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La destitución de Pedro Sánchez, síntoma de la crisis que atraviesa la socialdemocracia europea

Quienes el sábado pasado seguimos al minuto aquel comité que se celebraba a puerta cerrada pero del que se trasmitió todo de par a par, nos seguimos preguntando por qué tanto miedo causó Pedro a los bienpensantes del PSOE. En este artículo sugerido una vez más por el lúcido Manolo Santos, nos presenta unas claves. Recomiendo seguir también los comentarios en el original del tándem The Guardian-el diario.es. Alguno vale la pena. Pero los que aquí se escriban seguro que los mejorarán. AD.

eldiario.esguardian

Si insiste en las ideas equivocadas, el centro izquierda europeo está condenado a morir

La destitución del líder del PSOE en un caótico golpe es una muestra de los problemas que enfrentan los partidos socialdemócratas. El coste, como en el resto de Europa, es someterse a gobiernos conservadores.

La destitución de Pedro Sánchez, síntoma de la crisis que atraviesa la socialdemocracia europea

Una vez que se abre la puerta de los corrales en el encierro de Pamplona, no hay forma de no parecer una persona que huye de los toros aterrorizada, por mucho que uno lleve la ropa más apropiada o tenga la mejor forma física.

Como en Pamplona se sintió en Madrid el sábado el cesado líder socialista Pedro Sánchez. Había elegido con mucho cuidado el momento de enfrentar a los toros furiosos de la oligarquía de su partido. Pero se las arreglaron para pisotearlo sin piedad.

El error de Sánchez fue desafiar la tradición de alternancia, por la que los socialistas y los conservadores simplemente se reemplazan en el poder, enriqueciendo a sus amigos mientras el 20% de los españoles sigue sin trabajo.

Tras dos elecciones no concluyentes, Sánchez seguía siendo el que bloqueaba una presidencia del Partido Popular y el que mantenía la posibilidad de un gobierno del PSOE con el apoyo del partido radical de izquierda Podemos. Ese fue el motivo por el que lo expulsaron de forma sumaria en un caótico golpe liderado por los poderosos jefes regionales del partido.

El destino de Sánchez es otra señal de la crisis que enfrenta la socialdemocracia europea. Durante tres décadas creció en torno a las certezas del neoliberalismo. Ahora que el modelo del libre mercado falló, la socialdemocracia se ha quedado sin recursos intelectuales para renovarse.

Esa falta de recursos es a su vez producto de una incoherencia más profunda. El socialismo parlamentario nació en Europa alrededor de 1890 bebiendo de muchas fuentes: marxismo moderado, sindicados, cooperativas, y divisiones del liberalismo. En 1945, la socialdemocracia tuvo que reinventarse en toda la Europa continental para constituirse, de forma encubierta y a la vez a la vista de todos, en un bastión contra la influencia soviética. Y en los años setenta, mientras caían las últimas dictaduras de España, Portugal y Grecia, hubo un nuevo momento de reinvención.

Es notable lo poco que surgió a lo largo del siglo del intercambio intelectual del centro izquierda entre diferentes países. Para elegir a un pensador de centro izquierda posterior a la Segunda Guerra y con influencia mundial hay que irse hasta el historiador húngaro-americano Karl Polanyi.

El destino de Sánchez es otra señal de la crisis que enfrenta la socialdemocracia europea. Durante tres décadas creció en torno a las certezas del neoliberalismo. Ahora que el modelo del libre mercado falló, la socialdemocracia se ha quedado sin recursos intelectuales para renovarse.

Polanyi argumentaba que el capitalismo está formado por un “movimiento doble”: el impulso por liberar los mercados y el contraimpulso necesario para frenarlos y regularlos en el interés de la sociedad.

La belleza de la idea de Polany fue que otorgó una justificación al centro izquierda de los ochenta para sobrevivir al fin de la clase trabajadora. En vez de “proteger a la clase trabajadora”, el objetivo de la socialdemocracia se convirtió en “regular el capitalismo por su propio bien”.

La raíz de todos los problemas de la socialdemocracia de hoy es que desde 2008 ya no está claro cómo se logra eso. Hoy hay una versión de derecha del neoliberalismo, con los dientes rojos de sangre; y una progresista, la que incorpora la agenda de inclusión financiera, los matrimonios gays, y el ethos meritocrático en educación, atención sanitaria y política social.

Pero las creencias centrales del actual sistema económico europeo están grabadas en piedra en el tratado de Lisboa, donde se dicta la austeridad y donde se prohíbe proteger a las industrias claves frente al mercado global.

La invención de lo nuevo

Una vez roto el impulso primario del neoliberalismo, la socialdemocracia se tendría que concentrar ahora en acelerar la invención de lo nuevo. Pero, como sugiere el destino de Pedro Sánchez, no tiene los recursos necesarios para lograrlo. La mayoría de las élites socialistas y de las burocracias europeas (incluyendo las del Reino Unido, como demuestra la reacción contra Jeremy Corbyn) están entrenadas para gestionar un capitalismo que ya no funciona. No parecen capaces de imaginar otros futuros.

La izquierda radical (Podemos, en España; Syriza, en Grecia; Bernie Sanders, en EEUU; y Corbyn, en Reino Unido) está más que dispuesta a reemplazar al neoliberalismo, ¿pero con qué?

En los mejores casos, el nuevo radicalismo de izquierda es municipal, inclusivo, audazmente antiracista y promotor de la democracia horizontal. En los peores, se queda sólo en una expresión de la revuelta, en una lista de demandas, en una celebración de las técnicas de resistencia, o en un ensayo de las tropas de izquierda de antaño. En Grecia, el único país en que llegó al poder, la izquierda radical fue obligada a someterse por parte de los socialdemócratas del norte de Europa.

Pero ahora hay varias señales de alarma. La casi victoria en mayo de la extrema derecha en las elecciones presidenciales de Austria provocó un golpe dentro del partido que llevó a la presidencia al centrista con orientaciones progresistas Christian Kern.

Kern ha sido un tecnócrata toda su vida, pero está rodeado por pensadores de izquierda. El mes pasado hizo un llamado a Europa para que rompa con la austeridad, multiplique por dos su propuesta de estímulo fiscal, y –en un velado ataque contra Angela Merkel– para que deje de usar a la crisis como una forma de obtener ventajas nacionales.

Mientras tanto, el socialismo francés enfrenta su colapso moral. En las elecciones del próximo año, ninguno de sus representantes puede ganar a la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen. Sus fieles tendrán que ir a esa batalla entregando su voto a un conservador, sólo para frenar a Le Pen.

Y en Italia, el primer ministro Matteo Renzi ha apostado el futuro del centro izquierda en un referéndum constitucional en el que parece probable que pierda.

Todo esto explica por qué la victoria de Corbyn encendió una alarma dentro de la socialdemocracia europea: se demostraba que un partido socialista tradicional se podía mover hacia la izquierda. Solo una semana después, la derrota de Sánchez demostró que no era posible.

La élite socialista española acepta ahora la idea de cuatro años de gobierno conservador. Es el precio a pagar por mantener lejos del poder a la nueva, vibrante y radical izquierda.

Pero España también está a punto de enseñar una lección al centro izquierda europeo: el que se apoya en el neoliberalismo está muerto. Si Podemos, el partido radical de izquierda, logra abrirse a los socialistas enfadados con la destitución de Sanchez, el camino está abierto para posicionarse como el partido hegemónico de la izquierda, algo similar a Syriza.

La pregunta pertinente, entonces, es la que formuló el presidente de Austria, Christian Kern: ¿Va la socialdemocracia europea a imponer la austeridad para siempre? ¿O, aunque sólo sea para sobrevivir, va a comenzar a luchar contra ella en serio?

Traducción de Francisco de Zárate

 

5 comentarios

  • Javier Pelaez

    No me gusta como mira el presidente de la gestora del PSOE: el “mineru” quiere hacer un boñu preñau de chorizo.

  • Isidoro García

          “La necesidad ineludible del cultivo de la cualidad humana y de la cualidad humana profunda. Sólo desde esa cualidad podrá gobernarse convenientemente la marcha de las sociedades en tránsito y de las sociedades de innovación y cambio constante. De esa cualidad humana depende la supervivencia de nuestra especie, de la vida y de la habitabilidad del planeta”. (Web CETR)

  • Isidoro García

    “Las palabras del año pasado pertenecen al lenguaje del año pasado. Y las palabras del próximo año esperan otra voz. Hacer un final es hacer un principio”. (T.S. Eliot)

     

    (Vaya por delante, que a mí, personalmente, debido a muchas razones, entre ellas mi atrabiliario carácter, mi ausencia de relaciones y compromisos orgánicos, y sobre todo mi presentida limitada esperanza de vida, me importan un pito, el PSOE, y quien es su secretario general, y si hay que abstenerse o votar No, o lo que pasará en estos próximos cuatro años de legislatura.

    Y me importa poco España, y sus integrantes, a los que veo más locos cada día. Y cada loco con su tema).

     

    A mí lo que me importa y me quita el sueño es la humanidad, y los grandes retos a los que se enfrenta en estos próximos cincuenta años. Y me preocupa, porque veo que nadie señala los problemas gordos, estructurales, de los que luego en cadena lógica se van desprendiendo sucesivamente problemas colaterales, y que cuando se llega al final de la cadena, nadie se acuerda de los problema-originarios. Y así tratamos la fiebre, cuando lo que tenemos es un cáncer.

    No sé si sabéis lo de la rana y el agua caliente. Os lo recuerdo para los despistados. Si en una olla de agua hirviendo echas una rana, esta al notar el calor, pegará un gran salto y huirá de la olla. Ahora bien, si la metes en agua fría, y la vas calentando al fuego, la rana perderá la noción del problema, y morirá hervida.

    Pues eso nos pasa a todos ahora. La mayoría tanto de izquierdas como de derechas, vive ideológicamente en un mundo decimonónico, donde el conocimiento de la realidad era aún muy primitivo, y primaba lo más obvio: el comer, y las condiciones sociales de la Europa de la Revolución industrial.

    La psicología, estaba en su prehistoria. La psicología teórica aún no se había separado de la filosofía, y la psicología práctica era cosa de médicos de bata blanca, y era plenamente patológica. Una época de una medicina balbuceante que acababa de descubrir los microbios y las vacunas y la farmacopea aún era cuasi medieval.

    El conocimiento del hombre era muy primitivo aún. Y en esa época aparecen los economistas, y aparece Marx y Engels, que han impregnado la política de izquierdas desde entonces.

    Pero ciento cincuenta años después, a excepción de grandes bolsas de subdesarrollo cuasi neolítico en Africa y zonas del sur de Asia, (que hay que resolver generosamente, pero sobre todo con un control estricto de la natalidad), la humanidad vive con el principal problema de ser medianamente feliz.

    Excepto esas grandes bolsas de subdesarrollo, la gente no muere de hambre, muere suicidándose, depresivos, alcoholizados o empastillados, o víctimas de todo tipo de conductas autodestructivas, y sobre todo mueren de ansiedad, asco y aburrimiento. Y hasta la gente con dinero, sufre esos mismos problemas.

    No se nos prepara para vivir adecuadamente la vida, en esta nueva época, con todo lo que sabemos de ella. Nuestros hijos van al matadero, al igual que lo hemos ido nosotros.

    Dice Leonardo Boff: “La liberación requiere también una profundización en la interioridad. Ésta ya no se satisface con el mero consumo de bienes materiales; pide valores ligados a la creatividad, a las artes, a la meditación y a la comunión con la madre Tierra y con el universo”.

    Pero la izquierda preocupada por el bienestar de la humanidad, se empeña en focalizar su acción únicamente en los bienes materiales. Todo hay que hacerlo a base de dinero. Y naturalmente, no hay dinero para todo lo que se puede comprar. La consigna, es “langostinos y champán para todos”.

    La izquierda, debe modernizarse, y adaptarse a lo que sabemos ya del hombre y su naturaleza. Y además de tener algún think tank de economía, (que son necesarios), debería tener cinco veces más de think tanks de psicólogos y de sabios multidisciplinares. Mas Jose Antonios Marina en el gobierno, y menos politiquillos de tres al cuarto.

    Con unas Universidades e instituciones de enseñanza, en los que no primen las condiciones laborales de los funcionarios, sino sus resultados y su utilidad en los alumnos. (Son compatibles las dos cosas, pero siempre priorizando lo esencial a lo secundario). Y así todo.

    Ideológicamente, quizás arrastrados por los sectores más inmovilistas, (Iglesias y demás), nos encontramos inermes y sin armas ideológicas para resolverlos, ante los enormes problemas de la humanidad, (cuyos primeros coletazos, ya estamos sufriendo, pero cuya aceleración anuncian unos próximos veinte años).

    Problemas como la superpoblación galopante, que trae olas inmigratorias de tamaño desconocido hasta la fecha, (actualmente casi un millón de personas en Libia, esperando dar el salto a Europa), o los graves problemas laborales que trae la aceleración de la automatización tecnológica, (robots, informática, telemática, etc.).

    Y eso hay que resolverlo, tacando los problemas de raíz, en sus orígenes, con nuestro saber actual, sin ataduras de ideologías del pasado, que quizás fueron buenas entonces, pero que ya no lo son en esta nueva era. No se resuelven aumentando indefinidamente los presupuestos en labores asistenciales. Sino dedicando los recursos a taponar el origen de los problemas. (Eso es ser “radical”: ir a la raíz).

    Cuando estamos necesitando una dirección global y mundial para resolver los problemas mundiales, por antiguos recelos geopolíticos, contra los Estados Unidos, (recelos posiblemente justificados), se fomenta la multipolaridad, que pude acarrear una Tercera Guerra Mundial, y además que impide tomar medidas globales, por miedo o recelo a que en esta coyuntura “dominen” los americanos.

    Somos cegatos suicidas como Sansón: ¡Mueran los filisteos, aunque muramos todos con ellos!.

    Hay que innovar, que no consiste en repetir lo viejo. “La gente tiene la mente muy abierta hacia las cosas nuevas siempre y cuando sean exactamente iguales a las viejas”. (Charles Kettering)

     

    Todo esto no son disquisiciones de futuro, que nadie sabe cómo será a ciencia cierta. Es al contrario: “Casi todo el mundo ve el futuro como el fin y el presente como el medio, cuando en realidad el presente es el fin y el futuro el medio”, (Fritz Roethlisberger).

    Esto significa que si adivinamos cómo será el futuro previsiblemente, podemos encarar el presente, en función de esa previsión,para adelantarnos a que los problemas crezcan tanto que nos aniquilen.

     

  • Javier Pelaez

    Tb para ser justos a algunos del PSOE les dio por destruir a Podemos.

  • Javier Pelaez

    Se discute y discutirá mucho sobre sí Pedrito era sincero:si estuvo en el no a Rajoy por convicción o por mantenerse.Yo,que nunca he creído en el PSOE,vi en esta resistencia de Pedrito nuestra tabla de salvación-se entiende de las izquierdas-.Para que algunos hayamos creído esto el esoectáculo que están dando las izdas. en España tiene que ser lamentable.Ciertamente lo es.Es cierto que la cosa no es fácil.Al carajal propio de las izdas hay que unir que no cuentan con medios de comunicación propios fuera de los digitales.Incluso tenemos a Antonio Caño empeñado en destruir a las izdas..Primero le toco al PSOE ;ahora a Unidos Podemos.Podía dedicarse un poco al PP.Creo que aquí tb algunos de Unidos Podemos han equivocado la estrategia y el enemigo a destruir era el PP,no la izda con la que tienes que pactar irremisiblemente.En cuanto al problema de la socialdemocracia es un problema paneuropeo y no la habrá si no se impone una nueva dirección en la Unión Europea.