Delgado lindando con la escualidez, un metro sesenta, tez cacao tirando a oscuro, la mandíbula retranqueada por mor de una operación de riesgo, la ropa que viste recogida de manos amigas y de otra talla en su día, le acentúa la sensación de debilidad. Ojos ardientes, negros, profundos de mirada amable, cansados. Un touareg. Me lo envía tras una conversación en la calle, una médico de suplencia temporal que lo ha asistido en el centro de salud del pueblo donde vive, para ver si podemos resolver su situación legal. Mano tendida, estrechada, nos llevamos al pecho la palma derecha abierta tras cruzar la muñeca izquierda. Salam. Hablamos varias veces en los últimos meses en el cuartito chico de la parroquia salesiana en uno de los vertederos humanos de la muy leal, noble y mariana ciudad de Sevilla. Hoy ha venido andando los veinticinco kilómetros que nos separan del lugar donde vive. No tiene euros para el bus.
Vino a la costa granadina por donde salieron los moriscos cuando el católico don Felipe II, ahora VI, decidió iniciar el camino que hoy sigue la UE y enviarlos a tierras de infieles país tercero, seguro. Vino en patera desde las playas marroquíes cercanas a Nador, tras pasar unos largos meses en Argelia en poblaciones que otean el desierto. Allí llegó desde su ciudad touareg huyendo de los enfrentamientos con ejército regular, las tropas francesas de apoyo al dictador de turno y las tribus y clanes que buscaban su propio territorio independiente. Salió andando de su casa en 2007 y la patera arribó a Motril en 2008. Andar, arena, desierto, comprar aduaneros y policías de fronteras y patrones de pateras. Sin dinero hay que trabajar para otros a cambio de sobrevivir. Y el juzgado de Motril y el centro de internamiento y la petición de asilo. 2008.
Desde entonces vive en un pueblo de dos mil residentes, a veinte y pocos kilómetros de Sevilla, en una de las fincas de ganado y olivar que se van durmiendo hacia Doñana, allí mismo, medio al cuidado del predio, medio de podador de añejos árboles transformados de acebuches en obras de arte en madera para producir olivas manzanilla. Le dejan un cuartito chico y le dan, últimamente, 25€ semanales por todos los conceptos. En negro como Rato, como Conde, como Roldán, como la infanta doña Pilar, como Inmanol Arias.
Planta habas, tomates, lechugas y pepinos. Medita, lee a los pensadores árabes y a los poetas del desierto entre Argelia, Mali, Níger y Libia, guarda silencio. Va al pueblo a estudiar por las tardes al centro de adultos donde está matriculado hace seis años y próspera adecuadamente. Las gentes del lugar lo saludan, lo invitan a café, le ofrecen ropa usada, cuando anda malo le comunican remedios ancestrales para curarlo, los guardia civiles se paran en su casa a charlar al ir i venir. Un día que tuvo un accidente de trabajo en un pie y el manijero lo llevó al centro de salud diciendo que se lo había encontrado herido en la carretera, salió en silla de ruedas para ir al bus que lo llevará al hospital en otro pueblo allí junto y los municipales que lo vieron lo metieron en el coche patrulla, lo condujeron a urgencias, lo esperaron y lo devolvieron a casa.
Es un ilegal, es un indocumentado, no tiene permiso de residencia. Cuando empecé a atenderlo y me hice cargo de su expediente, conseguimos conectar con el organismo competente y al cabo de unas semanas nos notificaron la resolución de su petición de refugio hecha en 2008 y que no habían podido hacerle llegar al haberse sumergido en el campo. Ocho años. Estos días hemos preparado el dossier para continuar el trámite y lograr que le concedan permiso de residencia y trabajo.
Hablamos de expedientes, de leyes, de poesía – de la que lee y de la que escribe y me traduce – del misterio de vivir, del futuro, de Dios. Como Abu Bakr al-Rasi, filósofo árabe muerto en 925, afirma que el Dueño del universo proporciona a todos los seres humanos la razón suficiente para guiarles en la vida y por tanto, no hay necesidad de guía adicional por parte de ningún profeta. Convicción que compartimos. Me regaló hace un par de meses una hoja seca, entre papel, caída de un álamo de su campo al terminar el Ramadán de 2010.
Hace unos días he recibido un mensaje suyo para esperar unas semanas a presentar su dossier porque se ha ido en una vieja bicicleta prestada por un amigo desde aquí a un pueblo del Loira francés a visitar a un anciano pariente de su padre que está enfermo de muerte. Me dice que se llevaba una botella de agua y ocho euros, cuatro de sus ahorros y cuatro que le había dado una vecina que lo conoce y le saca un plato de comida de cuando en vez y se enteró de lo que quería.
Esto pasa en la España que no se ve. Mi amigo touareg, sus vecinos, la médico, los civiles y los municipales de patrulla, un servidor, somos subcutáneos. Vivos pero subcutáneos. Suspiramos en esta España cañí. Estamos en funciones, pero nuestra tierra, a la que amamos, está viva y goza de vivir.
Magnífico testimonio que nos recuerda esa otra realidad no tan lejana.
Gracias.
Muchas gracias, Alberto, por mostrarnos la realidad que a todo incluye, y que desgraciadamente, por la complicidad de muchos, está centrada en una sola persona, que, … sin nada…, …afortunadamente…resulta que lo tiene todo…
Nada pasa en vano, todo tiene su sentido.
¡Gracias por compartirnos esta enternecedora y dura experiencia!
Enternecedora, por la semblanza de la persona “sufriente” sin quejas que salgan de su boca y mucho menos de su corazón.
Dura… porque conociéndole todas las personas que conviven “con su presencia” nada parece se puede hacer.
Yo pienso que un algo más… si se puede hacer.
Pero estamos enfermos y el miedo nos paraliza de tal manera, que nos ha convertido en seres sin corazón.
Un gran abrazo… muy especial para él… y para cuantas personas lo miran como un ser humano despojado de “casi todo” porque su ser persona lo mantiene por encima de todo y recibe con agradecimiento lo poquito que comparten con él.
mª pilar
“Como Abu Bakr al-Rasi, filósofo árabe muerto en 925, afirma que el Dueño del universo proporciona a todos los seres humanos la razón suficiente para guiarles en la vida y por tanto, no hay necesidad de guía adicional por parte de ningún profeta. Convicción que compartimos.”
¡Y que yo también comparto!
Gracias por el escrito que es realmente conmovedor!
Gracias, muchas gracias Alberto por este artículo que nos ayuda a volver a la realidad que importa.
Y no caben más comentarios.
Sino sumirnos en la reflexión y en “ejercer las “oportunidades” de acción que nuestra vivencia de cada día nos depara.
Gracias Alberto. Gracias.