Hoy me levanto con el sol y abro el correo para leer los mensajes recibidos. El primero dice: “Hay una petición cogiendo fuerza en Change.org. Y creemos que podía interesarte, dirigida al Gobierno de España: “Paremos la extensión de la aprobación del glisofato”. Se me informa de que se trata de un herbicida “probablemente cancerígeno” que distribuye la internacional Monsanto.
Ayer estuve pelando cebollas –por no llorar, la situación da para eso y mucho más– en una finca ecológica de la huerta de Zaragoza que cultiva una empresa cooperativa integrada por dos familias. Pero no escribo para llevar a nadie al huerto, sino para decir lo que pienso sobre la contaminación de la convivencia y de la política que es el arte de gobernar con la palabra. Porque los hombres se entienden hablando y lo demás es la barbarie: la guerra que zanja los problemas a golpe de espada sin resolver nada. Como Alejandro cortando el nudo gordiano. Que muerto el perro –¡o los dos que se emperran!– se acabó la rabia.
Hoy mismo, después de leer mi correo, leo en la prensa lo que se publica en primera página con grandes titulares : “Rajoy destituye al Gobierno catalán y vacía de poder al Parlament”. Y este otro a continuación: “Puigdemont solicita un pleno para actuar en consecuencia”. Y pienso en lo que más da que pensar: no en la “seva” que no me da de comer, ni en la “suya” que tampoco. Sino en el diálogo y en el bien común de todos los españoles, europeos y humanos en general. Pero eso sí, comenzando por los vecinos. Sin poner puertas al campo, ni levantar prejuicios donde se caen las murallas o se hacen permeables. Ni cerrar el camino por delante. Ni salir embalado como una bala sin abrirse, que eso no es salir sino tirar a matar. Y abrirse es ir al encuentro y caminar juntos hasta llegar todos nosotros a la casa donde todos caben.
Por cierto que en mi pueblo, que es del Matarraña, igual que en las comarcas catalanas occidentales como es el caso de Batea y de la Terra Alta en general, se llamaba “de la seva” a los separatistas de la Cataluña profunda que dicen “seva” a lo que nosotros con los catalanes occidentales decimos “seva”o “seua” según se trate de una cebolla o de “suya” que es como se dice en castellano. Leo en el Diccionari de Alcover / Moll que “anar a la seva” es “obrar decididament segons la propia intenció o conveniència”. La “seva” o la “suya” es en cualquier caso su bola, cualquiera sea la camiseta o bandera que uno lleve: se trata de ganar y, por tanto, de un abuso estratégico de la razón o manejo del lenguaje como un arma.
Dialogar es otra cosa, es la palabra cabal. Ni tuya ni mía, sino palabra entre dos y de los dos: la que discurre y se moja en el mismo río. Dialogar es entrar en razón, en conversación. No es solo pensar ni pensar sólo, es hablar y escuchar. Tomar parte y participar, atender para entender y atenerse a lo que se entiende y acuerda. No es pensar lo que se va a decir mientras el otro habla sin escucharle, es hablar cuando toca y porque a uno le toca. Es también ceder la palabra y conceder, salvar las diferencias en realidad de verdad o en la realización de una verdad a pie de calle, en el camino, aquí y ahora, en el mundo, la verdad que camina hacia la que buscamos: la Verdad, y ven conmigo a buscarla como decía Machado.
Y para concretar quisiera decir que el diálogo comienza entre vecinos: aquí, que es el lugar de la responsabilidad donde tenemos el cuerpo aunque eso no basta. Porque se puede estar en casa y no estar para nadie, o estar en la higuera o andar por ahí Dios sabe dónde pero no el hermano como hizo Caín. Estando aquí estamos en el mundo, no tirados como piedras de tropezar que no se mueven. Ni con raíces como los árboles Y más que en la naturaleza, vivimos en la historia con un pie en el suelo y otro en el aire. Concreto es lo que crece alrededor, lo más cercano. Llevarse a bien con los vecinos, dialogar, conversar con ellos, convivir es lo primero. Sin cerrarse a lo que viene después, y abiertos a todo el mundo. A veces pienso que si los separatistas de acá pudieran llevarse consigo la “seva” podrían entenderse con los chinos de allá. Pero su tierra no está en el Pacífico, no pueden llevársela ni ellos son como el dinero que puede ir a cualquier sitio. Cataluña, “companys”, está aquí a orillas del Mediterráneo. ¡Qué le vamos a hacer! Aquí hemos nacido. Y los vecinos son los que son. Estar mal con ellos es no estar bien con el mundo. La salud pública requiere de todos nosotros una política “ecológica”, concreta, que cultive lo que aquí se cría. Y sin intermediarios en la medida de lo posible.
Menudo escándalo mediático se ha armado con lo de Cataluña. Como lo mío no es la política ni el ajedrez, he pasado estos últimos 9 años informándome sobre las gracias de los pesticidas y herbicidas en la salud humana, tema bastante documentado y he participado en blogs, marchas callejeras etc solicitando atención al tema en nuestro gobierno.
Y los medios, a pesar de la lucha internacional y la evidencia, ni siquiera mencionan el tema. Excepto que una vez al año aparece algo así como: ” 20 o 30 trabajadores agrícolas intoxicados con glifosato (roundup) en Talca, fueron a parar la Hospital Regional con una intoxicación aguda. Los propietarios de los predios culpan a los trabajadores por no seguir las normas de seguridad” o “En Argentina en la zona norte los cánceres infantiles,,, o los niños con malformaciones congénitas…..etc, etc”
Pero nadie dice nada más y la noticia muere en un rincón del periódico. en cambio Cataluña o Venezuela despierta pasiones y chorros de tinta
PS: España es el país con más plantaciones transgénicas, rociadas con glifosato de la Unión Europea. ¿No estará esto afectando a los políticos?
Creo que si querida Olga: El otro di escuche por radio a un político de este desorientado país, decir, que los transgénicos mejoran los cultivos y los frutos.
Te recordé, y me sentí totalmente fuera de lugar ¿ha donde nos quieren llevar estos políticos que solo les importa acumular riqueza y poder?
Este país… está muy enfermo… y sus habitantes ¡También lo estamos!
Estoy muy triste, cuando compruebo la poca inteligencia que estamos demostrando y cuanto daño nos vamos a causar con tanto despropósito.
Parece que casi nadie… se entera de hasta donde nos pueden llevar estos juegos de “poder”.
pili-mª pilar
¡Gracias, muy bien dicho! Ojalá que ocurra y pronto…