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Veinticinco años de la muerte de Giovanni Falcone, el azote de la mafia

elmundo

La mafia y el terrorismo utilizan los mismos medios despiadados para extender el miedo. Ambos  fenómenos están siempre mezclados con guerras de fondo y corrupción política. Los hechos de Manchester y el viaje de Trump se iluminan con este aniversario de Falcone que recuerda El Mundo. AD. 

  • El juez libró una ‘guerra’ contra las instituciones, el poder corrupto y la indiferencia de la sociedad italiana, que entonces miraba para otro lado
  • Tras el atentado que acabó con su vida, Cosa Nostra evolucionó, intentó pasar inadvertida, aunque sigue causando el mismo dolor
  • “La mafia no es solo quien mata, también es quien manda”

Se cumplen 25 años del atentado de Cosa Nostra que acabó con la vida del juez Giovanni Falcone. Mientras Italia recuerda al magistrado, convertido hoy junto a Paolo Borsellino en un símbolo contra la mafia, la versión oficial sigue siendo cuestionada.

El 23 de mayo de 1992 una bomba con 500 kilos de trinitrotolueno (TNT) colocados bajo el asfalto de la autopista que comunica el aeropuerto de Palermo con el centro de la ciudad, a la altura del desvío de Capaci, acabó con la vida del juez antimafia Giovanni Falcone, de 53 años, su mujer, Francesca Morvillo, también magistrado, y tres miembros de su escolta: Rocco Di Cillo, Vito Schifani y Antonio Montinaro. La explosión produjo un cráter de cuatro metros de profundidad e incluso el Instituto Nacional de Geofísica de Monte Cammarata (Sicilia) registró el temblor de la tierra como si se tratase de un pequeño terremoto.

Capaci, Sicilia, 23/05/1992 Atentado de Capaci en el que murió el juez antimafia Giovanni Falcone con su esposa Francesca Morvillo y sus escoltas.

Capaci, Sicilia, 23/05/1992 Atentado de Capaci en el que murió el juez antimafia Giovanni Falcone con su esposa Francesca Morvillo y sus escoltas.

Los autores materiales fueron capturados. La Justicia sentenció que Totò Riina, el ‘capo dei capi’, fue quien ordenó el asesinato y que Giovanni Brusca apretó el detonador. Pero la verdad oficial en Italia es casi siempre una verdad a medias. La desprotección y soledad con la que vivieron Giovanni Falcone y su compañero Paolo Borsellino sus últimos años, y las dudas entorno a la existencia de una presunta negociación entre el Estado y la mafia en aquella época -que la Justicia italiana está investigando en la actualidad- no permiten cerrar el caso de manera definitiva. Tampoco las heridas.

El héroe solo

“No tengo pruebas pero si realmente Totò Riina no fue el único detrás del asesinato de Giovanni espero que un día se pueda demostrar”. A María Falcone todavía le tiembla la voz cuando habla de su hermano. Profesora jubilada, desde la muerte del magistrado se dedica a recorrer los institutos de Italia explicando a los más jóvenes qué es la mafia y quién era aquel “héroe solo”, como tituló uno de los libros que dedicó a su hermano. “Giovanni estaba solo porque tenía en contra al poder político, al poder financiero y a los demás jueces“, recuerda con tristeza. “Él era la locomotora que tiraba del tren pero advertía que nuestro trabajo no era apreciado”, confirma Leonardo Guarnotta, magistrado que trabajó codo con codo con Falcone y Borsellino en el Tribunal de Palermo.

La guerra de Falcone fue una lucha contra las instituciones, el poder corrupto y la indiferencia de la sociedad italiana, que en aquellos años prefería mirar para otro lado. “Se decía que la mafia no existía, que era una invención de la prensa para distraer a los ciudadanos de otros problemas más graves. Y sin embargo ya había habido varios atentados contra jueces, policías y periodistas”. Es en este momento cuando se crea una unidad especial antimafia para “liberar a Sicilia, esta tierra tan bella como desafortunada, de la infamia de Cosa Nostra”, explica Guarnotta.

Organizados en esta unidad especial, Falcone, Borsellino, Guarnotta y Giuseppe Di Lello empezaron a investigar la financiación de Cosa Nostra gracias al testimonio de uno de los primeros arrepentidos de la organización: el todopoderoso Tommaso Buscetta, pieza clave en el tráfico de drogas entre Sicilia y Estados Unidos. A la confesión de Buscetta le siguieron muchas más. Los jueces consiguieron sentar en el banquillo a más de 400 mafiosos de Cosa Nostra y dictaron condenas de más de 2.500 años de cárcel en un histórico macrojuicio. La mafia nunca se lo perdonaría. Ya se lo advirtió el propio Buscetta a Falcone: “Usted se convertirá en una celebridad, pero intentarán destruirlo física y profesionalmente”.

 

El mafioso con sombrero y pistola ya no existe

Tras la muerte del juez nada volvería a ser igual. “1992 fue un antes y un después. Un punto de no retorno”, recuerda Guarnotta. “La sociedad entendió que las muertes de Falcone y Borsellino fueron un golpe a las instituciones y que ya no era posible permanecer en el medio. Había que ponerse de un lado o de otro y defender los valores de justicia e igualdad por los que Giovanni y Paolo habían sacrificado su propia vida”.

Un total de 57 días después de aquel trágico sábado de primavera, Sicilia volvió a sentir un nuevo terremoto. El 19 de julio un Fiat 126 cargado de explosivos estalló frente a la casa de la madre de Paolo Borsellino cuando éste estaba entrando. El juez y cinco de sus escoltas murieron. Su mujer no permitió la entrada de políticos al funeral por considerar que no habían protegido suficiente la vida de su marido. Hoy Cosa Nostra ha evolucionado dejando atrás los atentados e intentando pasar inadvertida pero sigue causando el mismo dolor. “La mafia sigue estando en la vida institucional pero ha entendido que para poder hacer sus negocios tiene que desparecer“, asegura María Falcone. “El mafioso con la ‘coppola’ y la ‘lupara’ (un sombrero y una pistola típicos de Sicilia) ya no existe. Ahora existe el mafioso de cuello blanco”, añade el magistrado.

Aunque todavía queda mucho por hacer, el recuerdo de aquella época está muy presente 25 años después. “La derrota de la mafia está lejos -advierte Guarnotta- y la última guerra se ganará en Roma”. El juez asegura que todavía no se sabe si los atentados fueron llevados a cabo sólo por componentes de Cosa Nostra o existió la colaboración de personas externas. Por eso lo importante ahora “es descubrir toda la verdad”, insiste. “Se lo debemos a Giovanni, a Paolo y a sus escoltas. Si no lo hacemos es como si murieran otra vez”.

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