En una inédita y descarnada carta, el Papa reconoce haberse equivocado en el caso del obispo chileno Juan Barros y anticipa medidas para recuperar la confianza rota por la crisis por los abusos sexuales contra menores en la Iglesia de ese país
ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ. CIUDAD DEL VATICANO. VATICANINSIDER.COM
Una carta franca. Descarnada, como pocas veces se ha leído con la firma de un Papa. Francisco la dirigió a los obispos de Chile. En ella, reconoce por primera vez que se equivocó gravemente en el caso del obispo de Osorno, Juan Barros, pupilo del sacerdote abusador Fernando Karadima y acusado de encubrir sus ataques sexuales contra menores. Tras estudiar el informe realizado por el arzobispo maltés, Charles Scicluna, concluyó que los testimonios de las víctimas son verdaderos. Por eso les pidió perdón. Dijo haber actuado con “falta de información veraz y equilibrada”. Y anticipó que recibirá pronto a representantes de todos los afectados.
No se trata de una misiva como cualquier otra. Fechada el 8 de abril pasado, ocupa más de dos páginas y fue dada a conocer este día por la sala de prensa de la Santa Sede. Una reflexión pausada y meditada, que abre un camino de solución para la herida abierta que el caso Karadima ha significado para la Iglesia chilena. Este sacerdote, hombre que durante muchos años ejerció un amplio poder en las estructuras eclesiásticas del país, fue hallado culpable de abusos sexuales en 2011, durante el pontificado de Benedicto XVI. Con una consecuente condena del Vaticano a alejarse de toda actividad pastoral y permanecer recluido.
Su salida de escena no acabó con los problemas, que se perpetuaron en sus colaboradores más cercanos. Como Barros, ex obispo militar que fue designado por Francisco como obispo de la sueña diócesis de Osorno en 2015. El nombramiento desató una dura resistencia, y abrió una grieta en el país. Las víctimas de Karadima lo acusaron de encubridor y lanzaron una campaña para que el Papa diese marcha atrás. Pero eso no ocurrió porque Francisco, como él mismo reconoció, fue engañado.
La situación precipitó con el correr de los meses, y de los años, hasta que se manifestó claramente en el viaje apostólico a tierras chilenas, en enero pasado. El caso Barros empañó la gira, también por las declaraciones del Papa en las cuales defendió al obispo y afirmó que no habían evidencias en su contra, algo que –ahora queda claro- no era correcto. Para zanjar de una vez el problema, Francisco decidió mandar a Chile a Scicluna, quizás el clérigo católico que más sabe en materia de abusos sexuales contra menores. Finalmente la verdad salió a la luz.
“Ahora, tras una lectura pausada de las actas de dicha ‘misión especial’, creo poder afirmar que todos los testimonios recogidos en ellas hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza”, escribió el líder católico, en un texto preparado con motivo de asamblea plenaria 115 de la conferencia episcopal.
En él, reveló varios detalles hasta ahora desconocidos. E hizo un resumen exhaustivo del caso. Precisó que el informe de Scicluna, y de su ayudante, Jordi Bertomeu Farnós, constó de dos mil 300 hojas. Un total de 64 testimonios, recogidos tanto en Nueva York como en Santiago. Una escucha “desde el corazón y con humildad”.
“Posteriormente, cuando me entregaron el informe y, en particular, su valoración jurídica y pastoral de la información recogida, reconocieron ante mí haberse sentido abrumados por el dolor de tantas víctimas de graves abusos de conciencia y de poder y, en particular, de los abusos sexuales cometidos por diversos consagrados de vuestro país contra menores de edad, aquellos a los que se les negó a destiempo e incluso les robaron la inocencia”, abundó Jorge Mario Bergoglio.
Al mismo tiempo, destacó que durante la investigación todas las partes mantuvieron un clima de confidencialidad y evitaron caer en la tentación de convertir todo en un “circo mediático”. Incluso llegó a agradecer a los medios de comunicación su profesionalidad en el trato de un caso tan delicado, respetando el derecho de los ciudadanos a la información y la buena fama de los declarantes. Y pidió que esto sirva de ejemplo para otras situaciones similares.
Entonces, tras aceptar la veracidad de todas las informaciones, entonó el más sentido y descarnado “mea culpa” de su pontificado. “En lo que me toca, reconozco y así quiero que lo transmitan fielmente, que he incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada. Ya desde ahora pido perdón a todos aquellos a los que ofendí y espero poder hacerlo personalmente, en las próximas semanas, en las reuniones que tendré con representantes de las personas entrevistadas”, dijo.
Así, asumió su propia responsabilidad en todo lo ocurrido. Y optó por no señalar a aquellos que no le dieron la información que requería. Clérigos, e incluso algún cardenal, del más alto nivel. Al contrario, en lugar de repartir culpas, él mismo las asumió y quiso indicar a los obispos chilenos el camino a seguir. Porque, en su carta, Francisco dejó en claro que se deberán tomar otras medidas, a corto, mediano y largo plazo, “con el objetivo de reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia”. Porque la Iglesia chilena está en crisis. Quizás la peor en toda América Latina.
“Pienso convocarlos a Roma para dialogar sobre las conclusiones de la mencionada visita y mis conclusiones. He pensado en dicho encuentro como en un momento fraternal, sin prejuicios ni ideas preconcebidas, con el solo objetivo de hacer resplandecer la verdad en nuestras vidas. Sobre la fecha encomiendo al secretario de la Conferencia Episcopal hacerme llegar las posibilidades”, anunció el Papa.
Se mostró convencido, también, que las dificultades presentes son también una ocasión para restablecer la confianza en la Iglesia, una “confianza rota por nuestros errores y pecados” y “para sanar unas heridas que no dejan de sangrar en el conjunto de la sociedad chilena”. E instó a los obispos a buscar soluciones guiadas por el espíritu, no por los propios intereses o por el orgullo herido.
Estableció que cuando los males “arrugan el alma” y “nos arrojan al mundo flojos, asustados y abroquelados en nuestros cómodos palacios de invierno”, Dios sale al encuentro y purifica las intenciones para amar como hombres libres, maduros y críticos. Incluso cuando los medios de comunicación “avergüenzan” y se tiene la tentación de dudar “de la victoria pascual del resucitado”.
Por eso, exhortó a los obispos a prepararse a la cita con él en Roma “con magnanimidad”, para que ese encuentro sea fructífero y permita traducir, en hechos concretos, lo que reflexionarán.
“Quizás incluso también sería oportuno poner a la Iglesia de Chile en estado de oración. Ahora más que nunca no podemos volver a caer en la tentación de la verborrea o de quedarnos en los ‘universales’. Estos días, miremos a Cristo. Miremos su vida y sus gestos, especialmente cuando se muestra compasivo y misericordioso con los que han errado. Amemos en la verdad, pidamos la sabiduría del corazón y dejémonos convertir”, invitó.
Y concluyó: “A la espera de sus noticias y rogando a monseñor Santiago Silva Retamales, presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, que publique la presente con la mayor celeridad posible, les imparto mi bendición y les pido por favor que no dejen de rezar por mí”.
- TEXTO ÍNTEGRO DE LA CARTA, tomado de la página vatican.va
CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS SEÑORES OBISPOS DE CHILE
TRAS EL INFORME DE S.E. MONS. CHARLES J. SCICLUNA
A los Señores Obispos de Chile
Queridos hermanos en el episcopado:
La recepción durante la semana pasada de los últimos documentos que completan el informe que me entregaron mis dos enviados especiales a Chile el 20 de marzo de 2018, con un total de más de 2.300 folios, me mueve a escribirles esta carta. Les aseguro mi oración y quiero compartir con ustedes la convicción de que las dificultades presentes son también una ocasión para restablecer la confianza en la Iglesia, confianza rota por nuestros errores y pecados y para sanar unas heridas que no dejan de sangrar en el conjunto de la sociedad chilena.
Sin la fe y sin la oración, la fraternidad es imposible. Por ello, en este segundo domingo de Pascua, en el día de la misericordia, les ofrezco esta reflexión con el deseo de que cada uno de ustedes me acompañe en el itinerario interior que estoy recorriendo en las últimas semanas, a fin de que sea el Espíritu quien nos guíe con su don y no nuestros intereses o, peor aún, nuestro orgullo herido.
A veces cuando tales males nos arrugan el alma y nos arrojan al mundo flojos, asustados y abroquelados en nuestros cómodos “palacios de invierno”, el amor de Dios sale a nuestro encuentro y purifica nuestras intenciones para amar como hombres libres, maduros y críticos. Cuando los medios de comunicación nos avergüenzan presentando una Iglesia casi siempre en novilunio, privada de la luz del Sol de justicia (S. Ambrosio, Hexameron IV, 8, 32) y tenemos la tentación de dudar de la victoria pascual del Resucitado, creo que como Santo Tomás no debemos temer la duda (Jn 20, 25), sino temer la pretensión de querer ver sin fiarnos del testimonio de aquellos que escucharon de los labios del Señor la promesa más hermosa (Mt 28, 20).
Hoy les quiero hablar no de seguridades, sino de lo único que el Señor nos ofrece experimentar cada día: la alegría, la paz el perdón de nuestros pecados y la acción de Su gracia.
Al respecto, quiero manifestar mi gratitud a S.E. Mons. Charles Scicluna, Arzobispo de Malta, y al Rev. Jordi Bertomeu Farnós, oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, por su ingente labor de escucha serena y empática de los 64 testimonios que recogieron recientemente tanto en Nueva York como en Santiago de Chile. Les envié a escuchar desde el corazón y con humildad. Posteriormente, cuando me entregaron el informe y, en particular, su valoración jurídica y pastoral de la información recogida, reconocieron ante mí haberse sentido abrumados por el dolor de tantas víctimas de graves abusos de conciencia y de poder y, en particular, de los abusos sexuales cometidos por diversos consagrados de vuestro País contra menores de edad, aquellos a los que se les negó a destiempo e incluso les robaron la inocencia.
El mismo más sentido y cordial agradecimiento lo debemos expresar como pastores a los que con honestidad, valentía y sentido de Iglesia solicitaron un encuentro con mis enviados y les mostraron las heridas de su alma. Mons. Scicluna y el Rev. Bertomeu me han referido cómo algunos obispos, sacerdotes, diáconos, laicos y laicas de Santiago y Osorno acudieron a la parroquia Holy Name de Nueva York o a la sede de Sotero Sanz, en Providencia, con una madurez, respeto y amabilidad que sobrecogían.
Por otra parte, los días posteriores a dicha misión especial han sido testigos de otro hecho meritorio que deberíamos tener bien presente para otras ocasiones, pues no solo se ha mantenido el clima de confidencialidad alcanzado durante la Visita, sino que en ningún momento se ha cedido a la tentación de convertir esta delicada misión en un circo mediático. Al respecto, quiero agradecer a las diferentes organizaciones y medios de comunicación su profesionalidad al tratar este caso tan delicado, respetando el derecho de los ciudadanos a la información y la buena fama de los declarantes.
Ahora, tras una lectura pausada de las actas de dicha “misión especial”, creo poder afirmar que todos los testimonios recogidos en ellas hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza.
Teniendo en cuenta todo esto les escribo a ustedes, reunidos en la 115ª asamblea plenaria, para solicitar humildemente Vuestra colaboración y asistencia en el discernimiento de las medidas que a corto, medio y largo plazo deberán ser adoptadas para restablecer la comunión eclesial en Chile, con el objetivo de reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia.
Pienso convocarlos a Roma para dialogar sobre las conclusiones de la mencionada visita y mis conclusiones. He pensado en dicho encuentro como en un momento fraternal, sin prejuicios ni ideas preconcebidas, con el solo objetivo de hacer resplandecer la verdad en nuestras vidas. Sobre la fecha encomiendo al Secretario de la Conferencia Episcopal hacerme llegar las posibilidades.
En lo que me toca, reconozco y así quiero que lo transmitan fielmente, que he incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada. Ya desde ahora pido perdón a todos aquellos a los que ofendí y espero poder hacerlo personalmente, en las próximas semanas, en las reuniones que tendré con representantes de las personas entrevistadas.
Permaneced en mí (Jn 15,4): estas palabras del Señor resuenan una y otra vez en estos días. Hablan de relaciones personales, de comunión, de fraternidad que atrae y convoca. Unidos a Cristo como los sarmientos a la vid, los invito a injertar en vuestra oración de los próximos días una magnanimidad que nos prepare para el mencionado encuentro y que luego permita traducir en hechos concretos lo que habremos reflexionado. Quizás incluso también sería oportuno poner a la Iglesia de Chile en estado de oración. Ahora más que nunca no podemos volver a caer en la tentación de la verborrea o de quedarnos en los “universales”. Estos días, miremos a Cristo. Miremos su vida y sus gestos, especialmente cuando se muestra compasivo y misericordioso con los que han errado. Amemos en la verdad, pidamos la sabiduría del corazón y dejémonos convertir.
A la espera de Vuestras noticias y rogando a S.E. Mons. Santiago Silva Retamales, Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, que publique la presente con la mayor celeridad posible, les imparto mi bendición y les pido por favor que no dejen de rezar por mí.
Vaticano, 8 de abril de 2018
Francisco
Conferencia de Prensa
http://www.t13.cl/en-vivo/?t=1525266118
Que no, que no, que no.
Que el responsable es el Papa. Es el jefe de la iglesia y semejante asunto no es como para no estar informado cuando llegó a ese país.
Bueno, no tiene la exclusiva América del Sur en este tipo de abusos. Lo que sucede es que los chavales han sido unos valientes Y han encontrado apoyo en personas que no han estado dispuestas a pasar página. Otros valientes y a los que sin conocerles , tienen todo mi agradecimiento.
Y recuerdo a Juan Carlos I pidiendo un perdøn que no se entendió demasiado bien , y abdicando después.
Que no, que no, que no.
Que no.
(sigo)
NOTA que fundamenta mi apreciación:
a) La estructura eclesiástica (teoría y práctica consecuente) funda su convencimiento en dos premisas:
UNA: los Textos bíblicos-canónicos
DOS: la Tradición.
b) Lo que estaría a punto de descubrir es que AMBAS son INSUFICIENTES para la comprensión y transformación de las cosas de la vida.
c) Cada vez más se cae en la cuenta que “lo-que-cuenta” es el HOY concreto de Mi vida: “lo que hago y me pasa”.
Hola!
Estimo que:
1- en esta “periferia existencial” que es el culo Sur del Mundo (solo según como se ponga lo “redondo” del Planeta Tierra) se está haciendo punta hacia un hacerse cargo de sí mismo y de su circunstancia.
2- tal actitud está en la “línea (anárquica)” de Bergoglio.
3- “anarquía” que no le va bien a la tradición eclesiástica.
4- de cuya “Tradición”, Bergoglio mismo es posible que no está en condiciones de íntima convicción poder asumir.
…………………..
NOTA que fundamenta mi apreciación:
a) La estructura eclesiástica (teoría y práctica consecuente) funda su convencimiento en dos premisas:
Diario chileno “La Segunda” (secuencia 4 final) http://impresa.lasegunda.com/2018/04/12/A/TK3C51K4
¡Gracias Oscar por esta información!
Y sigo pensando, que no hay escusas, el papa sabe como se mueve el Vaticano… la fuerza que tienen esos dichosos “príncipes” y cual es su vara de medir.
Tiene que haber una postura no solo recta, que ya sería muy importante, sino ¡justa! en el sentido pleno de la palabra.
¡Perdón…si! Pero hay que restaurar tanto daño hecho a las víctimas; es, totalmente necesario; y como ya dije antes… la iglesia siempre ha mirado hacia otro lado, y lo que es más triste, no los ha despojado de sus órdenes, los ha cambiado a otro lugar sin más.
Eso no sana ha nadie… el mal sigue… en otro lugar.
Hay que buscar un camino en el que puedan enfrentarse a sus “demonios” y si no son capaces de cambiar, después de un tiempo retirados por completo de la libertad, se les despoja de sus órdenes, y… a buscarse otra manera de vivir en este desolado mundo, como cada persona tiene que hacer.
pili
Diario chileno “La Segunda” (secuencia – 3)
http://impresa.lasegunda.com/2018/04/12/A/TK3C51K3
Diario chileno “La Segunda” (secuencia – 2)
http://impresa.lasegunda.com/2018/04/12/A/TK3C51K2
Diario chileno “La Segunda” (secuencia – 1)
http://impresa.lasegunda.com/2018/04/12/A/TK3C51K1
La salida de Barros, a estas alturas, es una solución de poca monta
JORGE COSTADOAT, SJ
http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2018/04/12/religion-iglesia-america-chile-opinion-salida-obispo-barros-solucion-crisis-carta-papa-francisco-peticion-disculpas-abusos-karadima.shtml
…………………………………..
“¿Quiénes informaron mal al Papa como para haber nombrado y mantenido en el cargo al obispo?”
http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2018/04/12/felipe-berrios-critica-la-carta-del-papa-y-admite-que-siente-temor-de-que-esta-maquina-siga-funcionando-con-secretismos/
http://www.t13.cl/noticia/nacional/vocero-laicos-osorno-falto-definicion-barros
Me alegra que pida perdón, es necesario.
También es necesario, que los que han hecho tanto daño, sean expulsados de todo contacto eclesial, ni cargos, ni honores.
Quizá sería necesario, un buen tiempo alejados de la sociedad; la iglesia tiene infinidad de lugares donde puede tenerlos retirados de todo trato con las personas, quizá la soledad les enseñe a verse como en realidad se han comportado… sin ningún apuro y decencia.
Espero que no los vuelvan a enviar a otro lugar después de una reprimenda… es lo que la iglesia ha hecho siempre.
Lo deseo de todo corazón; no es rencor, ni represalia, es… que sanar esa categoría de heridas..:
¡¡¡No es nada sencillo!!!
Y es necesario que caigan en la cuanta de cuanto mal han causado.
mª pilar
“En la teología de la Iglesia católica, la infalibilidad pontificia constituye un dogma, según el cual el papa estaría preservado de cometer un error cuando él promulga a la Iglesia, una enseñanza dogmática en temas de fe y moral bajo el rango de «solemne definición pontificia» o declaración ex cathedra.”
https://www.infobae.com/opinion/2018/04/12/se-acabo-el-dogma-de-la-infalibilidad-del-papa/
Me gusta un Papa falible. Esto le hace humano. No estúpidamente infalible. Ningún humano puede ser infalible por definición. Manteniendo dogmas como el de la infalibilidad. La I. C. hace el ridículo urbit et orbi.
Cuanto mas alto se pretende alguien, o lo colocan a alguien, desde mas arriba cae.
Los tiempos cambian. La opinión pública importa. Hay personas que pierden el miedo y luchan hasta el final. Existe internet…
En fin.
Me alegro por los que fueron unos muchachos y ellos sabrán lo que han tenido que sufrir y que luchar para llegar a leer esto.
Pero mi pensamiento sobre la iglesia no ha cambiado un ápice. Tampoco creo que a la iglesia le importe. No soy una persona mediática, ni tengo poder de ningún tipo.
Un saludo cordial.
¡¡Que raro, desde un 8 de abril, y no hay aquí ni un sólo comentario¡¡. Estupor, miedo, o qué?. Vaya por delante que yo no creo en tu iglesia, porque siempre he pensado que Jesús de Nazaret, en el que sí creo, no fundó la iglesia de los clérigos sino que fue Saulo el converso su creador. Y además que Jesús fue un hombre, no un dios, y hombre paradigma de todos los hombres, te digo, papa (y te llamo de tú porque de tú llamo también a Jesús de Nazaret), que es inaudita esa carta de perdón a tu error debido a no haber escuchado a quienes debías haber escuchado, antes de pronunciar un juicio tan injusto. Admiro tu valentía y honradez, y eso sí es muy jesuánico.
Antonio: La carta está firmada el día 8. Pero se hizo pública ayer, día 11, e el Vaticano. Y hasta hoy (ATRIO hace una hora) no la hemos publicado otros medios. Es esperanzador ver como hasta un papa reconoce sus errores y pide perdón a sus víctimas. Su autoridad moral creo que queda agrandada. Y nos anima a todos a buscar siempre la verdad de los hechos.