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Religión pública

Carlos BarberáEn mayo del año pasado estuve unos días en Lyon. Me enteré por azar de que uno de esos días era fiesta, aunque mi interlocutor, un español encontrado por casualidad, no supo decirme de qué fiesta se trataba. Era el Corpus Christi, fiesta nacional en la Francia laica.

En la misma línea van algunas experiencias mías del verano pasado en Alemania. Era una región de la Selva Negra y en ella, como en otras, se editaba, especialmente para los visitantes, un folleto con las Veranstaltungen, las actividades. Pueblo por pueblo aparecían restaurantes, festejos, exposiciones, concursos, mercadillos pero también todas las celebraciones religiosas, horarios de misas, oraciones, encuentros…

Más: cerca de la casa en que me alojaba estaba la Iglesia del pueblo, que tocaba la campana todos los días a las 12 y por supuesto el domingo antes de la misa.

En esa zona de Alemania no es infrecuente encontrarse, en entradas de pueblos, o en cruces de caminos, con cruceros con la figura de Cristo Crucificado. A cien metros de mi casa se alzaba uno. En su pie aparecían talladas las iniciales del matrimonio que lo había erigido y la fecha, 1993. Era, pues, un monumento reciente. No se me ocurrió peguntar pero estoy seguro de que nadie del pueblo se alzó protestando por que se levantara en plena calle un símbolo religioso tan explícito.

En Friburgo de Brisgovia hace años que renovaron la fachada del Ayuntamiento. Sobre la puerta pintada en verde, cuatro letras doradas: AD MM (Año del Señor 2000) No tengo ni idea de qué color era en ese momento la corporación local pero parece que nadie alzó una voz en contra de semejante divisa.

De camino hacia Munich paramos en un descanso en una autopista. Se anunciaban la estación de gasolina, el bar, el restaurante… y la capilla. Era una construcción moderna, bonita, ordenada, un espacio bien logrado con muchas velitas encendidas, entre ellas la mía.

En cada uno de esos ejemplos me venía a la cabeza la comparación con España. Si entre nosotros se hicieran cosas parecidas, enseguida podrían escucharse voces airadas y hasta ofendidas. Lo religioso es un asunto privado y es únicamente la Iglesia quien tiene que anunciarlo a sus fieles. ¿Y a qué viene poner en un edificio público Año del Señor? Por supuesto, nada de adornar las calles con santos o vírgenes. Y en cuanto a la capilla de la autopista, antes hay que secularizar las de las universidades.
Por poner un único ejemplo, recuerdo una página del dominical de El País firmado por Maruja Torres, en el que expresaba su indignación porque había tenido que estar en cama con una gripe y en todas las televisiones transmitían ¡la visita dl Papa!

Y es que la religión es un hecho privado y como tal debe quedar recluida en la vida privada del creyente. Allí debe encontrar un ámbito para su vivencia, sin invadir el espacio público.

Pensaba lo que tantos han pensado tantas veces: ¿por qué España ha de ser diferente? y en consecuencia me parecía que no debe cerrarse el debate, ahora un poco adormecido, sobre la laicidad en nuestro país.

Ya hace diecisiete años que apareció el libro España laica, de Díaz-Salazar, que no sólo hacía un repaso preciso de las diferentes posturas que se mantienen entre nosotros sino que ofrecía propuestas concretas para una mejor cohabitación entre las diversas sensibilidades.

Pero en todo caso –y esta es la tesis de este artículo veraniego- creo que gran parte de los equívocos y desencuentros que se están produciendo entre nosotros procede de la afirmación de que la religión es un hecho privado. Me gustaría desvelar el equívoco que subyace en ella diciendo que engloba en un mismo concepto la fe y la religión. Si es cierto que la fe es privada, la religión, por el contrario, tiene una dimensión pública. Tratar de arrinconarla en la esfera privada es un intento condenado al fracaso porque por definición lo religioso tiene una proyección pública.

Desde siempre las religiones han erigido estelas, levantado monumentos han construido templos, han producido literatura, han compuesto música y la han interpretado, han creado obras sociales, se han manifestado por las calles. Siempre de lo que llevaban en el corazón ha hablado su boca.

Otro artículo podrá analizar cuáles son las condiciones para esa vivencia pública en una sociedad secular pero entretanto quede claro que la fe es privada pero la religión es pública. Siento que a algunos les pese.

8 comentarios

  • Asun Poudereux

    Por lo que aquí se dice de otros países, que parecen y son  más respetuosos y tolerantes con las manifestaciones religiosas, al igual que con  otras diferentes, pero populares en todo caso, deduzco que es debido a que son las iniciativas privadas,  las propulsadas y apoyadas por los mismos creyentes, ya en grupos o asociaciones,   las que corren con todo tipo de gastos en los eventos, edificios  y demás actos.
    Seguramente es así, porque a todos los efectos se es un estado laico, en el que la laicidad está netamente manifiesta en la práctica, con un ordenamiento jurídico que lo hace posible.
    En España, por el contrario, no hay tal claridad. Se mueve en un Sí, pero No. Hay temor, indecisión e impotencia ante el poder.  Intereses mutuos.
    Lo cual frena y hace imposible que haya espíritu y talante democráticos en uno u otro sentido. Pero no sólo en esto que nos ocupa,  también encontramos la misma barrera de inmadurez e incompetencia democráticas en otros órdenes de la vida “democrática” en España.
     
    Y sin pretender ser pesimista, creo que es lo que hay,  y que está en la base de todo lo que tenemos en España y va aconteciendo.

  • Román Díaz Ayala

    Ya que estamos en la tarea de purificar el término de “pública” como algo que corresponde al dominio social donde cabe hablar de manifestaciones de los sentimientos religiosos, no puedo estar más de acuerdo con Carlos y con Ana.

    Sin embargo los problemas no vienen ni por el residuo de nacionalcatolicismo o el confesionalismo a veces descarado de instituciones “públicas” (Del Estado o de la Administraciones públicas) ni por el virulento anticlericalismo que tomas muchas veces formas de ataque a la religión.

    Mezclamos en nuestras polémicas cuestiones de naturaleza jurídico-políticas debido a que la democracia ha sustituído un anterior régimen político confesional. Y en cuestiones que tienen que ver con nuestro ordenamiento constitucional en lo que afecta al Derecho. La Iglesia  y la Religión son sujetos de Derecho.

    En otros términos, que están sujeto al Derecho privado y ya no más tienen correspondencia con el Derecho Público. De ahí la laicidad del Estado. ¿Se me entiende?

  • ana rodrigo

    Muy buena aclaración: la fe es privada, la religión es pública. La religión siempre ha sido un hito importante en la cultura de cada lugar. Lo difícil es delimitar su campo de acción pública, puesto que en cada país o región, será la sociedad la que vaya indicando dichos límites.

    En Suiza, por ejemplo, que hacen referendums para todo, nada sé que se pida un referéndum para pedir que no sea fiesta nacional el día de la Ascensión o el lunes de Pascua, o que dejen de tocar las campanas de las iglesias.

    En fin, en temas de religión y política España siempre se posiciona por la tremenda.

  • pepe blanco

    Qué rabia. Ayer noche estaba inspirado y escribí  un largo comentario que me gustaba para este hilo. Cuando estaba acabando el penúltimo párrafo, se le acabó  la batería a la tablet y, sin previo aviso, se me apagó. Y el comentario se fue al carajo. A ver si, en los próximos días, puedo reescribirlo.

  • Gonzalo Haya

    Creo que en España estamos viviendo el “berrinche” de lo laico; probablemente porque la sociedad más religiosa se impuso agobiadora sobre los que no la sentían espontánea y libremente. Ha irrumpido la libertad y sale a la luz mucho resentimiento. Por otra parte si una mayoría de la sociedad quiere manifestar en público sus sentimientos religiosos (al igual que los deportivos o los folclóricos)-digamos la semana santa en Sevilla- sólo habría que pedirle que tenga en cuenta a las minorías a las que puede molestar, y que ambas sean comprensivas con los derechos y obligaciones de las dos partes. ¿Qué pasaría si llega a darse una significa población musulmana en nuestras ciudades? Sería justo reconocer sus derechos (situación causada en parte por nuestra baja natalidad y por el rechazo a ciertos trabajos), aunque también habría que tener en cuenta posibles problemas políticos (como algunos ya están temiendo). Situaciones que pueden ser complejas pero que se imponen en el proceso de la vida. Así funciona la Historia.

  • Román Díaz Ayala

    ¿Que es lo público?

    lo público es todo aquello que corresponde al Estado y a todas sus administraciones , en la político y en lo económico. Lo público está en todos los ministerios de gobierno con que se distribuye la Administración del Estado hasta los municipios más pequeños. Existe una Sanidad y una Educación públicas,  y el Estado reparte unas pensiones y una prestaciones también públicas. La Justicia, las fuerzas armadas y el funcionariado son instituciones del Estado. Los partido políticos forman parte de todo ese andamiaje.

    Pero  la Iglesia nó. Es una institución de naturaleza distinta, no un bien público. A no ser que esté montada sobre un intento de apropiación de los bienes públicos de manera que parezca un negocio privado, de servicio de la ciudadanía. Pero tal fenómeno se da en la derecha política y más concretamente en los hechos de Gobierno del Partido Popular, ¿Tenemos nuevamente que aportar datos muy sabidos?

    Y como es un fenómeno ajeno a la Social Democracia con la que se  configuró nuestro Estado del Bienestar todos los gobiernos y fuerzas políticas progresistas han abogado por la laicidad, haciendo tal interpretación de nuestro actual ordenamiento jurídico, pero con enorme resistencias hasta las fechas.

    Tal fenómeno se da en España, pero no en Alemania. Quizás por eso en Alemania particulares instalan cruces sin ningún complejo al usar las vías públicas y aquí en España nos resulta escandaloso.

  • Román Díaz Ayala

    Para que se den las condiciones sociales a las que apunta Carlos, lo cual es habitual no sólo en la Alemania de tradición luterana y católica, según los territorios, también en otras muchas partes de nuesta Europa (también del sur y del este) hace muchísima falta que aprendamos a  distinguir entre “lo oficial” y “lo público”, como dos cosas diferentes y separadas, que entendamos que seremos una sociedad plural y reconociéndonos como tal viviendo la libertad como un valor social, y no algo concedido por el poder constituído.

    Quienes defendemos que la religión (como la fe) es algo netamente privado, tenemos muy clara esta distinción, de que nos estamos oponiendo a todo tinte o matiz de “oficialidad”, igual que entendemos que aunque España toda fuese de una determinada religión profesante, y no existiesen ni desafectos a esa religión ni profesantes de religiones distintas, no por éso dejaríamos de afirmar que la religión como la fe son de índole privada, pues Iglesia y sociedad civil son entidades de naturaleza distinta. De otra manera seguiríamos en el confesionalismo, o si lo preferís, en la Europa medieval.

  • oscar varela

    Hola!

    ¡Excelente cuestionamiento!

    Pienso que nuestro tiempo es un tiempo “rebelde” y “confuso”.

    Lo “progre” es un capricho-berrinche necesario.

    A las cosas de la vida le llega una zona de generaciones que no les queda otra que “berrinchear” para hacerse ver-oir.

    Tiempos de “barbarie”.

    No está dicho pa’dónde irán las cosas de la vida humana.

    ¡Veremos mientras Vamos todavía! – Óscar.