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Hoy empieza el Adviento, tiempo de esperanza

¿Se permitirá a ATRIO que entre dos conmemoraciones a sendos líderes comunistas (Castro y Marcos Ana) introduzca los textos con que la Iglesia celebra hoy esta fiesta que prepara a vivir la esperanza cristiana? Y también un comentario u homilía que pronunciará un sacerdote vasco, Tomás Muro Ugalde, en su parroquia de San Bartolomé de Donostia. Emplazamos a Tomás a que, de vez en cuando, nos ayude a cristianos y ateos a releer el evangelio de Jesús y las grandes metáforas de la liturgia cristiana. AD.    

Isaías, 2,1-5

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: “Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor.” Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.

Salmo 121

Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor:
Ya están pisando nuestros pies, Tus umbrales Jerusalén
Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta;
allá suben las tribus las tribus del Señor.

Romanos 13,11-14

Hermanos: Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo.

 

Mateo 24,37-44

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.

 

Somos esperantes

Algunas consideraciones / homilía.

  •  los tiempos de Noe y las crisis nos llegan siempre.

El diluvio en tiempos de Noé es un mito mesopotámico. Los mitos no existieron nunca, pero se dan todos los días.

En tiempos de Noé pasaba lo mismo que nos ocurre hoy y siempre (al menos en cierto sentido): la gente comía, bebía, ahorraba, viajaba, se casaba, vivía de un modo un tanto inconsciente y se moría.

Pero el diluvio llegó y arrastró al gentío que paseaba por las boutiques, por las playas tropicales y estaciones de nieve. Vivían, como hoy en una dulce estupidez.

  • Las posibilidades son:
  1. “vivir a lo tonto” y un poco a lo “Sanchopanza”, sin pensar, sin asumir la vida en su complejidad. Sería el “comamos y bebamos que mañana moriremos”, que ya constataba Isaías (Is 22,13) y recoge también San Pablo (1Cor 15,32).
  2. Caminar a la luz (Isaías), cayendo en cuenta del momento en que vivimos, despiertos del sueño (Romanos) y por tanto: Velad, estad despiertos, (Mateo).

El diluvio nos llega siempre.[1]

  •  vivir a lo tonto: anestesia cultural.

La primera opción es claramente el capitalismo que pretende sumergirnos en una sedación crónica, cuando no en una marginación de los problemas, de las cuestiones más hondas del ser humano.

Hoy habría que añadir la larga crisis que estamos atravesando, cuyo único tratamiento es el económico, pero que únicamente está sirviendo para hacernos que ver que en -cuestiones de dinero- no hemos cambiado apenas nada y tanto creyentes como ateos nos regimos por los mismos criterios.

El capitalismo nos ha hecho más gordos y más adormecidos, pero no más lúcidos y honrados.

Corta respuesta para cuestiones tan densas, le dice Dn Quijote a Sancho.

  • somos esperanza y futuro. caminar despiertos y hacia la luz.

La cuestión del futuro y la esperanza están incrustados en nuestro ser. Somos futuro (futurizos) y somos esperanza.

¿Qué será de nosotros, de nuestros proyectos, de nuestra familia, de nuestros ideales, de la sociedad, etc.? Son asuntos que van indisolublemente ligados a la existencia humana

El barro del que estamos hechos los seres humanos es la esperanza y la nostalgia. Vivir es esperar.

No comenzaríamos trabajo alguno, ni iniciaríamos ningún proyecto, ningún camino si el ser humano no fuésemos en nuestra esencia más profunda orientados hacia el futuro.

El futuro que aguardamos da sentido al presente. Sin futuro último la vida terminaría por resultar absurda.

  • Desconocemos, pero esperamos  el futuro.

El futuro que aguardamos se nos hace presente -a veces entra en crisis-  en ciertas situaciones de la vida: ante la muerte de un ser querido, en un sufrimientos sin vía de salida, cuando la ancianidad se vive en soledad, cuando percibimos que nuestra sido un fracaso, etc. Cómo algún filósofo (Kant) también nosotros podemos preguntarnos un poco sufrientemente: ¿qué me cabe esperar en la vida?

No es menos cierto que también el futuro y la esperanza cobran vida en el amor, en el entusiasmo de algunas tareas, cuando nos sentimos acogidos, en la salud.

De todos modos, esperamos, pero desconocemos el futuro. Pero a una fe adulta le interesan poco o nada una descripción del futuro, del cielo, etc.  Yo no sé si existe el agua, lo que sé es que tengo sed. No sé ni cómo, ni cuándo, ni dónde será el futuro, lo único que está inscrito en mi vida es que será: seremos en Cristo.

Pedro Laín Entralgo médico humanista (1908-2001), lo decía brillante y esperanzadamente: el ser humano espera por naturaleza algo que no está en su naturaleza. No es una afirmación científica, ni siquiera lógica, pero es hondamente humana. Lo más profundo de mi ser es nostalgia y esperanza.

Woody Allen lo decía de otro modo más a su estilo cinematográfico: me interesa el futuro absoluto porque es el lugar donde voy a vivir toda mi existencia.

Ser lúcido, vivir despiertos es vivir con la esperanza que escudriña el horizonte.

  • Comencemos esperanzadamente el adviento.

Comenzamos hoy el adviento, el tiempo de la santa esperanza. La vida es un adviento continuo.

La esperanza no se pone en cualquier cosa. La esperanza tiene su mirada puesta en el ser, en la ultimidad, en el Dios, que se nos hace presente en JesuCristo.

Es bueno vivir las relaciones humanas en un tejido de respeto y confianza, pero la esperanza última descansa en Dios. Solamente en Dios descansa mi vida, (Salmo 61).

vivamos despiertos y atentos.

[1] ¿Habrá existido en la historia alguna persona que no haya atravesado por valles de tinieblas?

Un comentario

  • Jorge

    Del comentario bíblico de Servicios de Koinonia para hoy, primer domingo de Adviento:
    «ad-venimiento», significa venida, llegada, y alude a «la venida de Cristo», que, bíblicamente hablando, son dos: la venida que ya tuvo lugar, que celebraremos en Navidad, y la futura, la llamada «segunda venida» de Jesús, «en poder y majestad», que, en la visión clásica tradicional, pondrá fin al mundo, inaugurará el «juicio final» o «juicio de las naciones», y abrirá la era definitiva, el «nuevo eón», la «vida eterna» beatífica para los salvados, y el sufrimiento eterno en el infierno para los «condenados». Todo ello, dicho en el lenguaje clásico tradicional religioso cristiano. Pero, ¿qué creemos hoy, realmente, de todo ello? ¿Cuánto de todo ello lo creemos sólo «simbólicamente», con un contenido de significado muy diferente del literal?
     
     
    Richard DAWKINS, que se ha hecho muy popular con su combate crítico a creencias religiosas sobrepasadas (que él cree que representan todavía la forma de creer de los cristianos inteligentes y actualizados de hoy), confiesa que queda “abatido al constatar que el 50% de los estadounidenses cree que el mundo tiene apenas 6 mil años”. Creen también que serán personalmente ‘arrebatados’ a las alturas celestiales todavía en el tiempo de su vida, hecho que será seguido por un Armagedón muy bienvenido como heraldo de la segunda venida de Cristo»…  «nada menos que el 44% de la población estadounidense está convencida de que Jesús va a volver para juzgar a los vivos y a los muertos, en algún momento de los próximos cincuenta años». Imagine usted las consecuencias,…El hecho de que casi la mitad de la población de EEUU crea en eso, en base simplemente a un dogma religioso, debe ser considerado una emergencia moral e intelectual».