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El enigma chino (1)

Muñoz3
He dudado para este jueves entre presentar algún ensayo profundo de la nueva configuración mundial y la nueva correlación de fuerzas. Pero he elegido un texto de lectura más ligera que puede ir introduciendo de una manera progresiva en el corazón de ese gran país que es China. Marcelo Muñoz ha puesto a nuestra disposición, junto a diversos ensayos, el manuscrito de este ágil libro suyo de 2007, El enigmo chino, que, aunque descatalogado por la editorial, quien quiera leerlo completo lo puede encontrar en Amazon por 17 €.  AD.

1.- MI PRIMER ENCUENTRO CON CHINA

 El primer impacto

       El 30 de septiembre de 1978 nos dirigíamos a Cantón. El tren iba abarrotado de hombres de negocios de más de 30 países. Nosotros dos éramos los únicos españoles entre ellos. Habíamos aterrizado en la entonces colonia británica de Hong Kong el día anterior,  y estábamos a las puertas de la República Popular China, en esa fecha país absolutamente desconocido y enigmático.

       Teníamos la sensación de llegar a otro mundo, un mundo repleto de sorpresas, con las que nos empezábamos a tropezar: el tren lento, pero cómodo y con aire acondicionado, se paró en la frontera Hong Kong-China y tuvimos que bajarnos, pasándola a pie, y sin más control que la presencia de unos soldados, uniformados, con zapatillas y sin armas, que nos iban señalando el camino, un camino largísimo por los andenes.Ya en el lado chino, se nos ofreció un almuerzo de bienvenida, chino, por supuesto, y la misma escolta, uniformada y muda, nos señaló la dirección para subir de nuevo al tren.Años después descubriría que en el uniforme militar chino no entraba el calzado y pasarían años para poder ver a un soldado o policía armado.

      Nos dirigíamos a la 42ª edición de la Feria Internacional de Cantón, una ventana al comercio exterior, que el régimen maoísta había dejado abierta, para contrarrestar el aislamiento de China.

     Un paisaje exuberante, tropical, nos daba la bienvenida…  Campos muy bien cultivados, casi como un jardín, según había leído en libros antiguos de viajeros: miles de campesinos y campesinas trabajando sin parar, alrededor de aldeas dotadas de construcciones pobrísimas. Algunas parcelas llegaban con sus cultivos hasta el borde de los raíles del tren, como queriendo aprovechar al máximo el terreno cultivable, y hasta las colinas, cubiertas de árboles frondosos.

       Mientras unos campesinos regaban una parcela con regadera al hombro, una enorme regadera, doble, suspendida, en balancín, de los extremos de una caña de bambú, otros, en la parcela contigua, estaban regando por aspersión. Uno de los muchos contrastes que me iban a sorprender en China a partir de este día.

       Fue una odisea conseguir habitación. Sólo dos hoteles, de tres estrellas, y nos tocó el más “nuevo”. La recepción estaba completamente desbordada, y el reparto de habitaciones era caótico. Los que iban solos tuvieron que aceptar alojarse con un desconocido.

       Las estadísticas nos dijeron después que acudimos casi 30.000 personas en el período de un mes, cosa nunca vista en las 41 ediciones anteriores de la Feria…  Un fenómeno nuevo en China desde la revolución de Mao: en 1978 visitamos China, en total, 138.000 personas: número superior a los visitantes de China en todo el período 1949-1977!

Una reforma profunda?

       ¿Qué estaba ocurriendo para que se produjera este aumento de interés por el comercio con China y esta afluencia de visitantes? ¿Estaba China preparada para esta avalancha?

       Lo habíamos “estudiado” en recientes declaraciones oficiales: “politica de puertas abiertas, con el objetivo de modernizar a China en su agricultura, su industria, su ciencia y tecnología y su ejército”. Las famosas “Cuatro Modernizaciones”, que Deng Xiaoping acababa de proclama en el mes de febrero, y, como luego supimos, estaba ratificando solemnemente en la Asamblea Nacional durante estos mismos días. Pero ¿eran creíbles estas declaraciones? ¿Por qué ahora se iban a hacer realidad, después de tantos años de aislamiento y atraso? ¿Estábamos asistiendo, o siendo protagonistas, de un cambio histórico?

        Los análisis internacionales que habíamos consultado, junto a los textos oficiales chinos, nos habían impulsado a creer en esa hipotética apertura de China para constituir una empresa especializada en su mercado: ¿era una osadía o una quimera?

      En España prácticamente nadie conocía esa posibilidad y en el mundo muy pocos se lo creían. Cientos de llamadas a otras tantas empresas con respuestas similares: “China? Qué lejos!”, “Comercio con la China comunista?” “Ah, no creo que sea un mercado para nosotros!”. Sin embargo, fue alentadora la reacción del Director de una gran empresa, Juan, que me dijo: “China?, me interesa, venga y hablamos.” En los años siguientes hemos compartido juntos muchas peripecias en China, base de una buena amistad y de múltiples operaciones comerciales.

          Gracias a ésa y otras respuestas positivas, con visión de futuro, traíamos bajo el brazo productos de exportación, equipos industriales, proyectos…  e iniciamos la aventura empresarial que aún sigue, crece, y que no tiene fin…

Paciencia sin límite

          Todavía no sabía, ni me imaginaba, las dosis de paciencia que iba a necesitar para abrirme paso en este mundo. Fue la primera frase de Confucio que oí: “si pretendes algo que te interesa, ármate de paciencia, constancia y perseverancia” y mi interlocutor, el Sr. Sun, que luego fue amigo y asesor, añadió por su cuenta: “y si eres extranjero en China, multiplica ese consejo por mil”. Lo he repetido más de mil veces a mis clientes españoles…!

         En las muchas mesas redondas o conferencias sobre el mercado chino, en que he participado desde entonces, a la pregunta recurrente “hay en China un mercado para…?”, mi respuesta, también recurrente, siempre ha sido: “no sólo hay un mercado, es el Mercado”: sonaba a hipérbole, o ingenuidad. Treinta años después, es una realidad incontestable y creciente: China ha multiplicado por 80 su comercio exterior, en el que ocupa ya el 3º puesto mundial, con presencia de más de seiscientas mil empresas extranjeras.

         Pero en 1978 esto era algo impensable. Y menos desde España, que aún tenía el comercio exterior entre sus asignaturas pendientes, sobre todo la exportación a la que nosotros decidimos dedicarnos.

Inmersos en la negociación

          La Feria de Cantón, oficialmnte, era de exportación china. Pero también participaban las principales Corporaciones Chinas de Importación, y grandes exportadores de países desarrollados, nuestros competidores. Era, pues, una ocasión excepcional para vender. Tanto que, en los años posteriores, en sus dos ediciones anuales, nuestra empresa contrataba casi el 80% de su volumen anual de ventas.

          La organización de la feria contrastaba con el caos de la llegada al Hotel. Un conjunto inmenso de 30 Pabellones, distribuidos por productos…, toda clase de productos; hasta los patios interiores aprovechados para exhibición de maquinaria. Y tanto el registro de feriantes, como la asignación de intérpretes, la organización de entrevistas… la atención personal en los stands… todo estaba bien organizado. Incluso había una mesa de sugerencias, que eran atendidas: protestamos de la dificultad de transporte… y mejoró. Una sorpresa más…

       Las reuniones con los directores de los Departamentos de Comercio Exterior disipaban parte de nuestras dudas. Todos hablaban de la nueva época de “puertas abiertas”, con una serie de tópicos bien estudiados. Todos nos recibían cortésmente, incluso con interés, a pesar de que llevábamos informes todavía insuficientemente adaptados a la mentalidad china, y la mayor parte de los catálogos editados por las empresas, ni siquiera estaban en inglés…

        Detrás de una cierta distancia, que hoy definiría como confuciana, iría descubriendo y desentrañando, no sin dificultad, algo de la realidad profunda de China… hasta, incluso, conseguir conversaciones amistosas con algunos de mis interlocutores o clientes.

De sorpresa en sorpresa

         El Sr. Sun, Director de la Corporación de Importación y Exportación de Tecnología, se interesó por varias de nuestras ofertas de equipos industriales…  No conocía nada de España, y le sorprendía que un país tan poco significativo para él tuviera algo que ofrecer. No sé si por eso o por alguna otra razón, se explayó con más claridad que otros sobre la reforma y la apertura, como “un proceso imparable”. E iniciamos unas conversaciones, para mi reveladoras, para mi, de una realidad sorprendente.

         Después de una negociación especialmente positiva, me empezó a contar:

         “En 1967 trabajaba como ingeniero en la Academia de Ciencias de China, el organismo más alto de investigación. Me acusaron de reaccionario, durante la “Revolución Cultural”, y me hicieron desfilar por la calle con orejas de burro. Y me enviaron a trabajar a una aldea de Manchuria, con otros cuatro “intelectuales”. Los campesinos nos recibieron, con desgana: eran cuatro bocas más que alimentar… y cuatro cuerpos más que calentar, con temperaturas en invierno de hasta 30º bajo cero. Tras cinco años incomunicado, pude volver a ocupar mi puesto en la Academia de Ciencias. Y, hace tres años me llamaron para dirigir un departamento de esta Corporación.”

         No podía salir de mi asombro. Y no me atreví a preguntar más… Luego supe que, cuando le “desterraron” ya era miembro cualificado del Partido Comunista… Y cuando él me lo contaba, en 1978, firmaba cada año contratos de importación de equipos industriales por valor de más de 50 millones de dólares.

         Con esas “confidencias” me atreví a insistir en mis dudas sobre la Reforma:

          – “la política de puertas abiertas”, me contestó, es la oportunidad de China para desarrollarse y recuperar su posición en el mundo. Es la política que estábamos esperando desde hace muchos años.”

         Todavía no me atreví a invitarle a cenar…

         Me surgían un montón de preguntas:

          -qué estaban esperando desde hace muchos años?

          -cómo era posible, en un país tan grande y tan centralizado, un cambio tan radical?

        -y cómo un dirigente empresarial y miembro cualificado del Partido Comunista, se manifestaba tan abiertamente, y ante extranjeros, contra la política anterior de su mismo régimen y partido?

          -qué fuerza le impulsaba a seguir en el Partido?

          En ese momento me parecieron enigmas indescifrables. Demasiados para un primer viaje.

Los interpretes

          A quien sí pudimos invitar a cenar a los dos intérpretes: uno que nos acompañaba permanentemente; y otro que gestionaba las entrevistas de más alto nivel y asistía a ellas.

        Con ellos descubrí que el idioma es una barrera casi infranqueable: para traducirme cuando afirmaba “España es un país industrializado”, empleaban diez minutos; es decir, que añadían de su cosecha lo que les parecía oportuno… Si proponía la siguiente reunión por la mañana o por la tarde, después de varios minutos de traducción, concluían “lo que Ud. prefiera”… Conclusión: evidentemente necesitábamos dotarnos de nuestro propio equipo y nuestros propios intérpretes.

           La cena fue agradable: en un restaurante de lujo, con muebles estilo Ming, y un menú delicioso. Mi primer “banquete” oficial, de sólo unos quince platos: cochinillo frito con azúcar, huevos de golondrina, pescado del Rio Perla… El menú, escrito a mano, a pincel, en una caligrafía realmente artística, costumbre que luego vería repetida en todos los banquetes de categoría.

          Por supuesto nos hablaron de la “Banda de los Cuatro” y de las Cuatro Modernizaciones”…  Pregunté, con cierto miedo, por si era descortesía, si eso de los “cuatro” dos veces era casualidad…  se rieron con ganas, descubriéndome un sentido del humor muy cercano al nuestro. Posteriormente, en mis visitas periódicas a nuestra oficina en Beijing, mis empleados me reclamaban los últimos chistes españoles, incluso algunos “traducibles” de Forges, siempre muy bien recibidos; y luego me los hacían repetir en los banquetes, a los clientes de más confianza. Y, por supuesto, los que más éxito tenían eran los chistes verdes que ellos llaman “amarillos”.

        Me estaba encontrando, poco a poco, con otro mundo, distinto y diferente del nuestro. La diferencia se debía a la pobreza tercermundista, tan visible por las calles y las viviendas…  al régimen comunista… o a la diferente cultura y civilización???

Perdidos por la ciudad

         El clima tropical de Cantón invitaba a la gente a vivir en la calle, con sus modestísimas casas abiertas de par en par…  que, en muchos casos, eran, al mismo tiempo tiendecitas, en un espacio de 15-20m2.

          Las calles, casi a todas horas, un hormiguero humano…  con “atascos de peatones” en las horas punta y las cruces principales, fenómeno que iría viendo repetido en muchas otras ciudades…  y un enjambre de bicicletas que se entrecruzaban con aparente desorden y gran habilidad, sin producir un roce…  y unos aparcamientos gigantes, con miles y miles de bicicletas que cada propietario encontraba con sorprendente facilidad.

         Las callejas de cualquier rincón de la ciudad, era todo un espectáculo, tanto de color como de olor… Carritos de todos las formas y tamaños inimaginables, bicicletas de tres ruedas con plataforma de madera, llenos de la más sorprendente gama de productos, desde verduras a piezas de carne, o sillones, abriéndose paso entre la muchedumbre, tendederos casi a ras de suelo, con la ropa colgada en palos perpendiculares a las fachadas. Y mucha gente sonriéndonos o saludándonos desde la puerta de sus casas o tiendas…

         Variopinta suciedad en las calles, que unos personajes, vestidos con bata y gorro blancos, y mascarilla en la boca, intentaban continuamente barrer, echando el polvo de un lado al otro!

          El centro de la ciudad, con fachadas impresionantes de piedra y grandes balcones, en puro estilo occidental-colonial, reliquias de la colonización británica y francesa de más de un siglo. Muy deteriorados, porque cada edificio se había compartimentado en pequeños espacios de 15-25 m2 para una familia.

        Circular era complicado: muy pocos taxis y sólo con parada en los pocos hoteles o en algunos edificios públicos, y siempre con una cola larguísima… Y los taxistas conducían muy mal, y a toda velocidad, abriéndose paso entre el enjambre de bicicletas, a golpe de claxon. Yo cerraba los ojos,  pensando que en cualquier momento nos llevábamos por delante a varios ciclistas…  y no podía decirle nada al taxista que sólo hablaba chino.

Y, de noche, con alumbrado público casi inexistente…  y las bicicletas sin luz…

          -Por qué las bicicletas no llevan luz?, le pregunté al intérprete.

          -“Porque es más seguro… ”

          -“!!!???”

En el Tercer Mundo

          Estábamos en el Tercer Mundo, saltaba a la vista, pero, curiosamente, un tercer mundo, en el que la miseria no era visible y la pobreza estaba revestida de una cierta dignidad. La gente vestía muy modestamente y casi igual, con un aspecto pulcro: las blusas blancas, en pleno trópico, estaban limpias, aunque sin planchar…  Viajando, después, a lo largo y ancho de China, veía cómo un idéntico y horrible estampado estaba presente a dos mil kms. de distancia…  Según el intérprete, se fabricaban muchos millones de metros de la misma tela, “para ahorrar”

           Los niños no se veían por las calles. Pero sí los sábados en los parques: enjambres de niños, vestidos de mil colores, conducidos por sus maestros y maestras, muchos con pañuelo rojo al cuello: según nos dijo el intérprete, eran “pioneros”, algo así como alevines de comunistas, y todos encantados de vernos y saludarnos con un ninhao (hola)…  peleando por hacerse una foto con unos “narices largas”, apelativo “familiar” para los extranjeros. Y, cosa curiosa, casi todos con una raja en el pantalón en lugar de dodotis… como en la España de la postguerra!

          Frente a ese espectáculo de pobreza y atraso, las preguntas se me agolpaban: ¿Habrían conseguido, como decía la propaganda, el “tazón de arroz” para todos, es decir el mínimo de subsistencia digna? ¿Cómo modernizar ese tercer mundo superpoblado, con casi 1.000 millones de habitantes, población equivalente a la de Europa y Africa sumadas? ¿Dónde había quedado la fastuosidad del Imperio Chino? ¿A qué ritmo iba a ser posible la “reforma“?

          Nuevos enigmas para un primer viaje!

COMO UN SIGLO MAS TARDE… .: algunas respuestas

           Cantón cuenta hoy, en 2007, con 8 millones de habitantes, y es uno de los centros industriales y tecnológicos de mayor crecimiento del mundo globalizado… ! Es la capital de la Provincia de Guangdong, con  80 millones de habitantes, convertida en una de las expresiones más claras de la reforma y transformación económica de China; en cierto modo, el laboratorio más activo de las Reformas: Ha recibido, a lo largo de los últimos 30 años unos 130.000 millones de euros, mayor inversión extranjera que ninguna otra zona de China… y que ningún “país” del Tercer Mundo

         La ciudad está cruzada hoy por una red de autovías, con pasos a tres niveles, con atascos de automóviles constantes, entre un enjambre de rascacielos y edificios modernos, más de 50 hoteles de 4-5 estrellas… Peluquerías modernas, gentes vestidas a la última moda, boutiques de lujo, Centros Comerciales, algunos de los mayores del mundo.

          Nada parecido a aquella ciudad oscura y pobre que conocí en 1978!

          En un país aún del Tercer Mundo, pero con más de 120 millones de personas con poder adquisitivo superior a la media española.

          Es otra ciudad en otro pais! Aquella China que me encontré ya no existe! Yo mismo, cuando escribo, hurgando en mi memoria y en mis notas, me creo que hablo de un país distinto, o de una historia de hace un siglo. ¡Y realmente lo es, a lo ancho y a lo profundo, como cuarta potencia económica mundial…! Y también otro país en otros muchos aspectos que quisiera ir relatando.

 Para desvelar los enigmas chinos

              Mi amigo, el Sr.Sun, será uno de nuestros principales guías en este recorrido … Ha aceptado acompañarnos a lo largo recorrido de treinta años y de miles de kilómetros, a conocer China y su historia reciente y antigua: hombre culto y documentado, por su posición en el Partido y en la Empresa, pública y privada y como asesor del Gobierno, cuenta con muchas de las claves del poder y de la Reforma. Conoce la escena internacional por sus muchos viajes a varios países, aunque me dice que le gustaría viajar al extranjero tantas veces como yo viajo a China.

              Desde 1984, cuando estuvo en España por primera vez, y pude invitarle a mi casa, dejó de ser para mi el Sr. Sun, para pasar a ser Lao Sun. Me explico: en China, a una persona joven se le antepone al apellido el calificativo “Xiao” (algo así como el joven); y si pasa de los 40, se le antepone el calificativo “Lao” (algo así como mayor, pero no viejo). Tal apelativo es signo confianza y familiaridad. De manera que en adelante, en mi relato, el Sr. Sun, será “Lao Sun”.

China, otro mundo

             Cuando ya me había convencido, años después de mi primer encuentro, de que realmente China era otro mundo, tuve que corregir esta expresión: esto no es otro mundo, es otra galaxia. O, como dijo Leibniz, en una carta fechada el 18 de agosto de 1705: “… los conocimientos de los chinos, su lengua y carácter, su forma de vida, sus artes y manufacturas, e incluso sus juegos difieren de los nuestros, como de gentes de “otro planeta”

            Otra galaxia, u otro planeta, otra cultura, otra historia, otra civilización… y eso se traduce en múltiples e infinitos detalles, sentimientos, y hasta signos…: por ejemplo, no señala uno a su pecho para referirse a sí mismo, sino que señala su nariz…  Así que, querido lector, te digo, señalando con mi dedo índice mi nariz: Yo te invito a descubrir el enigma de China.

2 comentarios

  • oscar varela

    Hola!

    ¿Alguien tiene noti-opinión sobre la Peli “MARCO POLO”?

    Creo que la están promocionando en Netflix.

    Otra cosita. Leo en la introducción de A.D.;

    – “He dudado para este jueves entre presentar algún ensayo profundo de la nueva configuración mundial y la nueva correlación de fuerzas. Pero he elegido un texto de lectura más ligera que puede ir introduciendo de una manera progresiva en el corazón de ese gran país que es China.”-

    Resalté la secuencia: -“He dudado … he elegido“-

    para mejor apreciar la laboriosa tarea del Editor (A.D.)

    Gracias, además, por la “temática” de CHINA, detras de la cual creo estuvo latiendo el Cumpa honorio.

    ¡Vamos todavía! – Óscar.

  • oscar varela

     Hola

    El Lao Muñoz escribe lindo.

    Como en su otro Artículo en Atrio, solo hace fintas de entrar a los asuntos.

    Acá se entiende como que presenta su libro.

    ¿Logrará que “pacinciemos” a lo chino?

    ¡Veré todavía! – Óscar.