Este artículo es parte del comentario publicado a mi artículo de ayer Buscando la verdad… Es de tal calidad el análisis que hace Olga que merece ser leído como una nueva entrada y comentarlo a su vez. AD
Me queda claro que las revoluciones, tal como su nombre lo indica, ponen en algún momento las cosas patas arriba, y los que vivían en una realidad que les era conocida y cómoda, pierden su lugar y el mundo se les trastorna. Este trastorno, que desde el punto de vista evolutivo puede ser sano, los saca de sus casillas, y en vez de aceptar que nadie nos prometió un mundo sin cambios, desarrollan una carrera profesional de detractores de la revolución, que sin ningún mea culpa por las causas de la revolución, dedican su vida a retomar su antiguo lugar usando todos los medios, especialmente los poco éticos como asesinatos, terrorismo, difamación y alianza con otros gánsters extranjeros, para derrocar a las fuerzas que han tomado el poder.
Las revoluciones no necesariamente llegan a realizar los objetivos propuestos, y para mantenerse deben acudir a la fuerza y a veces la voltereta es en 360 grados. Pero siempre algo cambia en el sentir de los pueblos, aunque el costo suele ser tremendo, y todo hubiera sido más fácil si hubiera habido una evolución conversada. Pero eso es casi pedirle peras al olmo. Las oligarquías no son muy dadas a la conversación ni a la reflexión y generalmente llevan su falta de visión al punto de la tragedia. Y eso pasa con las oligarquías imperiales en relación con los países que tienen riquezas naturales y cuya filosofía no es la guerra. Y en este caso Venezuela, país de muuuuuchas riquezas naturales, lindas mujeres y poca institucionalidad, ha sido el blanco de explotación de los vikingos del Norte, que se alían con las oligarquías nacionales, para dar marcha atrás a una revolución.
Lo ridículo del asunto es el coro de plañideras de todos los países que rasgan vestiduras por la famosa revolución, venga o no al caso, convirtiendo el asunto en tema político en sus propios países, sin seguir el famoso consejo, ese que dicen los gringos: Mind your own business. Es decir “Preocúpate de tu propia vida” que de la mía me preocupo yo.
Creo que valen las intervenciones tratando de que las partes conversen y se entiendan y hasta ahí no más. Cómo resuelvan ellos sus problemas, no debería ser problema, a menos, por supuesto que mis intereses sean otros.
Las empresas petroleras rusas han hecho últimamente inversiones en la extracción de petróleo, invirtiendo bastantes millones de dólares que de seguro no quieren perder ya que necesitan petróleo. Entonces cualquier intervención de antiguos inversionistas como USA, Holanda y España, reclamando antiguos derechos de antes del tiempo de Chávez, son las fuerzas están detrás de esta oposición y la financian, convirtiendo ese país en el campo de combate de sus intereses.
Les envío el enlace de un artículo de Alainet publicado en Piensachile donde se ve como grandes intereses de compañías petrolíferas y mineras pertenecientes a las actuales grandes potencias que se reparten el mundo USA, Rusia y China, entran dentro de los análisis de la situación venezolana y trascienden las que uno pudiera considerar como peleas políticas entre las reformas del movimiento bolivariano y sus opositores nacionales.
Para que no se me malinterprete, mi referencia a las monarquías autoritarias, era como una etapa – paso adelante, ante la anarquía general, sistema superado por la tan denostada democracia burguesa, a la que, ¡aún en esos tiempos hay que defender!. ¡Señor, Señor!.
Se lamentaba Felipe González, a cuento de no sé qué, de que España era como Italia, pero sin italianos. Pues lo mismo pasa, con la democracia. ¿Cómo va a haber una buena democracia, si muchos de los más idealistas y bienintencionados, realmente no son demócratas?.
A estas alturas del siglo XXI, oigo que algunos señalan que los diversos partidos políticos de la democracias, perjudican el buen acontecer de las sociedades.
Ese justo era el argumento del franquismo, sobre las bondades de su “democracia orgánica”: los partidos, parten y desorganizan.
Democracia: ¡Qué buen sistema si hubiese buenos vasallos!.
El argumento final a favor de la democracia como sistema convencional convenido de asignar el mando social, es el de que su ausencia, nos conduciría a una perpetua guerra civil de todos contra todos. ¿Nos parece poco?
Las monarquías hereditarias autoritarias, (el anterior sistema político), resolvía ese gran problema, como ya encontraron los romanos, con la implantación del Imperio, después de dos graves guerras civiles, hace 2.100 años.
Ahora en estos tiempos, muchos, sin sospecharlo, se retrotraen al sistema mesiánico judío del gobierno teocrático. En este sistema manda en la sociedad el designado por Dios, por lo que de suyo, es poseedor del criterio sobre la verdad, y sobre la justicia.
Lo que pasa es que como en realidad muchos no creemos en Dios, estamos seguros de que ese criterio sobre la verdad, la bondad y la justicia de las cosas, las poseemos nosotros y los nuestros: ¡nosotros somos los buenos!. (¡Qué bien se tiene que dormir por la noche cuando se piensa así!).
Y los que creemos en Jesús, a nuestro buen arbitrio adaptamos nuestra interpretación personal de su mensaje, para hacer coincidir las supuestas ideas de Jesús con las nuestras, y confirmar así nuestra posesión de la verdad: llevamos la razón, porque Jesús lo dice también.
(¡Qué muchos estudiosos y exégetas evangélicos opinan que esa interpretación es muy dudosa: ¿qué sabrán esos estudiosos?!). (¡Y además de ser unos privilegiados de llevar razón, además somos los verdaderos buenos cristianos!).
¡Qué suerte tenemos los buenos, y qué malos son los malos!
Olguita, dices tantas verdades y tan bien dichas que sólo me queda decir amén, creo que has dado en el quid de la cuestión: la polarización entre los intereses propios (personales, de partido, de poder, de dinero, etc.) y la propuesta de cambio político-económico-social.
Sobre Venezuela soy muy pesimista, EEUU y su comparsa tienen demasiado interés en que la revolución chavista se borre del mapa para beneficiarse ellos de las riquezas del país.
Quizás mi última entrada no hubiera sido tan prolongada si hubiese leído primero la última de Milagros en respuesta a Oscar V. que da una evidencia más reciente y major del potencial de lo mismo que escribe: De la gente organizada.
¡Hola, Olguita! (Perdona esta perorata)
Me alegra que Atrio haya creado un nuevo hilo con tu comentario. El tema es, a mi modo de ver, escabroso, pero importante. Generalmente se justifica a la democracia de cualquier forma como el mejor sistema político. Quizás lo sea, pero en realidad no existe evidencia de una democracia en la que la totalidad de los ciudadanos/as encuentre un rol constructivo que jugar a base de, precisamente, la democracia: Las facciones al asumir actitudes partidistas fraccionan la nación y neutralizan precisamente la efectividad del sistema paralizándolo.
A menudo escucho el slogan trágicamente falso de que los EE. UU. constituyan el mejor modelo de democracia.
Cuando se mira de cerca el estado actual político del país, a más de 230 años de firmada su constitución, es imposible no cuestionar una tal afirmación: La Cámara de Representantes y el Senado controlados por el mismo partido en una situación que siendo constitucional, expande su dominación monolíticamente y reduce el poder minoritario.
El Ejecutivo en poder de este adolescente peligrosamente impulsivo e irresponsable, absolutamente ignorante en materia de política, con tendencias nepotistas absurdas y motivadas por su paranoia, que está siendo rodeado de asesores militares de manera casi idéntica a las juntas militares que se conocen en el resto del mundo y que la Constitución trató de evitar, precisamente.
El P. Judicial, la Corte Suprema de Justícia, controlada por una derecha conservadora y activista, también contra la jurisprudencia intentada por la Constitución, y todo esto constitucionalmente organizado.
Además, un ejército que funciona como ministerio o secretaría del P. Ejecutivo pero protegido en su casi autonomía sirviéndose de todas las excusas de «seguridad nacional» para tener su propia línea política.
Conclusión, claramente los EE. UU. no representan una democracia equilibrada, funcional.
Una decisión minoritaria en las elecciones presidenciales y la irresponsable participación electoral irresponsablemente le dio el poder ejecutivo a este señor que habita en 1600 Pennsylvania Ave. y, al hacerlo, ha actuado como una minoría (34%) de la población, de baja escolaridad, que, actuando ingenuamente en desesperación, deslumbrada por la demagogia ha desestabilizado políticamente el país y secuestrado la Constitución.
Habrá que descubrir un Sistema de gobernanza más justa y efectiva o seguir trabajando para mejorar la llamada democracia que tantas veces ni ha sido «demos» ni ha sido «cracia».
Paradójicamente, la institución de los CDR en Cuba que lamentablemente tuvo una intención de vigilancia y represión deplorable desde el inicio en cambio encierra, a mi modo de ver, un germen de democracia interesante. Si hubiera un modo de organizar la población de manera ―en esto el mecanismo posterior del llamado «Poder Popular» lo intentó pero fue frustrado por el resto del sistema autocrático― que desde la mínima o básica unidad poblacional pudiera sostener una conversación política pública altamente participada, que se fuera sintetizando a medida que ascienda la estructura social, que pueda ser verificada responsablemente desde abajo, para evitar lo que se pudiera «perder en traducción» en el «camino al foro» en los estamentos decisorios del país, pudiera representar alternativas.
Sobre todo, impidiera que los plenipotenciarios y a menudo secretos intereses financieros o ideológicos, de naturaleza inevitablemente facciosa, quedarían fragmentados en su poder e influencia porque la población organizada se convertiría a la vez en mercado organizado y los grandes grupos financieros se verían obligados a arriesgar a una competencia más real.
Quizás soy políticamente naïve però tengo fe en la gente, confío en ella y en su capacidad creadora.
Los CDR con todo lo represivos que han sido, articularon en su momento campañas de vacunación, limpieza y ornato público, recogida de deshechos recuperables como la recogida de frascos vacíos, el censo de población y vivienda, la distribución de materiales para reparar las viviendas, y otras más como la de la recogida de la libra de azúcar por familia para enviar a países bajo penuria que me dan la razón. En los propios EE. UU., recientemente las iniciativas de Obama primero para evadir las inversiones facciosas en su campaña y la de Bernie Sander también, la experiencia de «Indignados», M-15, Occupy Wall Street, etc., las mujeres organizadas en la Plaza de Mayo o las Damas Vestidas de blanco, las manifestaciones populares multitudinarias contra Trump, la de los padres y madres contra las «desapariciones» a manos de Pinochet o de Onganía y Videla, etc., fueran otros ejemplos del poder popular organizado y efectivo.
Siempre os leo a ti y a Óscar y muchos nos beneficiamos de ello. Debieras embullarte a enviar más artículos.
Recojo la idea de George Portas acerca de las minorías en una democracia, las cuales deben ser respetadas como oposición legítima, pero sin tratar de desestabilizar el sistema.
Ese es el problema con las democracias, y es que funcionan, en general para las mayorías.
Hay notables casos como el de Chile, en que por arte de birli birloque las minorías tienen la sartén por el mango, a través de quorums muy altos para aprobar las leyes, una Constitución a la medida de la ideología instaurada en el regimen de Pinochet, y un Tribunal Constitucional que no aprueba leyes que el Congreso en sus dos Cámaras ha aprobado, y que el pueblo en un 70% si las aprueba,
Esto que está hecho para que el modelo económico no se pueda tocar, está produciendo una sensación de opresión, desencanto, y estancamiento, que en el caso nuestro no lleva a la Revolución, pero si a la depresión y trastornos de ansiedad establecida según he leído, en un record mundial.
Y somos una democracia porque tenemos elecciones.