizar en obras de cedro? ¿No comía y bebía tu padre y hacía derecho y justicia? Hacía justicia al pobre y al desvalido, y entonces le iba bien. Pero tú no tienes ojos ni corazón más que para buscar tu interés, para derramar sangre inocente, para oprimir y hacer violencia” (Jer 22,13-18).
El obispo auxiliar de Managua tiene bien clara cuál es la función profética del cristiano: “Quien en una situación como esta, de injusticia social y represión criminal, elige el camino de la pasividad y enarbola la bandera hipócrita de la imparcialidad política se vuelve cómplice del mal”, porque los cristianos, hombres y mujeres, “no podemos rehuir a nuestro compromiso de solidaridad y defensa de los más pobres, los más desvalidos y vulnerables, las víctimas de los sistemas injustos, del mundo del descarte y de la indiferencia. Jesús nos quiere en medio del mundo para que nos opongamos valientemente contra sistemas sociales, económicos y políticos que solo favorecen los intereses de los poderosos y oprimen y violentan a las grandes mayorías”.
A modo de conclusión he de decir que la tarea profética radica, pues, en esta máxima del papa Francisco: “La dignidad de la persona humana y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios” (Evangelii Gaudium, 218). Para ello hay que ser más profeta y menos hooligan.
Los profetas fueron y siguen siendo necesarios. Y siguen existiendo por suerte. Profetas con la palabra y con su vida al servicio del evangelio. Fueron fundamento de la religión judía, cuyo clero carecía de la sensibilidad humana indispensable para guiar al pueblo. Los profetas proclamaban la palabra de Dios en forma de exhortación o advertencia. “Eran voceros de la divinidad para transmitir el mesaje divino”.
Considero un error que en la teología católica los profetas no sean percibidos como fundamento de la iglesia, en contradicción con las enseñanzas de Pablo (1 Cor. 14, 1 y 14, 3). A pesar del error mencionado, es significativo el hecho de que estén surgiendo comunidades proféticas de base que tienen por objeto ejercer una función profética contra las injusticias sociales.
Estamos en unasituación de emergencia social debido a todas las situaciones expresadas en el artículo, aunque haya sido la “corrupción política en grado extremo” la que ha llevado a la moción de censura que se está tramitando. Ante esta “desolación plena”, se percibe con más intensidad el silencio de Dios. Dios calla, pero ¿No será porque quiere que hablemos nosotros, los creyentes en el evangelio? Y de estos que hablen principalmente los que han asumido mayor responsabilidad en el gobierno de la Iglesia. Y si no es así ¿Qué otra función esencial ejercen? ¿Es que todos los creyentes tenemos el mismo grado de responsabilidad?
Lo cierto es que el silencio de los obispos ante las situaciones indicadas incide muy negativamente sobre toda la sociedad, creyentes y agnósticos. Ya que en el artículo se menciona favorablemente a los obispos nicaragüenses, que sin duda tienen razón, me surge una pregunta ¿El enfrentamiento está causado exclusivamente por motivos de justicia social? ¿No estará influenciado por la tendencia izquierdista del gobierno? Me gustaría que mi primera pregunta fuera el motivo de su protesta. Si es así, es necesario que el episcopado español tome nota de sus colegas nicaragüenses y adopte la misma actitud.
Vuelvo a repetir otra vez las palabras de Juan Luis Herrero del Pozo, que en la contraportada de su libro “Religión sin magia”. Testimonio y reflexión de un cristiano libre”: “El pensamiento mágico nace incrustado dentro del sentido religioso de todos los tiempos. Es, como el gusano de la carcoma que avanza insidiosamente y, para cuando se deja notar, ya ha construido miles de galerías que han vaciado la madera y fragilizado el edificio hasta hacerlo caer. La entera edificación de las iglesias cristianas, su entramado de dogmas, sacramentos, leyes y estructuras están roídos por la carcoma de la magia y no tienen futuro Es estéril -y hasta nocivo- el esfuerzo institucional por apuntalar el edificio.
Sin embargo, el inevitable derrumbamiento de la iglesia no arrumba la esperanza de ver reverdecer en el desierto el testimonio revolucionario del Maestro de Nazaret. glosando al teólogo Tillich: “Jesús resucitará de la tumba de esta iglesia”
O.k.
Un artículo magnífico.
Quiero pensar que mas de un obispo pensará como el autor. Eso quiero pensar. Pero claro, por algo son obispos. Nadie nace con ese cargo. Se alcanza después de llevar una buena carrera eclesiástica. Ellos sabrán que han dejado en el camino. Desde luego la libertad, porque tienen voto de obediencia.
Ellos sabrán.
Muchos laicos poco esperamos ya de ellos.
En fin.
Yo conocí a una persona que decía: de la puerta de mi casa para dentro, no se hable ni de futbol, ni de política ni de religión, tres campos donde el fanatismo es lo que mueve toda la energía individual, por supuesto, de forma descontrolada e innecesaria.
Con la Jerarquía que representa a la Iglesia, pienso que no vale la pena perder el tiempo, es decir las energías. No tienen arreglo.
Afortunadamente cada vez hay más conciencia social, aunque no sea religiosa, que denuncia, lucha y hasta, en ocasiones, dan la vida porque haya justicia. Así que luchemos por una ética social universal, luchemos porque las personas que tenemos como referente vital a Jesús y su mensaje, no perdamos de vista este referente y, en medio de la realidad en que nos movemos, denunciemos con todas nuestras fuerzas las injusticias y todas las fuerzas del mal que nos atenazan por doquier, e intentemos vivir con coherencia nuestro compromiso personal.
Reconozco… que hace algún tiempo, ya no pongo la cruz en favor de:
¡Esta iglesia!
¿Donde está el bien tan extraordinario que “esta” iglesia prodiga sobre todas las cosas… a las personas verdaderamente sufrientes de este mundo?
Casi todas las obras de servicio, las realizan laicos; el dinero que manejan en sus proyectos, son ayudas concretas para esos proyectos, donación de laicos.
Todo cuanto recibe la iglesia del gobierno, o de los “poderosos… admiradores por los favores que reciben a modo personal”… solo lo utilizan para mantener el estatus de unos pocos, ya encumbrados por su manera tan elitista de vivir.
De todo lo contrario, nos dan ejemplo vivo, aquellas personas, que intentan seguir las enseñanzas de Jesús:
¡Que los/as hay!
Y precisamente estas personas, son las perseguidas, silenciadas, expulsadas, de sus centros o lugares de trabajo.
¿Por qué ayudar a una iglesia llena de una riqueza inmensa?
Para mí en estos momentos, es más importante, apoyar proyectos, que sé, llegarán a quienes de verdad los necesitan.
Agradezco de verdad su art. es una realidad absoluta, de lo que la iglesia está haciendo.
Con razón dijo un gran obispo-y- servidor… trabajador incansable, por mejorar la Vida de cuantas personas dependían de él..:
“Por los pasillos del Vaticano… no encontrarás a Jesús”
Eso mismo experimenté personalmente, cuando entre en S. Pedro para conocerlo… Con los ojos llenos de lágrimas, pedí perdón, por como estábamos repitiendo, aquello que llevó a Jesús, látigo en mano, a desmontar aquel negocio, que el propio templo propiciaba con su manera de actuar.
Si vuelvo a Roma, no me perderé por aquel lugar, a pesar de las hermosas obras que encierra… O quizá… si, sencillamente se convirtiera en un gran museo, para ensalzar todas las maravillas creadas por manos humanas, la mayoría de las veces explotados de manera insultante.
mª pilar
Hola!
Artículo “necesario”
* formalmente “profético”.
* materialmente “español”.
…………………….
Por otra parte:
atendiendo a la estructura eclesial
tiene poco sentido espera-pedirle
a la “función” de Orden (Clerecía)
lo de la “función” Despotrico-decidora.