¿DÓNDE Y CÓMO SE LA ROMPIÓ?
¿Tenemos algún documento histórico, no-jesuítico,
que hable de ello?
Ya hace un cierto tiempo, un buen amigo me dejó muy impresionado: me dijo que existían, además de la explicación tradicional que nos dieron, otras versiones sobre cómo san Ignacio se rompió la pierna.
La versión que me comunicó era suficientemente creíble y así lo hice constar en mi escrito sobre san Ignacio y la búsqueda de los tesoros del templo de Salomón (1).
En Pamplona se ha roto la pierna. La versión oficial de “la bombarda” que “le acertó a él en una pierna, quebrándosela toda“, puede dejar paso a otras versiones que se ajustan más con su carácter “especialmente arriesgado en el juego y en cosas de mujeres y en revueltas y cosas de armas” (2).
La otra versión, más en consonancia con su carácter de aquel tiempo, decía –para algunos de forma sacrílega– que nuestro santo se había roto la pierna al saltar por el balcón a la llegada imprevista del marido
¿Cabe esta posibilidad según los documentos que tenemos? Y aquí pensaba, no solamente en la famosa Autobiografía de san Ignacio (Gonçalves da Cámara) de 1553-1555, sino también en la carta de Laínez a Polanco (16 de junio de 1547), considerada como la primera biografía del santo, y en los escritos de Polanco (1548-1549), de Nadal (1557) y de Pedro de Ribadeneira (1583).
No te extrañará, a quien me conozca como fiel hijo de san Ignacio, que siga su “Prosupuesto“
Para que así el que da los exercicios espirituales
como el que los rescibe, más se ayuden y se aprovechen;
se ha de presuponer que todo buen cristiano
ha de ser más prompto
a salvar la proposición del próximo que a condenarla;
y si no la puede salvar, inquira cómo la entiende.
Y esto planteaba una segunda pregunta: ¿Podían existir documentos no-jesuíticos de la actuación de san Ignacio en la defensa de la fortaleza de Pamplona?
Me resultaba bastante extraño que, durante tantos años de vida en la Compañía, nadie me hubiera presentado ante mis narices, un documento histórico no-jesuítico que diera testimonio del hecho que el más joven de los Oñaz había participado en la defensa del castillo de Pamplona en el bando del rey de Castilla. Pocos son los jesuitas que, hoy día, se atrevan a dar una respuesta afirmativa. Incluso pregunté a un compañero del cual podía pensar que, por razón de los cargos que había tenido, me daría una respuesta clara. No me supo dar respuesta clara a mi pregunta, pero sí que me indicó que mirara el escrito del P. Laínez, considerado como la primera biografía del santo.
¿Cuáles son los documentos jesuíticos?
[Quien quiera seguir hasta el final esta investigación hagiográfica, puede hacerlo en su blog http://usuaris.tinet.cat/fqi_sj/cama_trencada_sp.htm#seguir Después se puede volver aquí para dejar los propios comentarios. NdA]
Resulta difícil abstenerse de recorder este otro descuartizamiento que por siglos ha sufrido la carroña venerada en las reliquias y lo irónico que resulta el cambio de exigir el enterramiento del cuerpo en su totalidad hasta permitir la incineración, obviamente por razones de espacio de enterramiento y finanzas. Esta cuestión y manera de proceder ha sido regulada de Nuevo por una instrucción de la Congregación para la Fe: 2016: http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20160815_ad-resurgendum-cum-christo_sp.html
Hola!
Leo de Miquel:
– “…ponerle letra y música”-
Ok! El tanguito imprescindble.
COMPADRÓN
Compadrito a la violeta,
si te viera Juan Malevo
que calor te haría pasar…
No tenés siquiera un cacho
de ese barro chapaleado
por los mozos del lugar.
El escudo de los guapos
no te cuenta entre sus gules
por razones de valer.
Tus ribetes de compadre
te engrupieron, no lo dudes…
Ya sabrás por qué!
Compadrón,
prontuariado de vivillo
entre los
amigotes que te siguen,
sos pa’ mi, aunque te duela,
compadre sin escuela, retazo de bacán.
Compadrón,
cuando quedes viejo y solo
(colo)
Compadrón,
y remanyes tu retrato
(gato)
notarás que nada has hecho…
Tu berretín deshecho
veras desmoronar.
Tomado de AlbumCancionYLetra.com
En la timba de la vida,
sos un punto sin arrastre
sobre el naipe salidor,
y en la cancha de este mundo
sos un débil pal biabazo,
el chamuyo y el amor.
Aunque busques en su verba
pintorescos contraflores
pa’ munirte de cachet,
yo me digo a la sordina
Dios te ayude, Compadrito
de papel mache.
https://www.youtube.com/watch?v=DiyYSBW_Z-s
La alternativa que presenta Olga no se puede descartar y no sería muy difícil ponerle letra y música.
Iñigo, después de abandonar la fortaleza en las primeras sombras de la noche, penetra en la ciudad y se adentra en sus callejuelas a la búsqueda de “cosas de mujeres”.
Un mozuelo navarro (de unos 15 años) no le cede el paso e Iñigo, que rondaba ya la treintena y consciente de ser de la casa del virrey de Navarra, al servicio del rey de Castilla Carlos I, le da un empujón. El mozuelo no se amilana, Iñigo va a sacar la espada (la espada que el autor de estas líneas tuvo en sus manos, por unos instantes, el año 1956 en casa de su abuela), el mozuelo grita “A mí, ¡los Azpicuelta!”. De repente, de las sombras surgen dos buenos mozos navarros, los Jasso de Azpicuelta, Miguel y Juan, en defensa de su hermano menor Francisco (sí, sí, el Francisco Javier que todos conocemos), y detrás de ellos, desde diversas tabernas, unos cuantos más.
La escena que sigue a continuación no es necesario describirla ni sus efectos tampoco.
Razón profética tuvo la buena de Doña María de Guevara, madre de doña María de Velasco, esposa de Juan Velázquez, quienes acogieron en su palacio de Arévalo a Iñigo para “tenerlo en su casa como hijo propio y colocarlo luego con su favor en la Casa Real” (P. de Leturia, El gentilhombre Iñigo López de Loyola en su patria y en su siglo).
Doña María de Guevara, viuda ya en 1479 y que vivía con su hija en el palacio de Arévalo, era pariente de doña Marina Saenz de Licona, la madre de Iñigo. Según cuenta G. de Henao (Averiguaciones de las antigüedades de Cantabria, 1689), un día que volviendo Iñigo de travesear en la calle con otros rapaces, y algo herido, le recibió su tía (doña María de Guevara) riñéndole: “Iñigo, no asearás ni escarmentarás hasta que te quiebren una pierna”.
Algunos han querido ver en estas palabras una profecía, pero la “profecía” de doña María de Guevara se cumple mejor en este escenario de callejuelas oscuras que no en el escenario de la bombarda de la fortaleza.
Especular tiene su valor, pero si le partieron la pierna cuando huía de regreso a casa, quien que huye del espectáculo de muerte y carroña de una guerra en la que debió haber tanto muerto o herido y la propia vida estuvo tan en peligro, se entretiene en crear camorras callejeras maltratando a un joven por el que han de sacar la cara sus hermanos?
Esta especulación es particularmente últil porque quizás la verdadera cara de Inigo es esta de un degenerado matarife que resuelve su PTSD a base de maltratar gente menos fuerte o más indefensa (bullying que dicen los gringos) crear trifulcas y que, claro, termina como debe ser aunque no se trate de aventuras de spaghetti weterns (aún no se conocían), castigado por otros más fuertes que él. Y como la novella pudiera prolongarse un pelín, más este fuera el escenario en el que mucho más fácilmente se hace cuenta de lo mal que se ha vivido sin que haya necesidad de la aparición de la Sra. de Aránzasu ni esas otras alucinaciones que fueran más bien embelecos.
Una nota discordante fuera que el hermano quisiera que semejante bellaco, buscalíos permaneciera en casa en vez de dejarle marchar a buscar pleitos a otro lugar. Si me parece major quitar lo de la alucinación de la Sra. de Aránzasu, no me parece lo mismo del cuento del moro y de la mula o la burra o quizás el camello que torció desviándose por el camino contrario y así esta nueva mula o burra o lo que fuera, le salvo la vida porque el cojo de marras, arrepentido y penitente desesperaba por desmontarle la cabeza de sobre los hombros.
Con todo, estas historias del Sandokán vasco han dado para escribir tanto y quien lo dijera, hasta pueden evocar tangos.
Tal parece que «mito = falso» es solo la cuarta acepción que el DRAE atribuye a la palabra «mito».
Por lo demás, solo es justo aclarar cuando se utiliza la palabra de esa manera y no dejarlo al contexto. El mito, como la metáfora o como la poética refiere figurativamente al menos a la realidad. Esto dice el DRAE en la primera de las dos explicaciones que da:
mito1
Del gr. μῦθος mŷthos.
1. m. Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico.
2. m. Historia ficticia o personaje literario o artístico que encarna algún aspecto universal de la condición humana. El mito de don Juan.
3. m. Persona o cosa rodeada de extraordinaria admiración y estima.
4. m. Persona o cosa a la que se atribuyen cualidades o excelencias que no tiene. Su fortuna económica es un mito.
Hola Carmen: Buscar la realidad del mito que existe detrás de cada historia bien contada, puede ser un ejercicio de realidad que mucha gente no aprecia. Menos los que viven del mito. Además el mito toma vuelo propio, enciende las imaginaciones y va creando nuevos mitos, y sobre esos construimos nuestra realidad. Y claro, es mucho más bonito que Cenicienta se case con el Príncipe para nuestro imaginario romántico, que haga la revolución de los cucharones en la cocina y logre un aumento de sueldo o le den una patada y la dejen en la calle.
Así me imagino que la realidad de Iñigo de Loyola se tiene que haber desmoronado en muchos sentidos, para pegarse el tremendo viraje que se pegó. Porque con una novelita de santos y con una quebradura de pata, no creo que baste. La aventura Navarra debe encerrar más complicaciones que lo llevaron a cambiar de patrón, a servir a Dios en vez del Rey de Castilla.
Pues sí, La gente cambia. Hay experiencias en la vida que te hacen cambiar.
Lo malo de construir nuestra realidad sobre los mitos es que antes o después te das cuenta de que no existen los príncipes azules. Y la que te habla modificaba todos los finales de los cuentos para que mis hijos no oyeran que el lobo se comía a caperucita o que el patito feo lo pasó fatal de pequeño, los ogros eran grandes y buenos, como Srek…
Los mitos es un tema fascinante. Sabemos que no son ciertos ,pero nos encantan.Bueno, unos sí y otros no.
Será porque en el fondo todos soñamos con un mundo mejor, Vaya usted a saber.
Pues a mí si me habían contado en esos ejercicos espirituales que hacíamos en el colegio que Ignacio de Loyola vivió una ‘ juventud alegre’ hasta que sentó la cabeza y se hizo muy bueno.
Como Agustín de Hipona que por lo visto traía de cabeza a su madre. De eso me enteré más tarde. Y después por lo visto se arrepintió como demasiado, no sé.
Y Pablo de Tarso, pero ese iba de infiel.
Y el príncipe que acabó siendo el primer Buda. Este es el que más me gusta. La historia es preciosa.
Sí, detrás de cada movimiento ideológico hay un mito bien contado. Diría que es lo que el señor Sunyol pretende insinuar en este estudio que ha hecho.
Pero claro, habría que plantearse entonces cuál es la parte de mito que hay en todo relato bien construido.
Un saludo cordial
«Iñigo de Loyola, ese enigma» es un ensayo extraordinariamente detallado y bien documentado a mi parecer, escrito por Ignacio Cacho Nazabal (eda. Ed. Bilbao, Mensajero, 2003, 482 páginas ISBN-13: 9788427125117) estrictamente estudia la mala conducta de Ignacio a lo largo de su vida y, habiéndolo leído, me parece que no solo le regresa con justicia su vulnerable humanidad a Ignacio, sino que muestra un lado de él que el óleo de Montserrat Gudiol que está permanentemente expuesto en la antesala de la «cova» de Manresa, evoca tan extraordinariamente. Ese retrato de Gudiol ilustra la sobrecubierta.
Alcanzó dos ediciones y desapareción al parecer porque a Kolvenbach no le gustaba, lo cual sea quizás una recomendación positiva.
Olvidé mencionar que Amazon vende el libro de Cacho Nadal «Inigo de Loyola, ese enigma» por la bicoca de US $926.24 y Abebooks lo vende por $421.14. Quizás se abarate con un poco más de tiempo.
OK. Seguramente será una recomendación positiva, sobre todo para los no jesuitas.A lo mejor al nuevo Jefe le gusta.
Gracias.
Bueno, detrás de cada movimiento ideológico, incluyendo a las religiones existe un buen mito bien contado.
Sin ir más lejos los arqueólogos israelíes no han encontrado pruebas físicas ni de la grandeza del Reino de Judá, ni de su templo, ni de David ni Salomón, ni siquiera de Moisés. Ni de la muerte de miles de cananeos en manos de los conquistadores hebreos y su desaparición. Y miren el tremendo libro que escribieron acerca de estos temas, y la cantidad de gente que los toma al pie de la letra, olvidando que han pasado por varias traducciones.
Verdad o mentira, el cuento ha sido contado magníficamente. Si Iñigo era un fresco mujeriego, mercenario del Rey de Castilla, cambió bastante,y generó una obra que ha trascendido por 4 siglos y algo.
Yo pensé que la pierna se la habrían quebrado en la pateadura que la familia Azpilcueta y otros vasco navarros le habrían dado por contribuir a la destrucción del Reino de Navarra, siendo miembros de la misma tribu.
Esta es la entrada que quice hacer a las 2:59 am y que por un error mecánico aborté antes de revisarla. Quizás la redacción de Atrio, pueda hacerme el favor de eliminar aquella y dejar la que sigue en reemplazo.
La agresividad es una reacción al miedo cuando la huida no es factible. Quien haya experimentado la urgencia de escapar o pelear para no sucumbir lo sabe. ¿Quién no ha experimentado eso?
No fuera racional agredir (defenderse o tratar de destruir) algo o alguien que no haya sido primero percibido como amenazante. Incluso en estado psicótico el ataque se produce solo por miedo y contra aquello que se percibe, real o virtualmente, como amenaza o como fuente de peligro y a nivel quizás muy profundo como amenaza de muerte que exige matar para sobrevivir, al menos metafóricamente hablando.
En la literatura sobre la violencia «doméstica en la cárcel» quien se cree macho dominante y reduce a la condición «femenina» a otro encarcelado, primero se rodea de un grupo de otros encarcelados que le defienden porque él les provee, los compra. Todo esto revela la presencia más o menos visible del miedo. La «violencia doméstica» en la cárcel femenina es radicalmente diferente, aunque constituya también una ecuación de poder en el que una de las dos mujeres reduce a la otra. Comparativamente la diferencia del grado de sadismo entre ambas cárceles es exponencial superando la masculina a la femenina.
La Iglesia no es diferente. La familia patriarcal no es diferente. Las diferencias son de proporcionalidad, no de naturaleza.
No hay otra explicación del maltrato de las mujeres por los hombres en el ambiente religioso que el miedo de éstos a aquellas.
Las mujeres no representan un peligro, pero son percibidas de ese modo. La explicación de por qué o, mejor, para qué son percibidas como peligrosas es compleja y quizás haya alguien mejor capacitado que yo para explicarla en atrio. Antes lo he intentado y el resultado no fue bueno para mí.
Las explicaciones antropológicas son insuficientes a todas luces. Las sociológicas lo son menos o son más esclarecedoras. Engels no anduvo muy descaminado cuando se ocupó del origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Por ahí pudieran ir los tiros.
El Ché tampoco anduvo descaminado en su teoría de la necesidad de la revolución al opinar que los burgueses son incapaces para renunciar al poder y que esa fuera una causa suficiente para tener que arrancárselo con violencia.
No sé preocupe,esto de los ordenadores no hay quien lo entienda. No vea las cosas que me pasan a mí. Bienvenido al club.
Ha sacado usted un tema superinteresante.
Personalmente he vivido la situación a la que se refiere. Pero hay quien prefiere pagar el precio de la anulación personal.
Un tema extremadamente complicado.
Un saludo cordial.
No es racional defenderse contra algo o alguien que no es percibido/a como una amenaza. La agresión siempre es defensive y siempre hunde sus raíces en algún miedo o anticipación de muerte en cualquier magnitude.
No es, por lo tanto irracional, imaginar que la violencia contra la mujer, la agresividad del hombre dirigida a la mujer sea una expression de su miedo a ella. Pero no se trata de miedo a esta mujer concreta o a una mujer específica. Es miedo a la feminidad. Quizás sea miedo a perder la masculinidad lo que hace al hombre temer a la mujer, tartar de dominarla, reducirla a impotencia. Por algo la violencia contra la mujer es una cuestión de poder y dondequiera que existe una relación de poder entre hombre y mujer el hombre trata de destruirla a ella. Tiene que ser porq
Creo que cualquier persona tiene derecho a conocer sus orígenes . Los jesuitas también. Hacen muy bien en investigar sobre la persona de Ignacio de Loyola. Y es que siempre es lo mismo en la historia de persona que tienen un montonazo de seguidores, como en este caso, los que escriben sus biografías las convierten en hagiografías. No cabe duda de que queda más bonito para según que tipo de personas que se rompiese la pierna en una batalla que bajando por el balcón de una amante. Y más si sus seguidores tiene voto de castidad. Menuda obsesión con el sexo cogió la iglesia católica. ¿Han leído un libro que se llama psicoanálisis del cristianismo? Es sumamente esclarecedor.
No entiendo esa manía de identificar a la mujer con el demonio tentador, porque la Biblia dice algo así como mujer y hombre los creó Dios. Pero bueno,en la sociedad occidental creo que las mujeres hemos demostrado que, efectivamente, nos creó iguales. Y nuestro trabajo nos ha costado. Y lo que nos queda.
Hace unos tres o cuatro veranos, en Julio , andaba una mañana temprano por Loyola y recorriendo todos los rincones del monasterio o lo que sea eso,me metí en una capilllita no demasiado grande donde estaban celebrando una misa , solamente había hombres , me puse al final. Cuando terminó la misa cantaron un himno muy raro en una lengua desconocida para mí, no sé si sería euskera. Uf, no me gustó. No sé…
No cabe duda de que los jesuitas han sido casi desde siempre un grupo de poder muy importante en la Iglesia, perseguidos a veces, quizás por lo temidos que son. Ahora están en un gran momento.
En fin
UN saludo cordial.
Perdonad la longitud, pero como os lo aviso, podéis ahorrárosla deteniéndoos aquí mismo.
Me formé en una corriente de pensamiento de la que me quedó la apetencia y la predilección por la «sospecha» que, con el tiempo, la alimenté como pude o supe con los escritos de los «Maestros de la sospecha» (Ricoeur): Marx, Freud, Nietzsche, que no había leído en Cuba y que me ha aprovechado en mi trabajo y personalmente.
Esta «sospecha» no es «paranoia» porque no hunde raíces en miedos irracionales. Es la mezcla de intuición y curiosidad que mueve al explorador; una respuesta a la realidad sin prejuicios, estrictamente dirigida a la búsqueda de la realidad que la provoca.
Me parece que a Sunyol, le mueve esta «sospecha». No busca deconstruir las leyendas sobre la fractura de Ignacio, sino que examina la fragilidad de sus narraciones; las cuales carecen de una metodología historiográfica o historiológica confiable, y fueron entretejidas con exageraciones y especulaciones no confirmadas, suposiciones.
Lo fundamental que queda suficientemente intacto, me parece que sea que cuando Ignacio era conocido en la corte en la que militó como soldado y en el tiempo en que quizás sostuvo la herida de su pierna, aún no era el fundador de los jesuitas y el que hemos conocido después ya lo era. Este segundo es el que sigue siendo víctima de leyendas y manipulaciones, especulaciones históricas que no vienen a cuenta.
No soy un erudito especialista ni en esta ni en ninguna otra materia, y me parece que Sunyol hace un persuasivo estudio comparativo de los textos que invita a ponderar cuan confiables o válidos son los documentos.
1. Que provengan de jesuitas no es raro
2. ¿Quién más pudo admirar a Ignacio que quienes le conocieron punto menos que solitario y harapiento, aprendiz de latines académicos y teologías en Salamanca y Paris y se sintieron persuadidos por él para confiarse y seguirle aún a riesgo de la Inquisición?
No me arrepiento de haberme dejado llevar de la mano por Sunyol en este recorrido.
Al final, sigo admirando la finura del método de discernimiento ignaciano, su efectividad para mi propia existencia y en mi profesión, Me parece que, para nuestro tiempo, AMDG no representa las coordenadas tetradimensionales de un tercer punto independiente que, parangonando a los agrimensores y marinos, haya que utilizar como referente geodésico.
Si la divinidad existe no tengo modo de saber si necesita o desea algo y, por lo tanto, no necesito ofrecerle nada ni pudiera tener algo que ofrecerla, sobre todo «sospechando» que en tal caso me pueda mover a ello algún delirio de grandeza no resuelto.
Como dije antes, el de Ignacio es el coraje de superar, desde su propio posible orgullo herido, apariencia deforme, ruina social, lo que admiro en Ignacio que huye de su casa, supera el Itzarraitz (quizás se escribe de otra forma), le hace quizás llegar a Manresa, alucinar pero no enloquece porque no le hacen desear ser cura, y al final, crear un método de autoanálisis que los neuro-lingüistas y los psicólogos clínicos postmodernos siguen elogiando cuando lo saben examinar sin dejarse distraer por el lenguaje y el ropaje anacrónico.
Una alternativa hubiese sido agriarse, volverse maligno o suicidarse, que su tendencia a pendencias sin motivo hubiese favorecido.
Estoy con George.
Todo lo demás me sobra, como tantas cosas que suceden en torno a la iglesia y sus ¿magias?.
Sus escritos breves (no los tremendos volúmenes que escriben sus “hijos” sobre ellos.
Para mí, es totalmente extraordinario y personalmente, me han enseñado como tratar conmigo misma, tarea nada fácil.
Todo lo demás… no existe para esta personilla insignificante.
¡¡¡Gracias por ello Ignacio de Loyola!!!
mª pilar
Pues bien, se la rompió rompiéndosela, pero la herencia positive que han dejado los Ejercicios, justifican la existencia de Ignacio.
Particularmente, no me preocupan mucho las posibles mentiras al respecto. Me interesa más, sobre todo desde el punto de vista clínico, la consecuencia de su peregrinar (quizás eso También es mentira) y su estancia en Manresa, que muy bien puede ser falsa (sobre todo comparándola con las demás mentiras), La Storta, etc. «Silencio» (Shusaku Endo) es un gran documento que abre los ojos.
El discernimiento de Ignacio, pura agrimensura spiritual, es extraordinariamente eficaz y beneficioso. González Faus le llamó, «adiestrar la libertad», un nombre que le reconoce crédito.
El tema es interesante, al menos históricamente y, desde luego, lo leeré aunque no sé si comentaré más allá de esto que he comentado aquí.