La realidad en las últimas décadas ha cambiado tanto que ha afectado también a nuestro estilo de educación. Cito algunos de estos cambios:
- Hemos construido el principio de nuestra autodestrucción con armas nucleares, químicas y biológicas. Nada es absolutamente seguro y un accidente cualquiera puede destruir nuestra civilización.
- El calentamiento global crece día a día. Si no hacemos nada, como la comunidad científica norteamericana ha advertido, podemos conocer dentro de algunos años un calentamiento abrupto de hasta 4-6 grados Celsius. Con eso, la mayoría de las vidas conocidas no resistirán y desaparecerán. Y parte de la humanidad también.
- La escasez de agua potable (sólo el 0,3% es accesible a los seres humanos y a los animales) puede provocar guerras letales para garantizar el acceso a fuentes de agua dulce. O también alianzas de cooperación.
- La planetización es un hecho nuevo en la historia de la Tierra y de la Humanidad. Salimos un día de África, donde estuvimos durante 4-5 millones de años y por eso somos todos africanos, y después nos esparcimos por los continentes; ahora estamos volviendo y encontrándonos en un solo lugar: la Casa Común, la Tierra.
- La crisis ecológica afecta directamente al sistema-vida y al sistema-Tierra. Estamos destruyendo las bases físico-químicas que sostienen la vida. De continuar la sobrerexplotación de la Tierra, ella no aguantará y nuestra civilización estará amenazada.
- Existe el peligro de que superbacterias que perdieron su hábitat por la deforestación puedan invadir ciudades y diezmar a miles de personas, sin que sepamos cómo enfrentarlas con potentes antibióticos.
Estos son datos, no fantasías. La gran mayoría no tiene conciencia de los peligros que corre. Es como en tiempos de Noé: todos se divertían y se reían del viejo. Y vino el diluvio. Sólo que hoy es diferente: no tenemos un Arca de Noé que salve a algunos y deje perecer a los otros. Todos podemos perecer.
Todo esto nos obliga a pensar sobre el futuro común de nuestra especie y de la Casa Común. Todo debe comenzar con una sensibilización general. En casa y en la escuela es donde tal nueva conciencia debe surgir.
Vean qué tareas nuevas se presentan a los maestros y que nueva percepción deben desarrollar en los educandos. Lógicamente la escuela debe llevar adelante su tarea básica como enunció la UNESCO:
- Aprender a conocer todo lo que el pasado nos legó. Como escribió Montaigne (1533-1592) en sus Ensayos: «el educador debe tener antes la cabeza bien hecha que bien llena». Es decir, saber la situación real de la Tierra y trasmitirla a los estudiantes;
- aprender a pensar, sabemos mucho y todo está en Google, pero no pensamos lo que sabemos. El saber es un poder que puede construir una bomba atómica o un antibiótico. El saber no es neutro. Pensar es detectar a quien sirve el saber y quiénes son los dueños del saber;
- aprender a vivir, que es crear un carácter recto, amante de la verdad, es ser un buen ciudadano participativo con un proyecto solidario de vida;
- aprender a convivir, pues hoy vivimos en medio de las mayores diferencias de raza, religión, ideas, opciones sexuales; no permitir que la diferencia se transforme en desigualdad; todos tienen derecho de vivir su modo de ser; importa estar abierto en las redes sociales al destino de los pueblos, muchas veces trágico como ahora en Siria; interesarse por el sufrimiento de los más pobres y excluidos;
- aprender a cuidar, esto es nuevo pues sabemos que el cuidado es la ley básica de todos los seres vivos y también del universo; si no cuidamos el agua, la basura, de nosotros mismos y de las relaciones sociales, podemos dar espacio a la degradación; todo lo que amamos lo cuidamos y todo lo que cuidamos, lo amamos;
- aprender a tener una ética y una espiritualidad, la religión puede ayudar pero no necesariamente, pues muchas hacen guerra y matan; ser ético es orientarse por el bien, asumir las consecuencias de nuestros actos, buenos o malos; optar por el bien común, por la verdad contra toda corrupción.
La espiritualidad es una dimensión antropológica como lo es la razón, la voluntad y la libido; somos espirituales cuando planteamos preguntas últimas: ¿por qué estoy aquí, cuál es el sentido del universo, de la vida y de mi propia existencia? Ser espiritual es desarrollar lo que neurólogos y neurolingüistas llaman el “punto Dios en el cerebro”: siempre que abordamos aspectos de lo sagrado y del sentido último de la vida hay una aceleración de nuestras neuronas; es el “punto Dios”. Él nos permite intuir que por detrás de todas las cosas hay una Realidad amorosa y poderosa que sustenta todo, las estrellas y también nuestras vidas. El “punto Dios” está hecho de amor, de compasión, de solidaridad y de devoción; él nos hace más sensibles a los otros y más humanos; cultivar el “punto Dios” es superar el materialismo actual y nutrir la esperanza sobre el fin bueno de todo.
Los educadores deben ellos mismos imbuirse de estos nuevos desafíos y enseñárselos a sus educandos. Sólo así estaremos a la altura de los graves peligros que se nos presentan.
*Leonardo Boff es escritor y publicó un libro sobre la nueva cosmología: De donde vienen el universo, la vida, el espíritu, Mar de Idéias, Rio 2016.
Traducción: María José Gavito
Gracias por la información.
He sido desde el año 76 profesora de ciencias naturales en educación secundaria. Ya en el primer año el temario incluía el problema que podía traer el mal uso de los antibióticos.
Solicité que en el centro se impartiera una asignatura nueva, energías renovables. Era fantástica y estaba a tope de niños. Cuando todo aquello del protocolo de Kyoto, hicimos un seguimiento en la prensa. Fue estupendo. También estudiamos a fondo todo aquello de Chernovil.
Por supuesto duró solamente unos pocos años, la cambiaron por taller de matemáticas.
Mi centro tiene un título que daba el ayuntamiento, se llamaba escuela verde. Un grupo de profesores formamos un grupo que llamåbamos de ecología. El chico que lo lideraba, unos cuantos años después, cuando paso a estar relacionado con el equipo de pastoral , desesperado, lo dejó y con él , casi todos los que formábamos parte.
Ahora rezamos mucho por el futuro del planeta. Pero claro, como también se quitó la materia de educación para la ciudadanía donde se abordaba este tema, pero no sé hablaba de Dios ni nada, se sustituyó por religión y claro, entre unas cosas y otras…
Me alegro de que la iglesia haya tomado conciencia de que el hombre no es el dueño del planeta por designación divina, sino que somos una especie más y que tenemos la obligación de cuidar nuestro planeta. O si no, el planeta encontrará la manera de deshacerse de nosotros, como un virus. Me gusta la teoría de Gaia.
A ver si ustedes consiguen algo más que la gente que estamos poniendo el grito en el cielo, cada uno desde su profesión, desde hace mucho tiempo. Creo recordar que todo esto empezó en los años sesenta. Tienen al Papa actual de su parte, la iglesia es poderosa.
Ánimo.
Un saludo cordial.