Presenté ayer su nueva obra traducida al castellano Fe adulta. Crecer en Sabiduría y Entendimiento, que evoca, como dice el título, el crecimiento integral de Jesús cuando deja el templo de Jerusalén y vuelve con sus padres a Nazaret (Lc 2, 52).
Diarmuid no viene sin más, sino que vuelve, pues estuvo ya hace dieciocho año en el centro del interés religioso de miles y miles de lectores de lengua castellana con su libre pero leí con pasión admirada su libro Rehacer la vida religiosa (Ediciones Claretianas, Madrid 2001; original: Reframin
Aquel fue un libro krack, un verdadero “rompedor”, que puso ante los ojos de miles y miles de cristianos, y especialmente de religiosos y religiosas, el don y la tarea de la experiencia de Dios, desde la perspectiva de Jesús, en línea de contemplación liberada y creadora, personal y solidaria, del misterio.
Diarmuid se “limitaba” a decir que más que una institución canónica, al servicio de la jerarquía, la vida religiosa y, en general, la vida creyente era una experiencia de renacimiento interior en el espíritu sagrado de la realidad, entendida como “palabra” (energía, presencia divina) tal como se expresa no sólo en el cristianismo, sino en otras tradiciones religiosas.
La Conferencia Episcopal Española, sin entender quizá el tema, y por miedo, publicó una dura nota crítica (Boletín CEE, 8.7.2002, 49-55) ratificada por la edición castellana del Osservatore Romano, 17.3. 2006), condenando la visión y camino de O’Murchu, en la línea más reactiva, miedosa y condenatoria del documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe (Dominus Iesus, 2000), firmado por el Card. Ratzinger.
Poco servicio prestó la Dominus Iesus o, al menos, sus lectores menos generosos y abiertos al misterio de la realidad, y menos servicio prestó la condena de O’Murchu, que impidió que su libro siguiera publicándose en castellano, aunque proliferaron las fotocopias y lecturas clandestinas de la obra.
Ahora, 18 años después, 0’Murchu aparece de nuevo en lengua castellana, con nuevas obras, pero ya no en una editorial de tipo eclesiástico, sino en una de tipo espiritual, de conocimiento interior y de experiencia contemplativa, abierta desde y con el cristianismo a todas las religiones, como indiqué en mi postal de ayer.
Publiqué hace tiempo mi visión del tema en una postal de periodistadigital.com/xpikaza.php/2009/06/06/p236270#more236270 y, sobre todo, en el Diccionario de pensadores cristianos (Verbo Divino, Estella 2010,572-675), donde muestro mi gran interés por el autor y el tema.
En una próxima postal de RD ofreceré mi “saludo” a Diarmuid, recreando su visión espiritual desde mi propia perspectiva. Hoy me limito a presentar su obra y su “condena” hispana, retomando la entrada de mi diccionario. Como suele decirse, quisieron “echarle por la ventana, pero vuelve por la puerta”. Buen día,Diarmuid. Buen día a todos mis lectores.
O’MURCHU, DIARMUID (1947- ).
g Religious Life. 1995).
Religioso y pensador católico de la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón, de origen irlandés. Ha estudiado teología y se ha graduado como psicólogo social en el Trinity College de Dublin y, en esa línea, como psicólogo social, ha dedicado su vida a la animación (counselling) y dirección de personas y grupos de cristianos, especialmente de religiosos, tanto en Europa como en África y América, sobre todo a partir del año 2001.
Se siente afortunado por pertenecer a una congregación religiosa que le ofrece una gran libertad para esa forma de presencia cristiana. Ha escrito varios libros de autoayuda y de crecimiento espiritual, que se ha convertido en punto de referencia para personas que desean una maduración espiritual, entre los que pueden citarse
Quantum Theology. Spiritual Implications of the New Physics (New York 1996),
Reclaiming Spirituality (New York 1998);
Religion in Exile. A Spiritual Homecoming (New 2000);
Evolutionary Faith (Maryknoll 2002),
Catching Up with Jesus (New York 2005);
The Transformation of Desire. How Desire Became Corrupted–And How We Can Reclaim It (New York 2007),
Ancestral Grace. Meeting God in Our Human Story (New York 2008).
1. Una obra provocadora.
A su juicio, utilizando el ejemplo de la física cuántica y de la nueva biología, se puede y debe afirmar que todas las realidades del universo se encuentran interconectadas e interrelacionadas, a través un inmenso proceso energético, vinculado en el fondo a lo divino. En ese contexto se sitúa y cobra más hondo sentido el misterio de Cristo, entendido como principio de vinculación eclesial y cósmica, en la línea de las Cartas de la Cautividad (Col y Ef).
La vida cristiana y la liturgia expresan esa conexión sagrada del conjunto de la realidad, en línea de plenitud y de sanación, de manera que la cristología y la vida cristiana pueden y deben incluirse en el contexto de una “cosmología total”, en la que se integra el conjunto de la realidad, entendida de una forma viva y creadora.
Desde ese fondo, reelaborando los modelos ontológicos de la escolástica, se puede y debe afirmar que Dios es la Energía Creadora, que late sin fin en la realidad, abriéndonos a la plenitud en la que estamos integrados. Desde una perspectiva temporal, esa plenitud ha de entenderse a través de un proceso de evolución que vincula y despliega todo lo que existe. No se puede hablar de un Dios que crea desde fuera, dejándonos pasivos, sino que lo divino se expresa en nosotros como capacidad de co-creación, en despliegue de vida que se despliega en todo el universo, porque la plenitud (la redención) constituye un acontecimiento cósmico, no meramente humano.
Desde aquí se entiende la moralidad, no como algo que pertenece a la parte externa de la vida, sino como expresión de la capacidad creadora que actúa en nosotros, conforme al modelo de Cristo (muerte y resurrección). Esta espiritualidad cósmica se abre y nos abre a todo el universo, desbordando los límites de la Iglesia, pero ella se puede expresar de un modo special en la vida religiosa, como O’Murchu ha puesto de relieve en
Reframing Religious Life. An Expanded vision for the Future (New York 1996; versión cast. Rehacer la vida religiosa, Madrid 2001; cf. también Poverty Celibacy & Obedience: A Radical Option for Life (New York 1998) y Consecrated Religious Life: The Changing Paradigms (New York 2005).
Esas obras han significado influido de un modo poderoso en la espiritualidad y en la conciencia de miles de religiosos y religiosas que, de pronto, se han descubierto responsables de su propia espiritualidad y de su tarea (testimonio) en el mundo. En tiempo antiguos, los religiosos (especialmente las religiosas) se hallaban sometidos a un tipo de “ontología del poder”, que venía dictada desde fuera por la jerarquía, a través de un orden sacramental jerárquico.
D. O’Murchu les ha dicho que son responsables de su propia identidad cristiana y religiosa, pues se hallan inmersos en un movimiento de vida del que ellos mismos son beneficiarios y agentes. En el fondo, eso significa “devolver” a los religiosos su propia identidad y su carisma, su propia tarea, dentro de la Iglesia, en el despliegue de la vida de Dios. Miles de religiosos y religiosas de lengua castellana se sintieron identificados con los planteamientos del libro de O’Murchu (Rehacer la vida religiosa, 2001), publicado precisamente en la editorial “oficiosa” de los religiosos españoles (Ediciones Claretianas).
2. Un autor “condenado”.
De un modo “lógico”, la jerarquía católica de España se ha sentido amenazada y ha respondido “condenando” prohibiendo la reedición española del libro de O’Murchu (al que se puede acceder libremente on line: http://rehacerlavidareligiosa.blogspot.com/ ) y condenando su tesis fundamentales, en un documento elaborado por la Comisión de la Conferencia Episcopal Española para la Doctrina de la Fe, en su Nota doctrinal Nota doctrinal sobre el libro “Rehacer la vida religiosa. Una mirada al futuro” del revdo. P. Diarmuid O’Murchu, m.s.c., Boletín oficial de la Conferencia episcopal española 74 (30 de junio de 2005, 49-55), asumido por el Vaticano que lo ha publicado en L’Osservatore romano (edición semanal en lengua española, 17 de marzo de 2006, pp. 9-10).
Éstos son los elementos básicos de esa nota de condena, que citamos por extenso pues han sacudido el pensamiento cristiano de miles de religiosos de lengua española:
«(2) Diarmuid O´Murchu hace en este libro una apremiante llamada a rehacer la vida religiosa. A pesar de sus pretensiones de imparcialidad científica, es un escrito que somete a crítica infundada los fundamentos de la vida religiosa, contribuyendo más a su destrucción que a su renovación.
(3) La propuesta de O´Murchu se presenta con un lenguaje y unas pretensiones, ciertamente, ambiciosas. Pero más allá de las promesas de alcance «planetario» y «holístico», vemos que el contenido real de lo que se propone es bastante simple y primitivo. Resumimos su contenido en seis puntos.
(a) Llama la atención que la propuesta más reiterada, concreta y explícita que el autor hace a los religiosos es siempre, con leves variantes, la siguiente: «Es a la vez deseable y necesario que se produzca un proceso de separación de la Iglesia institucional» (p. 71); «parece haber una única respuesta: abandonar la iglesia y adoptar una situación no-canónica» (p. 117).
(b) Menos explícito es el llamamiento al abandono de la fe católica en Jesucristo como única Revelación plena de Dios y como Señor y Salvador de todos los hombres; pero este es también otro de los elementos de la propuesta del autor, que no sólo silencia sistemáticamente el verdadero significado teológico de Jesucristo y contradice de hecho sus implicaciones, sino que lo denigra y ridiculiza.
(c) En tercer lugar, D.O´Murchu no habla del Dios Trino, revelado en Jesucristo, más que para negar esta revelación y para proponer una concepción de Dios que fluctúa entre el panteísmo y el animismo: lo más que se puede pensar de Dios es que es un «poder para la relación». Ese «poder para la relación», no es, naturalmente, el del Dios que crea libremente el mundo. El autor habla mucho de «creación», pero el sentido de esta palabra no es, en su libro, el propio de la fe cristiana en el Creador, pues el Dios del que habla se identifica, de una u otra manera, con el mundo, bien imaginando a Dios como la energía interna del cosmos, bien concibiendo al mundo como la «encarnación» de Dios».
(4) D. O´Murchu habla mucho de Dios, casi nada de Jesucristo y constantemente de «valores humanos liminares» en un marco «planetario» y «cósmico». Los términos tomados del lenguaje cristiano son vaciados de su sentido teológico para ser integrados en una «visión», o en una supuesta «nueva sabiduría», que remite, en realidad, a «lo de siempre», es decir, a una gnosis de nuevo cuño. El autor presenta su escrito como una «nueva teología de la vida religiosa» y dedica uno de los capítulos del libro a exponer el «marco teológico» en el que aquella se integraría. Pero su esfuerzo por hacer aparecer su discurso como teológico no puede ocultar el hecho de que no lo es, es decir, de que carece de las condiciones mínimas para poder ser considerado seriamente como tal por ninguna confesión cristiana.
(a) Ante todo, porque ignora por completo el principio de la revelación. No hay teología, católica, ortodoxa ni protestante, que no reconozca como fuente suprema de su discurso la revelación que Dios ha hecho de sí mismo en Jesucristo. En cambio, D. O´Murchu niega expresamente este principio cuando afirma que «la misma creación (es) nuestra primera y fundamental fuente de revelación divina» (p. 143). Estas palabras podrían hacernos creer que nos encontramos con una teología puramente natural o racional que todavía no se ha abierto a la revelación cristiana, pero susceptible de ello. Sin embargo, no es este el caso, pues, como ya hemos indicado, el concepto de creación y de Dios creador manejado por el autor es el de una filosofía incompatible con la revelación, que, además, la niega expresamente. Por eso habla también de «las revelaciones divinas» (p. 75).
(b) En el libro se hacen referencias a la Tradición de la Iglesia y a algunos Concilios ecuménicos, pero es siempre para distanciarse de ellos. El concilio de Trento es presentado como el culmen de la desviación «patriarcal» del cristianismo (cf.pp. 67, 92, 103ss, 132s) y el concilio Vaticano II como un intento insuficiente e «inadecuado» de renovación (cf. pp. 15, 27, 67). El Magisterio ordinario sólo es tenido en cuenta para despreciarlo y rechazarlo (cf. p. 11). Ninguna de estas instancias eclesiales se acomoda fácilmente a «la nueva cosmología» propugnada por D. O´Murchu.
(c) Puesta a un lado la revelación cristiana y su transmisión eclesial, ¿cuáles son entonces la fuente o las fuentes del discurso del autor? Son «los especialistas» (p. 81), en los que él cree descubrir los rasgos fundamentales de la «visión primitiva» en la que «encontramos todos los ingredientes de la nueva cosmología» (p. 81). He ahí la nueva «revelación» descubierta por D. O´Murchu, cuyo único mensaje, incansablemente repetido por él, es el de la «unidad» natural del cosmos frente al «dualismo» patriarcal, helénico y cristiano.
(d) D. O´Murchu contrapone su «nueva cosmología», unitaria y armónica, al cristianismo hasta ahora conocido, supuestamente dualista y disgregador . La primera unifica al ser humano y lo integra equilibradamente en un cosmos de relaciones armónicas. El segundo lo rompe (en cuerpo y espíritu) y lo disloca de las verdaderas relaciones vitales (entre los sexos, con la naturaleza y con Dios). La primera es vida; el segundo es muerte. Pero el cristianismo y las demás «religiones formales» no serían sino un producto más, aunque influyente, de la «cosmología equivocada» que comenzó a gestarse en el Neolítico con la revolución agraria».
«6. El manifiesto de Diarmuid O´Murchu parte de una constatación real: «la vida religiosa está en crisis», hasta el punto de que se puede dudar de su supervivencia, al menos la de su forma actual (cf. p. 15). El autor pretende aportar una solución de futuro. Sin embargo, lo que ofrece es una fórmula eficaz que conduce a la desaparición y a la desnaturalización progresiva de la vida y de la consagración religiosa y, alejándola paulatinamente de la Iglesia y del servicio a los hombres, la disuelve en el mundo del que san Juan dice que no conoce a Cristo (cf. Jn 1, 10)».
3. Un debate abierto.
Éstos son los temas centrales de la “condena” del pensamiento cósmico y espiritual de O Murchu que, posiblemente, podría haber matizado mejor sus apreciaciones y su visión de la vida religiosa. Pero es evidente que él ha planteado un problema y camino de enorme actualidad y necesidad, dentro del colectivo más sensible de la Iglesia Católica, que es la Vida Religiosa. Por eso, la condena de la Conferencia Episcopal Española (asumida por el Vaticano) nos parece poco afortunada, por tres razones.
(a) No ha intentado comprender lo que está en el fondo del libro de O’Murchu, sino que ofrece una interpretación muy sesgada de su pensamiento, desde una perspectiva exterior a la misma obra; lo menos que podemos decir es que no ha sido justa con ella.
(b) La nota de la Comisión episcopal da la impresión de que quiere condenar y ha condenado a la vida religiosa a un tipo de esterilidad espiritual, a una minoría de edad, dentro de unos esquemas jerárquicos y doctrinales ya establecidos, rechazando así los caminos de diálogo que O Murchu ha propuesto en línea espiritual y de diálogo de las religiones.
(c) Alguien podrá decir que O Murchu corre el riesgo de diluir el cristianismo en un tipo de espiritualismo “cósmico” en el que todo se nivela; pero su intento, vinculado a una propuesta de servicio a los marginados, empalma con la historia de Jesús, mientras que la Nota Episcopal corre el riesgo de neutralizar esa historia dentro de unos cauces formales externos. Posiblemente, la solución de O’Murchu no es la única para el problema de la crisis de la vida religiosa y de la vida cristiana en occidente, pero cerrar los caminos, como hace la Conferencia Episcopal, no es bueno, ni en un plano de pensamiento, ni en un plano de práctica cristiana.
Carta de J.P. II al Director Observatorio Astronómico Vaticano:
“Si las cosmologías del antiguo mundo del Cercano Oriente pudieron ser purificadas e incorporadas a los primeros capítulos del Génesis, ¿no podría la cosmología contemporánea tener algo que ofrecer a nuestras reflexiones sobre la creación?
Una perspectiva evolutiva ¿arroja alguna luz aplicable a la antropología teológica, al significado de la persona humana como Imago Dei, al problema de la cristología, e incluso sobre el desarrollo de la doctrina misma?
¿Cuáles son, caso de haber alguna, las implicaciones escatológicas de la cosmología contemporánea si atendemos en especial al inmenso futuro de nuestro universo?
¿Puede el método teológico aplicar con fruto, intuiciones de la metodología científica y de la filosofía de la ciencia?”
[Juan Pablo II, 1988, Acta Apostolicae Sedis, v. 81 (1989), p. 281].
Junto con esta otra:
Frase citada por O`Murchu en uno de sus libros:
Hola!
Entiendo que ambos -Diarmuid y la Jerarquía- hablan de:
– “La Vida Religiosa”.
Y está bien.
Lo interesante sería comprender que hay:
– “Otras formas y modos de Vida”.
La condena del autor por parte de la Iglesia católica, como dice el autor, entra dentro de su propia lógica. La Iglesia Católica tiene y quiere que todo esté atado y bien atado. Su esencia constitucional es mantenerse en sus principios, lo que la lleva con frecuencia al inmovilismo, incapaz de abrirse a otra visión, a otro análisis a otra exégesis a otra hermenéutica, a la actualización y sintonía con la sociedad moderna.
El día que se cuestione algún dogma, la Iglesia se hunde.
Por lo que se refiere al futuro de la vida religiosa, creo que no hacen falta pronósticos escandalosos, se está viendo cómo se extinguen ellos solitos.
¿Tiene alguien el derecho de manipular los conocimientos científicos para afirmar que lo divino-improbable habita al interior del Cosmos?
Ciertamente, cualquier persona tiene el derecho a opinar eso y cualquier otra cosa y a hacerlo tan públicamente como desee y pueda, pero a divulger creencias como si fuesen conocimiento científico, por muy hipotético que éste sea en sus formulaciones (por tanto allí donde se aproxima más a una creencia) ciertamente nadie tiene derecho.
No apoyo ni me interesa el documento ratzingeriano «Dominus Jesus» pero no veo como este híbrido de O Murchu puede ser relevante excepto para él. Para mí, ciertamente y aunque respeto su derecho a pensar, sentir y a expresar lo que piense y sienta, este jaleo científico-religioso-spiritual no presenta atractivo tampoco.
La nota condenatoria de la conferencia episcopal Española, me interesa menos aún.