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268: Un número de Iglesia Viva sobre el Islam

268-PORTADAHa sido más complicado de lo que imaginaba coordinar este número de Iglesia Viva sobre el Islam. Es más difícil de lo que parece entenderlo de verdad desde dentro. Y si quieres aplicar sentido crítico (pensamiento crítico y cristianismo es el nuevo subtítulo e la revista) a sus orígenes y a su historia, más difícil aún. Me impresionó en su día oir cómo explicaba Roger Garaudy su conversión, buscando la simplificación religiosa. Pero supe después de sus dificultades con el fundamentalismo, como me lo confesaba después un amigo médico palestino que no se atrevía a expresar a otros su comprensión moderna del islam. Os invito a leer este número 268 . AD.

El cercano oriente, punto de encuentro entre Asia, África y Europa, ha sido desde hace milenios el punto más álgido de tensiones geopolíticas. Allí se han confrontado desde el neolítico civilizaciones e imperios. Allí tuvieron origen las principales religiones monoteístas, que tendieron a ser a la vez religiones, culturas y comunidades políticas. Por eso, todos los conflictos geoestratégicos que allí se han generado, han tenido siempre, en sus causas y en sus consecuencias, una dimensión religiosa.

En el siglo XX de las dos guerras mundiales y en el actual mundo globalizado, esa zona de la media luna fértil y de la península de Arabia siguen siendo un centro de conflictos e inestabilidad en que todas las grandes potencias están involucradas. Y la religión sigue tiñendo todos estos conflictos, aunque sus causas profundas sigan siendo de carácter económico y estratégico: adueñarse de las reservas de petróleo y de las comunicaciones. La religión islámica, que nació en una tierra desértica marginal, a donde se expulsaba a los perdedores (Esaú, Ismael…), pero que ahora es rica por disponer de las más grandes bolsas de petróleo, es la más implicada en esos conflictos que tienden a globalizarse.

En el siglo XXI, a partir del 11 de septiembre de 2001, existe una auténtica guerra mundial -“desarrollada a tramos”, según expresión usada frecuentemente por el Papa Francisco-, en la que siempre se instrumentaliza al Islam: o como elemento aglutinante de pueblos colonizados de una u otra manera para infundirles una mística de guerra más eficaz que la proveniente de otras ideologías revolucionarias laicas, o como elemento capaz de aunar poblaciones aterrorizadas y dispuestas a votar a extremismos de derechas contra el acoso a la civilización occidental que representa el Islam, con el terrorismo y las migraciones.

No pretendemos en este número analizar a fondo estos profundos movimientos geopolíticos actuales que están provocando un rosario interminable de guerras y víctimas desde la ocupación militar de Afganistán y de Irak. Las consecuencias de todo aquello las estamos sufriendo en la terrible situación actual de Siria. Haría falta descubrir en detalle las raíces de cada conflicto, los verdaderos intereses de cada parte y la manipulación de imaginarios colectivos con que se quieren legitimar las agresiones y los negocios de armas.

El objetivo de este número es más limitado, pero no menos necesario: aclarar a occidentales que no conocen nada o muy poco del Islam algunas de las características esenciales de esta religión, sobre todo respecto a los puntos negros con que se nos presenta hoy el Islam en autorizados textos y en los grandes medios de comunicación.

¿Es la fe islámica inferior al cristianismo por tener menos integrada la racionalidad helénica, como, en su célebre discurso de Ratisbona, ponía el Papa Benedicto XVI en boca del emperador bizantino Manuel? ¿Es incapaz por tanto esta fe de resistir a las tentaciones fundamentalistas que tienden a corromper todas las religiones, especialmente las monoteístas? ¿Pueden las comunidades islámicas habitar o convivir con occidente y su modelo de ética y democracia basadas en los derechos humanos? ¿En concreto, qué sentido tiene para los musulmanes la jihad o guerra santa? ¿Y qué posibilidad pueden tener las mujeres sin renunciar a su fe de reivindicar su igualdad y derechos en una comunidad musulmana?

Para responder a estas preguntas se han redactado los cuatro estudios que presentamos:

Jaume Flaquer, en el primero, nos introduce a los orígenes y el valor de las diferentes fuentes reveladas en el Islam para las diferentes ramas de sunitas, chiitas y otras ramas tradicionales. Hay una distinción siempre entre lo invariable y lo interpretable, con grandes escuelas divergentes de hermenéutica y jurisprudencia que explican la diversidad de modelos de Islam que hoy coexisten.

Dolors Bramon se propone en su estudio aclarar el sentido original y las diversas derivadas del salaf, un movimiento modernista y renovador del Islam que nació en Egipto y hoy ha derivado en la ideología salafista a la que se tacha de responsable de las interpretaciones más fundamentalistas y violentas del Islam. El término tal vez más polémico de la doctrina islámica es el jihad. La autora del estudio ilumina muy bien el diferente sentido del término y los limitados casos en que, en periodos muy concretos de la historia, se ha empleado como “guerra santa”.

Una culta musulmana española, Natalia Andújar, nos ilumina a continuación otro elemento que sirve con frecuencia para declarar incompatible el Islam con los derechos humanos y con la igualdad de la mujer. Aparece bien claro en su reflexión el hecho de que a veces las mismas feministas occidentales no hacen el esfuerzo necesario de discernimiento para comprender la dura lucha de las feministas musulmanas que va más a fondo que la imaginada opresión que significa el que algunas usen el hijab. Bien arraigadas en una correcta interpretación del Corán, las mujeres feministas están luchando por una verdadera democracia participativa e igualitaria en todos los organismos en que se decide la vida de la comunidad.

Finalmente, Santiago Agrelo, el carismático arzobispo de Tánger, nos ha enviado un texto en que expone cómo su comunidad cristiana de Tánger se acerca al Islam y peregrina junto con los musulmanes hacia la justicia y la solidaridad. En su Alma mater, la Universidad de Friburgo, le pidieron que hablase a los estudiantes de su experiencia de obispo en un país musulmán. Su conferencia quedó en el texto que nos ofreció y que pone el broche de oro a este número sobre el Islam.

En Página abierta se completa este tema central del Islam con un testimonio de Massignon, un gran islamólogo católico poco conocido en España y un recuento de los principales artículos sobre el tema presentados anteriormente en la revista, que es una invitación a aprovecharse de la riqueza de nuestro fondo digitalizado.

Hasta aquí, lo que Iglesia Viva aporta para clarificar hoy el pensamiento crítico en las ideas sobre el Islam. Las otras secciones intentan presentar otros ejemplos de pensamiento crítico aplicado a lo que tiene que ser el cristianismo auténtico hoy, discerniendo entre las diversas formas como se nos presenta, lo mismo que le pasa al Islam, aunque nos resulte más familiar este plurimorfismo en el caso de la Iglesia católica.

5 comentarios

  • Isidoro García

    Mi opinión Alfonso, es algo distinta. Opinas que fueron los pueblos llanos los que estaban enemistados, y yo creo que nunca, (hasta los nacionalismos modernos) ha sido así. En el pasado las invasiones eran una disputa de unos ejércitos contra otros, por la propiedad de las tierras, que era la riqueza de entonces.

    El pueblo llano en España, desde los la época de los celtas, iberos y celtíberos, ha sido siempre las mismas familias, que han permanecido labrando los campos, que eran propiedad de los dirigentes militares que realizaban las sucesivas invasiones.

    La invasión romana, y la árabe, fueron realizados por ejércitos militares sin pueblo propio. Los visigodos, como todas las invasiones godas llevaban con ellos a sus pueblos, mujeres, hijos y pertenencias, pero les interesaba que los antiguos pobladores siguieran realizando las duras labores del campo.

    Los pueblos, iban pasando de jefe militar a jefe militar que se iba haciendo cargo de las tierras, pero siempre las trabajaban los mismos.

    La invasión árabe, lleva razón Rodrigo, es un tema muy discutible y discutido, pues la historia antigua es una gran “agujero negro” que tenemos, con muchas cosas que no sabemos. (Lo mismo que con los orígenes del cristianismo). Pero lo peor no es que no lo sepamos, sino que la posterior historiografía, muchos años posterior a los hechos, la ha tergiversado, en favor de la cultura dominante en su época.

    Por eso yo decía que en el fondo a la población cristiana visigoda, (la gran masa trabajadora de los campos), les daba lo mismo unos que otros, pues todos les pedían trabajar los campos y una gran parte de la cosecha.

    Además muchos visigodos eran cristianos de la Iglesia Arriana, que tenía sus propios obispos, iglesias y sacerdotes, distintos y rivales de los paralelos de la Iglesia romana. (Como ahora hay católicos y protestantes).

     

    La Iglesia en su infame labor de tergiversación de la historia, solo habla de la escisión de Oriente, y luego la de los protestantes, pero han existido mucho tiempo, otras Iglesias no romanas, como la arriana, nestoriana, (que se expandió por Asia), y muchas otras, que paulatinamente fueron desapareciendo, o quedan núcleos.

    Como curiosidad, cuando los portugueses llegaron a Goa, en la India, se encontraron una pequeña comunidad cristiana proveniente de la antigüedad, (discípulos deTomas, o quizás nestorianos), que fueron respetados por los indios durante siglos. Cuando llegaron los católicos portugueses, fueron arrasados.

     

    Por todo ello, cuando llegó, (de una forma poco clara), la “invasión” árabe, que eran monoteístas, no les costó demasiado a muchos cambiar no de religión, sino de “Iglesia”, y se pasaron a la Iglesia mahometana.

    Los que estén interesados en este tema pueden leer o ver videos del catedrático Emilio González Ferrín, un arabista muy rompedor, sobre el tema.

    (En mi comentario anterior, ya exponía las nuevas tendencias de la crítica histórica de los orígenes del Islam, que sufrió cientos de años después de la muerte de Mahoma, una reescritura de su historia, de forma totalmente similar a la que sufrió el cristianismo en los cien años después de la muerte de Jesús.

    Lo que pasa es que nos gusta pensar que conocemos todo el pasado a la perfección, y de una forma lineal y clara, pero la dura realidad es que no es así.

  • Rodrigo Olvera

    Ni la tesis es mía, ni la tesis afirma que el concepto de reconquista sea franquista. De hecho, la tesis rastrea el origen del concepto “reconquista” al tiempo de la caida del reino de Granada, mucho antes de que Franco hubiera nacido.

  • Alfonso

    El amigo Rodrigo se equivoca al atacar el concepto de Reconquista. Mientrasque algunos progres sigan convencidos de que la Reconquista es un concepto franquista no habrá posibilidad de un debate serio. La opinion del historiador britanico Derek William Lomax, experto en la historia de la reconquista :”la naturaleza endémica y popular de la guerra entre cristianos y musulmanes, pues en ese período (1086-1340), a pesar de las treguas reales, los cristianos corrientes lucharon continuamente contra los musulmanes.Los pocos signos de tránsito pacífico a través de la frontera están superados con mucho por las correríasde saqueo y los actos de violencia; y aunque pudo haber algunos contactos pacíficos a nivel gubernamental, las masas eran tan permanente e irreconciliable mente hostiles como los indios y los blancos de Estados Unidos o de Argentina en el siglo XIX. Hay que descartar la idea de que la coexistencia pacífica de la gente corriente era ocasionalmente perturbada por la guerra que provocaban los dirigentes políticos y religiosos;sería más justo decir que los reyes trataron a veces, y sin resultado, de limitar la interminable guerra de que disfrutaban sus súbditos… Los conceptos de reconquista y cruzada pudieron tener su origen en los dirigentes de la cristiandad, pero la práctica de la guerra permanente contra los sarracenos fue una creación del pueblo. Y, a despecho de los huecos en la documentación, parece claro que las ideas de reconquista, guerra santa y cruzada se difundieron y aceptaron ampliamente en los estratos inferiores de la sociedad.”

  • Rodrigo Olvera

    ¿El pueblo hispano se convirtió al islamismo?

    El proceso cultural ocurrido en esa geografía y calendario (la época medieval peninsular) es mucho más complejo que el discurso simplista de pérdida y reconquista que ha predominado en la historiografía española; pero también es más complejo que este discurso que nos comparte Isidoro de de fácil conversión por simplicidad teológica-moral [Isidoro, ¿me puedes pasar la referencia o al menos los nombres de esos “algunos”? me interesa mucho leerlos]

    Aquí, para quienes les interese el estudio de dicho proceso, una tesis algo larga pero muy interesante titulada La España perdida: El discurso sobre “moros” y “cristianos” que vale mucho la pena leer.

    Trascribo algunos párrafos interesantes, entresacados de la sección de preentación de Objetivo de la tesis, Temas a investigar, Hipótesis, y Conclusiones

     

    14.00

    Objetivo de la tesis
    En la presente tesis analizaré algunas de las nociones y términos de uso frecuente cuando se cuenta la historia sobre las luchas entre los distintos reinos de la península ibérica medieval. Estas nociones se expresan mediante determinados términos clave que componen una terminología específica, consolidada hasta en la historiografía de hoy día y que por tanto sigue influenciando nuestra visión de la historia y cultura de España, y de la herencia cultural y lingüística de los españoles actuales. Mediante un estudio del origen y uso de los términos “reconquista”, “moro”, cristiano”, “español”, “castellano”, “árabe” y “repoblación” en la historiografía sobre la península ibérica medieval pondré a prueba esta terminología para averiguar hasta qué punto presente un fiel reflejo de la realidad histórica y hasta qué punto, en cambio, presente un reflejo de un ideal histórico que se ha consolidado en nuestra imagen del pasado y que nos persigue hasta la actualidad por medio de estas mismas nociones.
    Temas a investigar
    El discurso sobre “moros y cristianos” se enfoca, entonces, en la batalla, riña o discordia entre dos grupos principales, los moros y los cristianos, los cuales tienden a representarse en blanco y negro, como en un juego de ajedrez. Las pertenencias a grupos o categorías étnicos y religiosos son lo que definen a cada personaje en esta narrativa. La narrativa, entonces, es sencilla. Parte de la España cristiana se ha convertido en musulmana, por medio de la conquista, cuando, por medio de la reconquista y la consiguiente repoblación, los moros son eliminados y la España perdida vuelve a ser cristiana.
    Hipótesis de la tesis
    Cuando continuamos utilizando una terminología específica, seguimos reforzando la ideología que la ha promovido, cualquiera que sea. En el caso del discurso sobre “moros y cristianos”, este  implica, desde mi punto de vista, una intolerancia étnica y religiosa que retrata a los antiguos andalusíes y granadinos como infieles e invasores que no pertenecieron a lo que era y lo que es España. La historia de España seguirá siendo, al retratarla por medio del discurso sobre “moros y cristianos”, la historia de Castilla, cuya cumbre sería la derrota del Reino de Granada con el consecuente rechazo de la herencia cultural de al-Ándalus. Los andalusíes del pasado seguirán siendo, según este discurso, exóticos “otros” que no formaron parte legítima de lo que era y lo que es España. Al-Ándalus se convierte, según este discurso, en la España perdida que hay que recuperar mediante la  reconquista. En el discurso sobre “moros y cristianos”, estas son las ideas detrás de los términos, la ideología más o menos oculta que se cultiva mediante una terminología que da lugar a, y hace perdurar, la intolerancia y la alienación.
    Conclusiones de la tesis
    Los términos moro, cristiano, español, castellano y árabe son todos términos utilizados para designar a personas o grupos de personas de la península ibérica medieval, atendiendo a su fe, etnicidad y/o origen. Todos estos términos menos cristiano parecen haberse ido introduciendo paulatinamente, por distintas razones, en el vocabulario de la historiografía sobre la península ibérica, a partir de la Edad Media. Además, varios de los términos amplían sus espectros de significados, también en esa misma época. Esto es el caso de moro, que ya no es simplemente una persona de cierta etnia africana, sino que puede ser una persona de cierto grupo religioso. También es el caso de cristiano, que ya no es simplemente una persona de cierto grupo religioso, sino que puede ser un cristiano nuevo o un cristiano viejo, dependiendo en gran parte de su identidad étnica. Estas nuevas distinciones se entretejen para formar una red cada vez más densa y compleja de nociones basadas en identidades étnicas y religiosas, que funciona como un filtro para distinguir al uno del otro. Además, español, castellano, árabe e incluso cristiano, aparte de designar a personas o grupos de personas, pueden designar también hablas o lenguas. Las identidades étnicas y religiosas, ya confundidas entre sí, se confunden, entonces, con las identidades lingüísticas. El que habla árabe, parecerá que sea árabe, aunque sea español, el que habla cristiano, parecerá que sea  cristiano, aunque sea simplemente castellano. El habla se convierte en cuestión de origen, el origen en cuestión de etnicidad, la etnicidad en cuestión de religión y la religión  en cuestión de habla.
    […]

    14.00

    Hemos visto que para Pulgar no existen españoles, sino solo castellanos y cristianos. Y sobre todo, para Pulgar no existen granadinos, sino solo moros. Con la hábil introducción de los dos tópicos, el tópico del granadino como moro y el tópico del español como castellano, los granadinos se redefinen como invasores, y los castellanos que conquistan su reino se redefinen como legítimos dueños y defensores del territorio. Los dos tópicos se complementan mutuamente y funcionan, además, para polarizar a la población peninsular de la época, en moros  granadinos por un lado y cristianos castellanos por otro. Estos dos tópicos surgen, entonces, en la misma época de la guerra granadina. Contribuyen a promover la guerra y a facilitar la justificación de las políticas colonialistas de la Corona de Castilla.
    Los tópicos de la reconquista y de la repoblación, en cambio, no surgen hasta más tarde. La función de estas dos nociones no es principalmente la de polarizar, sino, al contrario, la de unificar. Contribuyen a defender la idea no solo de que la conquista del Reino de Granada era justa, sino de que era necesaria para la unificación y homogeneización tanto religiosa como cultural y política de la nación española. Hemos visto, con Ríos Saloma, “la forma en que el término (o concepto)  reconquista  se cargó de significados patrióticos para convertirse en uno de los mitos identitarios sobre los cuales se construyó el discurso nacionalista del siglo XIX” (Ríos Saloma 2011: 30). […] Hemos   visto   que,   según   Ríos   Saloma,   el   concepto reconquista   es fundamental para “la identidad colectiva de la España contemporánea” (Ríos Saloma  2011: 30). Además, en el siglo XX la historia de la batalla de Covadonga forma parte del folclore promovido por el régimen franquista, donde Pelayo, Santiago Matamoros, el Cid y los Reyes  Católicos  se consideran héroes nacionales  (Aukrust & Skulstad 2011: 262). Y Covadonga sigue siendo un lugar sagrado, recibiendo visitas  oficiales  de la familia  real en 2001 y 2004 (Aukrust & Skulstad 2011: 268). Lo que he llamado el discurso sobre “moros y cristianos”  parece trascender la historia y seguir ejerciendo influencias de distintas índoles en la sociedad española contemporánea.

    Respecto del volúmen de Iglesia Viva, no he podido leer hasta ahora más que la presentación de Antonio. Me parece por ella, que es un número muy valioso que merece una atención dedicada y una difusión extensa; misma que intento en la medida de mis posibilidades.

  • Isidoro García

    Sin haber leído aún el nuevo número de “Iglesia Viva” sobre el Islam, mando un pequeño apunte sobre el tema.

     

    En el siglo VII, en Arabia se produce la revelación de una nueva religión por parte del “Arcángel Gabriel” a Mahoma. Fue una más de las múltiples revelaciones más o menos similares que se han dado a lo largo de la historia, pero ésta obtuvo un enorme éxito histórico hasta el punto de que es junto con el cristianismo, una de las dos religiones más extendidas del mundo occidental.

    Los creyentes en una revelación de la Trascendencia, continuada a lo largo de la historia humana, en la que esta revelación se va adaptando a las circunstancias culturales de los recipiendarios, ven el judaísmo monoteísta, como una superación y sofisticación de la religión politeísta sumerio-babilónica-egipcia-grecorromana.

    Y posteriormente se ve al cristianismo universal como una superación del judaísmo de origen tribal, y primitivo. Y este proceso de sofisticación cultural, continúa con la helenificación del cristianismo jesusita, realizada primero por Pablo y después por el cristianismo grecorromano, adaptándose perfectamente a su humus ambiental, lo que le facilitó el éxito de su implantación.

    Pero en este proceso cuasi contínuo de adaptación a la cultura del momento, de la religión revelada, la revelación del Islam, a Mahoma, casi seiscientos años después de la aparición de Jesús, parecería en un principio como un retroceso que rompe ese hipotético esquema de progreso general.

    Parece claro que en el Islam, el producto religioso es mucho más sencillo y claro que el del cristianismo. Se sitúa en una continuidad histórica con las revelaciones judía y cristiana, de tal manera que no parece una religión exótica surgida de la nada, y sospechosa por ello de artificiosa y arbitraria. De la religión judía mantiene un monoteísmo estricto, del que se habrían desviado los cristianos con su deriva trinitaria.

    Muy posiblemente, este supuesto “retroceso” en la deriva de las revelaciones se deba al retroceso paralelo de la cultura de occidente, que de las glorias grecorromanas, pasó a un periodo de casi mil años del obscurantismo de la Edad Media.

    Las revelaciones del cristianismo de su segunda y definitiva fase definitoria, iban dirigidas, a gente del mundo helenístico, con una cultura incomparablemente superior, a la que tenían 500 años después, las tribus de los desiertos árabes, que aunque cercanas geográficamente estaban casi totalmente apartados de las civilizaciones cercanas.

    Da la impresión que la Trascendencia “reveladora”, habría dado un golpe de timón, para adaptarse a los nuevos tiempos culturales que se avecinaban.

    Incluso si más asépticamente solo estudiamos el fenómeno de las revelaciones fundadoras de religiones, como mero elemento cultural, parece claro que el éxito del Islam se debió en parte a su buena adaptación a los nuevos aires muy simplificadores de la cultura que se avecinaban ya, con el inicio del retroceso cultural de la Edad Media.

    Además de su contenido muy asequible para la época, otra de las claves de su éxito fue la gran oportunidad histórica del momento en que apareció. Si hubiese surgido en un momento en que o el imperio romano o el persa hubieran estado en su auge, el Islam no hubiera conseguido salir del gran culo de saco semivacío de la península de Arabia, y se hubiera quedado en otra pequeña religión local más.

    Pero le pilló un momento histórico en que después del derrumbamiento del Imperio romano occidental, tanto el Imperio oriental, como el cuasi sempiterno imperio persa, estaban muy debilitados, y había en Oriente Medio un gran vacío político ocupado por reinos menores.

    Incluso el cristianismo estaba viviendo una gran crisis interna entre el arrianismo-monoteísta y las especulaciones trinitarias de algunos teólogos, que triunfaron en Roma, a pesar de que eran bastante atrabiliarias y poco asumibles por el pueblo llano.

    Por ejemplo, algunos señalan que ésa fue la razón por la que el pueblo hispano, que originariamente era arriano-monoteísta y que convertido por decreto político de Recaredo al trinitarismo, luego se convirtió tan fácilmente a un islamismo más fácil de entender con su más sencillo monoteísmo, y sus sencillos cinco mandamientos, muy alejados de la complicada moral cristiana clerical, muy influída por la herencia de la compleja ley judaica.