Nadie ha comentado aquí el Congreso del PSOE. El PAÍS sí, claro: Decepcionante PSOE, dijo solemne y se sentó. Pero se han alzado otros opinadores menos solemnes. Aquí publicamos dos columnas publicadas hoy en Público. Ya sé que es el periódico del viudo de la llorada (post mortem) Carmen Chacón. Pero otros podréis opinar aquí con más o menos solemnidad. AD
Pedro y los críticos
Jorge Bezares
Justo después de que Pedro Sánchez logrará el apoyo del 70% del 39 Congreso Federal del PSOE, los llamados críticos han reaparecido tachando a la nueva dirección de sectaria.
Estaban, entre otros, el presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, y los susanistas asturianos Fernando Lastra y Vicente Álvarez Areces. Y, por supuesto, el compañero ‘Fuentes Socialistas’, harto conocido.
Se quejaban de que históricos dirigentes como Eduardo Madina, Pepiño Blanco, Antonio Hernando, Elena Valenciano, Ciprià Císcar o José María Barreda no hayan entrado finalmente en el Comité Federal.
Parece ser que después del papel principal que la mayoría de ellos tuvo en el golpe del 1 de octubre de 2016 que derrocó a Pedro Sánchez, estaban convencidos de que podrían continuar en el principal órgano socialista entre congresos. ¿Quizás para reeditar otra asonada contra el madrileño dentro de seis meses?
En fin, muchos de ellos, si les quedara algo de dignidad, se deberían haber marchado a sus casas. Da pena, por ejemplo, que alguno vaya, a estas alturas de la película, comparando a Pedro Sánchez con Erdogan, en vez de coger el camino de Villadiego.
Pero con todo, el peor de los papeles lo interpretó la delegación susanista del PSOE-A, con Susana Díaz a la cabeza, que ni siquiera votó las resoluciones del plenario.
Casi en bloque sus miembros abandonaron el sábado por la noche el congreso siguiendo los pasos de la lideresa andaluza, que previamente se había reunido durante ocho minutos con Pedro Sánchez en un encuentro tenso y poco amistoso.
La guinda del despropósito del susanismo andaluz lo puso la propia Susana Díaz, cuando, alegando una visita al salón aeronáutico de París, se saltó el domingo el discurso del nuevo secretario general. Sin esgrimir ninguna excusa tampoco estuvo Javier Fernández, que se dejó la autoridad moral en la gatera de la Gestora.
Extraña forma de arrimar el hombro, ¿no? Y mal, muy mal el papel que ha jugado el socialismo andaluz. Así solo le espera la oposición a partir de las elecciones autonómicas de 2019.
La prueba definitiva de que las hostilidades no van a parar fue el editorial de El País, titulado Decepcionante PSOE. Ya no se sabe muy bien si dicha soflama era el epílogo de la macroentrevista al presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, que es el prestamista principal, el dueño de verdad de la cosa, o una nueva andanada del consorcio de intereses Alfredo Pérez Rubalcaba-Felipe González.
Lamentable, muy lamentable. Totalmente justificada la decisión de Jordi Sevilla de dejar de leer el que ha sido referente principal de la progresía española, convertido ahora en un panfleto caprichoso y prepotente.
Ante esta deriva, que no es otra que más leña al mono, extraña y mucho que Pedro Sánchez, investido de toda la autoridad por los militantes, no empiece poniendo pie en pared contra Susana Díaz y el resto de los críticos.
La designación de Margarita Robles como portavoz del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados es una muy buena señal –pone hierro donde hará falta mucho hierro-, pero esta decisión debería estar acompañada de un aplazamiento de todos los congresos regionales hasta septiembre.
Para ello, solo necesita aplicar la misma lógica que utilizaron los barones críticos cuando se lo llevaron por delante a él, cuando pretendió solucionar la crisis interna del PSOE con un congreso exprés.
Seguro que sus críticos se acuerdan, lo entienden y lo aceptan, ¿no?
Pedro Sánchez empieza a cagarla
Juan Carlos Escudier
A juicio de sus críticos, que son realmente infatigables, el nuevo-antiguo secretario general del PSOE ya ha empezado a cagarla sin ni siquiera haber consumado el matrimonio con el cargo, una ceremonia íntima que se celebró este domingo ante varios miles de invitados. Los resucitados, por lo visto, no tienen período de gracia, pese a que los chistes ya dan cuenta de que Lázaro, el primero en hacer pedorretas a la muerte, no se levantó y ‘andó’ sin más, sino que anduvo gilipollas un rato por eso del entumecimiento. A Sánchez han decidido marcarle al hombre y no por zonas para que sienta mucho aliento en la nuca, que es como sus adversarios quieren demostrarle que aún respiran tras el susto inicial por su regreso.
La primera crítica que se le ha lanzado es la falta de integración de su Ejecutiva, algo que no hubiera ocurrido con ‘Sultana’ Díaz, la costurera prodigiosa, una artista del corte y confección que a buen seguro habría zurcido el partido con puntos muy apretados para que no se le deshilachase el paño. Al parecer, Sánchez tendría que haber vuelto a tropezar en la misma piedra y haber dado entrada a quienes le condujeron al matadero, pelillos a la mar para todos y especialmente para Ximo Puig, que a un auténtico líder le pueden dejar como un colador sin que por ello tenga que coger aprensión a los puñales.
Aspirar a dirigir una organización sin temor a que te caiga un cubo de agua al abrir la puerta del despacho y sin encontrarte en la mesa muñecos de vudú claveteados de alfileres con tu cara no era tradición en el PSOE, como tampoco lo era que esos ganapanes a los que llama afiliados pudieran contrariar los deseos de la aristocracia del lugar y elegir directamente al secretario general en un ejercicio de populismo sin precedentes. De ahí que los Brutos y sus voceros hayan denunciado el cesarismo de Sánchez, lo cual no deja de tener una lógica implacable.
Ascendido a César pero vacunado de traidores, y culpable de recibir su legitimidad de quienes tontamente piensan que el partido es suyo por el mero hecho de pagar sus cuotas, Sánchez ha sido acusado de tacticismo, un pecado mortal para el gremio de los estrategas, a los que les ha sentado fatal que la mesa camilla en torno a la cual se sentaban para decidir lo mejor para la organización vaya a ser quemada por San Juan como un mueble viejo e inservible.
Tacticismo ha sido, al parecer, proclamar que el PSOE es la izquierda, como si hubiera necesidad de hacer glosa de la obvio en plan grandilocuente. ¿Acaso no eran de izquierdas los Gobiernos de Zapatero y Felipe González y sus respectivas políticas?, se han preguntado. No hay dudas de que González ha sido siempre la izquierda, aunque llegara a predicar su magisterio desde la cubierta de un yate mientras le ponían cremita en la espalda porque en el consejo de Gas Natural sólo hablaba de energía. Lo de Zapatero no estuvo tan claro en un principio y hasta él mismo se llegó a preguntar qué demonios era ser de izquierdas y terminó por contestarse que era no ser de derechas. Luego, cogió confianza y nos hizo un lío. Era de izquierdas bajar los impuestos y también subirlos, lo que nos llevó a pensar que era de izquierdas todo lo que saliera de su mente preclara, tal y como le espetó en su momento el ‘maldito’ Joaquín Leguina, hoy rehabilitado para la guardia de la noche.
Más tacticismo todavía ha sido imponer en el ideario del partido eso de la plurinacionalidad del Estado, ya sea porque representa un salto al vacío en un país cuya Constitución reconoce abiertamente la existencia de nacionalidades o porque se trata de una argucia para evitar definir a España como una nación de naciones, tal y como hizo en su momento el propio Felipe González, aunque fuera en un artículo de opinión firmado a medias con la difunta Carme Chacón y del que posiblemente no le pasaran las pruebas de imprenta. Quienes han combatido, combaten y combatirán sin tregua a este “insensato sin escrúpulos” son los mismos que en su día denunciaron que Chacón no podía aspirar a la secretaría general del PSOE porque se había rodeado de gente muy sospechosa, de traficantes de influencias, entre ellos su propio marido. Son los guardianes del tarro de las esencias.
Lo que debería haber hecho Sánchez, que ya que no se ha muerto tendría al menos que no hacer oídos sordos a quienes saben lo que le conviene al PSOE, es justamente lo contrario: dejar que los que han mangoneado a su antojo el partido sigan haciéndolo y tengan las manos libres para asestar otro golpe palaciego cuando les venga en gana, entregarse a un liberalismo inteligente y posibilista, que no va a ir uno en contra de los tiempos, alejarse de Podemos como de la peste y dejar la unidad de España en manos de Rajoy cuando se despierte. Este hombre es que no aprende ni resucitado.
Efectivamente, ni resucitado aprende. Vuelve a cargar en su mochila la rémora de Rivera, el bastón del PP, para ofrecerle a Podemos entrar en un Gobierno imposible. ¿Cuantas veces tiene que decirle UP que con ese pasajero no se puede hacer ningún viaje a ninguna parte? ¿No ha escarmentado?. Parece que ha vuelto con la memoria averiada y ya sólo hace falta que monte la espectacular firma de pacto con el susodicho IBEX, que donde se siente a gusto es donde está, sin gobernar en ninguna parte, pero catando de todas las salsas donde se requiera sus habilidades, para regocijo de sus patronos, en Madrid con Rajoy y Cifuentes, y en Andalucía con Susana.
En Euskadi miramos con cierta distancia las andanzas del PSOE, pero no dejamos de reconocer un cierto mérito, a Pedro Sánchez, por el revolcón que le ha dado a su partido. Vamos a concederle un poco de margen para ver hasta donde llega.
Como nota negativa la integración en su equipo de Patxi López, alias el corcho , de tan escaso prestigio en su patria chica.