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Catequesis sobre el error de Dios encarnado – 1

miquel

Para ver la entrada, con más detalle, en el blog del autor

Dada la aceptación de comentarios que obtuvo la presentación, el pasado domingo, continuamos esta Catequesis. AD.

El error del Dios encarnado: Confundir una “personificación” con una “hipóstasis”. ¿Y esto qué quiere decir?

Resumo unas páginas del libro de Roger Haight, Jesus, symbol of God, que muy posiblemente puede estar en la buena dirección ya que ha caído en las sospechas y condenas de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe.

Aparecido en 1999, ha sido publicado por Editorial Trotta el año 2007 con el título Jesús, símbolo de Dios. Las páginas resumidas son 185-193 y 272-273 de esta edición.

Si quieres ver la Notificación de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (13 dic 2004). A principios de 2009 le fue prohibido enseñar teología sistemática en qualquier universidad, católica o no. Le permiten que se dedique a la espiritualidad ignaciana. Más información

  • ¿Qué entendemos por “personificación”?
    • Es una figura del lenguaje
    • En la cual un símbolo o un atributo es, de una manera consciente y deliberada, tratada como si fuera una persona, como si tuviera una entidad real.
    • Sin considerarla de ninguna manera como una entidad o ser distinto y separado o individualizado(Pág. 272)
  • Ejemplos en el Antiguo Testamento: la Sabiduría, el Verbo (la Palabra), el Espíritu
  • En el libro de los Proverbios encontramos tres pregones o discursos de la Sabiduría: 1, 20-33; 8, 1-11; 9, 1-6. Podemos leer un extracto del segundo (Pro 8, 1-11).

 

  • Proverbios, capítulo 8

Os llamo a todos vosotros
mi voz es para todos.
Los inexpertos, aprended sagacidad,
los necios, adquirid juicio.Escuchad, que hablo sin rodeos,
abro los labios con sinceridad,
mi paladar repasa la verdad
y mis labios aborrecen el mal.

Yo, la Sabiduría, soy vecina de la Sagacidad
y busco la compañía de la Reflexión.
Quien venera al Señor odia el mal.
Yo detesto el orgullo y la soberbia,
el mal camino y la boca falsa.

Yo poseo el buen consejo y el acierto,
son mías la prudencia y el valor;
por mí reinan los reyes
y los príncipes dan leyes justas;
por mí gobiernan los gobernantes
y los jueces dan sentencias justas

Yo amo a los que me aman
y los que madrugan por mí, me encuentran.
yo camino por sendero justo,
por las sendas del derecho.

El Señor me estableció al principio de sus tareas,
al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remotísimo fui formada,
antes de comenzar la tierra.
Antes de los océanos fui engendrada,
antes de los manantiales de las aguas.

Todavía no estaban encajados los montes,
antes de las montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba
ni los primeros terrones del orbe.
Cuando colocaba el cielo, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la faz del Océano;
cuando sujetaba las nubes en la altura
y fijaba las fuentes abismales.

Cuando ponía un límite al mar,
y las aguas no traspasan su mandato;
cuando asentaba los cimientos de la tierra,
yo estaba junto a él como un aprendiz,
yo era su encanto cotidiano,
todo el tiempo jugaba en su presencia
jugaba con la bola de la tierra,
disfrutaba con los hombres.

Por tanto, hijos míos, escuchadme:
dichosos los que siguen mis caminos;
escuchad mis avisos y seréis sensatos,
no los rechacéis.
Dichoso el hombre que me escucha,
velando en mi portal cada día,
guardando las jambas de mi puerta.

Quien me alcanza, alcanza la vida
y goza del favor del Señor.
Quien me pierde, se arruina a sí mismo;
los que me odian aman la muerte.

El autor de este himno ha creado una figura literaria, la Sabiduría, dándole como una personalidad, como una existencia propia, pero no es otra cosa que un atributo de Dios, la sabiduría de Dios, la cual no tiene ninguna existencia individualizada. El autor sabe (y los lectores de su tiempo eran conscientes) que había creado una figura literaria, utilizando un lenguaje simbólico para hablar sobre Dios. No había un Dios que “ponía un límite al mar y asentaba los cimientos de la tierra” y otro ser real que “todo el tiempo jugaba en su presencia“. Únicamente había un Dios que “colocaba el cielo y trazaba la bóveda sobre la faz del Océano“, con toda su sabiduría: “Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría“, dice el salmista 104,24).

La Sabiduría, la sofia, personificada es una personificación de un atributo de Dios y, así, la Sabiduría personificada no es otra cosa que Dios actuando sabiamente. Roger Haight cita en nota a Larry W. Hurtado:

Los atributos personificados divinos eran los modos básicos y normales para referirse a los poderes y actividades de Dios. Era una práctica lingüística judía normal personificar una cualidad de Dios y describirla como un agente de ese mismo Dios. Concebir el Espíritu, la Sabiduría, la Palabra como una expresión literal de entidades divinas “es malentender este tipo particular del lenguaje religioso antiguo de los judíos“.

Roger Haight se hace eco de una afirmación de otro investigador, James D. G. Dunn, el cual asegura “no haber encontrado en la tradición judía anterior a Jesús consideración alguna de la Sabiduría como una hipóstasis o entidad divina, pues ello no tendría cabida en el monoteísmo judio” (Christology in the Making: A New Testament Inquiry into the Origins of the Doctrine of the Incarnation, 1980).

¿Qué pasó después? Por ignorancia del lenguaje religioso simbólico, esta personificación, esta figura literaria que no tenía ninguna existencia real, fue interpretada como un ser existente con una individualidad propia.

Es erróneo entender este lenguaje de la Sabiduría como expresiones descriptivas que cuentan la historia de un ser divino que desciende para convertirse en Jesús. Comprender este lenguaje como si describiera un ser que está “en el ámbito del Creador en la distinción entre creador-criatura” es interpretar mal la clase de expresiones utilizadas aquí.

El autor insiste más adelante (pág. 460) sobre ello

La génesis del problema de la relación de Jesús con Dios radica en haber hipostasiado un lenguaje simbólico sobre Dios:

  • El término “hipostasiar” significa generalmente hacer de una idea o de un concepto una cosa real.
  • La palabra “hipóstasis“, en un sentido amplio, se refiere a la individualidad de alguna cosa: una “hipóstasis” es una entidad individual dentro de una clase o especie.
  • “Hipostasiar” es interpretar un concepto como un ser individual existente, concretizar o materializar una idea.
  • “Hipostasiar” es un proceso por el cual se hace que el objeto de una figura del lenguaje sea una realidad.

Los símbolos que se encuentran en las Escrituras y que se refieren a Dios (como la Sabiduría, el Verbo, el Espíritu…) no son hipóstasis, sino personificaciones (Pág. 272).

Dentro del pluralismo de las interpretaciones sobre Jesús (realmente diferentes) que los autores del Nuevo Testamento dieron y que fueron transmitidas por las diversas comunidades durante los primeros tiempos del cristianismo, algunos relacionaron a Jesús con la figura de la Sabiduría: existía ya una tradición activa y viva sobre la Sabiduría en la Palestina del siglo I, y esta tradición proporcionó el lenguaje en el cual algunos de los seguidores de Jesús formularon su experiencia y lo interpretaron.

“Cristologías de la Sabiduría” las encontramos

Unos piensan que se trata de una cristología sobre el segundo Adán (cristología relativamente “baja”) y otros lo consideran como una cristología de la Sabiduría (cristología relativamente “elevada” que afirma la preexistencia y que sería un representante estricto de la teología de la encarnación).

Himno modelado según la tradición sapiencial: Jesucristo queda identificado con la Sabiduría divina personificada

Mateo, identificando a Jesús con la Sabiduría misma, supera a su fuente Q (en la que Jesús es un mensajero de la Sabiduría)
  • Lo que ocurre en el desarrollo de esta cristología de la Sabiduría es evidente:
  • “Lo que el judaísmo dijo de la Sabiduría, los cristianos que componían himnos y los autores de epístolas lo dicen ahora de Jesús”

Elizabeth A. Johnson
Jesus, the Wisdom of God
A Biblical Basis for Non-Androcentric Christology

1985

  • Miremos, por ejemplo, el himno de la carta a los Colosenses:
  • El es la imagen del Dios invisible” (Col 1,15) recuerda “Es un reflejo de la luz eterna, espejo inmaculado de la acción de Dios, imagen de su bondad”” (Sab 7,26)
  • El “primogénito de toda la creación” (Col 1,15) es un eco de “el Señor me creó al principio de sus obras” (Pro 8,22)
  • La frase “Todas las cosas fueron creadas en él” (Col 1,16) es un eco de “El Señor asentó la tierra con Sabiduría” (Pro 3,19),
  • Y también eco de:
    • Seleccionadora de las obras de él” (Sab 8,4)
    •  “Si nuestra inteligencia es eficaz, ¿no lo será más todavía la Sabiduría que es el artífice de toda cosa?” (Sab 8,6)
    • Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría” (Sal 104,24)

* * *

  • Otra cristología, dentro del pluralismo antes mencionado, es la que, originada en los círculos joánicos, interpretó a Jesús a la luz del Logos/Palabra de Dios, como es manifiesto en el prólogo del evangelio de Juan.

1 Al principio existía la Palabra.
La Palabra estaba con Dios,
y la Palabra era Dios.

2 Ella estaba con Dios al principio

3 Mediante Ella se hizo todo,
sin Ella no se hizo nada
de lo hecho.

14 La Palabra se ha hecho carne
y ha habitado entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria,
gloria de Hijo único del Padre,
lleno de gracia i de verdad.

 

Los versículos 1 y 14 están relacionados con el Génesis y otros libros:

Este Logos/Palabra era al principio el agente de la creación divina. La tradición judía sabía que la creación la había hecho Dios con su palabra

Gen 1,3  Y Dios dijo: Que exista la luz. Y la luz existió.
Sal 33,6 El Señor hizo el cielo con la palabra
y con el aliento de su boca todas sus estrellas
Sal 33,9 A una palabra suya, todo comenzó;
por una orden suya, todo existió.
Sab 9,1  Dios de los padres y Señor del universo,
que has hecho el universo con tu palabra.

y también sabía que el Logos/Palabra era la causa de la creación, ya que en muchos sentidos hacía las mismas funciones que la Sabiduría. El judío Filón de Alejandría (~13 aC – ~50dC), en su obra La creación del mundo, habla del Logos como del agente divino por el cual fue creado el universo

Cuando Dios quiso producir este nuestro mundo visible, formó antes que nada el mundo inteligible, para que, utilizando un modelo incorporal próximo a la figura divina, elaborara el mundo corporal, nueva representación del anterior, mundo destinado a contener tantas especies sensibles como el primero contenía de inteligibles (16)

…así tampoco aquel mundo constituido por ideas no se podría encontrar en ningún otro lugar que en el Logos divino, el que ha organizado estas realidades (20)

Si alguien quisiera utilizar una terminología más ajustada, diría que el mundo inteligible es el Logos de Dios en el acto de crear el mundo (25)

Comentario de Josep Montserrat i Torrens

Las ideas están en la mente de Dios. Esta mente, en tanto que es el lugar de las ideas, es el Logos. El Logos es el elemento activo y formal de la actividad creadora de Dios, y su influjo se extiende a todas las cosas a través de las rationes seminales, cuando no es el mismo Logos quien es llamado spermatikós.

En su calidad de principio de la creación, el Logos es instrumento de Dios, y como configurador de todas las realidades extradivinas es un Logos tomeús o divisor, es decir, organizador del mundo en un conjunto ordenado de géneros y de especies.

Volvamos a Roger Haight:

James Dunn está convencido de que el Logos en Filón no es una entidad real o distinta que actúa como intermediario de Dios, sino una metáfora de Dios que actúa sobre el mundo (The Making of Christology).

Pero en el prólogo del evangelio de Juan, el Logos/Palabra ya aparece como distinto de Dios (estaba con Dios), compartiendo el ser divino (era Dios), pero no era ni el Padre ni Yahvé, ni había dos dioses. Los primeros versículos del prólogo dan justamente la impresión de que tal personificación se ha individualizado o hipostasiado

Quien en la tradición sapiencial, metafóricamente, estaba al lado de Dios como “un aprendiz, todo el tiempo jugando en su presencia“, ya se ha apropiado ahora de una entidad propia, distinta de Dios (pero divina). Esto abre la posibilidad de la teoría de la encarnación: de esta entidad divina que no es el Padre ni Yahvé, anterior a toda creación, con una existencia propia, se podrá afirmar -sin romper el monoteísmo judío- que “se ha hecho carne“, que “ha habitado entre nosotros“.

El prólogo de Juan presenta, a pesar de su paralelismo con otras cristologías sapienciales, una cristología nueva y peculiar: es la primera cristología de la encarnación en tres etapas (preexistencia, existencia terrenal, nueva existencia glorificada)

…en la cual se identifica a Jesucristo como un ser que preexistía como Logos/Sofía personal y que, como un sujeto que no pierde su identidad, se hizo un ser humano

Y esta identificación creó un problema…

Tuvo lugar un paso importante cuando una personificación se transformó en una hipostasis, es decir, cuando lo que era una figura del lenguaje no se entendió como tal, sino como una referencia a un “ser real”. La Sabiduría no era ya un símbolo lingüístico que hacía referencia oblicuamente a un atributo de Dios, sino un ser real; el Logos ya no era una figura del lenguaje sino un ser distinto; el Espíritu no era ya un ejercicio constructivo de la imaginación poética humana, una descripción metafórica de las acciones de Dios como el poder invisible del viento, sino que se entendió de un modo literal. Hipostasiar al Logos y a la Sabiduría preexistentes crea un problema. Mientras el Logos y la Sabiduría permanecen como lo que eran al principio, personificaciones, es decir, figuras del lenguaje utilizadas para decir algo sobre Dios, tiene sentido decir que la sabiduría de Dios se actualizó en Jesús, y que éste encarna la sabiduría de Dios. Pero cuando se entiende al Logos como una realidad en sí misma, distinta del Padre pero de algún modo divina, y que como una entidad divina se ha encarnado, se está profiriendo una afirmación muy distinta. Este lenguaje se asemeja al modo de pensar de la cultura politeísta a la que le eran familiares las jerarquías de entidades divinas que poblaban el mundo invisible. ¿Era Jesús la encarnación de un “segundo Dios”?

Los habituales lectores de esta web ya conocen la invitación que hago a mis posibles oyentes o lectores a reabrir todas las suspicacias y sospechas que la “gran iglesia” mantuvo durante muchos años delante de este evangelio “lindante con la herejía” y también conocen mi petición de que la iglesia repare -aunque los incalculables daños producidos por este evangelio ya no tienen posible reparación- su “error histórico” al darle entrada en el canon del Nuevo Testamento. (Estas líneas son prueba de que he leído la presentación de J.O. Tuñí al libro de E. Käsemann, El Testamento de Jesús)

Para los que quieran mantenerse fieles
al sentido inmutable de los dogmas

Ver sobre este punto lo que dice
la Congregación para la doctrina de la fe

4 comentarios

  • George R Porta

    Si se afirma que Jesús sea un símbolo de Dios (un signo que apunta a la divinidad, aunque no sea divinidad él mismo), la belleza del Universo puede serlo también.

    Entonces: ¿Por qué se debe afirmar que lo malo o la maldad del Universo no sean símbolos de la divinidad o de divinidades como pensaban los antiguos?

    ¿Por qué no puede el ser humano abstenerse de afirmar lo que no le consta y aceptar la verdad de sus limitaciones? ¿Qué valor o naturaleza tiene su insatisfacción? El resto de la naturaleza, animales, plantas y rocas no parece tener la misma insatisfacción que les haga preguntarse. «No es suficiente preguntarnos por nosotros/as mismas y por los animales, plantas y rocas que ya existen? ¡Son tantas! El Cosmos ¡Nos es tan desconocido como el cerebro y los mares o la maldad! ¿No es más urgente preguntarnos acerca de ellos y aplicarnos a comprenderlos para coexistir mejor con ellos y con nuestros semejantes? Son cuestiones con mucha tela marinera…

    Proponer como realidad una cualidad o rasgo de Jesús es hipostasiar en alguna medida por mínima que sea:

    1. Le deshumaniza porque le hace in ser humano distinto a todos los      demás seres humanos. De lo contrario fuera otro símbolo de Dios como cualquier hijo de vecino y si eso es así, no veo nada malo en ello, pero traiciona el propósito de esta conversación

    2. Cualquier afirmación de o sobre la naturaleza de Jesús es improbable o indemostrable más de dos mil años después de su existencia histórica, por lo que se ve constreñida a ser otra especulación sobre lo que algunos escribieron que otros habían dicho porque quienes escribieron sobre él no parece que le conocieran directamente o no hay evidencia de ello. ¿Vamos a comenzar desde cero una vez más?

    3. Recomenzar o volver a incoar in mito parece más bien innecesario excepto porque los humanos tenemos esta obsesión-compulsión de fabricarnos becerros de oro grandes y pequeños y de todas las magnitudes intermedias.

    4 ¿Cuál puede ser la dificultad de aceptar que, al Jesús histórico, aquel que recorrió Palestina en tantas direcciones y «pasó haciendo el bien» le seguimos porque de alguna manera su recuerdo subsiste y parece que valga la pena «seguirlo» como se sigue a tantos maestros?

    Si hay un final de los tiempos, como se dice que él afirmó, pues unos habremos estado en los cierto y otros no tanto. Si no lo hay, pues nada, por lo menos también y en su obsequio, habremos pasado por el mundo «haciendo el bien» ¿Qué pudiera haber de malo en ello?

     

     

  • M.Luisa

    Esta confusión entre personificación e hipóstasis tiene sus orígenes, a mi modo de ver,   en la concesión  que a principios de la filosofía  se le designó  al  Ente, es decir , al “Ser” a lo que Es,   ocupando en ella  el lugar privilegiado frente al “haber” de la realidad, es decir, frente a “lo que hay”. Este modo de expresar la realidad nos previene del error de  haberla conceptuado  como la realidad “en sí” que es  lo que significó al principio y durante la Edad Media el Ente, facilitando la escisión entre el aquí y el allí sobrenatural,

    En cambio no parece que se produzca escisión alguna en asignarle por de pronto  a la realidad  la expresión “lo que hay” puesto que expresa el Todo de la realidad  antes de que nuestro  logos afirme algo de ella.

    Si a esto añadimos el factor tiempo lo que resulta de ello  no es la referencia al “ser real” como nos recuerda el artículo casi a su final y que ha sido el gran equívoco de haber confundido personificación por hipóstasis,  sino  que se tendrá que invertir el orden “realidad siendo” Sabiduría siendo, etc., etc.,

  • ana rodrigo

    Agradezco este escrito a Miquel porque, creo, que nos ayuda, como he dicho en otro post, a hacer limpieza de determinadas creencias.

    Creo que este curso va a ser muy aleccionador. Clarificar conceptos siempre es muy constructivo. Poco más que añadir de momento.

  • josela

    Antes que nada gracias por este blog.

    En este contexto, para mi consumo personal, yo me digo que “Jesús es el rostro humano de Dios”. Encarna, expresa la dimensión humana de Dios… Por otro lado Jesús nos interpela a uno y a todos:”¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?..y ¿quién dices tú que soy? “…y en esa búqueda y búsquedas se han dado respuestas diversas..algunas, medio “colindantes” con la herejía, dice el presentador de este blog-…Creo que todas las respuestas que se han dado en la historia del cristianismo son respuestas limitadas, y por tanto parciales… pero legítimas, aunque sujetas a revisión y discernimiento. ( por el hecho de tener que dar respuestas personales, son existenciales..y toda existencia humana, se me hace que está sometida a un tiempo y a un espacio..a un paradigma..y en ese encuadre limitado incluyo también las respuestas, que si monofisitas, que si arrianos.. que si…). Incluso en el Nuevo Testamento, los diversos autores tienen, cada uno, su cristología particular, aunque se ha tendido a unificar, se me hace.. Uno mismo le ha ido dando a Jesús diversas respuestas en las diversas épocas de su vida.( En este caso, estoy hablando de mí mismo).