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Es sorprendente que se considere sorprendente la victoria de Trump

Navarro

Artículo publicado por el autor en su blog personal y recomendado a ATRIO, desde Argentina, por Manolo Santos, como “una invitación urgente a repensar la categoría de ‘clase’ y de ‘pueblo’, y otras parecidas, a la luz, o más bien al “contraluz”, de otras más englobantes o más “radicales” (más “desde la raíz”), como por ejemplo la categoría de “la parte (de una sociedad) de los que no tienen parte. Para entender mejor este análisis recomiendo una vez más regalarse un tiempo este domingo para ver y oí el documental de Noam Chomsky, maestro y amigo de Vicenç, Requiem por el sueño americano. AD.

Lo que ha ocurrido en EEUU con la elección del candidato republicano, el Sr. Donald Trump, era predecible. Y así lo había yo indicado en un artículo reciente (ver “De lo que no se informa y/o se conoce sobre las elecciones en EEUU”, Público, 18.10.16).

En realidad, la posibilidad de que ocurriera lo que ha ocurrido se ha ido fraguando desde los años noventa, cuando el partido Demócrata, bajo la presidencia del Sr. Bill Clinton, aplicó toda una serie de políticas de clara sensibilidad neoliberal (hasta entonces patrimonio del Partido Republicano), algo que también ocurrió en el Reino Unido cuando el Sr. Tony Blair, dirigente del Partido Laborista, adoptó las medidas neoliberales que había propuesto la Sra. Thatcher, dirigente del Partido Conservador. En realidad, y tal como he documentado en otro artículo, la Tercera Vía del gobierno Blair estaba muy inspirada en las políticas llevadas a cabo por la Administración Clinton (ver “El fracaso del nuevo laborismo y del socioliberalismo”. Sistema, 21.05.10).

  • La derechización del Partido Demócrata: el origen de la Tercera Vía

Estas políticas neoliberales significaron un cambio notable de las políticas del Partido Demócrata heredadas del New Deal establecido por el presidente Roosevelt, y que justificaban que tal partido se presentara como el “partido del pueblo llano” frente al instrumento político del gran empresariado, representado por el Partido Republicano. Tales políticas del New Deal (y más tarde de la Great Society) fueron sustituidas por políticas neoliberales llevadas a cabo por el presidente Clinton, las cuales incluyeron la desregulación en la movilidad del comercio y del capital financiero, iniciándose toda una serie de tratados referidos como tratados de libre comercio, de los cuales el más importante fue el Tratado de Libre Comercio entre EEUU, Canadá y México, conocido en inglés como NAFTA. Tal tratado era altamente impopular entre los sindicatos y entre las bases electorales del Partido Demócrata, lo cual explica que la mayoría de los miembros del Partido Demócrata en el Congreso no votaran a su favor. Solo los procedentes del sur de EEUU (que suelen ser los más conservadores) apoyaron dicho tratado, junto con la mayoría de los miembros del Partido Republicano. Tal aprobación significó un giro importante en las políticas del supuesto “partido del pueblo”, el cual dañó, como era predecible, a los trabajadores de los sectores manufactureros (los sectores mejor pagados dentro de la fuerza laboral en EEUU), pues vieron sus trabajos desplazados a Méjico cuando sus empresas se trasladaron a aquel país, perdiéndose con ello millones de buenos empleos en EEUU. Fue así como el Partido Demócrata favoreció extensamente el tipo de globalización económica que hemos conocido desde los años ochenta y noventa (iniciado por Ronald Reagan y Margaret Thatcher). Este globalismo ha sido uno de los elementos que ha debilitado más a la clase trabajadora, pues el mundo empresarial ha utilizado contra el mundo de trabajo la amenaza de desplazarse a otros países en caso de no obtener concesiones en forma de bajada de salarios, de recortes en su protección social y de deterioro de sus condiciones de trabajo.

Tal globalización contribuyó al alejamiento de la clase trabajadora del Partido Demócrata. En realidad, la pérdida de la mayoría del Partido Demócrata en el Congreso (incluyendo el Senado) se debió a la masiva abstención de la clase trabajadora en las elecciones al Congreso del 1994, después de que el presidente Clinton aprobara en 1993 el NAFTA con el apoyo mayoritario del Partido Republicano. Fue entonces cuando ya se inició el enfado de la clase trabajadora. Como bien ha comentado el politólogo Thomas Frank en su libro Listen, Liberal, a medida que el Partido Demócrata fue distanciándose de la clase trabajadora, fue aumentando la influencia de la clase media profesional (personas con estudios superiores, incluyendo los universitarios) en los aparatos de tal partido. En realidad, fue el crecimiento de esta influencia, ejemplificada por la Administración Clinton, la que causó el distanciamiento de la clase trabajadora, algo semejante a lo que ha estado ocurriendo con los partidos socialdemócratas en Europa.

  • El continuismo del neoliberalismo con Obama

Tales políticas han sido seguidas por el Presidente Obama, e incluso expandidas durante su mandato para incluir el proyectado tratado de libre comercio con los países del Pacífico y el intento de establecer otro con la Unión Europea (UE). No hay que olvidar que una de sus promesas electorales, realizadas en su primera elección, había sido modificar el NAFTA, lo cual no hizo. La propuesta de los sindicatos era la de su eliminación, a lo cual el presidente Obama no accedió, sin ni siquiera modificarlo. Como consecuencia, los datos fácilmente accesibles muestran un gran descenso de los salarios y de la protección social, mayores causas de que las rentas del trabajo como porcentaje de las rentas totales continuaran descendiendo, proceso que se había iniciado en los años ochenta, adquiriendo mayor descenso a partir de la plena expansión del proceso de globalización. Mientras las rentas del trabajo disminuían, las rentas derivadas del capital fueron subiendo, habiendo alcanzado niveles nunca vistos desde los años treinta del siglo XX (causa, por cierto, de la Gran Depresión).

La segunda mayor ofensa a las clases populares por parte del socioliberalismo: la desregulación de la banca

Otra política pública introducida por el presidente Clinton fue la desregulación de la banca, eliminando la separación entre la banca comercial y la banca de inversión (y que exigía la Ley Glass-Steagall aprobada durante el mandato del presidente Roosevelt), medida propuesta por su Secretario del Tesoro (equivalente al Ministro de Finanzas), el Sr. Robert Rubin, que había sido codirector de la banca Goldman Sachs antes de incorporarse al gobierno del presidente Clinton. Esta medida desreguladora tuvo dos impactos sumamente negativos para el bienestar de las clases populares (y de la economía). Tal desregulación del capital financiero favoreció las burbujas especulativas, de las cuales la inmobiliaria afectó particularmente a la clase trabajadora y a las clases medias de renta baja, que tuvieron que endeudarse profundamente para pagar precios abusivos de las viviendas, resultado del carácter especulativo de las inversiones inmobiliarias. Esta desregulación bancaria era resultado de la complicidad nueva que se estableció entre Wall Street y el Partido Demócrata, que ha sido una constante de la Tercera Vía, iniciada por Clinton y continuada por Obama.

El resultado de tal complicidad es el rescate que el gobierno federal hizo de la banca cuando las burbujas especulativas estallaron, poniendo en peligro la viabilidad del sistema financiero, que estaba metido en la especulación hasta la médula. Es significativo resaltar que ningún banquero haya ido a la cárcel, a pesar de haber cometido delitos graves que afectaron muy negativamente el bienestar de las clases populares. En realidad, el enorme crecimiento de las rentas del capital se debe, en parte, a la gran expansión del capital financiero basada en un enorme endeudamiento de las clases populares, consecuencia a su vez del descenso de las rentas del trabajo. Hay que señalar que dirigentes de la empresa Enron terminaron en la cárcel durante la Administración Bush. No así los dirigentes de la banca en la Administración Obama.

  • El justificado y predecible enfado de la clase trabajadora

Era obvio que se estaba acumulando un enfado que podía apercibirse en el enorme descrédito de las instituciones llamadas representativas en aquel país, y que son ocupadas por una de las clases políticas más estables en el mundo capitalista avanzado, resultado del sistema de financiación, predominantemente privado, del proceso electoral de aquel país, en un sistema bipartidista carente de proporcionalidad y que prácticamente imposibilita la entrada de nuevos partidos.

Tal pérdida de legitimidad se traduce en que la mayoría de la clase trabajadora no vota en EEUU. Tal clase representa aproximadamente el 52% de la población estadounidense (un número bastante próximo a lo que la población señala como su pertenencia, cuando se le pregunta si se considera de la clase alta, la clase media o la clase trabajadora). Al haber una relación inversa entre nivel de renta y participación en el proceso electoral, se deduce que la mitad de la población estadounidense, por debajo de la media, es la que no vota (en EEUU solo votan entre un 52% y un 54% de la población que podría hacerlo), y pertenece a la clase trabajadora. En realidad, el descenso electoral del Partido Demócrata está muy marcado por el creciente grado de abstención de la población obrera identificada con este partido. El cambio del Congreso de demócrata a republicano que tuvo lugar en el año 1994, que he citado en un párrafo anterior, fue resultado del crecimiento de la abstención obrera en respuesta a la aprobación del NAFTA.

  • La marginación de la clase trabajadora

El cambio de los partidos que electoralmente tenían como base central la clase trabajadora y otros componentes de las clases populares hacia otros sectores y clases sociales (definiéndose a sí mismos como partidos de las clases medias) fue resultado del cambio de composición de los aparatos de tales partidos, con un claro dominio de las clases profesionales, personas con educación superior que asumían que o bien la clase trabajadora estaba despareciendo, o bien se estaba convirtiendo en clases medias. Esta llamada “modernización” de tales partidos incluyó la adopción por su parte de elementos de la ideología neoliberal, que había sido transmitida desde los años ochenta por los partidos conservadores y liberales. En realidad, el Partido Demócrata hoy está próximo (sin estar afiliado) a la Internacional Liberal. Clinton fijó esta nueva línea. Tal neoliberalismo económico, por cierto, redefinió la política social, enfatizando la importancia de la empresa privada (financiada públicamente) en la gestión de los servicios públicos, tema que trataré en una sección posterior de este artículo.

  • Los costes de ignorar a la clase trabajadora

La desaparición de clase social como categoría sociopolítica por parte del Partido Demócrata (como también ha ocurrido con la socialdemocracia) implicó el abandono de las políticas redistributivas. El Partido Demócrata (considerado con excesiva generosidad como la izquierda en EEUU) enfatizó, en lugar de políticas de clase, políticas encaminadas a integrar a las minorías y a las mujeres en el sistema político, basando su estrategia política en combatir la discriminación en contra de las minorías (negras y latinas) y en contra de las mujeres. Estas políticas fueron, en parte, exitosas en incorporar estos grupos discriminados dentro de las instituciones políticas de carácter representativo y en la administración pública. Pero las mayores beneficiarias de estas políticas fueron personas de clase media de renta alta, sin que en general afectaran al bienestar económico y social de la mayoría de minorías y mujeres, que pertenecían a la clase trabajadora. El intento de integrar a las mujeres y a los negros (y en parte también a los latinos) en el sueño americano no afectó al bienestar de las clases populares. Las políticas de identidad sin sensibilidad de clase (supuestamente desaparecida) no cambiaron el poder de la clase dominante del país. Solo cambiaron el color y el género de las clases medias de renta alta. La victoria del presidente Obama, una persona negra, no afectó al bienestar económico de la clase trabajadora negra, mostrando los límites de tal estrategia identitaria, en ausencia de unas medidas de tipo clasista.

Y las elecciones del pasado 8 de noviembre han mostrado como la gran mayoría de las mujeres de clase trabajadora ha votado por Trump, que fue, de los dos candidatos (Trump y Clinton), el que acentuó más el discurso de clase. Trump se presentó como el defensor del mundo del trabajo, haciendo referencia constante a que su gente eran las personas con escasa educación, a las cuales el establishment político del país denominaba como “white trash” (basura blanca). Y el primer punto que subrayó en su discurso en la noche de las elecciones fue que él representaba a las personas olvidadas por el sistema. Viéndole en aquel momento, me recordaba el discurso de la líder del Partido Conservador británico, la Sra. Theresa May, que tras otra gran sorpresa del establishment, el Brexit, promovió a partir de entonces que el Partido Conservador tenía que ser el partido de la clase trabajadora del Reino Unido. Mientras, la Sra. Clinton apelaba a las mujeres, habiendo definido a los seguidores de Trump como “deplorables”, un adjetivo parecido a “basura”.

  • Siempre había alternativas que el establishment político-mediático vetó

En las últimas elecciones hubo la alternativa a Hillary Clinton, que había apoyado todas las políticas de su esposo durante su mandato Se llamaba Bernie Sanders, el candidato en las primarias demócratas, socialista sin complejos, que siempre defendió los intereses de la clase trabajadora, Bernie Sanders, conocido por su integridad y compromiso con las clases trabajadoras, y que apostaba explícitamente por una “revolución política” encaminada a democratizar las instituciones políticas y económicas del país, movilizando a grandes sectores de la clase trabajadora y a la juventud del país. Fue un terremoto dentro del Partido Demócrata, y el aparato de tal partido se movilizó por todos los medios para parar tal candidatura, y ello a costa de perder las elecciones. La gran mayoría de encuestas mostraban que Sanders, cuando aparecía frente a Trump, sacaba mucho más apoyo popular que el que Clinton conseguía frente al candidato republicano. Sanders era la única posibilidad de parar a Trump. Y su lenguaje, el de Sanders, era clasista, subrayado la conjunción de intereses de todas las razas y de todos los géneros, unidos en sus reivindicaciones basadas en su clase. Este mensaje hubiera sido imbatible. Pero el nuevo Partido Demócrata era incapaz de presentar esta imagen, pues el aparato estaba claramente conectado con la clase que se sentía amenazada con este enfoque de clase del candidato Sanders. La victoria de Clinton en las primarias desmovilizó a los votantes de Sanders, aumentando significativamente la abstención, un aumento que ha sido fatal para Clinton, pues su adversario tenía movilizada a la clase trabajadora blanca y a los grupos extremistas claramente racistas, que apoyaron masivamente a su candidato, y en cambio la candidata Clinton tenía a sus bases desmovilizadas.

  • Clase o raza y género, o clase, raza y género: los orígenes históricos de este debate en EEUU

El desconocido precedente de Sanders fue la candidatura del reverendo Jesse Jackson en 1988. Tal candidato en las primarias del Partido Demócrata enfatizó, en las primarias anteriores, en 1984, la necesidad de integrar a la población negra en la sociedad estadounidense. Su eslogan fue “Our time has come” (nuestro tiempo ha llegado). Presentándose como discípulo de Martin Luther King y como “la conciencia de EEUU”, la recepción del establishment político-mediático fue sumamente favorable. El New York Times escribió un editorial sumamente positivo. Fui asesor suyo en temas sociales y económicos en aquella campaña, y ello a pesar de mi desacuerdo con la orientación de la misma, pues si la intención era llegar a ser presidente de EEUU, presentándose como la voz de las minorías, no era el mejor método para llega a tal puesto.

En el año 1988, en cambio, se presentó como el candidato de la clase trabajadora, siguiendo el consejo de algunos de sus asesores, incluyéndome a mí. Formó así el movimiento Arco Iris (la Rainbow Coalition), que era la manera gráfica de mostrar que cuando los trabajadores negros, los amarillos, los verdes y los blancos se unen, forman la mayoría. Y cuando en Baltimore, ciudad industrial, con una amplia clase trabajadora dividida por razas (obreros negros y obreros blancos), le preguntaron “¿cómo conseguirá usted el voto del obrero blanco?”, respondió “haciéndole ver que tiene más común con el obrero negro, por ser los dos obreros, que con su empresario por ser blanco”. Con ello recuperó el mensaje de Martin Luther King expresado una semana antes de ser asesinado, cuando aseguró que el conflicto clave en EEUU era un conflicto de clases entre una minoría y una gran mayoría de la población compuesta por diferentes razas y etnias. Jesse Jackson consiguió con ello casi la mitad de los delegados en la Convención del Partido Demócrata en Atlanta. Su programa incluía “propuestas universalistas”, como el establecimiento del Programa Nacional de Salud que, debido a la presión del Rainbow, fueron incluidas en la campaña del Partido Demócrata del 1988.

Ahora bien, la fuerza de las izquierdas asustó al Partido Demócrata y el gobernador Clinton del Estado de Arkansas lideró la campaña para parar a las izquierdas, a la vez que hizo suya, en las elecciones en el año 1992, la petición de establecer un programa nacional de salud, que había sido muy movilizadora en la campaña de Jackson del 1988. De ahí que, después de ganar, estableciera un grupo de trabajo, liderado por su esposa, Hillary Clinton, del que Jesse Jackson y líderes sindicales insistieron que yo formara parte, invitándoseme a que les representara en tal grupo de trabajo. La Sra. Clinton, sin embargo, no apoyó la propuesta de las izquierdas, que pedían que la gestión del sistema sanitario (que deseábamos que fuera universal) se hiciera por parte del sector público en lugar de que lo hicieran las compañías de aseguramiento sanitario privado, como ocurrió y continúa ocurriendo ahora. El mantenimiento del enorme poder de tales compañías en el sistema sanitario estadounidense es el origen del enorme gasto sanitario por un lado (19% del PIB), y de la gran impopularidad del programa (el 62% de estadounidenses están insatisfechos con la manera como se financia y gestiona la sanidad), incluido el Obamacare. Mi año de experiencia en la Casa Blanca, trabajando en aquel grupo de trabajo liderado por la Sra. Clinton, fue enormemente frustrante, pero de gran valor para entender cómo funciona el poder en Washington, concluyendo que la complicidad de Washington con lo que se llama “clase corporativa” vacía de sentido aquella famosa frase que aparece en la Constitución de EEUU, “We, the people”, debiéndose añadir que no es el pueblo, sino las grandes compañías que dominan la economía estadounidense, las que deciden en el gobierno. Y el Partido Demócrata es una fuerza clave en tal entramado. De ahí la necesidad de hacer una revolución política, para democratizar el país. La marginación del único candidato, Bernie Sanders, que hizo tal propuesta, enormemente popular, augura una continuidad de la extrema derecha en el gobierno.

Una última observación

Como era predecible, los grandes medios de información no han explicado ni han entendido lo que está ocurriendo en EEUU. Durante toda la campaña se han centrado en la figura de Trump, presentándolo como un payaso. Es extraordinaria la enorme atención que dieron a este personaje, intentando ridiculizarlo. Pero estos ataques movilizaron todavía más a las clases populares que odian a los establishments mediáticos, hecho del cual Trump es consciente. Ni que decir tiene que Trump era y es una persona de gran astucia política, que sabe bien cómo canalizar el enorme enfado popular contra el establishment político-mediático del país. Pero si no hubiera habido Trump, hubiera habido otro personaje, tan o incluso más a la derecha que él. En realidad, algunos de los candidatos que derrotó en la campaña electoral en las primarias eran incluso más reaccionarios, queriendo prohibir, por ejemplo, el aborto.

Este excesivo énfasis en los personajes, frivolizando la política, es la característica de lo que se conoce como medios de información. Pero para entender lo que está pasando, hay que entender y conocer lo que ha estado pasando en EEUU, y que, por desgracia, los medios no citan. Presentar lo ocurrido, como he leído en más de un reportaje, como una traición de las mujeres trabajadoras a la causa feminista, es no entender nada de lo que pasa en EEUU. Es urgente que las izquierdas, incluyendo los movimientos progresistas en defensa de las minorías y también los movimientos feministas, recuperen el concepto de clase en sus proyectos, pues la mayoría de cada uno de sus sujetos pertenecen a la clase trabajadora y clases medias de rentas medias y bajas, que constituyen la mayoría de la población en EEUU y en cualquier país de capitalismo desarrollado. Olvidarse de la clase trabajadora ha sido lo que ha llevado al tsunami que estamos viendo a los dos lados del Atlántico Norte. Así de claro.

5 comentarios

  • Santiago

    En el primer párrafo mis disculpas por el error porque el candidato Republicano que perdio el voto popular fue George W Bush en favor de Al Gore el Demócrata que sin embargo perdio el voto electoral y por tanto la eleccion presidencial.  Vale.  SH

  • Santiago

    NO es fácil entender el sistema electoral de USA…Un candidato puede ganar el voto popular y sin embargo, perder el voto electoral…y perder, por ende, la elección general..Así pasó en la re-elección de Obama en el 2012, cuando el candidato Republicano Mitt Romney obtuvo la mayoría del voto popular y sin embargo perdió la elección en favor de Obama que fué a un segundo término presidencial.

    El presente proceso electoral de USA data del II Artículo de la Constitución de USA por el que el presidente y el vice presidente son elegidos. El Colegio electoral no es más que un compromiso entre la elección por Congreso y la de los ciudadanos…El Colegio, pues, tiene 538 electores. Cada uno posee un voto. Y toma, como sabemos, 270 votos, la mayoría, para ganar la presidencia. El número de electores en cada estado corresponde a su número en la delegación del Congreso. Los estados con menos delegados tienen solamente 3, y California, por contraste, tiene el máximo con 55 delegados. Texas tiene 36 representantes y 2 senadores, por tanto posee 38 votos electorales.

    LOS ELECTORES son ciudadanos usualmente partidistas, activistas y contribuyentes a la causa política y son escogidos por los partidos políticos durante las Convenciones Estatales y son excluídos para ser electores los Senadores, los Representantes a la Cámara, y otros oficiales de los partidosy del Congreso.

    Cada candidato presidencial tiene un lote de electores. Por ejemplo, en Texas Hillary Clinton, Donald Trump y los de un tercer partido político están, cada uno de ellos, representados  por 38 electores.

    ¿Cómo funciona esta aparente complejidad americana?   Los votantes ciudadanos en una elección general están técnicamente votando por los electores de su propio partido…cuando votan Republicanos, Demócratas o Independientes…Es decir, se vota por los electores que se envían a Washington que, a su vez votan en nombre del votante…De ahí que son electores delegados por los ciudadanos..O sea es una forma de votar indirecta…

    La mayoría de los estados tiene reglas para la votación de los electores que no coincide con la de los ciudadanos..En teoría, el estado ganador del voto popular gana a su vez el voto electoral..Pero existen grados en cuanto los electores están obligados a la fidelidad a la voluntad popular. Algunos “se salen” de esta obligación y votan (rogue) según les dicta su conciencia.

    Todos los electores de los estados ganadores se reúnen en sus respectivas “casas electorales estatales” en el “primer Lunes después del segundo Miércoles” que este año 2016 cae el 19 de Diciembre para su reunión oficial, y entonces emiten los electores su voto para presidente y para vice-presidente en boletas separadas.

    El día 6 de Enero, en una sesión Conjunta del Congreso se computan los votos electorales.El presidente del Senado Americano que es el Vice-presidente de la Nación,  es el que pronuncia el ganador.

    Si, es verdad que el voto del ciudadanos cuenta…pero con ciertas limitaciones. Hay que tener en cuenta que 26 estados de la Unión Americana obligan a los electores a votar de acuerdo al voto popular, pero otros, incluyendo Texas, no tienen tal disposición. En raras ocasiones los electores contradecirán el voto popular y votarán por otro candidato, y por eso se llaman “electores infieles” (faithless electors).

    El SISTEMA ELECTORAL de USA se basa en un sistema representativo…pero no en una democracia directa. SI los electores ganadores no llegan a una mayoría de 270 entonces el 12 Amendment,(la Reforma 12ava.) de la Constitución  establece que la Cámara de Representantes del Congreso decidirá la elección. Cada delegación de cada estado en la Cámara tiene un voto y se escogerá entre 3 candidatos, uno de los cuales recibirá la mayoría de los votos electorales. El Senado recurrirá a un proceso similar para escoger al Vice-Presidente.

    Los estados que tienen mas electores como Ohio, Florida y Pennsylvania son los mas valiosos porque el candidato que gana el 50 por ciento del voto popular obtiene todos los delegados. Por eso es que las respectivas campañas de los respectivos partidos, Demócrata y Republicano invierten mucho tiempo y mucho dinero para ganar esos estados..En todo caso el ganador de la elección presidencial en USA tiene que ganar, por lo menos, el voto popular de los estados que tengan mayores delegados-electores, que es lo que sucedió en esta reciente elección del 9 de Noviembre del 2016. Ahora hay que esperar el voto del 19 de Diciembre de los delegados-electores.

    Un saludo cordial    de Santiago Hernández

    Un saludo cordial   Santiago Hernández

  • Javier Pelaez

    El artículo es bárbaro.

  • George R Porta

    El Sr. Navarro opina que la “clase trabajadora” sea responsable de la elección del Sr. Trump, especialmente la representada por los hombres blancos de bajo nivel académico que  ha sido reportada como la que fuera masivamente favorable al mismo y opuesta a la Sra. Clinton.

    En los EE. UU. los votantes no eligen al Presidente y al Vicepresidente, sino los llamados “colegios electorales” que (y en esto el Sr. Trump llevaba la razón) han sido denunciados más de una vez como corruptos o susceptibles de corrupción, porque a estos delegados o “electores” tampoco los eligen directamente los estadounidenses votantes.

    La suma numérica de los votos favoreció a la Sra. Clinton pero llos “Colegios Electorales” eligieron al Sr. Trump, a pesar de que la mayoría numérica no le favoreciera. La diferencia fue muy poca numéricamente hablando, esos es también cierto, pero de haber sido una elección directa, el Sr. Trump no hubiese sido el ganador y en esa votación directa votó todo ciudadano registrado para votar que quiso hacerlo y no únicamente la clase obrera del llamado “Cinturón de Hierro” (los estados de la Unión más afectados por la exportación de trabajo de manufactura) de la industria del hierro, hoy globalmente dominada por China.

    La clase trabajadora estadounidense hace mucho tiempo que perdió su fuerza política desde el instante que no impidió que el derecho constitucional a la libre asociación le fuera arrebatado. Este momento lo marca sobre todo la muerte de los anarquistas de origen italiano Niccola Sacco y a Bartolomeo Vanzetti en 1927 que la historia ha reivindicado como probablemente inocentes de los crímenes que se les imputó.

    Más tarde, en 1935, Edgar J Hoover dirigió la reestructuración del FBI para reprimir cualquier cosa que fuera considerada “actividad antiamericana” y ya en esa época la llamada “mafia” había penetrado las uniones y los sindicatos como lo hace ahora, manipulando la actividad política obrera.

    Presumiblemente, dicho sea de paso, la muerte de Robert Kennedy como Fiscal General del Estado se debió a su intento de destruir esa vinculación, hipócritamente desde luego, porque el capital de su familia seoriginó a partir del contrabando de licores, por parte de su padre, durante la llamada prohibición del consumo de bebidas alcohólicas. Cronológicamente, la “prohibición” coincide con la penegtración de la mafia de los sindicatos o uniones obreras.

    Aún hoy día, la empresa privada puede excitosamente impedir la institución de sindicatos o uniones precisamente porque la mayoría del pueblo estadounidense no confía en las uniones o sindicatos que han perdido el prestigio que una vez tuvieron.

     

  • oscar varela

    Hola!

    1- Vale lo de Manolo informando a través de Atrio.

    2- Lo que es “sorprendente” es

    * que V. Navarro se sorprenda que el triunfo de Trump haya sorprendido.

    * que V. Navarro estime tener más audiencia que los Medios.

    * todo esto aunque V. Navarro tenga toda la razón del mundo.

    ¿Tal vez, no?

    ¡Voy todavía! – Óscar.