Esta vez intentamos conservar la edición del texto maquetada y colorida que nos envía el autor. AD.
En el supuesto de que la figura de un “redentor” sea considerada necesaria. |
Unos
Hombres y mujeres de las Cuevas de Altamira i de Lascaux, nómadas de las llanuras del Asia Central, cultivadores de los ríos de Mesopotamia, navegantes wikingos, recolectores del sahel africano…
se preguntarán
¿Cómo es posible que
un hombre nacido tan tarde
nos haya podido salvar?
Las preguntas
de la teología indígena de Abya-Yala
Y otros
Hombres y mujeres de los cinco continentes, interconectados las 24 horas del día por WhatsApp, hayan o no hayan oído hablar de Jesús de Nazaret
se preguntarán
¿Cómo es posible que
un hombre nacido ya hace más de dos mil años
nos pueda salvar?
Y, quizás, algunos de estos se seguirán preguntando
¿Cómo es posible que un hombre,
uno de cuyos referentes, según los documentos evangélicos,
era la figura teocrática, incendiaria y sanguinaria
de Elías, el tesbita, el profeta de Tisbé de Galaad (1 Re 17, 1),
nos pueda salvar hoy día?
Joseph Ratzinger, cuando era un teólogo, ya se preguntaba (retóricamente, pues él ya estaba en posesión de la verdadera respuesta):
¿No es todo ello
más que una pretensión y una locura
querer hacer de una figura aislada
– condenada, a medida que los años nos alejen de ella,
a desaparecer entre las brumas del pasado-
el centro decisivo de toda la historia?
Foi chrétienne hier et aujourd’hui
Mame, 1969, p. 25
Y el jesuíta George Morel se lo pregunta en serio:
El que la figura histórica de Jesús de Nazaret, como la de todo ser humano, acabe desapareciendo –a corto o largo plazo- de la memoria histórica, Georges Morel, (1921-1989), quien en sus años de jesuita (1941-1975) había sido profesor de filosofía/teología y redactor de la revista Études, no lo daba como una hipótesis, sino que lo afirmaba como una evidencia, y se preguntaba, en su libro JÉSUS DANS LA THÉORIE CHRÉTIENNE (publicado en 1977), el tercer volumen de la trilogía QUESTIONS D’HOMME, ya no de manera retórica:
Si la figura de Jesús debe,
como la de todo ser humano,
borrarse –en más o menos breve tiempo-
de la memoria histórica,
¿cómo continuar pretendiendo todavía
que ella sea el centro
al cual todos los humanos deberán referirse
hasta el fin de los tiempos?
Cependant ce à quoi l’on pouvait ne pas songer sous l’empire romain ou au Moyen Age commence maintenant à se faire jour, à savoir que la figure de cet individu est “condamné, à mesure que l’on s’en éloigne, à disparaître de plus en plus dans les brumes du passé”. Cette perspective n’est pas donnée ici comme une hypothèse, mais comme une évidence. Or, s’il en est ainsi, si la figure de Jésus doit, comme celle de tout home, s’effacer à plus ou moins brève échéance de la mémoire historique, comment continuer à prétendre qu’elle est le centre auquel les hommes auront à se référer jusqu’à la fin des temps? (Pág. 64)
A partir de las «experiencias pascuales» este hombre, condenado a desaparecer entre las brumas del pasado, es aclamado como el Salvador. Nada extraño que los suyos lo hayan querido comparar con el emperador Augusto, sin romper con ello el fuerte monoteísmo judío.
Tampoco lo rompen cuando, utilizando imágenes de la literatura hebrea, lo proclaman como el Santo, el Justo, el Servidor, el Mesías, el Hijo de Dios. ¿No proclamaban los salmos de entronización real al nuevo rey como “Tú eres mi hijo. Hoy yo te he engendrado”? (Sal 2, 7)
La “ruptura” vendrá cuando el prólogo del Cuarto Evangelio, utilizando a la vez el lenguaje de la filiación y, según una tradición más judía que helenista, el lenguaje de la Palabra, hable de la “encarnación”.
Y la Palabra se ha hecho carne y ha habitado entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, gloria que ha recibido como Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Esta es la tesis en la que, después de un cierto tiempo, se ha expresado la religión predominante en nuestro mundo occidental. Tesis protegida y propagada por la Iglesia usando formas autoritarias: sus elementos esenciales fueron transformados en “dogmas”, en “verdades no sometidas a discusión”.
Ciertamente, la reflexión puede –y, en la mejor hipótesis, debe- intentar profundizar estas verdades, pero su misma realidad ha sido decretada como indiscutible.
Es esta la tesis que nosotros debemos examinar ahora, no sólo a través de su proceso institucional, sino en sus mismos fundamentos de experiencia y teoría. Nos es necesario buscar el camino que nos evite “mitologizar” a Jesús, con la seguridad que este camino lo podemos ir definiendo y lo podemos ir marcando.
Nos es necesario examinar si el proceso que condujo las comunidades cristianas primitivas a la afirmación de la divinidad de Jesús es legítimo. Nos bastará interrogarnos sobre el resultado de este proceso, es decir, sobre la tesis central del dogma cristiano: el dogma de la encarnación.
Intentaremos, pues, un análisis crítico de este dogma.
…il est acclamé comme le Sauveur, le Saint, le Juste, le Serviteur, le Christ, le Fils de Dieu en fin, Dieu même incarné, ainsi que l’exprimera avec force le prologue du Quatrième Évangile, utilisant à la fois le langage de la filiation et, selon une tradition probablement plus judaïque qu’hellénique, le langage de la Parole: «Et le Verbe s’est fait chair, et il a habité parmi nous, et nous avons contemplé sa gloire, gloire qu’il tient de son Père comme Fis unique, plein de grâce et de vérité».
Telle est en tout cas la thèse dans laquelle, au bout de quelque temps, s’est exprimée la religion prédominante de notre monde occidental. Cette thèse a été protégée et propagée par l’Eglise sous une forme autoritaire, en ce sens que ses éléments essentiels ont été transformés en dogmes, c’est-à-dire en «vérités» dont l’existence ne saurait être soumise à discussion. La réflexion peut et, dans la meilleure hypothèse, doit- essayer d’approfondir ces vérités, mais leur réalité même est décrétée indiscutable.
C’est cette thèse (selon laquelle un individu né il y a environ deux mille ans est le centre et la mesure de toute l’histoire) que nous devons maintenant examiner. Nous avons à chercher «le chemin qui nous préservera de mythologiser Jésus». en nous assurant «que ce chemin est définissable et repérable par l’intelligence, mais en même temps qu’il a son origine dans l’expérience»
C’est donc moins directement sur les paroles et les gestes de Jésus que sur l’expérience des premiers disciples, interprétant ces gestes et ces paroles, que cherche à s’appuyer le christianisme, en particulier aujourd’hui, pour affirmer la divinité de cet home. Il convient donc d’examiner si le processus qui a conduit les communautés chrétiennes primitives à poser elles-mêmes cette affirmation est légitime. En fait il suffit de s’interroger sur le résultat de ce processus, c’est-à-dire sur la thèse centrale du credo chrétien qui est en effet le dogme de l’Incarnation.
Nous allons donc tenter une analyse critique de ce dogme… (Pág. 62-63)
Lo que publicó le monde a la muerte de Georges Morel.
La crítica de Paul Valadier, jesuita, redactor jefe de la revista Études (1981-1989), a Georges Morel en su obra jésus-christ ou dionysos, publicada en 1979.
.” Tenemos que buscar “el camino que nos preserve de mitificar a Jesús”. asegurándonos “que este camino es definible e identificable por la inteligencia, pero al mismo tiempo que tiene su origen en la experiencia”
¿Por qué no ensayar, es decir, probar en el ámbito del conocimiento invertir el orden que en él, tradicionalmente, ha imperado?
Toda mitificación de persona o cosa proviene de haberles atribuido cualidades que realmente no tienen. Y esto lo ha sabido hacer con creces los juicios errados del realismo ingenuo en el que se ha confundido cualidades con propiedades.
Entonces, si las cualidades son categorías del ser y las propiedades pertenecen a la realidad de la cosa que se juzga, pareciera como que ya se estuviera reclamando esta inversión del orden establecido, esta preeminencia del “ser” sobre la “realidad” que desde Parménedis viene gravitando en la historia.
Así pues, el camino de la desmitificación, bien podría comenzar posponiendo el ser a la realidad. Es decir, invirtiendo el orden epistemológico tradicional. Además, con ello y sin moverme de la frase que he seleccionado al comienzo, lo que se consigue es también asegurarnos de su buena marcha ya desde el inicio.
¿Por qué? porque si la inteligencia a la que se alude no es la inteligencia instrumental sino aquella que para estar facultada necesita de la experiencia, entonces es la realidad la que nos abre el camino a recorrer. De manera que la verdad que se busca ya no será la de un juicio, Jesús es Dios, sino la verdad que nos da la realidad de Dios viviendo su experiencia.
De ahí puede extraerse una consideración que me parece importante respecto a la referencia que se hace de si la religión cristiana es una religión de redención o de salvación. Porque si la experiencia originaria no es la del pecado sino la de la gracia entonces hemos de convenir que la redención o la salvación concierne no a la accidentalidad del pecado sino directamente sobre una estructura de realización personal y por tanto previa a él. Sólo así, en posterioridad, se nos hace comprensible el hecho de que también nosotr@s podamos perdonar a nuestros semejante. Esta idea es la que subyacía en la objeción que hace unos días le plantee a Santiago. De momento lo dejaré aquí.
¿Puede?
Yo diría que es el UNICO porque solo EL ha sido capaz de decir: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.
Considerar a Jesús hoy como el UNICO salvador universal se convierte en una palabra: ARROGANCIA.
Es significativo, que el psiquiatra Karl Jasper, considerara a Jesús, al lado de Sócrates, Buda y Confucio, como uno de los cuatro “hombres más influyentes”.
Para muchos “teólogos”, es imposible que un hombre sea verdaderamente Dios y realice actos que exijan un poder divino. Para otros, Jesús solo, ha tenido una “experiencia de Dios” especial. Dios no ha actuado realmente en el mundo ni tampoco ha hablado realmente, n ha habido una “revelación” propiamente dicha. Se dan luces, pero no la LUZ, palabras, pero no la PALABRA. Con este pensamiento, es inevitable el relativismo religioso.
“Nadie puede venir a Jesús si el Padre no lo atrae”, dice san Juan (6,44). Asimismo, el Padre nos conduce al Hijo.
La pregunta que tenemos que hacernos es ésta: “existe el Dios que interviene o no existe? ¿Es realmente Dios o no lo es?
De hecho nadie ha visto a Dios y juntar de EL. Las visiones de los grandes iluminados de la historia de la religión siguen siendo siempre visiones desde lejos, “en sombras y figuras”. Sólo Dios se conoce del todo a Sí mismo. Solamente Dios ve a Dios. Y por eso solamente el que es Dios pudo darnos la Buena Noticia.
Solamente EL es Dios, todos los demás palpan de lejos a Dios. Sólo EL puede decir: “Yo soy el camino, la verdad y la Vida, todos los demás pueden mostrar parte del camino, pero no son el camino.
Pero ¿no es una arrogancia hablar de verdad en cosas de religión? Hoy se acusa de “simplistas” y “arrogantes” de aquellos que dicen que “poseen” la verdad. Aclaro que la verdad no la “posee” nadie. Sólo podemos estar en búsqueda de la verdad.
De acuerdo. No hay verdades absolutas respecto a Dios. Por eso hay que buscar tu respuesta personal. Es un camino realmente duro porque tienes que luchar contra verdades absolutas que están dentro de tu cabeza, y en zonas muy profundas. Pero si quieres ser honesto respecto a Dios,no te queda más remedio que pensar sin miedo y llegar hasta donde lo que tú crees que es verdad,te lleve. Pero claro,no hay verdades absolutas respecto a Dios. Por eso me gusta Jesús,dice que él conoce un camino. Me gusta ese camino y me siento agradecida porque lo compartió.
Es que , estoy convencida de que la mayoría de personas del mundo occidental lo ha reconocido como auténtico a lo largo de la historia. Aunque lo sigamos a trompicones. Porque somos humanos y no todo el mundo, bueno, casi nadie , estamos dispuestos o dispuestas a pagar el precio que él pagó
A mí se me parte el alma cada vez que veo una imagen de Jesús en la cruz, muerto o moribundo. Soy incapaz de mirarlo. Me siento fatal. Y no quiero tener nada que ver con eso. Ese fue mi punto de partida para siguiendo la dirección que el indica, encontrar mi propio camino.
No , no hay verdades absolutas respecto de Dios. Bueno,en cuanto a cosas de pensar,no hay verdades absolutas respecto a casi nada.
Un saludo cordial
El problema de la teología dogmática, es que es válida en el campo de juego ideológico en el que se originó, y en el que cristalizaron las expresiones dogmáticas de la realidad oculta.
Pero fuera de ese campo ideológico, de esa cosmovisión, pierden su significado, y se hacen incompresibles y absurdos.
El problema de mucha de la crítica modernista a los dogmas tradicionales, está en que se juzgan con una mentalidad moderna, unos conceptos, que están redactados en una semántica correspondiente a una mentalidad, (cosmovisión o axialidad) tradicional.
Las expresiones simbólicas de unas supuestas realidades ocultas, (= o dogmas), son realizadas a través de unas palabras, que adquieren diferente sentido y significado en otra axialidad.
Pero eso no significa que el símbolo-dogma este acabado y deba ser arrumbado al trastero de lo obsoleto. Lo que hay que hacer es metamorfosearlo a la nueva cosmovisión o axialidad, descubriendo, (o inventando), un nuevo significado mas actual.
Dice el junguiano Giegerich: “El símbolo es sólo la forma embrionaria inconclusa de un determinado significado.
El (re)nacimiento del significado, a la vez, significa la muerte de su antigua forma embrionaria, es decir, la muerte de la forma del símbolo, y significa que su significado ha recibido una mejor expresión.
La muerte de un símbolo, en tanto que equivale al nacimiento de una formulación mejor de aquello de lo que se habla, no implica que deba enfocarse como una catástrofe intolerable”.
Y por su parte, Jung, decía: “En tanto que un símbolo sea una cosa viviente, es una expresión para algo que no puede caracterizarse de ningún otro modo mejor. El símbolo está vivo sólo en tanto que está preñado de significado.
Pero una vez que su significado ha nacido a partir de él, una vez que se ha encontrado una expresión que formula la cosa buscada, esperada, o adivinada, de manera mejor que el símbolo aceptado hasta el momento, entonces el símbolo ha muerto, es decir, sólo posee significación histórica.
Podríamos continuar hablando de él como un símbolo, bajo el supuesto tácito de que estamos hablando de él como era antes de que hubiera nacido de él la mejor expresión. […]
Por eso razonar y rechazar sobre el significado tradicional de la “redención”, es dar lanzadas a moro muerto. Desde la increencia lógicamente se tiene derecho a rechazar toda la dogmática. Pero desde la fe, antes del rechazo frontal lo que habría que hacer es replantearse el nuevo actual significado de dicho símbolo-dogma, traducido a la cosmovisión actual.
Por ejemplo, (y solo como ejemplo), se podría considerar que el significado de la “redención”, podría ser, que Jesús, durante el proceso de su designación y nombramiento por el “Padre”, como Jefe y Señor de la Humanidad, habría obtenido de este, que pudiéramos unirnos a la gran Comunidad humana triunfal, (Corpus Cristi, Gran Mente Global humana, Comunión de los Santos, etc.), todos los humanos, aunque la inmensa mayoría no hayamos conseguido alcanzar los estándares de maduración y autorrealización mínimos.
Como ejemplo imperfecto pero válido, imaginaos, un aparato en el que se necesitan 4 pilas. Podría funcionar, con una pila nueva, (Jesús y los “santos”), y tres pilas medio gastadas, (el resto de la humanidad.
También la redención”, podría tener el nuevo sentido de considerar que la actual especie biológica “homo sapiens sapiens”, (nosotros) con los estándares evolutivos que tenemos, podría servir como base para servir de puente, de último escalón, antes de llegar a la evolución plena, a la humanidad final.
Eso es un concepto quizás que no está nada claro, (yo mismo lo dudo muchas veces), y quizás Jesús convenció a quien tenía que convencer, de que igual que los Nendertales no aprobaron el “examen previo”, el nuevo hombre de Cromagnon, (nosotros), sí podíamos conseguirlo.
La verdad es que no he entendido muy bien lo que dice, pero a Jung si. Me gusta ese señor, mucho más que Freud. Aunque a veces tampoco lo entiendo del todo. Y estoy de acuerdo con lo que dice de los símbolos.
Así que, hala,ya tienen trabajo los teólogos,a buscar nuevos símbolos.
Personalmente con los evangelios tengo bastante.
Tampoco me importa mucho lo de la redención,pero tiene su aquel preguntarse y … antes de Jesús, todos al infierno, como en una película de Berlanga? Claro que también habrá un símbolo para eso.
Pobre Jesús, ahí en la cruz, tan solico y tan hecho polvo… No quiero tener nada que ver con eso. Somos como somos y ya está. Si queremos podemos construir un mundo mejor entre todos. Y digo mejor, no digo perfecto. En los libros de ciencia ficción que leí, aprendí que eso de una sociedad perfecta es muy peligroso, porque claro,perfecta a ojos de quiénes?
Además, mi Dios no tiene infierno, así que no me hace falta redención. En lo que si me hace falta mi Jesús de dónde sea, porque ya no sé de dónde es,es como, digamos guía, referente espiritual. Le estaré eternamente agradecida, o el trocito de eternidad que me corresponda o… yo qué sé, durante todo mi tiempo.
Un saludo cordial.
¡No! La misma noción de redentor o de redimir es injusta y anti-humana.
Jesús puede ser «redentor» solo en la mentalidad misógina hebrea, en la cristiana que se derive de ella, (Cf. la espuria «Carta a los Hebreos») y en la tradición posterior representada en el catolicismo de occidente más que por ninguna otra por la de Anselmo de Canterbury («Cur Deus Homo»).
Toda creencia fundamentalista -propia de quien se cree en posesión de la verdad- conlleva la descalificación de quienes discrepan, y se plasma en una visión maniquea que divide a los humanos en dos bloques radicalmente diferenciados: “nosotros” frente a “ellos”. “Nuestros” son todos aquellos que afirman y sostienen lo propio; “ellos” son quienes no alcanzan ni siquiera a verlo. Con “nosotros” están la bondad y la verdad; con “ellos”, la maldad y la mentira; de nuestra lado, la honradez, frente a la falsedad de los otros…
La misma creencia fundamentalista, que lleva a una visión maniquea de la realidad y a la descalificación de todos aquellos que no la comparten, se plasma en dos actitudes características: el victimismo y el simplismo de los análisis.
Quien se cree en posesión de la verdad vive la discrepancia como una ofensa. Por ello, fácilmente se sentirá víctima ante cualquier posicionamiento que no contemple sus propios postulados: la lectura victimista brota de manera automática ante el hecho simple de actuaciones que cuestionan la “verdad” que dan por supuesta e incuestionable.
Del mismo modo, las creencias fundamentalistas no admiten matices y, mucho menos, análisis críticos. Para todo fundamentalista, las cosas son simplemente como él las ve, o quizás mejor, como el filtro de su creencia le permite verlas. Lo cual casa con el maniqueísmo al que hacía referencia. El “con nosotros o con ellos” se traduce aquí en “la verdad contra la mentira”. ¿Para qué habrían de ser necesarios análisis críticos? Es la creencia la que ya ha decidido la verdad o el error de las cosas: “verdadero” es aquello que la sostiene; “error”, lo que la cuestiona.
En este sentido, es significativamente reveladora la anécdota según la cual, cuando Galileo pidió al cardenal que presidía la comisión que lo estaba juzgando que observara el firmamento a través del telescopio para comprobar el movimiento de los planetas, este respondió: “No necesito mirar por ningún sitio; yo sé bien cómo son las cosas”.
Si se observa con cuidado, no es difícil advertir, detrás de ello, un sentimiento etnocéntrico, Característico de la consciencia mítica, el etnocentrismo conlleva la creencia de que solo su grupo es portador de la verdad (y de la salvación). Pero es justamente ese lema –“Estamos en la verdad”– el que, explícito o latente, constituye el postulado básico del fundamentalismo, de donde se derivan el conjunto de actitudes y comportamientos que son asumidos acríticamente y justificados apriorísticamente por el propio grupo.
Por lo que, en ningún contexto como en este, se muestra especialmente sabia la advertencia de Antonio Machado: “¿Tu verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela”.
FUNDAMENTALISMO Y MANIQUEÍSMO
28-ENERO-2018 ENRIQUE MARTÍNEZ LOZANO
Pues eso pasa. Que gracias a personas que se han hecho esta pregunta a nivel personal y a teólogo como el señor Sunyol y otros muchos, ya se puede decir a voz en grito: menuda locura, mi Dios es otro. Y no te sientes hereje ni nada
Y es cierto también que otras muchas personas cristianas, casi todas, creen que eso es así. Y es el fundamento de la fe de los buenos cristianos. Y no hay que menospreciarles , sencillamente siguen fieles a su fe, la que se sigue enseñando y un montonazo de teólogos , casi todos ,siguen defendiendo. Convencidos? Pues no lo sé. Supongo que unos sí y otros no. Causas para mantener esta postura hay muchas. Por ejemplo, yo no lo creo, pero tu, dulce oveja, necesitas creerlo. Algo que ya planteo Unamuno.
También puede ser porque desdecirse de esa afirmación pondría en peligro la iglesia, pero en uno enorme, los de arriba jamás lo consentirån.
Sobran razones. Otra cosa es lo que personalmente se piense. No dudo de que la mayoría de los teólogos se lo han planteado. Pero es realmente dificil que esa idea nos llegue a nosotros, los laicos.
Un saludo cordial
Me hago tres preguntas: ¿Qué entendía Pablo por redención? ¿Qué ha entendido la Iglesia al mantener esta teología? ¿Qué entiende una persona cristiana que no admite ni el mensaje de Pablo y el dogma católico cuando habla de redención o de la salvación que Jesús pudo llevar a cabo con su muerte y su sangre?
El relato de que Dios, ofendido por los pecados de los humanos, envió a su propio hijo al sacrificio para que su sangre borrase el pecado de la humanidad se ha mantenido y se mantiene actualmente en millones de creyentes en el dogma. Ni los cuentos infantiles más perversos son capaces de enviar un mensaje tan irracional y cruel como éste de la redención cristiana.
Actualmente se dice, sin la salvación de Jesús, el destino de cualquier ser humano después de morir era o bien un limbo de espera a que Dios se acordase de ellos, o un infierno donde eternamente sufriría lo inimaginable e indecible. ¿Quién, con unas capacidades intelectuales mínimas puede creerse tanto absurdo? ¿Un Dios tan cruel con los seres humanos y con su propio hijo?
Actualmente hay corrientes teológicas que dejan de lado estas insostenibles barbaridades, y se toma como modelo de ser humano a un hombre histórico, Jesús, que con su vida indicó un camino para que nosotros y nosotras podamos salvarnos de nuestras miserias humanas y ayudemos a que la humanidad se asiente sobre valores de los que todos los seres humanos puedan beneficiarse en esta vida.
Es cierto que ya casi no se predica el infierno, el limbo ya lo eliminó Juan Pablo II, la gente ya no se lo cree, pero el dogma sigue vigente e intocable. Los funerales cristianos hablan del encuentro con Dios-Padre, previo el relato de las bondades del difunto, no se suele hablar en estas situaciones de la maldades del difunto, por respeto a sus familiares, familiares que no pierden la esperanza, aunque no crean, de volver a verse con el difunto o difunta no se sabe dónde.
¿Dónde se queda el tema de la redención de nuestros pecados y para qué?
Miquel vuelve a plantear el tema de la encarnación -de la divinidad de Jesús- que es el centro de la teología cristiana; de la teología, pero no del evangelio. Actualmente esta creciendo el impulso de volver al evangelio, al Jesús de Galilea; a lo que nos ha llegado sobre el Jesús de Galilea, como le gusta puntualizar a Miquel. La teología está atrincherada en los dogmas y resulta difícil de asaltar. Jesús -lo que sabemos de él- no se dedicó a teorizar, prefirió mostrar su experiencia del amor en su contacto solidario especialmente con los más necesitados. La construcción teológica vino después para justificar el cambio dentro del judaísmo heredado y para presentar una explicación racional ante la cultura grecorromana. Estamos en un cambio cultural radical que afecta a las explicaciones conceptuales, pero el ejemplo de Jesús va más a fondo, a la conciencia ética humana, y ésta permanece en los valores de amor y solidaridad. Insistamos en estos valores, como parece proponer el Papa Francisco, y las explicaciones, la teología, se irá adecuando a la igualdad universal que reclaman nuestra conciencia y los signos de los tiempos.