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La verdad

          Con motivo de los 500 años de la Reforma, el teólogo Jürgen Moltmann ha escrito una serie de reflexiones. Entre ellas argumenta que en los tiempos de Lutero se discutía con el ánimo de llegar a acuerdos, de encontrar una verdad común. Y con ese motivo critica el que hoy se han multiplicado las tertulias y los intercambios en los que no se busca la verdad sino únicamente el hecho de comunicarse.

          Esta reflexión del alemán me ha traído a la memoria el conocido verso de Machado: “¿Tu verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a buscarla; la tuya guárdatela”.

          Una y otra posición chocan frontalmente con el clima de este tiempo de posmodernidad. ¿Hay una Verdad, con mayúscula? Afirmarlo equivale para muchos a optar por el autoritarismo, por la dictadura, por la eliminación del contrario. La Verdad no podrá evitar ser despótica porque lo que se sale de su órbita habrá de ser calificado de error.

          Ni siquiera los cristianos convencidos se atreven a defender que Cristo es la verdad, a pesar de que él lo afirmó expresamente. Pero ¿es que lo dijo verdaderamente? ¿no lo dirían más bien sus discípulos, movidos por su entusiasmo y por su afán proselitista? ¿no llevó esa verdad a la Inquisición o a las guerras de religión?

          No hace falta destacar que no me refiero a las afirmaciones sobre la naturaleza, a verdades de la física o que química, que pueden ser admitidas sin discusión. Me refiero a las declaraciones morales, espirituales, las que los “maestros de la sospecha” (Ricoeur dixit), Nietzsche, Marx, Freud pusieron radicalmente en cuestión. ¿No existe, pues, esa Verdad, a cuya búsqueda nos invitaba Machado?

          Naturalmente, a nadie se le escapa que la alternativa a esa Verdad con mayúscula no es nada fácil.

          Una posibilidad es aceptar que cada uno tenga su verdad, la suya, que ha de ser respetada y no ha de imponer a los demás. Lo malo es que en ese caso, parafraseando a Dostoiewsky, podría decirse: si no existe la verdad, todo está permitido. El capitalista tiene su verdad, el pederasta la suya, el dictador igualmente la suya.

          Como en cada uno de esos casos se trata de verdades que atañen a los demás, puede defenderse que la única verdad es la pactada, la que llega como fruto de acuerdos. Los derechos humanos recogidos en su Declaración son un ejemplo de esa verdad, discutible –y de hecho discutida– pero pactada y aceptada como tal.

          Los cristianos decimos que existe esa Verda, la llamamos Dios, pero sabemos que está volcada en palabras, parámetros y existencias. Es, por tanto, relativa y eso parece llevarnos de nuevo al punto de partida.

          ¿No hay, pues, un punto de referencia, una piedra miiar que nos permita al menos orientarnos? A mi modo de ver ese mojón orientativo es el sufrimiento, el dolor Ninguna realidad más extendida, ninguna plantea un interrogante más radical. Alguien tan poco beato como el escritor polaco Witold Gombrowicz, en una larga autoconfesión, tiene que confesar: “Sepa usted que hay un solo elemento en todo el ser verdaderamente inhumano…. Imposible… verdaderamente único… increíble… y real… ¡oh sí, real!… sí, en efecto: es el Dolor. Se diría que el talón de Aquiles de las ciencias humanas (y del existencialismo sartriano también) es su relación olímpica, diría yo, con el Dolor. Se razona con demasiada tranquilidad acerca del hombre. Hacéis con él que queréis. El día en que el Dolor se introduzca en vuestro pensamiento las estructuras serán más difíciles… más dolorosas”.

          En un libro sobre mística budista y cristiana D. T. Suzuki compara –a beneficio del segundo– al Jesús crucificado, “perdido, lleno de tristeza” con Buda “sentado, sonriendo alegremente bajo el árbol y junto al río Niranjana”. Meditando sobre ese contraste, creo que Suzuki se equivoca: el símbolo de la cruz responde a una experiencia universal, la del sufrimiento por sí o por otros. Mucho más que la sonrisa pacífica de Buda. Nadie se libra de su cuota de dolor. En este sentido creo entender mejor la gran razón de las bienaventuranzas. Lo que se acerca a los pobres, a los que sufren, a los perseguidos se acerca a la Verdad, lo que se aleja de ellos o, peor aún, ayuda a crearlos, se aleja a la vez de la Verdad.

          Retomando el poema de Machado: hay que ir a buscar la Verdad pero por los caminos en los que se encuentran el sufrimiento y el dolor.

9 comentarios

  • Santiago

    Pero a pesar de nuestras dificultades para expresar la Verdad en “palabras, parámetros y existencias” la Verdad NO es relativa y si creemos en lo Absoluto. Fuera de esta Verdad que se encuentra por encima de nuestra capacidad para abarcarla en su totalidad TODO lo demás es lo relativo con respecto a ese parámetro de absoluta referencia “espiritual y moral”. Es por eso que Dostoyevsky decía que “si no existe la Verdad” todo està permitido, nada es inmoral, la justicia es relativa.

    Por esa misma razón, este relativismo total que estamos viendo se muestra cada día en el sistema legal mundial, en la permisividad moral y social, y en la grave crisis de FE que el mundo vive en la actualidad donde los “puntos de referencias” son débiles, donde ya todo se pone en duda, donde existe poca credibilidad en la palabra, ya sea oral y escrita. Donde los crímenes cada vez son más graves y abundantes.. Porque nos estamos alejando de la Verdad cada vez más.

    Por otro lado si prescindimos del testimonio de los mártires de la FE, del consenso  de  la Iglesia, de las palabras del mártir Marcos, Lucas, el Mateo primitivo y del discípulo amado de Cristo Juan Apóstol, o sea de los que vivieron y murieron por dar testimonio de la Verdad “a toda costa” si no creemos a las exhaustivas referenciad históricas   de  la Iglesia del siglo I y desmontamos e invalidamos “exprofeso” esta “visible prueba” unánime de la validez y autenticidad del pensamiento esencial en La Palabra de Jesús,…entonces estaremos “fabricándanos” un Jesús que se ajusta a nuestros gustos y mentalidad del siglo XXI a semejanza de los “gnósticos” del siglo primero.

    La referencia se encuentra solamente en el Evangelio porque es el mismo Cristo que nos dice con claridad “Yo soy la Verdad” y para eso vine aquí para dar testimonio de ella, de lo que es Absoluto, puesto “Yo Soy el Hijo del Bendito”. A esta referencia total es a la que debemos ajustar toda nuestra “vida y milagros”

    Un saludo cordial

    Santiago Hernández

     

     

     

     

     

  • Asun Poudereux

    Buscar la Verdad como si estuviera ahí fuera esperándonos, no es, en absoluto, vivir en la Verdad.

    El dolor y el sufrimiento, en especial, lo causa el ser humano, a sí mismo y a los demás. Cuando se ignora a sí mismo en lo que es, sobre todo ignora a toda costa al otro,  lo carga con su culpa y desprecio, lo hace sufrir, no vive para nada en la Verdad.

    Vivir en a Verdad no es rodearse de sufrimiento y dolor, sino evitar que se produzca, no causarlo y hacerlo repercutir  en los siguientes.

    Vivir en la Verdad no rehuye el dolor, como tampoco la alegría y la paz. Se acoge todo, pero se prioriza la vida. Se vive en la Verdad, si el otro vive con digninad, sin ser aplastado por la indiferencua e ignorancia, no siéndonos ajeno.

    Vivir en la Verdad no abre puertas al sufrimiento. Se adelanta, se desvela y trabaja para que no ocurra por acción/ reacción del hombre, del poder, de la indiferencia e ignorancia que hay tras la violencia manifiesta y no maniesta.

    Vivir en la Verdad, no gusta de imposiciones, ni de comparaciones, se hace en silencio. El Amor va de su mano junto a la Vida, sonriendo.

    Vivir en la Verdad, sobran palabras. No hay  que convencer. Los hechos hablan.

     

     

     

  • Antonio Toston De la Calle

    Jesus no amaba el dolor ni el sufrimiento. Si muere en la cruz es por su apoyo a los que sufren, pero para denostar a quienes les causan ese dolor. Lo que quiere es que dejen de hacerlos sufrir, porque quiere verlos felices, que vivan una buena vida.

    “Aparta de mi ese cáliz”, no lo quiero. Ni tampoco es la voluntad de su Abba. Son los legionarios romanos, y sus conchabados poderes del Templo los que quieren hacerle sufrir y matarlo. El poder político y el religioso son los causantes de su dolor y su muerte. No confundamos nunca que el dolor tiene algo en sí positivo. Nadie lo quiere. Cuenta en una charla José Antonio Pagola, que en una de esas charlas, a su lado había un obispo que le puso algún pero a su afirmación, y él le preguntó: ¿Hay dolor en el cielo?. No. Pues entonces es malo. Como no existe, no puede existir el dolor o el castigo vicario. El chivo expiatorio es un estadio del ser humano muy primitivo, de la época de la horda humana. Si convertimos a Jesus en eso, lo estamos degradando de tal manera que hasta sería inhumana su condición. Jesús ama la vida. Y la quiere así para todos. Lo que pasa es que la iglesia se ha quedado mirando al dedo que señalaba al Padre, como era, cuales eran sus deseos respecto al hombre. Hoy diría Padre-Madre. En su tiempo y como ser humano de ese tiempo no lo sabía.Como sí sabia que era hijo de madre soltera, de ahí que no se hubiera casado, no porque no hubiera querido, que no lo sabemos, sino por la propia ley judía que en l0 generaciones no podía recibir otro trato que apartarlo del pueblo, y ninguna familia lo hubiera aceptado para sus hijas. De manera que aquel rechazo social hacia su persona, lo vivió en toda su extensión, reduciéndolo a lo más bajo. Porque personalmente nadie podía achacarle otra cosa que eso, fuera de la ley judía tan inhumana. De ahí parte el conocimiento de Jesús, de los últimos. Él es uno de ellos.Su realidad vital, le hace próximo a los que como él viven esta injusticia. ¿Quien es su padre?. Levanta los ojos y se encuentra al único Padre que no le juzga tan duro, Dios Padre.  ¿Cómo no decir lo que él dice, Papá, Abba?. Desde esta perspectiva emprende el camino al desierto, y luego al Jordán, y allí se encuentra a Juán, que bautiza y le reafirma en el hombre nuevo.Pero no es ese su camino. Y no pide que nadie le adore, ¡¡¡jamás!!!. Sólo, ¡¡¡casi nada!! seguirle : lo verdaderamente crudo, difícil. Sólo que nos lo han cambiado convertido en Cristo, o Jesucristo. Nada que ver. ¿Qué tiene que ver con el Cristo de Mateo, cuando le hace decir; “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra”….Jesús no diría eso en la vida, so pena que pensemos que nos ha tomado el pelo.Pero es algo lógico que cuando en el año 313 Constantino mediante el Edicto de Tolerancia, hace subir a los cristianos de las cloacas del imperio a los palacios del Emperador, Jesús, no subió, allí se quedó sólo, como siempre, como en la cruz.

    • Carmen

      Me ha gustado lo que ha escrito.
      Dios no sé encuentra en el dolor, sino en la lucha contra él. Al menos así pienso.
      Igual que no se puede encontrar a Dios en el Mal, sino en su lucha contra él.
      Al menos a mí Dios.
      Un saludo cordial.

    • Mª Pilar

      Ayer, estuve viendo una película, en la que una mujer viaja a la India, para encontrar la “serenidad” perdida por una decisión le había tomado.

      Después de todo su periplo, y viendo que no lo conseguía… un compañero que se encontraba en una situación parecida, tomo cartas…y se dirigió a ella… La llevo a un lugar apartado, donde él aprendió a perdonarse, a guardar silencio, a no razonar todo por encima de todo…Le dijo:

      “Primero consigue no buscar razones… aprende a guardar silencio, a perdonarte, a encontrar el sentido de tu vida, y piensa:
      ¡Que Dios está en ti… y tú… Él y Tú!

      Cuando comprendas eso, habrás encontrado el camino, sea cual fuere.

      No es el lugar, ni las convicciones aprendidas a macha martillo… sino la capacidad de..:

      ¡Callar y escuchar nuestro más íntimo y profundo ser!

      Donde habita ese Hermoso siempre Presente… si le quiero escuchar.

      Me encanta su comentario ¡Gracias!
      mª pilar

    • Antonio Rejas

      De acuerdo con con lo que dice Tostón de la Calle y por ello no entiendo “ir a buscar la Verdad
      pero por los caminos en los que se encuentran el sufrimiento y el dolor”.

  • m. pilar

    Comparto convencida esta exposición, totalmente inmersa en ella.

    m* pilar

  • Gonzalo Hsya

    Totalmente de acuerdo

     

  • Carmen

    Oh, no eres tú mi cantar

    No puedo cantar , ni quiero,

    A ese Jesús del madero

    Sino al que anduvo en la mar.

    ( A. Machado)

    Estoy con el poeta. El sufrimiento no me va.

    Un saludo cordial.