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Pascua de Jesús y Pascua universal

          De nuevo es Pascua. Es la Pascua de Jesús, el profeta crucificado, imagen singular para los cristianos de la esperanza de todos los crucificados. Es la Pascua de la primera luna llena de primavera que tantas culturas han celebrado desde milenios antes de nuestra era cristiana: chinos, indios, sumerios, babilonios y hebreos, y los pueblos mayas de la América central que, miles de años antes de que a su tierra la llamáramos así, en el reflejo de la luna ya veían de noche el irresistible poder de la vida.

          Es la Pascua de la Tierra. La Pascua del trigo y de todos los cereales: el grano muere, germina y vuelve a brotar en los campos, para convertirse en pan fraterno, pan de la eucaristía o pan de la mesa doméstica, el mismo pan sagrado para quien sabe mirar y saborear, partir y compartir. Es la Pascua de los agricultores y pastores del Neolítico, que vivían al compás de novilunios y plenilunios, solsticios y equinoccios, al ritmo de la Madre Tierra y del cosmos sin medida.

          La vida revive. En cada brote de viña, en cada flor de cerezo se hace presente la energía de todo el universo, se manifiesta el fuego del Ser, la fuerza de la Vida, el misterio que llamamos Dios y que recibe otros muchos nombres y que ningún nombre puede expresar. El gorrión lleva ya su brizna en el pico al hueco del tejado, para construir su nido y criar. Hasta la tortuga de agua que tenemos en la terraza despierta ya de su letargo invernal. Uno de los dos términos griegos que los textos bíblicos cristianos conocidos como ‘Nuevo Testamento’ emplean para decir que Jesús resucitó significa literalmente eso: ‘despertar’. El otro término utilizado significa ‘levantarse’. La vida despierta y vuelve a levantarse después de la noche en todas sus formas. Es lo que confesamos los cristianos, y así lo esperamos a pesar de todo; en nuestras pobres manos llevamos esa brizna de esperanza, como la tierra el grano.

          Pero más de un cristiano que haya leído los párrafos que preceden se habrán preguntado: ¿y dónde queda, entre tanta pascua la Pascua cristiana, la de Jesús? Comprendo tu perplejidad, hermano, hermana, pero déjame que te diga con la convicción y humildad de que soy capaz: No opongas la Pascua cristiana a la Pascua de la Tierra y de las demás religiones y culturas. No pienses que la Pascua de Jesús sea la única, ni siquiera la suprema, la realización perfecta de todas las pascuas. Jesús nunca lo pensó. Él vivió hasta morir, y murió hasta resucitar, como el grano, como el profeta mártir, como todos los profetas y mártires, sin etiquetas. La muerte es pascua, que en hebreo significa ‘paso’.

          He dicho “no pienses que…”, pero me corrijo: acerca de todas estas cuestiones que se llaman de fe, pero donde la fe no se juega, piensa o “cree” libremente lo que más convincente y razonable te parezca, pero no te apresures a denunciar lo que digo como disolución del evangelio de Jesús. Lo universal sin forma solo se realiza en formas particulares. Así lo hizo Jesús. Hazlo así también tú. La Pascua plena está aún sin hacerse del todo. Hagamos Pascua. Hagamos revivir la llama de la vida en nosotros en las muchas sombras que nos habitan, en las muchas formas en que la muerte nos hiere.

          Así lo hizo Jesús, y así resucitó. Su resurrección, como la nuestra, no tiene nada que ver –subrayo: nada– con que su sepulcro hubiese quedado vacío, con que su cuerpo muerto hubiese desaparecido de pronto ‘milagrosamente’ y luego aparecido de nuevo ‘milagrosamente’ a sus discípulas y discípulos. Su resurrección no tiene nada que ver con ningún hecho ‘milagroso’ fuera del milagro de la vida: la bondad más fuerte que la muerte. Jesús resucitó en su vida de profeta bueno, rebelde y sanador, libre y liberador. Resucitó en su compasión, su comensalía, su solidaridad con los últimos. Y por eso murió y, por eso, en su muerte resucitó, pues, como se dice en la dura y hermosa película La forma del agua, “la vida es lo que queda del naufragio de nuestros planes”.

          Esa es la verdadera Pascua de Jesús, pero solo será verdad también en nosotros en la medida en que vivamos como él lo hizo, hasta morir de pura vida, como todas las personas que pasan la vida haciendo el bien, simplemente, como la semilla y la flor, sin mirar al fruto.

(Publicado en DEIA y en los Diarios del Grupo Noticias el 01-04-2018, Domingo de Pascua)

9 comentarios

  • M.Luisa

    Me alegré ayer al leer de Arregi  que la Pascua en hebreo significa ‘paso’.

    Es lo que sin pensar en esta previa traducción lingüística sino por  mera deducción  extrapolada  del comportamiento biológico estructural me referí a este “paso” como una espontánea explicación a mi hija de lo que para mí significa la Pascua.

    La acompañé   el pasado domingo  a la celebración de la Psacua  pero no sin una cierta resignación por tratarse de una celebración a  estilo Kikos. Fuimos luego a comer a un restaurante cerca del mar y allí aproveché para darle mi versión de la Pascua que coincide desde luego, como no,  con la de Arregi.

    Sin embargo, ahora me extenderé un poco más ya que muy a menudo   en mis comentarios aludo  tácitamente el fondo del asunto, es decir, el de este “paso”.

    El componente de trascendentalidad del “paso” que significa la Pascua es un producto de una nueva antropología filosófica en la que deja atrás la necesidad de aquel  “salto” metafísico imprescindible en la antropología derivada del tratado “De anima” de Aristóteles.

    Se trata de un “paso” liberador  a partir, no de entender la limitación humana en negativo sino como un principio positivo de realización.

    Todo paso hacia delante, todo cambio, todo movimiento como alternativa de posibilidades humanas supone necesariamente vivir la  unidad de la experiencia de nuestra mismidad, es decir vivir la unidad de ser la misma realidad pero siempre de forma distinta.

  • Mª Pilar

    ¡Gracias por esta hermosa …Mirada… gracias!

    mª pilar

  • Jorge

    Me parece excelente el canto a la vida de J.Arregui. Y estoy de acuerdo con él en que contraponer la Pascua Universal, la celebración del retorno a la vida, su despertar, su levantarse, con la Pascua Cristiana, no es lo adecuado. Para mí no se contraponen, sino que se suman. Y es que, aunque la resurrección de Jesús la pienso y la creo como singularidad, pues para mí es la piedra angular que justifica su divinidad, es también un canto a la vida y a la vida humana en plenitud.

  • Luis Troyano

    Yo lo veo así.

    Jesús es el prototipo mítico de la necesaria muerte y resurrección que hemos de sufrir todos, para dejar de sufrir.

    Para acceder a una octava mas sutil en la inevitable espiral evolutiva que todos transitamos.

    Yo me pregunto: Pero… ¿de verdad, de verdad se puede creer que un hombre resucita?. Si resucita es porque no había muerto. Esto que digo es biología, es ciencia, es sentido común. Por Dios.

    La literalidad de los evangelios, nunca se considero aceptable en la historia, para determinadas preclaras mentes. Pero es que ahora todos somos “preclaros”. No se sostiene esta literalidad, ni apuntalandola con las mejores buenas interpretaciones.

    Y una cosa digo. Negar la literalidad de los evangelios, no te convierte en ateo. Se puede negar al Jesús que pintan los evangelios, y creer en la divinidad. que no necesariamente ha de ser de nombre, Dios Padre…

    Por otra parte el articulo de Arregi, desprende poesía, a la que creo que se llega con la practica mística.

    La mística lleva a la poesía. Y los poetas, no los filósofos y menos los políticos, son los que conectan con el sentir popular. Por lo tanto. Los que mueven el mundo.

    Aunque un político-poeta. Es una bomba explosiva…

  • Asun Poudereux

    Muchas gracias, José Arregui, por este canto universal a la vida, lo Real, que va más  allá de los horizontes pre- establecidos.

    Hagamos Pascua

    Alineémonos con la Vida y la revivamos en nosotros junto a los demás, al pluriverso universal, porque ahí la muerte no hiere, da más y más vida.

    Un abrazo abierto.

  • Gonzalo Hsya

    La teologia poetico_mistica de Arregi abre horizontes, entusiasma, nos hermana con ttodo el universo. Gracias

  • Carmen

    Este señor tiene un don tranquilizador. Todo lo que puedas pensar, se vale, que dicen los niños.

    Bueno, a algún obispo lo saca de quicio, pero, gracias a dios, no soy obispo.

  • oscar varela

    Aunque …

    al decir de Tamayo,

    en vez de “Universal

    le convendría el adjetivo de “PLURI-VERSAL

  • oscar varela

    ¡Bien!

    Se esmera

    Y lo consigue!