La actitud perpleja del votante es como la de quien vende una casa, una joya, sin tener decidido previamente el precio. El desasosiego es el mismo, aunque el votante vaya a vender su voto, generalmente, por nada.
Es interesante considerar el proceso cerebral que culmina en un acto de votar o en la abstención.
Simplificando las fases de ese proceso, el votante parte de un conocimiento insuficiente de la situación, es decir, de sus opciones que son los candidatos, de las ventajas y desventajas de cada una de esas opciones, tanto para el país o la circunscripción y quizás para él. De todas maneras y salvo raras excepciones nuestra primera constatación es que el decisor votante opera en un entorno de información muy incompleta.
Aparte de eso, es sabido que la información que nos distribuyen es ciertamente sesgada y probablemente excesiva. El ciudadano no sabe frecuentemente identificar la información que le sería necesaria, ni sabe someterla a un tamizado crítico.
Así pues, el riesgo de arbitrariedad en su selección es consecuentemente grande. La información que sería teóricamente necesaria sobrepasa con mucho los conocimientos del votante medio.
En consecuencia, la selección que hará el votante casi nunca podría ser considerada como el resultado de un análisis racional objetivo y perfecto. Por eso la operación cerebral que precede al depósito de su voto no tiene el carácter imperativo y apodíctico de la conclusión de un mecanismo silogístico. No se trata de un proceso lógico y racional. No es el neocortex quien nos guía sino el límbico quien nos mueve.
Salvo en casos particulares la decisión de voto por un candidato tiene algo de salto en el vacío, o de dar un paso en la oscuridad. La claridad acompaña a la racionalidad. Pero cuando la racionalidad no nos fuerza, necesitamos un empujón final como en la compras en una tienda de ropa.
La energía necesaria
¿De dónde procederá esa cierta energía cerebral necesaria para efectuar el salto de la decisión? Está claro que lo mejor sería que nos lo den todo hecho. La economía del esfuerzo, busca refugio en la pereza intelectual. Lo más cómodo es evitar el trabajo, apoyándose en la inercia de las respuestas prestablecidas, en los a prioris de los dogmatismos de toda clase. Dogmatismos políticos o filosóficos, y hasta religiosos. O en la sagrada e incuestionable disciplina de partido, más allá de cualquier otra exigencia moral. Nada más sencillo para liberarse del desasosiego.
La seducción y el embaucamiento
El votante perplejo vive una situación interior de inconfortable inseguridad e incertidumbre de la que saldría gustosamente en busca de homeóstasis, del equilibrio y la tranquilidad. (Hay una cierta responsabilidad en imponer este desasosiego al pueblo no siempre por buenas razones).
Así es como los políticos seductores y los vendedores de viento encuentran un terreno abonado en el votante perplejo. Aparecen entonces las promesas electorales maximalistas. Promesas que no podrán ser cumplidas, eso no importa, pero que atrapan a los incautos.
Si no aceptamos los slogans de los dogmatismos, ni los cuentos de hadas. ¿Qué hacer entonces ?
La respuesta es desalentadora. La fácil solución del voto cada cuatro años con reglas para cada período constitucional está mostrando sus fallos de manera más que evidente.
Sería necesario inventar un nuevo sistema. Una mayor politización de la vida de todos los días. Un debate permanente sobre temas concretos, en virtud de opciones ideológicas. Con lo que supone de democracia activa y en ebullición constante, pero sin sobresaltos espasmódicos en las elecciones. El método suizo podría inspirarnos. Son éstas unas ideas que necesitan mayor elaboración.
Algunas gentes-elmundo Lucía Méndez-le ríen a Rajoy sus ironías.Algunas ciertamente dignas de Groucho Marx:cuando Pedro Sánchez utiliza las frases que Rajoy utilizó contra él el pasado marzo cuando se presentó como candidato,contesta Rajoy con sorna grouchomarxiana:”trae usted unas frases muy buenas,mias por cieto.Lo que ocurre es que en este caso no se pueden usar.Si quiere el próximo día le traigo otras mas adecuadas”.Ciertamente el tío como payaso no tiene precio.Pero Groucho no se le pasaría por la cabeza ser presidente del gobierno.A Rajoy le recomendaría otra de Groucho:”es mejor estar callado y parecer tonto,que abrir la boca y despejar las dudas definitivamente”.
Dicen que Rajoy no quiere pasar a la historia por ser el único presidente que no tuvo dos mandatos y que renunció por la corrupción a diferencia de Suárez.Concedámoslo, aunque a mi se me ocurren otras razones más prosaicas de por qué no se va-estar en el machito otros cuatro años,por ejemplo-.Sea lo que fuere la historia no parece será muy generosa con en presidente que gana unas terceras elecciones el 25 de diciembre por incomparecencia del electorado.
Quise decir “con la certeza” no “con la garantía”.
En cuanto al Rajoy de hoy que al parecer ha sido un coñazo,es previsible:no se le puede pedir a un registrador que se presenté a unas oposiciones con la garantía de que las va a palmar.Este es el nivel de Rajoy y el hombre no da más.
Generalmente me suelo guiar por el proyecto que ofrecen los partidos, y decido lo que siento que es más justo para la mayoría “¡sufriente!”.
Pero esta vez… todos los partidos (al menos los más nombrados y con fuerza suficiente para gobernar) han perdido la razón y están muy lejos de presentar con claridad, lo que el país y el pueblo llano necesita.
Si tenemos que volver a votar… que es lo más previsible, tengo claro que hacer.
No votaré en blanco, porque los “listillos” los aprovechan, y me niego totalmente.
Votaré porque es mi derecho, pero haré que mi voto no les sirva para ninguno… porque ninguno de ellos merece mi confianza; hemos presenciado un mercado de poderes descarado:
¡¡¡Ninguno (unos más que otros) da la talla!!!
Son como mercaderes del poder y su sillas.
¡Vergonzoso!
¡Votaré… pero no será para nadie!
Que aprendan a dialogar y compartir responsabilidades para gobernar…
¡No para robar!
mª pilar
Como no va a haber información insuficiente si ,por poner un ejemplo,la cabecera de EL PAIS hoy es “Rajoy llega a la investidura sin votos y Sánchez sin alternativa”.Si en cosa tan esencial como es el gobierno se las gastan así,como se las gastarán en otras cosas.A mi el titular de EL PAIS me da hasta risa por no decir vergüenza ajena.