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Los abusos sexuales en la Iglesia

Artículo recomendado do por Olga Larrazábal: “Este artículo que acaba de salir en El Mostrador, me parece excelente, porque está escrito por un , me parece psicólogo, y su tono es ponderado prudente. y profesional. Uds, que han estado metidos en el cuento, podrán juzgar”.

por  11 febrero, 2018

Las últimas semanas hemos atestiguado como en nuestro país nuevamente el tema de los abusos sexuales perpetrados por miembros de la iglesia ha estado bajo examinación. Sólo considerando este mes de Enero, cuatro noticias de no menor envergadura respecto al tema han salido a la luz pública. Primero, la ONG Bishop Accountability publicó un listado de cerca de setenta religiosos denunciados por abusos sexuales en Chile; segundo, han aparecido nuevos testimonios respecto a los brutales abusos y violaciones sistemáticos realizados por miembros de los hermanos Maristas en el Instituto Alonso de Ercilla; tercero, la Compañía de Jesús ha públicamente reconocido los abusos sexuales realizados en el Colegio San Ignacio; y por último, ha sido fruto de gran polémica la férrea defensa realizada por el papa Francisco durante su visita a Chile al Obispo de Osorno, Juan Barros, acusado de ser cómplice y encubridor de los abusos sexuales perpetrados por Fernando Karadima.

Que la Iglesia Católica se encuentra ante una verdadera epidemia de cruda psicopatología en su interior respecto al abuso sexual de menores es una realidad que desborda cualquier intento de minimizar la gravedad de la situación. En ese sentido, una vez que nos recuperamos medianamente del primer shock emocional producido por el horror de los testimonios de las violaciones, vejaciones y crueldades sistemáticas a los que han sido sometidos estos niños y jóvenes, vuelve a surgir la quemante pregunta ¿cómo podemos entender este fenómeno? ¿Qué elementos psíquicos y espirituales permiten y favorecen esta realidad de verdadero horror dantesco al interior de nuestros colegios, comunidades e iglesias?

Permítaseme pues intentar un primer esbozo de respuesta, tentativo e incompleto por cierto, respecto esta situación. Considero que es importante generar una reflexión que intente salir de los polos de la respuesta visceral incendiaria que cae en la generalización simplista (son todos unos pervertidos, ¡crucifíquenlos!) y la burda negación defensiva de tipo paranoide persecutoria (son inventos y difamaciones del marxismo-leninismo, de los “zurdos”, del ateísmo satánico que nos quiere destruir, etc.). No con poca razón el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung afirmaba que cuando nos encontramos con “la realidad operativa del mal” nuestra capacidad de razonamiento se merma considerablemente. Cuando se constela el mal, cuando la psicopatía compartida se actúa de esta manera (como evidentemente se ha actuado, constelado y ejercido al interior de la iglesia), sucede que o nos terminamos identificando con el mal, o damos respuestas emocionales inconscientes abruptas o desesperadamente intentamos apartar la vista de esta realidad en extremo dolorosa. Pero sólo un intento de reflexión y conocimiento sincero de estos aspectos sombríos ejercidos al interior de la iglesia puede constituirse como un sendero que, quizás, nos ayude a la transformación y al aprendizaje. Nos preguntaremos entonces sobre cuales son “elementos psico-espirituales” presentes en estas situaciones de abuso sistemático, con la esperanza que el intento colectivo de reflexionar sobre estas brutalidades y crímenes nos ayude a generar, entre todos, respuestas más efectivas que impidan su repetición futura. Veamos entonces algunos elementos psicológicos y teológicos en torno a esta situación.

Un primer elemento de análisis puede venir de la mano del concepto clínico acuñado por el psicólogo estadounidense John Welwood, “bypass espiritual” (spiritual bypassing), también traducido como “evasión espiritual”. Welwood, que trabajaba clínicamente con personas cercanas al mundo budista, observó la esparcida tendencia entre practicantes de meditación de usar ideas y conceptos provenientes de esa tradición espiritual para “camuflar” o evitar aspectos psicológicos o adaptativos irresueltos. Esto es, problemas de carácter psicopatológico, traumas o heridas del desarrollo evolutivo de las personas, eran cubiertos con un refinado manto de lenguaje espiritualizado y de esta forma eran “bypaseados”. Por ejemplo, un practicante de meditación budista -o alguien cercano al mundo new age si se quiere- que debido a su sobre adaptación infantil tenga serias dificultades con la expresión legítima de la rabia y del poder enfadarse contra alguien marcando limites; muy bien podría abrazar rápidamente la idea de que la ira es una “emoción negativa” y que debe ser trascendida, observada y no expresada (aunque en su caso sea más bien reprimida); y que él o ella debe tener una posición abierta, mansa y humilde frente a sus prójimos, “desprovista de ego”, y así evitar todo tipo de confrontaciones y/o roces vitales con sus cercanos. La falta de autoafirmación vital aquí está motivada inconscientemente no por una genuina y madura espiritualidad, sino más bien por temas irresueltos del desarrollo que se enmascaran dentro de un lenguaje espiritualizado. En el caso de mundo cristiano; y específicamente en el mundo de los agentes pastorales, sacerdotes, monjas y religiosos en general; lamentablemente con mucha frecuencia nos encontramos con personas que padecen de profundas heridas psicológicas -o franca psicopatología- en torno a la vivencia de su sexualidad y que suelen cubrir dichas dificultades bajo un lenguaje cristiano “ casto y piadoso”, que las disimula y que termina encapsulándolas, haciéndolos más proclives a irrupciones anímicas en que terminan actuando dichos conflictos de forma destructiva. A mayor tamaño de la represa, que niega y disocia los problemas sexuales a través de este lenguaje espiritualizante, mayor riesgo de sufrir resquebramientos y dañinas inundaciones.

En línea con lo recién señalado podemos afirmar que pareciera que de parte de la jerarquía de la iglesia aún hay una lamentable ignorancia respecto la importancia del enfrentar adecuadamente aspectos irresueltos de la psicología de sus miembros a través de metodologías que sean pertinentes. Con demasiada frecuencia hay una ‘confusión de niveles” entre temas psicológicos y temas que son de naturaleza espiritual, existiendo una sobre prescripción de métodos religiosos para enfrentar temas de carácter psicológico, los que además son minimizados como “meramente” psicológicos. Entonces si la monja o hermana esta con depresión simplemente debe orar con mayor fe, si el cura habla con su guía espiritual de que tiene pensamientos recurrentes oscuros que le atormentan, debe hacer ayuno y otros ejercicios espirituales de forma más intensa, etc. En ese sentido, pese a que hay intentos incipientes en la iglesia de incluir una mayor consciencia respecto a este tema, aun la formación académica y humana del clero está en deuda respecto al ámbito psicológico (¿pecado de soberbia?). A la luz de los continuos eventos de abusos sexuales, esta formación debiera ser fuertemente revisada y reforzada respecto al acompañamiento clínico que se ofrece a los futuros agentes pastorales.

Podemos afirmar que pareciera que de parte de la jerarquía de la iglesia aún hay una lamentable ignorancia respecto la importancia del enfrentar adecuadamente aspectos irresueltos de la psicología de sus miembros a través de metodologías que sean pertinentes.

Una última configuración significativa de índole psicoespiritual tiene que ver con la forma particular de ejercer la labor pastoral, y es que los curas y religiosos están brutalmente solos. Sobre todo aquellos provenientes del mundo diocesano. Personalmente he tenido varios pacientes y alumnos provenientes del mundo pastoral que con abrumadora frecuencia se quejan de estar sobrecargados, estresados y “reventados” por el ritmo y exigencia de su trabajo (considerando la baja sostenida de vocaciones religiosas no con poca frecuencia un sacerdote se le pide hacer el trabajo que antes hacían dos o tres). No hay en ese sentido una política clara de parte de la iglesia de un autocuidado mínimo que sus pastores deban ejercer en el cotidiano. Esto se potencia con un lenguaje de carácter martirial que aspira a una “imitatio christi”, una imitación de Jesús en la que “deben darlo todo por el prójimo” y “negarse a si mismo” en pos de su comunidad. Con frecuencia esto se combina peligrosamente con que precisamente suelen ser objeto de continuas proyecciones e idealizaciones de parte de la comunidad, que los ensalza y pone en un altar sacrosanto debido a su rol y aparente embestidura espiritual (un exalumno sacerdote me contó una vez de una señora de su diócesis le decía “padre, yo lo miro a usted y para mi usted no es otro que Cristo’”. Por más que el sacerdote le trató de hablar y mostrar su cruda humanidad, la señora en cuestión insistía empecinadamente en las características divinas del padre). El estar bajo la constante influencia de estas proyecciones arquetípicas de la comunidad, sumado a las aspiraciones espirituales del clero, a la brutal sobrecarga laboral que muchos sacerdotes padecen y a la falta de espacios de autocuidado, termina configurando un peligroso escenario, caldo de cultivo donde los aspectos menos integrados y más patológicos de la personalidad y humanidad de los sacerdotes y otros agentes pastoral terminan pasándoles la cuenta.

Finalmente veamos brevemente un par aspectos de índole teológica y eclesial que se ponen en juego en facilitar la emergencia de situaciones de abuso sexual al interior de la iglesia.

Primero, es dable de postular que existe un sobre énfasis en la teología de los grupos de poder al interior de la iglesia en una “Cristología desde arriba”. Permítaseme explicar más detalladamente esta afirmación. Una de las aspiraciones teológicas de la fe católica tiene que ver con entender la naturaleza ultima de Jesús. Para tratar de ser sintéticos, se ha afirmado dogmáticamente que Jesús tiene una naturaleza completamente humana y divina a la vez. Para el mundo católico Jesús es verdaderamente el hijo de Dios, siendo uno con el padre. Por tanto, su naturaleza espiritual-divina es completa. Al mismo tiempo, Jesús también fue completamente hombre, y vivió en un tiempo y contexto histórico determinado. Él creció, vivió, padeció y amó como un humano completo. Sin embargo, con no poca frecuencia se le ha criticado a parte importante de la religiosidad católica un sobre énfasis en la naturaleza divina de Jesús en desmedro de su humanidad, sintiéndose particularmente a gusto con representaciones religiosas propias de este lenguaje. A Jesús se le simboliza y reza como un Jesús-divino, como Jesús Cristo Rey, como un Jesús juez de los hombres; y se pierde de vista al Jesús-hombre, al Jesús-amigo-de-los-marginados; lo cual es particularmente evidente en la religiosidad de los grupos de poder dominantes. Lo problemático es que una cristología que parte del Jesús divino y que pierde de vista el Jesús humano e histórico, suele traer consigo un lenguaje espiritualizante que con desesperación quiere alzar su rostro a los cielos, a la vez que suele despreciar, explícita o implícitamente, la realidad del mundo. Esto por cierto ha implicado además una concepción sobre el estatuto espiritual de la materia y cuerpo que, paradójicamente, termina no siendo congruente con las consecuencias del mensaje cristiano que se desprenden de la encarnación. Para este pensamiento teológico, el mundo concreto y material queda polarizado y tensión contra el mundo espiritual, realizando una valoración negativa del primero. Este dualismo sutil (cuasi gnóstico diríamos) es ciertamente una de las cosas que explica cómo el mundo católico ha llegado a valorar la carne, y con ello la sexualidad, como “fuente del pecado”. En términos psicológicos, y siguiendo en ello lo afirmado por Jung, lo despreciado y rechazado termina aquí cargándose energéticamente y comienza a operar desde lo inconsciente, desde lo sombrío. Y no es casual entonces que parte importante de la sombra espiritual de la Iglesia haya sido durante centurias, el mundo de la materia, de la sexualidad y de lo femenino; todo aquello que además va tomando una cualidad amenazante sombría, que se “demoniza”, y se la hace fuente del mal en oposición a la realidad sagrada e inmaculada del reino espiritual (que está en los cielos). No esta demás volver a afirmar que esto no da cuenta lo que el mensaje de la encarnación quiere significar teológicamente respecto al estatuto ontológico y revelatorio de la realidad sagrada del mundo y el cuerpo. Ni menos con lo que enseñó Jesús en su ministerio. Afortunadamente esta es una discusión académica que con fuerza ha sido puesta sobre la mesa de la mano de la teología del cuerpo, la ecoteología y los movimientos feministas teológicos y de liberación, propios del S XX al interior de la iglesia. Sin embargo, mucho camino queda aun en la iglesia para que pueda reinventar o redescubrir una valoración teológica distinta del cuerpo y la sexualidad, si queremos llegar a evitar la epidemia de abusos sexuales en su interior.

Por último, me gustaría nombrar someramente el problema del funcionamiento estructural de la iglesia, pues ha quedado bastante claro en las últimas décadas que la iglesia ha tenido procedimientos internos para abordar los casos de abuso que no sólo han sido inadecuadamente proteccionistas con los victimarios, sino que además han favorecido la mantención de los abusos sexuales. Sin embargo, es bueno puntualizar que no siempre la iglesia operó desde una perspectiva tan funcional a los crímenes de abuso sexual perpetrados por el clero. Es más, durante muchísimo tiempo el derecho canónico fue particularmente duro respecto a las sanciones que se le imponían a aquellos que cometían abusos sexuales infantiles, incluyendo entre sus penas entrega la ley secular, excomunión, pena de muerte, exilio y prisión perpetua. Por el contrario, es en el siglo XX donde han existido más medidas que han favorecido el encubrimiento de las atrocidades realizadas por el clero. Un hito significativo de estas políticas “proteccionistas” la aprobó Juan XXIII, en plena época conciliar, en la polémica “crimen sollicitationis”. En dicho documento se dan instrucciones para abordar casos de clérigos acusados de cometer abuso sexual infantil, entre otros. Parte importante de la polémica tiene que ver con la recomendación explicita de guardar estricto silencio y confidencialidad, bajo amenaza de excomunión, respecto a mencionar los sacerdotes involucrados, de forma tal de asegurar el total control interno de los procesos. Huelga decir, que esto ha favorecido el encubrimiento y la impunidad penal de muchos sacerdotes que han cometido crímenes de abuso sexual. De la preocupación de la iglesia por las víctimas, ni una palabra en el documento.

Afortunadamente hoy en día se ha avanzado bastante respecto al tema. El nuevo protocolo para abordar los casos de abuso sexual creado por el episcopado chileno hace un par de años atrás, es una buena señal, que apunta en una dirección saludable de transparencia, responsabilidad y prevención. Sin embargo, es importante crear consciencia de que mucho trabajo estructural interno falta al respecto, y que siguen habiendo tensiones y contradicciones entre el viejo encubrimiento y la autodefensa de la iglesia, y el intento de salir de estas dinámicas patológicas institucionales. Mismas tensiones y contradicciones internas que quedaron en evidencia en el propio papa Francisco en su reciente paso por Chile respecto su forma de abordar la cuestión de los abusos sexuales a menores.

18 comentarios

  • Carmen

    Si la iglesia le hubiese encargado un cuadro de esos corales al pintor amigo de Dorian Grey que le pintó su retrato y transcurridos veinte siglos lo pudiésemos ver…

    Señores, señoras: yo me abro.

    Esto me ha superado.

    Mucha suerte a todos. Y a todas.

    Un saludo triste y cordial.

  • Carmen

    También entré en la wiki.

    Y lei además de lo de Juan XXIII, la modificación que hizo Benedicto XVI en el 2010. El punto número 15 pone los pelos de punta.

    Pensaba que eran casos aislados.

    Pensaba.

     

  • George R Porta

    Quienes puedan o sepan leer en inglés esta página de la cadena CBS contiene un análisis comparativo de la evolución de las medidas canónicas anteriores a la Instrucción de Juan XXIII en 1962 (crimen Sollicitationis) hasta la última de 2001: http://www.advancedchristianity.com/Pages/CBS/CBS.htm 
     

  • George R Porta

    Seguramente hay otro sitios en español, yo solo he encontrado esta información en Wikipedia. El sitio del Vaticano no tiene una version en español del documento de 1962 de Juan XXIII ni del de JP II  que lo sustituyó en 2001cuando estallaron los escándalos sexuales por parte de los clérigos mayormente contra menores.

    https://es.wikipedia.org/wiki/Crimen_Sollicitationis

  • Carmen

    Pues me he quedado muerta, pero muerta , con lo que he leído que hizo Juan XXIII. Muerta.

    Quizás ahí esté el origen de todo esto del ‘encubrimiento’.

    Quizás se dieron cuenta de que había demasiadas personas que estaban implicadas y si empezaban a expulsar de la iglesia iba a ser un escandalo monumental.  Y …

    Menudo error tan inmenso.

    Estoy alucinada.

    No lo puedo entender. Imposible. Lo diga el Papa o quién lo diga. Si veo algo de eso, me excomulga a mí por el jaleo que armo, pero defiendo al chaval. No lo puedo entender. Y en menuda época de cambio, nada menos que los sesenta. La cantidad de personas grandes que hubo en esa época , luchando por la injusticia.

    Y el mismo Papa del concilio Vaticano II.

    No lo puedo entender . Imposible.

    Y se ha revocado o sigue en vigencia? Porque por ahí se podría encontrar una respuesta a la causa de este horror. Porque esta claro que sin encubridores no se hubiese llegado a esto.

    En fin.

    Un saludo cordial.

    Hoy no me siento grillo. Me siento cucaracha. Hay quienes los confunden, pero que va…

     

  • Antonio Toston De la Calle

    El comentario de Juan José Tamayo , traído con precisión por ANA RODRIGO , es pertinente. Y es, que de lo que tratamos es de los crimenes cometidos por esos varones sagrados, que saltándose todo concepto, ni religioso ni civil, simplemente humano, se aprovechan de niños o niñas indefensos. Sacar a colación aquí y ahora las virtudes, santidades, y demás elogios de esa santa madre iglesia, es una forma de eludir la condena que merecen, no ya desde el plano eclesiástico, que ya vemos como funciona, sino desde el penal, con todas sus consecuencias en los que se debe incluir: todo el peso de la ley sobre sus encubridores. En ese plano, las víctimas desparecen como por ensalmo, pasando a descubrirnos lo que debiera ser esa santa madre iglesia y no es. Y en ella ha funcionado, por una ley de omertá perfectdamente engrasada, donde estos criminales han saltado de destino en destino ante las ridículas “curas de oración” y perdones que es una manera risible de “castigar” (viene de casto para más inri), la conducta de tales verracos. Esta visto que las escrituras son papel mojado cuando conviene a esa santa madre iglesia, lo mismo que los evangelios. Con Lucas l7-1-2 sería suficiente. ¿Alguien se ha acordado de eso?.Y luego dirán que es morbo.

  • olga larrazabal saitua

    Lidiar con la existencia del Mal, no es fácil. Me queda claro que hay estructuras institucionales, y ambientes que  buscando perfecciones y virtudes varias de dominio del cuerpo y de la voluntad de sus afiliados y del control de su mente e imaginación, no llegan precisamente a ninguna perfección sino a una triste caricatura de un ser humano. Especialmente, como dice este psicólogo, cuando estas personas aceptan estos tratamientos sin antes haber madurado, y solamente les sirve de compensación de ciertos complejos negativos de su personalidad.

    Hay muchas figuras luminosas dentro de la Iglesia,personas equilibradas que se las han arreglado para no dejarse perturbar en su alma por ambientes malsanos.  Pero hemos visto que hay una enorme cantidad de desenfocados, tantos como personas en la vida corriente, con la diferencia que las personas corrientes no son dueñas ni consejeras de las mentes de grupos en forma tan intensa como es un director espiritual, que además se supone que tiene que ser más santo y bueno que el resto.

    Si un psiquiatra o psicólogo se mete con un paciente, le pueden quitar el título y deberían hacerlo. Si un sacerdote hace lo mismo, quiere decir que no sirve para el ejercicio de esta profesión, por muy consagrado que esté.

    Las sectas más estrictas dentro de la IC son las que tienen los escándalos más gordos, pero la iglesia se resiste a disolverlas. Maciel era un tipo perverso que creó un ambiente perverso de secretismo y abuso alrededor de él porque seguramente el estilo y las reglas de la institución lo permitían y favorecían. Scar personas en una institución así sin cambiar normas y estilo, es lo mismo que nada.

     

     

  • George R Porta

    El propósito del Bien casi nadie lo cuestiona o discute, aunque sea imposible de descifrar.
    Psicológicamente ninguna de las dos preguntas ontológicas tiene sentido o son necesarias. En psicología, sobre todo clínica, solo cuentan las conductas observables de satisfacción o placer y de sufrimiento o displacer.
    Así las cosas, los maltratos —clericales o no— de naturaleza sexual o cualquiera otra, son siempre inaceptables y haberlos encubierto es materia de lo criminal y eso no es argüible. El daño causado a las víctimas correspondientes no debe pasar impune, aunque se pueda aducir la mayor o menor insania de parte del victimario.
    La exploración realizada por el autor es válida, no obstante, insuficiente como bien aclara. 
    1. El Mal y el Bien solo pueden ser constatados por sus efectos, pero sus orígenes no pueden ser esclarecidas. Los datos concomitantes como pueden ser los de la historia del desarrollo o crecimiento de las personas, no son suficientes para explicar la posibilidad del Bien ni la del Mal. Todos estamos obligados a enseñar y a aprender la represión de los impulsos, sobre todos los maléficos.
    2. Puede ser que la conducta de los curas pedófilos sea explicable en función de cualquier teoría, pero siempre quedará la evidencia observable de los demás curas que no son pedófilos y, sobre todo, la enorme cantidad de personas que son célibes o casadas y no recurren ni al maltrato ni específicamente a la pedofilia u otra forma de adicción criminal para llevar la vida con decoro y decencia, con dignidad, aunque sufran su soledad y a menudo su aislamiento. Aquí prueba su utilidad la teoría del Principio de Placer versus el Principio de Realidad en el contexto de las llamadas funciones ejecutivas del Córtex, no como una cuestión dual, que no lo es, sino como un espectro de satisfacciones parciales, algo similar a la oscuridad y la claridad, que constituyen en realidad un solo fenómeno indivisible, cuestión de concentración medible o no.
    3. Otro «problema» a menudo inadvertido es el de la inadecuación del término «abuso». Éste proviene del Derecho Romano (ius abutendi) que era un elemento del «derecho de propiedad personal». En castellano o español coloquial el derecho arbitrario de uso y disfrute, técnicamente «abuso», es erróneamente utilizado como sinónimo de maltrato o de mal uso en el contexto de relaciones interpersonales.

  • Miren Josune

    Detrás de los pecados y vilezas, de tanta miseria humana, existen SACERDOTES ejemplares, dignos de su vocación, haciendo el bien cada día, apostando por Jesús y su Mandamiento de Amor, allí donde se desenvuelve su vida y en ambientes diversos, Son un verdadero tesoro y regalo para la Iglesia: íntegro hasta la médula, valientes denunciando los abusos y atropellos de los débiles y desfavorecidos, no haciendo uso de privilegios e influencia, ni usando el poder en beneficio propio.

    Estos son los dignos y fieles sacerdotes que levantan la dignidad de la Iglesia.

    Sacerdotes que teniendo todo: talento, formación, poder, fama, riqueza, belleza, han mantenido su fidelidad hasta el final.

    Ellos son con su insobornable ejemplo, los que ayudados por la presencia del Espíritu, conducen a la Iglesia a la plenitud de los tiempos, donde Jesús separará “el trigo de la cizaña”.

    Y porque hay sacerdotes así, que “se juegan” la vida cada día, la “gloria” del momento, y “pasan del conveniente”, de los prejuicios y privilegios, es por lo que sigo creyendo en esta Madre Iglesia, viejecita ya, con muchos achaques y, sin embargo, fiel a las palabras de Jesús: “estaré con vosotros hasta el final de los tiempos y el poder del maligno no prevalecerá sobre ella”.

    Muchas son las causas que dan lugar a conductas desviadas, de evidente deformación de la conciencia, dentro y fuera de la Iglesia. Sin duda, existe la perversión patológica, más en el fondo de muchas de estas actitudes y comportamientos, está el vacío y la pérdida de sentido; es claro que, cuando el AMOR verdadero se va, aparecen las miserables y viles TRAICIONES, basadas en tantas mentiras ocultas.

    Es necesario pedir por la Iglesia y los sacerdotes, dejar cuanto ha quedado obsoleto y promover el cambio necesario, para afrontar sin miedo ni prejuicios, la SANA transformación y remodelación, sin “rasgarse las vestiduras” y con el debido discernimiento, adaptado a los tiempos que nos toca vivir.

    Pecado grave es “regodearse” en el morbo que produce el pecado, y silenciar el bien, la entrega y el servicio estimable que hacen la multitud de sacerdotes fieles y honestos. ¡Haberlos los hay!, doy fe de ello, son los Cristos vivos, Pastores que guían con acierto el “rebaño de sus ovejas”.

    Es bueno y edificante hablar de esto y no estar siempre con el dedo hurgando en la llaga. Por cierto, conozco bien a los Padres Jesuítas, me han ayudado en mi vida y aportado a una profunda espiritualidad.

    ¡Laudatur Iesu Christi!
    Miren Josune

    • carmen

      También conozco a algunos Jesuitas. A algunos los he querido un montonazo y a alguno lo sigo queriendo todavía.Me gustan . Es gente preparada y suelen ser buenas personas. Como los aprecio siento que hayan estado sujetos a determinadas presiones que sin duda y gracias a Dios, yo no he sufrido. También sé que tiene un sentido del corporativismo muy fuerte, demasiado, al menos eso he podido comprobar. Pero adelante, cada cual vive su vida como puede o quiere vivirla.
      Nada más lejos de mi intención que acusarlos de nada, no más que a otros. Lo que quería decir es que no debe de ser fácil conocer determinadas cosas y decidir no intervenir. Creo que su corporativismo les lleva a dejar muchas cosas en el camino. Y , créeme, no me alegro por ello. Lo siento, y a veces lo he sentido bastante. Ya no.
      No tengo nada en contra de la compañía de Jesús. Salvo cuando actúa como grupo de poder dentro de la Iglesia y no entiendo lo que hace. Pero es mi manera de ser.Que, por cierto, me ha traído bastantes problemas. Con algún jesuita que otro también.
      También, como tú, estoy agradecida a algunos de ellos, sobre todo por la paciencia sin límites que me han demostrado algunos. Y si alguno de ellos entra en Atrio y lee este comentario,, sabrá a qué me refiero.

      A lo mejor no me he sabido expresar bien antes. Lo siento.
      Un saludo cordial.

      • Miren Josune

        Carmen, discrepar es bueno, en un foro, hay límites y sabemos que no estamos tomando un café y hablando amigablemente de experiencias diversas. Quién no tiene defectos, ocurre que en general, no me agrada sacar a relucir las debilidades y flaquezas ajenas, es algo que soporto muy mal, la crítica de quienes no pueden defenderse y expresar su actitud, ante hechos y situaciones diversas.

        Tengo por norma no dar crédito a cuanto me puedan decir de una persona o grupo, sino acercarme y comprobar por mi misma, que hay de verdad. La insidia y denostado mal querer que echa por tierra al otro, es a mi juicio, una actitud nada evangélica. Creo que la CORRECCIÓN FRATERNA, debe ser un acto de Misericordia hecho de manera prudente y discreta. Si sólo estamos dispuestos a “apedrear”, corremos el riesgo de convertirnos en “jueces” y emitir nuestra condena.

        No todo cuanto se dice es verdad, hay intenciones e intereses ocultos, también en aquéllos que persiguen a la Iglesia, con el único fin de desprestigiarla.

        Que hay pecados horribles hechos contra inocentes, pues claro, miremos la historia.
        Mejor que salgan a la luz y se sepan, repito, sin caer en un morbo pernicioso. Como alguien dijo: “ni son todos los que están, ni están todos los que son”. Hay quien puede pensar que, para sacar adelante una vocación, hay que “mirar para otro lado”, conceder caprichos y comodidades, hasta caer en una actitud egocéntrica del propio yo.

        No mira joven, tú vas a seguir a Jesús, por el camino de la austeridad, la entrega en el servicio a los más necesitados y el cuidado de las “ovejas, para que ninguna se disperse y se pierda.

        De lo contrario, formaremos “trepas haciendo carrera” con un “corazón de piedra y sin Misericordia, qué lo único que les interese, es que el Obispo les conceda “el mejor puesto”, el más cómodo y hasta rentable

        Más la Iglesia está jalonada de hombres y mujeres dignos de admiración, que dieron ejemplo de Amor, hasta dar la vida.

        Construyamos un mundo mejor y más digno, es nuestra misión.

      • Miren Josune

        Carmen, discrepar es bueno. En un foro, hay límites y sabemos que no estamos tomando un café y hablando amigablemente de experiencias diversas. Quién no tiene defectos, ocurre que en general, no me agrada sacar a relucir las debilidades y flaquezas ajenas, es algo que soporto muy mal, la crítica de quienes no pueden defenderse y expresar su actitud, ante hechos y situaciones diversas.

        Tengo por norma no dar crédito a cuanto me puedan decir de una persona o grupo, sino acercarme y comprobar por mi misma, que hay de verdad. La insidia y denostado mal querer que echa por tierra al otro, es a mi juicio, una actitud nada evangélica. Creo que la CORRECCIÓN FRATERNA, debe ser un acto de Misericordia hecho de manera prudente y discreta. Si sólo estamos dispuestos a “apedrear”, corremos el riesgo de convertirnos en “jueces” y emitir nuestra condena.

        No todo cuanto se dice es verdad, hay intenciones e intereses ocultos, también en aquéllos que persiguen a la Iglesia, con el único fin de desprestigiarla.

        Que hay pecados horribles hechos contra inocentes, pues claro, miremos la historia.
        Mejor que salgan a la luz y se sepan, repito, sin caer en un morbo pernicioso. Como alguien dijo: “ni son todos los que están, ni están todos los que son”. Hay quien puede pensar que, para sacar adelante una vocación, hay que “mirar para otro lado”, conceder caprichos y comodidades, hasta caer en una actitud egocéntrica del propio yo.

        No mira joven, tú vas a seguir a Jesús, por el camino de la austeridad, la entrega en el servicio a los más necesitados y el cuidado de las “ovejas, para que ninguna se disperse y se pierda.

        De lo contrario, formaremos “trepas haciendo carrera” con un “corazón de piedra y sin Misericordia, qué lo único que les interese, es que el Obispo les conceda “el mejor puesto”, el más cómodo y rentable. No y no, no se puede seguir a Jesús con estas pretensiones. Y hay que decirlo, sin señalar con el dedo a nadie, no arrogarnos competencias ajenas.

        Más la Iglesia está jalonada de hombres y mujeres dignos de
        admiración, que dieron ejemplo
        de Amor, hasta dar la vida.

        Miren Josune

        Construyamos un mundo mejor y más digno, es nuestra misión.

    • ana rodrigo

      Es que cuando hablamos de los pederastas no hablamos de quienes no lon son. Y los que lo son, son auténticos monstruos y criminales. Y es a estos a los que hay que condenar sin paliativos y si la Iglesia los ha tapado que apechugue con su responsabilidad moral y civil.

    • ana rodrigo

      Hola, Miren, estoy de acuerdo contigo que la discrepancia es necesaria y enriquecedora, lo que ocurre es que ante los datos objetivos de denuncias y sentencias, hay poco de qué discrepar, más bien nos invita a reflexionar sobre los hechos para presionar en la búsqueda de soluciones, así como manifestar un rechazo absoluto, una condena y cero tolerancia. No es morbo, es muy evangélico luchar contra el crímenes tan atroces. El evangelio dice lo que se merece uno que escandalice a un menor, fíjate lo que diría cuando se abusa de él/ella destrozándoles su vida o llevándolos al suicidio como ha ocurrido en más de un caso.

      Y, puesto que hablamos de clérigos pederastas, aún nos obliga más, si cabe, a la denuncia y condena total. Son muchos miles de sentenciados y condenados por las leyes civiles, son muchos miles los casos ocultados por la Iglesia puesto que hubo un tiempo no muy lejano (hasta Juan Pablo II, creo) en que había una normativa que a los que denunciasen casos de pederastia podrían ser excomulgados por desprestigio de la Iglesia.

      Y en este caso se añade la inmoralidad de la ausencia de justicia y de compasión por víctimas inocentes por su edad o por sus circunstancia personales. Máxime cuando son niños y niñas entregados por sus progenitores para que estos sacerdotes o religiosos los cuidasen y los educasen conforme a la ética universal o educación en valores evangélicos.

      De aquí a generalizar estas conductas sobre todo el clero, hay una distancia y allá cada cual con su falta de objetividad o su injusta generalización. Pero no debemos confundir una cosa con otra.

  • ana rodrigo

     

    Si se me permite, voy a copiar unos fragmentos de un texto de JJ. Tamayo, publicado en Redes Cristianas el 18 de mayo de 2017 sobre esta cuestión donde se puede apreciar que las raíces de tales crímenes van mucho más allá de las tan socorridas debilidades humanas.

     

     
     “La masculinidad sagrada legitima todos los actos del varón, por muy perversos que sean, en cuanto representante y portavoz de Dios: guerras de religiones, violencia patriarcal, violencia religiosa, simbólica, psicológica, intolerancia religiosa, autoritarismo, etc. ….. Este poder empieza por el control de las almas, sigue con la manipulación de las conciencias y llega hasta la apropiación de los cuerpos en un juego perverso. Se trata de un comportamiento diabólico programado con premeditación y alevosía, practicado con personas indefensas, a quienes se intimida, y ejercido desde una pretendida autoridad sagrada sobre las víctimas a la que se recurre para cometer los delitos impunemente.
    El poder sobre las almas es una de las principales funciones de los sacerdotes, si no la principal, como reflejan las expresiones “cura de almas”, pastor de almas”, etc.
    El poder sobre las almas conduce al control de las conciencias….que exige renunciar a la propia conciencia y someterse a los dictámenes morales de la Iglesia. Se llega así al grado máximo de alienación y de manipulación de la conciencia. Violentar la conciencia personal, torcer la conciencia individual, obligar a actuar en contra de la conciencia, es una de las formas más sutiles y graves de violencia ejercida con frecuencia por los dirigentes e ideólogos religiosos sobre las personas creyentes que siguen crédulamente sus orientaciones morales.
    Mientras la masculinidad hegemónica se eleve a la categoría de sagrada y siga siendo la base del ejercicio del poder, mientras el patriarcado sea la ideología sobre la que se sustenta el aparato eclesiástico y la forma organizativa del mismo, volverán a producirse dichos comportamientos criminales contra las personas indefensas Se buscarán métodos más sibilinos, pero las cosas no habrán cambiado.

  • Carmen

    Buen artículo, lo he leído por encima. Tengo que hacer mil cosas.

    Buen artículo.

    Les prometo que no voy a decir ni mu. Me saldría mi lado juånico y acabaría diciendo cosas terribles. Eso de ser maestra sí que es como un sacramento de esos que dura para todos los siempres.

    No sabía nada de eso que dice de los jesuitas. Tengo y he tenido algún amigo jesuita. Es cierto, los que se quedan y aún los que se van, cierran filas. Menuda comedura de cabeza tienen con eso de la compañía de Jesús. Pobrecicos. Tan cultivados, tan inteligentes que se creen. Pobrecicos. Algunos de ellos sabrán lo que han sufrido para llegar a esa anulación personal. Porque saber, muchos sabrían lo que sucedía.

    En fin.

    Ssssssssshhhhhhhhh

    Estoy más guapa calladica. Pero leeré todos los comentarios con atención.

    Buen artículo.

    Un saludo cordial.