Honorio Cadarso me envía este escrito con esta nota que agradezco:
Amigo Duato: Gracias por el número de Iglesia Viva que me has mandado. Lo he leído de cabo a rabo, me ha resultado muy interesante. Te mando unas notas al margen que suponen un comentario de ese número de la revista y quizá una revisión mucho más a fondo de las “espiritualidades” en que nos movemos y se mueven nuestros teólogos. Algunos todavía no nos hemos enterado de que el ser humano ha sido dotado por el Creador de pies para andar, pero no de alas para volar. Vivimos en el planeta tierra, dependemos de él, nuestra suerte está ligada a la de la casa que habitamos. No somos árboles, pero no podemos flotar sobre el viento, amadísimo. Y no es que se nos haya olvidado ese detalle, es que en vez de vivir preferimos soñar… dormir… fantasear… Tal vez Pérez Andreo es el que menos peca de esta manía de volar y soñar. Decididamente, mi obsesión por la China tiene algo que ver con todo esto.
- Por la misma razón que los gnósticos y heresiarcas figuran en la historia del catolicismo, el laicismo o agnosticismo del mundo árabe debería estar presente en todavisión del Islam.
Hay un impulso laicista sobre el Islam en el final de la primera guerra europea con Kemal Ataturk. Hay un segundo impulso fortísimo con la segunda guerra mundial y la vecindad de la Unión soviética. En las vísperas de la llegada del Ayatolla Jomeini al Irán, con el declive del poder del Sha, se produce una literatura y una evolución del pensamiento hacia posturas más laicistas.Y no solo en Irán, porque la presencia francesa opera ese mismo movimiento en Siria, Irak, Palestina. En ese momento surgen poetas como la iraní Farugh Ferrojzad o el palestino Marhmud Darwish, que combina acentos religiosos islamo-cristianos con otros netamente marxistas. Y en Siria surge el pensador y escritor Adonis. Y en la diáspora árabe sobre Occidente surgen también corrientes de pensamiento muy variopintas.
En el plano político, Nasser congrega alrededor de su prestigiosa figura la RAU, República árabe unida, que se acoge a las ayudas de la Unión Soviética y a una política de separación de la iglesia y el estado.
En Marruecos, Ben Barka capitanea tendencias izquierdistas muy poco relacionadas con el Islam.
O se producen las Primaveras árabes con un guión ligeramente marcado por motivaciones religiosas y otros acentos diferentes agnósticos. Hoy, valdría la pena estudiar hasta qué punto y en qué proporción las poblaciones árabes que han emigrado a Occidente son fieles al Islam o pasan olímpicamente de los preceptos relativos al consumo de carne o ingestión de alcohol, cuántos acuden a las mezquitas con regularidad…
Resulta un tanto extraño que los fieles musulmanes puedan soportar discursos sobre el fuego del infierno como los que se escuchan en mezquitas de todo el mundo…
Todos estos datos están silenciados en el número de Iglesia Viva.
Sería muy oportuno asimismo investigar, de la mano de Adonis, hasta qué punto en la primera época de la Edad Media el agnosticismo era respetado y se extendía entre los pensadores árabes.
- Habría que profundizar también en la relación o en las diferencias entre la fe musulmana y la cristiana.
Desde un ángulo de visión, podría parecer que el Islam en el pensamiento de Mahoma beber de las fuentes del nestorianismo y del arrianismo, especialmente en su concepción sobre el Jesús del evangelio. El Dios del islamismo tiene muy poco de padre, mucho menos de hermano del ser humano e Hijo del hombre. Y en esa misma medida se acentúa la lejanía de Dios y el hombre y se diluyen los derechos y la dignidad del ser humano frente a su Creador. Y quizá también el encargo que Dios dio al ser humano de cuidar del universo que es su casa…
- Una iglesia al encuentro del Islam
La pastoral que esboza el obispo de Tánger, la teología y pastoral sugerida por la figura de Pepe Rodier, el texto de González Faus o el discurso del Papa Francisco a los Movimientos Populares se mueven en una concepción de la presencia y las relaciones de la Iglesia con el mundo actual sobrenadando un romantiscismo religioso y una ausencia de compromiso y esfuerzo redentor quizá alarmantes.
Nos movemos en todos estos escritos en una actitud contemplativa, de oración, en diálogo con un Dios al que suplicamos que remedie nuestros males con su Poder omnipotente, en el que confiamos, al que estamos esperando con las lámparas sin aceite, como las vírgenes imprudentes, y con las manos cruzadas.
¿Dónde está aquella tensión de los discípulos que recogían pan y peces para alimentar en el desierto a cinco mil personas? ¿Y que previamente sugerían a Jesús con qué recursos se podría contar en aquellas circunstancias?
¿Vale la pena destacar la actitud de Francisco de Asís que arde en deseos de sufrir martirio de la mano de los musulmanes, tal como hace el obispo de Tánger, o sería mejor implicarse en una lucha por los derechos humanos como un ciudadano más del Marruecos actual, al estilo de Ben Barka?
“Dímelo hilando” aconseja un refrán castellano. Los creyentes cristianos, o bien hacen una política rabiosamente capitalista, incluso enfangándose en la corrupción más atroz y el latrocinio sistemático sobre los bienes comunes, o bien se encierran en sí mismos mirando solo a salvar su propio pellejo.
Hay una dinámica de implantación del Reino de Dios en la tierra, de construcción de la ciudad terrenal, una política positiva y saneadora que surgen el universo ajeno al neoliberalismo y a Occidente, que está llevando a la India y a China sobre todo a un nivel de crecimiento del PIB del 8% y 9% anual, a una lucha encarnizada contra el cambio climático y la contaminación ambiental, a unas fórmulas de comercio internacional mucho más equitativas. En la China el nivel de empleo alcanza a dar ocupación al 96% de la población, en Occidente tenemos a África entera en paro, financiamos la guerra con muchísimos de nuestros recursos, arrojamos a la hambruna y la muerte a 800 millones de seres humanos, o a morir ahogados en el Mediterráneo, mientras les expoliamos y les robamos todos sus recursos naturales.
Pero no, sistemáticamente los creyentes cristianos vuelven la espalda a esa dinámica de fuera del universo neoliberal, como si no existiesen ni la China ni la India, o se extasían ante la religiosidad y ausencia del mundo de los fakires, brahmanes y gentes religiosas de la India, o de las masacres de los empresarios occidentales sobre las mujeres trabajadoras textiles del sudeste asiático.
Pero no nos sentimos responsables de esa situación, la lamentamos con lágrimas de cocodrilo, hacemos literatura, llevamos barquitos de vela al Mediterráneo para salvar a unos pocos de ahogarse…Nos sacamos de la manga Cruces Rojas, ONGs redentoras, Médicos sin fronteras…
Agradezco el número 268 de Iglesia Viva. He disfrutado volver a leer a Massignon después de tanto tiempo (curiosamente en Cuba era más fácil que acá en los EE UU.
Mi atracción hacia Charles de Foucauld, pese a las acusaciones de que fuera colonialista lo que es desde luego materia a discutir) siempre me impresiona cuando leo lo que escribió y lo que he leído sobre él, que su despertar a la mística tuvo que ver con aquel viaje por razones científicas disfrazado de árabe para construir un mapa del Sahara.
La impresión de sincero fervor al contemplar a los árabes detenerse, no importa donde estuvieran para orar en dirección a la Meca le emocionaba y le causó una impresión que nunca le abandonó. Cuando oraba frente al sagrario vacío de su “fragata” en el desierto, a menudo recordaba que los árabes, musulmanes, no necesitaban sino un punto de orientación para sentirse en presencia del “Misericordioso”. De ahí su deseo de salir de los muros de la abadía en Siria y de exponerse al exterior sin muros. Siempre ante el misterio inmenso.
De ellos aprendió a renunciar al proselitismo, algo que le valió muchas críticas. Su consejo a los musulmanes que le rodeaban de que fueran los mejores musulmanes posibles, su servicio de recoger leyendas y tradiciones por escrito, su creación de un diccionario y de una colección escrita de las memorias de aquellas tribus con las que hizo amistad. La demora de Juan Pablo II en reconocerlo como legítimo mártir porque había desoído las advertencias de los legionarios, etc.
Pienso que alguien como él y como Massignon son testigos de la inmensa posibilidad de poder encontrar un lugar o territorio común entre un Mundo y Otro no solo en cuanto a cooperación humanitaria sino en cuanto a mutua aprendizaje de la esperanza.
Cuando el lenguaje cambia la tendencia a la xenofobia se recrudece por la incomprensión inicial. Charles de Foucauld perseveró y lo mismo hizo Massignon y han hecho otros y el resultado ha sido la comprensión mutua, la solidaridad riesgosa, la tolerancia a veces costosa pero siempre posible.
Todo eso reclama el dejar de lado esta conducta abyecta y absurda de mirarse como enemigos cuando en realidad nadie de una de las partes pudiera arrojar a la otra parte la primera piedra.
Querido Honorio:
Comparto tu sentir… en mí, resalta con más fuerza el pesimismo… en esta humanidad apática, conservadora… Porque le importa por encima de todo, su propio bienestar, que el dolor que está cubriendo la mayor parte de este planeta:
¡En peligro de extinción!
Y no nos quita el sueño, ni nos sirve de acicate para mirar de frente cuanto nos está sucediendo; porque nos guste o no… lo que venga… a todas las personas, si a todas, nos llegarán las consecuencias de nuestro proceder; y a los poderosos… a pesar de lo que ellos piensan:
¡También les llegará!
Las religiones… ¡esa es otra causa por la que estamos llegando donde estamos!
O nos “comprendernos con respeto y nos aceptamos” o nos destrozaremos unas a las otras.
He escuchado en directo a Pablo d’Ors y algo ha dicho sobre el tema.
¡Hay tanto que aprender…Escuchar… Contemplar … Amar … Entregar … Compartir!
Y desde ahí, podremos “salvarnos” cada cual primero, y ser levadura para apoyar, empujar, abrazar a las demás personas.
mª pilar