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¿Navidades heréticas?

Comencemos con el texto de un dibujo que, creo, era del inefable Cortés: “Si la gente pensara seriamente en lo que significa que Dios se encarne: que se ponga radicalmente de parte de los más pobres y demuestre que la única religión verdadera es el amor verdadero, si la gente pensara de verdad a qué les compromete decir que Dios nació en Belén…, probablemente no se pondrían tan contentos cuando llega Navidad”.

        Cuando Fidel Castro decidió suprimir las navidades, medio mundo se le echó encima por ateo y anticristiano. Concedo que medidas de ese tipo no pueden imponerse dictatorialmente. Pero queda pendiente otra pregunta: ¿verdaderamente era esa medida “anticristiana”? ¿O, como pasaba cuando acusaban a Jesús de “blasfemo”, era más profundamente creyente que la de sus acusadores?  Veámoslo un momento.

        El nacimiento de Dios, ¡del mismo Dios!, en pobreza y desamparo humanos, lo hemos convertido en un aquelarre de consumo inútil, que ya no revela nada de la solidaridad de Dios con nosotros, sino de nuestra insolidaridad con los otros. Visto desde ese divino “amor hasta el extremo” (como dice un evangelio), lo que debería ser la fiesta de lo humano, se ha pervertido en la fiesta de lo inhumano. El establo es sustituido por algún “Corte inglés”; la compañía del buey y la mula por la del cochinillo y el cava. Los socialmente despreciados (pastores) y los extranjeros (magos), únicos que, según el evangelio, perciben y anuncian el nacimiento de Dios, son hoy unas figuras bucólicas bien vestidas y unos “reyes”. Por eso no tienen ya nada que anunciarnos, como no sea que la vida carece de sentido y que sólo podemos llenar ese vacío consumiendo. La noche fuera de la ciudad “sin lugar en la posada”, se ha travestido en las arterias bien iluminadas de nuestras urbes, donde se malgasta energía para animarnos a derrochar dinero. La solidaridad de Dios que se revela dándose hasta el anonadamiento, la pervertimos en solidaridades artificiales que rifan objetos de famosos. Y en lugar de celebrar el nacimiento de Dios celebramos el nacimiento del Despilfarro. Cada año, familias que se reunían por inercia, bajo ese eslogan de celebrar el cariño y la unión familiar, se despiden más distanciadas y más enemistadas, sobre todo si ha andado de por medio el dinero. Al final, una publicidad detestable nos escupe una pésima parodia de Bécquer diciéndonos: “Navidad eres tú”. Así es cómo la fiesta del amor se traviste en fiesta del egoísmo.

        Guinda de toda esta perversión puede ser aquel tristemente célebre belén del hospital de Castellón, dado a conocer el año pasado por estas fechas: 90.000 € anunciados por algún ángel moderno, y no precisamente a los pastores ni a los enfermos… Si esto no es blasfemia y herejía que venga la Congregación de la fe y que lo diga.

        Concedo que no siempre fue así. Muchos villancicos todavía reflejan poética e ingenuamente ese encuentro de la mejor humanidad en lo sencillo, y de lo material como expresión (no como sustitución) de lo espiritual. Lo que hoy denuncio es fruto de esa inevitable “entropía”, que es también una ley de la historia y no sólo de la física. Y que se agudiza al descristianizarse la sociedad.

        De manera sencilla y nada agresiva, eso debería preocuparnos a los cristianos. ¿Sería absurdo que todos aquellos que creen en (y celebran) el nacimiento del mismo Dios en el abandono y la pobreza, convirtieran esos días sagrados en jornadas de total renuncia al consumo, de intensificación de la presencia solidaria entre las víctimas de este mundo cruel, y de plena reconciliación y perdón entre nosotros y con todos los seres humanos? ¿Días en que se nos repitieran algunas palabras bíblicas como: “Escucha pueblo creyente, nuestro Dios es solamente uno; ámale con todo tu corazón, con toda tu alma y todas tus fuerzas” … O “los dioses y señores de la tierra no me satisfacen”? Dejemos pacíficamente que quienes no tienen otro dios se entreguen al consumo desenfrenado. Quizás incluso, si nosotros renunciamos seriamente a consumir en esos días, les haremos un favor por aquello de que, al disminuir la demanda, baja también el precio de la oferta.

        Puestos a soñar, podría suceder que las Iglesias cristianas, que no deben pretender imponer su fe ni cambiar eso a la fuerza como Fidel Castro, se plantearan seriamente la posibilidad de abandonar la fecha de 25 de diciembre como celebración del nacimiento de Jesús de Nazaret. De hecho, Jesús no nació ese día ni sabemos en qué día fue. Se eligió esa fecha para transformar la fiesta pagana del nacimiento del sol. Pero quizás es tiempo de dejar que la sociedad no cristiana recupere aquella fiesta pagana y trasladar la navidad cristiana a otra fecha: quizás un mes después, por aquello de que estaremos en plena cuesta de enero.

        Así, además, las fiestas laicas del solsticio de invierno pasarían a ser, para la liturgia cristiana, nuevos días de “adviento”, que preparan para el nacimiento de otro Sol que nunca se enfriará.

[Este artículo salió publicado ayer en La Vanguardia de Barcelona] 

11 comentarios

  • Román Díaz Ayala

    Siento un profundo respeto y cariño por las navidades y entiendo que cada cual la celebre o nó a su manera, como tradición familiar, como fiesta entrañable, como un “tostón” que interrumpe la rutina de vida, o como una oportunidad para sus negocios.

    De pequeño en Cuba, en aquel pueblito crecido junto al central azucarero, mi padre, única vez en el año, llevaba a casa loo imprecindible: manzanas rojas, uvas, nueces y avellanas importadas de California (USA) un vino de Rioja y sidra asturiana, turrón de Alicante duro y blando. Nos tocaba un poquito de cada cosa.

    En el patio de casa se asaba “un lechón” que mi madre había alimentado durante meses, sobre unas brasas puestas en el suelo. La matanza había tenido lugar de madrugada y mi padre, diestro con el cuchillo, lo desviceraba mientras mi madre recogía la sangre y preparaba “la gandinga” del mediodía.

    Estábamos todos en casa, mis padres, seis hermanos, y algún que otro familiar según los años. Los recuerdos de España alimentaban nuestras imaginaciones infantiles.

    Yo no conocí la “Misa del Gallo” hasta los once años, en 1957, cuando me había convertido a la fe y la Navidad adquirió un nuevo sentido para mí.

    En España las cosas fueron distintas. El sentido religioso y la sociedad iban de la mano, y así lo entendí. Era una sociedad distinta a la que había dejado en Cuba, aunque unidas por la misma cultura española de origen.

    Por eso, no entiendo, que se pretenda un cambio de fecha, porque no es cuestión de efemérides.

     

    Con mis mejores deseos para toda esta comunidad atriera a la que he llegado a querer, incluso a las personas anónimas que aquí se asoman y leen, al calor de vida compartida.

  • George R Porta

    No es importante que González Faus, el autor, sea incompleto en su crítica como le imputo, aunque sea cierto o lo parezca a mis ojos. Humano al fin y al cabo no puede ser invulnerable al error o a la incongruencia, o a la contradicción.
     
    Lo que sí está mal es su necesidad y la mía de denunciar a quienes hacemos mal las cosas (y estoy seguro de que él no se considera exento de error) pero los que criticamos, al menos él y yo en este caso, al censurar o señalar nos identificamos con lo malo, en lugar de amar la realidad tal y como la realidad es, en su unidad.
     
    Una válida comparación fuera que para que sane o mejore una herida ha de tratársela con delicadeza, incluso cuando hay que limpiarla de lo infectado. Exacerbarla solo puede empeorarla.
     
    Es bueno que haya quien quiera celebrar con una cena buena y alegre y con danzas y cantos la Nochebuena o la Navidad, y que se intercambien regalos. Cada cuál ha de tener la ocasión de expresarse como sabe o prefiere.
     
    Y puede haber exceso también en la austeridad.
     
    En cambio, hacer algo para que aquellos que no tengan ni alimento, ni alegría, ni compañía, ni vestidos, ni salud puedan mejorar su situación, eso no es una opción de nadie, agnóstico, ateo o creyente. En el ritual de la Cena de Seder, tras de revisar que no haya levadura en el hogar, la madre de la casa sale a la calle a ver si hay alguien que no tenga dónde celebrar la Cena y si encuentra a alguien le invita a que pase. Eso es cristiano. O mejor, quizás, esa es una herencia hebrea que los cristianos a menudo hemos olvidado.

  • francisca Balaguer

    Me he olvidado deciros que a pesar de todo lo dicho  anteriormente en casa hacemos el turrón, y pongo un nacimiento, y engalano mi casa, lo he hecho siempre y me encanta. No quiero que penseis que no me gustan las cosas buenas. Y ya hemos celebrado la Navidad con unos amigos, El marido una de mis amiga era Capuchino y se enamoraron  y el salió para casarse con ella, era viuda y tiene cuatro hijos el mayor de los cuales tiene la misma edad que El. Cada uno ponemos además de nuestros sentimientos i anhelos en común. Después de celebrar el convite con Jesus nos alegramos con los buenos manjares que hacemos cada uno y brindamos con un buen vinito, ya veis que somos muy humanos. Otra vez molts d’anys.

  • francisca Balaguer

    Yo estos dias pienso mucho en la gente que lo pasa mal. En todos los refugiados, en la gente que esta sola y enferma. Jose y Maria, debian-multimedia ser personas mas bien pobres. Os imaginais una mujer embarazada buscando un lugar para descansar. Yo he estado cinco veces embarazada y los últimes meses no sabes ni como colocarte. Pero mis hijos nacian como ricos y yo al sentir du llanto d’abans gracias a Dios por aquel milagro y venian padres i hermanos a verme. Como puedo comparar me en Jesus y sus padres? Creo que pienso demasiado y no me gusta la Navidad tal como se celebra. Prefiero la Pascua, la Resurreccion de Jesus, que nos resucita a todos y nos llena de vida y que vence la muerte. El gozo de saber que ya no hay pobres ni ricos (aunque si) pero tenemos Esperanza. No creáis que estoy triste, solo que soy consciente del mundo en que vivo. Me siento tan feliz con mis hijos y mi esposo que deseo que todos seáis como yo. Seguid escribiendo, os leo siempre y no pongo nombres porque os quiero a todos y a todos y os deseo que seáis muy felices estos dias y siempre y que cada día nazca a Jesus en nuestros corazones y alabemos a este Dios que es Amor para todos. Un abrazo.

  • olga larrazabal

    A Jesús le gustaban las buenas fiestas.  Iba a las bodas y mejoraba los vinos, celebraba la Pascua Judía con sus amigos y seguramente amigas, para lo cual arrendaban una habitación en un restaurante.  Y así con todas las fiesta judías que generalmente son alrededor de la mesa con bastante comida.

    La Navidad nuestra correspondía a Hanukkah, las Fiesta de las Luces y también corresponde al cumpleaños de Mitra y de algunos dioses indoeuropeos.  Y el Cristianismo como buena religión sincrética agarró un poco de cada una.  Pero en el fondo está el solsticio y el sol ha regido siempre la vida y todos los pueblos han festejado su retorno.  Y los seres humanos necesitan festejar más y guerrear menos, necesitan más esperanza y sensación de festejo y alegría, que amargura y luto, escándalo y tristeza.

    ¿Que la Navidad ha dado origen a un comercio desenfrenado?  De acuerdo.  Pero no solo la Navidad, todo se ha convertido en una feria libre. Se venden más pesticidas que cava. Y más armamentos que mazapán.

    Hay que organizar una buena fiesta para que los hijos y nietos se junten con las generaciones pasados, de lo contrario no les veríamos el pelo.

     

  • George R Porta

    Los peligros del lenguaje: «Amor verdadero», «la única religion verdadera es el amor verdadero»… fuera más apropiado quizás decir «amor» porque in amor falso no puede existir; «la mayor humanidad es la que ama».

  • George R Porta

    No comentó lo de la supresión de la Navidad en Cuba (la cual yo viví) y que GF simplifica demasiado, ni lo de la donación para el Belén en el hospital que menciona y en cambio no se detiene a considerar el valor de los bienes raíces de los jesuitas, por ejemplo en Roma y que no son transparentes precisamente en cuanto a su disfrute y a la distribución de sus rentas, ni a la divulgación de la ideología capitalista neoliberal en el Colegio de varones de Miami, que me consta y una vez se lo comenté en Manresa y me salió por peteneras. Además, en alguna medida, tiene razón En todo eso que critica .

    La cuestión esta de las Navidades es que cada cuál ha aprendido a atribuirle un significado. Prefiero exhorter al desprendimiento el año entero y que quien quiera también lo haga en estos 15 días del 25 al día 6 o se tome in receso y se divierta comiendo y bebiendo o regalando. Hay tanto mal dentro y fuera de la Iglesia que realmente estas tres semanas de pretensions, ilusiones y desengaños (las homilías en las misas son a menudo in desastre pero los villancicos son a menudo extraordinarios).

    Está También el problema de la edad y las diferentes percepciones de la vida y las tradiciones y las creencias. Estos días que el Congreso estadounidense está aprobando una reforma de los impuestos de la cual el 83% de los cambios beneficia al 1% de la poblacíon y perjudica al resto, no estará mal anestesiarse un poco con lo que se pueda, sobre todo si ya no se puede razonablemente creer en toda esta leyenda lucana del Belén, la matanza herodiana, los tres reyes, magos, sabios o lo que fueran que atravesaron en camello medio mundo para llegar a Belén (tercera capital de Israel: Coraz’;in para los del Norte, Jerusalén para in montón de gente que se ama-odia, y Belén para los cristianos que se pueden pagar el viaje).

    Pienso en la trascendencia de la Navidad para el mundo no Cristiano (el falsamente cristiano y el realmente no Cristiano) y tanto para los ateos ricos y poderosos que subvencionan las religiones, los agentes de estas que siguen divulgando la anesthesia ideológica de sus prédicas (y algunas veces las esperanzas, es cierto) y la más dolorosa y absoluta destitución de quienes apenas si pueden pasar cada día navideño con una taza de leche en polvo de la que regala Unicef o las NNUU.

    Una nota al margen: Fue realmente hermoso que Trump se retratara todo sonriente entre las ramas del árbol navideño de la Casa Blanca, como si fuera una de esas bolas navideñas que adornan esos árboles, precisamente cuando lo están investigando de corrupción y traición. Me pareció una metáfora de la leyenda de Belén y en medio de ella la matanza de Herodes, esta mezcla de dulzor y amargura que es la vida, con o sin mitos y leyendas navideñas.

    Dicho sea de paso, la reforma del código de impuestos que está aprobando le beneficiará a él solo sin incluir a la familia, en un ahorro de por lo menos 100 millones en los próximos 10 años y eso sin que sepa con exactitude el contenido de la ley. Como cada pueblo a menudo tiene lo que merece, este que lo eligió bien que se merecerá cuatro años más de Trumpismo si lo reelige.

     

  • ana rodrigo

     
    Pienso que tanto Carmen como González Faus tenéis razón porque veis la cuestión desde diferentes puntos de vista. La Navidad laica y la Navidad cristiana.
     
    Todas las sociedades han tenido y siguen teniendo sus ritos para celebrar distintos aspectos de la vida.
     
    Faus tiene razón cuando plantea lo poco que tiene que ver el consumismo navideño con el mensaje cristiano de la austeridad compartida y la solidaridad y justicia con los desfavorecidos y sufrientes de todo tipo que existen en cualquier rincón del mundo.
     
    Pero no es menos cierto que la fiesta pagana del solsticio de invierno que se celebraba antes de cristianizarla, era un rito de alegría  para celebrar la vida y el sol como fuente de vida.
     
    Qué ahora se cambie el sol por el nacimiento de Jesús, no cambia mucho las cosas para los no creyentes en que Jesús sea Dios de la vida, etc. La Navidad es el pretexto-ritual de alegría compartida, días de la familia, de obsequios, de buenos deseos, de villancicos (por muy surrealistas que sean su letra), etc.
     
    La vida nos trae problemas, pero también no da muy buenos momentos que hay que disfrutar y celebrar, cada cual como pueda, quiera y sepa.
     
    A mí me encanta estos días compartir mis buenos deseos con tanta gente que quiero y que me quiere, me encanta recordar y hacer lo posible por hacer felices aquellas personas de mi entorno, me viene muy bien el reflexionar y recordar aquellas otras a las que no puedo llegar, me viene bien pensar lo mal repartida que está la riqueza en el mundo y hacer lo que esté en mis manos, aunque sólo sea denunciar, por conseguir otro mundo más justo.
     
    En fin, me gusta la Navidad, y aprovecho para desearos que disfrutéis de la misma y que seáis muy, muy felices todos y todas quienes formamos esta comunidad atriera.
     

  • oscar varela

    Hola!

    El Autor pareciera propiciar algo así:

    -“En-Carnación” sí,

    pero ¡”no tanta Carnación”!-

    Hay que controlarla poniéndola “des-encarnada”

    (en otra Fecha)

  • mauricio

    Fantastico articulo,¡Como hemos podido pervertir el sentido de la Navidad!

  • carmen

    Pues bueno.

    Pues a mí me gusta la Navidad.

    Pues seré una hereje horrible, de todas maneras no es la primera vez que me lo dicen.

    Pues para una fiesta alegre que tenemos todos los cristianos, que nos la quiten.

    Pues yo quitaría antes todas esas procesiones que te llevan a pensar que eres un ser malísimo porque has matado al miso Dios a base de ser un ser maléfico. Menos mal que en mi ciudad dan caramelos y bollitos y huevos cocidos y habas y…. por lo menos no estás pensando todo el tiempo lo malísimo que eres y mira lo que has hecho. Pobre Jesús. Anda que no he soñado de cría por la noche el jueves santo, la única procesión seria que tenemos y que llamamos la del silencio. Se apagan todas las luces  de las calles y únicamente ves un cristo con una base de flores. Me aterrorizaba.

    Pues guardo infinitos buenos recuerdos de la Navidad, de mi familia, de la familia que luego formé, de todo. Buenos recuerdos. Y tristes porque echas en falta aquellos que no están, pero es una tristeza dulce.

    Pues si nos ponemos que quiten también las romerías de la virgen , como tienen su origen en fiestas paganas, pues fuera . Son alegres también. Me estoy acordando de Jorge, el personaje del libro El nombre de la rosa.

    Pues yo celebro el cumpleaños de Jesús, ustedes no sé. Y además, seguro que lo cuidaron muy bien y lo quisieron mucho, porque si no no hubiese podido salir con esa visión del mundo tan positiva.

    Pues a mí me gusta ser hereje.

    Pues que sepan que el  24 por la noche, me tomaré una copa de cava con el deseo de que todos ustedes pasen una feliz navidad, cada uno a su manera.

    Pues me voy a la calle, todavía tengo que preparar mil cosas, y poner el árbol y el belén y…

    Un saludo cordial.