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La independencia

         Hace poco más de dos siglos, España ganó la Guerra de la Independencia. Y con eso, mucha gente se pensó que los españoles habíamos garantizado nuestra libertad amenazada. Pero lo que realmente ocurrió es que, en España, en lugar de mandar los franceses, se puso a mandar el rey Fernando VII, que, en su pasión por someter a la gente, llegó a restablecer la Inquisición. La historia de nuestro país, su grandeza y su miseria, estaba ya simbolizada, por el genio de Cervantes: Don Quijote es la “resistencia” contra el destino, Sancho Panza es la “sumisión” del que se acomoda satisfecho a una situación dada (D. Bonhoeffer). “Resistencia y Sumisión”, dos tendencias inconscientes y profundas, que todos llevamos inoculadas en la sangre de nuestras ideas más queridas.

Pero ocurre que, en las últimas décadas, sin darnos cuenta de lo que realmente nos ha pasado, hemos sufrido un proceso de transformación, que traspasa todas las fronteras y nos ha afectado a todos hasta hacer de nosotros “otro tipo de persona”, otro modelo y otra manera de ser. El “cambio climático” es, a fin de cuentas, la más llamativa y peligrosa consecuencia del “cambio personal” que, sin pedirnos permiso, nos han inoculado.

No es posible, en esta reducida reflexión, analizar y explicar los contenidos y las consecuencias de este cambio. Pero, entre esas consecuencias, hay una que es determinante, cuando estamos hablando de “independencia”. Si es que, por independencia entendemos la libertad respecto al poder que nos domina, la clave del cambio, que nos han inoculado, está en que el “poder opresor”, que no soportamos, se ha convertido en “poder seductor”, que nos complace hasta hacernos ver la vida como realmente no es. El conocido profesor alemán (de origen coreano) Byung-Chul Han lo ha explicado con sencillez: cuando pensamos que somos más libres que nunca, en realidad estamos más controlados que nunca. La tecnología, las redes sociales, los medios de que dispone el poder, todo eso ha creado una situación que nadie sabe explicar exactamente en qué consiste, pero que en realidad “seduce en lugar de prohibir, no se enfrenta al sujeto, le da facilidades”. De ahí, las independencias que tanto apetecemos, pero que en realidad lo que hacen es someternos más a todos.

¿Tiene esto solución? No la esperemos de los poderes que precisamente la han provocado y la sostienen. No son los poderes seductores y opresores los que nos van a sacar las castañas del fuego. Yo aquí aporto lo que puedo. Por el Evangelio sabemos que Jesús nació, vivió y murió en un pueblo sometido por el Imperio de entonces, Roma. Como es lógico, aquel pueblo oprimido anhelaba la independencia. Y Jesús se identificó con ese anhelo. Pero también es verdad que Jesús se dio cuenta de que la clave del proceso no estaba en el enfrentamiento con Roma. La solución estaba en cada ciudadano. Jesús se lo dijo a Nicodemo: “Tenéis que nacer de nuevo” (Jn 3, 7). Sólo así, seréis libres como el viento, que “sopla donde quiere… y “no sabes de dónde viene ni adónde va” (Jn 3, 8).

Esto es lo que no nos entra en la cabeza. La solución no es el cambio de los que mandan, sino el cambio de nosotros mismos, los que nos sometemos pensando que somos libres o buscamos libertad, cuando en realidad lo que nos seduce y puede con nosotros es la sumisión. “Hoy la libertad se convierte, por diferentes vías, en coacción” (Byung-Chul Han). Y así vivimos: encantados con el que mejor nos somete. Así, ya podemos seguir soñando con la independencia o dando leyes para prohibirla. A fin de cuentas, todo se reducirá a que Don Quijote va ahora montado en el borrico que llevaba a Sancho Panza.

56 comentarios

  • ELOY

    Hola Honorio.

    El enlace que tu solicitas ya lo puso Antonio Duato el 20 de Septiembre, en el artículo sobre el comunicado de los Jueces, en los siguientes términos:

    Antonio Duato
    20 septiembre 2017 at 1:17 am
    Aquí está el programa completo de anoche en la Sexta. Habrá que quitar el Bloqueador de anuncios (ADB) y soportar los anuncios. Volver a ver todo como en directo:
    Intermedio Alcadesas
    En la portada de la Sexta hay fragmentos de las mejores intervenciones de ambas: La sexta

  • M.Luisa

    A mí ya me extrañan tantas cosas, que ya no me viene de una más! Lo que dijo Ada Colau en la sexta es  conocido aquí en Barcelona  desde hace tiempo pues  forma parte de su respetable punto de vista político.

    Otra muestra más  que prueba cómo de sesgada llega a Madrid la  realidad catalana. Lo que  sería interesante en estos momentos, una vez conocida y aplaudida  su manera de pensar (también por mí)  retenerla  para analizarla  en contraste  con  lo que  al día siguiente, al cabo de unas pocas horas, frente a lo que sucedía en Barcelona, Ada Colau,  sin reserva alguna  se  posicionó   del lado de las Instituciones catalanas  defendiéndolas y también a sus representantes cuando éstos fueron detenidos por la policía nacional.

    Y no sólo ella, numerosas entidades culturales, sociales,  empresariales, también  religiosas, la Conferencia Episcopal de Tarragona,  por ejemplo, se posicionaron en defensa   de la democracia  y en contra de  toda aquella escenificación  de autoritarismo  que  llegaba desde el gobierno de Madrid  nada más despuntar la mañana del  20 de Octubre. Otra inconsciencia  más de  Rajoy que es incapaz de darse cuenta  del gran abasto que   sus impulsivas decisiones pueden tener en Europa.

    Me extraña que en Atrio, llevando años   defendiendo la tesis según la cual  los cambios si no se hacen desde  abajo  nunca llegan,    ahora  cuando  la  realidad política del momento  nos está indicando que es posible ir más allá  de la teoría, ahora que  su práctica  se hace posible y al mismo tiempo  extrapolable a diversos ámbitos de la realidad, mucho me temo y  me extraña, repito,  que   no se sepa aprovechar y así,  ¡hasta cuándo!  ¿dónde está vuestra  mirada amplia  de la que tanto habláis?

  • h.cadarso

    Me extraña que nadie haya comentado la entrevista quqe ha hecho a Manuela Carmena y Ada Colau en el programa El Intermedio de la Sexta. En la web “Fundación emprendedores” ha salido hoy un comentario de la misma. No sé si podría interesar reproducirlo, Antonio…

  • mª pilar

    ¡Gracias José Ignacio Calleja..!:

    Así no vamos a ninguna parte y el pueblo llano… no está ayudando mucho porque…:

    Solo sale una parte…

    ¿Y el resto, acaso no tienen voz, voto y derechos?

    ¿Nunca aprenderemos a vivir con los que no piensan como yo en paz y armonía?

    Pues… ¡No hay otro camino!

    Para quienes quieren una verdadera democracia; no de  aquellas personas que solo les mueve el ansia de poder… a cualquier precio… y me refiero a todas las personas en general, que ostentan el poder… cualquier clase de poder.

    mª pilar

     

     

  • José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete

    En mi opinión, y sería bueno pensarlo de uno mismo, cuando los nacionalistas de “credo e iglesia-partido” plantean los conflictos políticos en términos de “dignidad absoluta de un pueblo”, aparecen los Rajoy y Puigdemont de turno (y otros peores), y millones de seguidores a cada lado, que ya no quieren otra cosa que ganar “el partido”. La dignidad de cada pueblo es muy importante, pero absolutizada frente a la política democrática en un conflicto, siempre termina en “religión” laica y barbarie. Con otros o por separado, pero “religión” laica y barbarie en el origen. Es ya lo que ocurre a ambos lados. Pero, eso sí, con dignidad absoluta del pueblo, ese dogma que en política nos libra de pensar democráticamente lo que es constitutivamente diverso y pacto entre distintos.

    La dignidad absoluta en política, y discernida de sí mismo por cada pueblo y ciudadano es un desastre democrático. ¿Quién es buen juez en su propia causa? Nadie. La dignidad absoluta se pierde en un conflicto si se abandona el pacto democrático, el que sea, y se persigue la salida por procedimientos democráticos, siempre. Estoy pensando que la dignidad absoluta de una nación es germinalmente totalitaria siempre, sin remedio; si no tiene poder, parece pura ética, pero en cuanto tiene poder, germina la planta, y “aplastaré a Corea del Norte si no rectifica”. Invariablemente, sin remedio. Las realidades humanas, divinizadas, temibles. Por tanto, menos dignidad nacional de todos los pueblos del Estado Español -la que nos impondría hacer esto o lo otro, o la que nos daría derecho a esto o lo otro- y más paciencia y respeto democráticos a la salida de los conflictos. Salidas definitivas, si es posible; y provisionales, normalmente, como corresponde a la vida política de las distintas generaciones.

    Porque los pueblos acumulan sabiduría, pero las generaciones vivas deciden su presente; y no tienen obligaciones absolutas con ninguna fe nacional, sino con los derechos humanos de todas las personas y la solidaridad justa con los más débiles y excluidos. Al servicio de esta máxima de justicia universal surgen mediaciones nacionales y estatales subordinadas; a mi juicio, “instrumentales”. Los que hoy gestionan el conflicto político español y catalán, no me representan. Me oprimen con su dignidad nacional idolatrada y, germinalmente, totalitaria. Paz y bien.