El sufrimiento es esencialmente absurdo e innecesario, imposible de medir o comparar y, no obstante, es real e imposible de erradicar. Racionalizarlo con el Principio de Doble Efecto de Tomás de Aquino me parece amañado e irrespetuoso.
Esta argumentación situada en el plano metafísico, estableciendo la premisa de Dios, fuera incompatible […]
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