Bienvenida a ATRIO la nueva colaboradora Mar Seguí, secretaria del Grup de Seglars i Rectors del dissabte, que se ocupó en su última reunión de reflexionar sobre la Exhortación de Francisco sobre la familia. Y en este artículo aporta su lectura fina como mujer. AD.
Es de agradecer el esfuerzo del papa Francisco por ir más allá de los planteamientos de los dos últimos Sínodos, insistiendo en la centralidad de la misericordia y poniendo de relieve la importancia del discernimiento, la contextualización, el respeto a la conciencia personal, el diálogo y la apertura pastoral. Supone todo un cambio de talante que busca integrar antes que excluir. No hay más que fijarse, por ejemplo, en el tratamiento que reclama hacia las personas divorciadas y vueltas a casar, para darse cuenta de ello. A este respecto es importante destacar algunas de las orientaciones que ofrece la Exhortación:
Ésa es la lógica que debe predominar en la Iglesia” (nº 312). “…Creo sinceramente que Jesucristo quiere una Iglesia atenta al bien que el Espíritu derrama en medio de la fragilidad…” (nº 308). “La misericordia es la viga que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes…” (nº 310). “A veces nos cuesta mucho dar lugar en la pastoral al amor incondicional de Dios. Ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real” (nº 311). “Toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar ‘todo signo de discriminación injusta’, y particularmente, cualquier forma de agresión y violencia” (nº 250)
Sin embargo, hay otros mensajes significativos, preocupantes porque “chirrían” y pastoralmente poco “prudentes”, a mi juicio.
En él se indica:“El amor al otro implica… valorar lo bello y sagrado de su ser personal, que existe más allá de mis necesidades. Esto me permite buscar su bien también… cuando se ha vuelto físicamente desagradable, agresivo o molesto”. Y en el nº 140: “El amor supera las peores barreras. Cuando se puede amar a alguien… logramos… superar la fragilidad que nos lleva a tenerle miedo al otro, como si fuera un ‘competidor’.” Ambas afirmaciones reflejan, ciertamente, una experiencia humana profunda y unas intuiciones fundamentales, pero también podrían dar lugar a que algunas víctimas de violencia de género, con conciencia creyente, incrementaran su sentimiento de culpabilidad por la ruptura de una relación que, en varios sentidos y no sólo el físico, las estaba matando. Muchas veces es el miedo, justamente, lo que les impulsa a dar el paso hacia su liberación. En este caso, lo que necesitan no es vivirlo como fragilidad sino hacer la experiencia de empoderamiento, de “yo puedo”. Quizás habría sido aconsejable, para evitar sufrimientos añadidos, dirigir alguna palabra, en este punto, a quienes puedan encontrarse en esta situación.
Por otra parte, en el nº 46 hay una expresión que llama la atención porque su formulación refleja una consideración un tanto extraña de las mujeres y, por ende, de los niños: “Las experiencias migratorias resultan especialmente devastadoras, tanto para las familias como para las personas, cuando… También cuando conciernen a las mujeres o a los niños no acompañados…” Me pregunto a qué parte de la población se estará refiriendo con el término “personas”.
En el nº 173, podemos leer: “Hoy reconocemos como muy legítimo, e incluso deseable, que las mujeres quieran estudiar, trabajar, desarrollar sus capacidades y tener objetivos personales…” No se trata de una simple volición o una ocurrencia, sino de una necesidad humana: la autorrealización, las relaciones interpersonales (red social), la independencia económica, la presencia corresponsable en la esfera pública (no la “ocupación” de la misma, como si no nos correspondiera), la participación y la colaboración en el diseño y la construcción de la convivencia en nuestra sociedad, la autonomía personal… ¡Estamos tocando el ámbito de los derechos humanos! En los artículos 6 y 7 de la Declaración de los Derechos Humanos se reconoce el derecho de toda persona al trabajo y se explicita el deber de los Estados de garantizar las libertades políticas y económicas fundamentales de la persona humana. ¿Se puede manifestar que hoy reconocemos como muy legítimo, e incluso deseable, que la gente “quiera” ejercer sus derechos fundamentales? Por otra parte, no es que las mujeres, ociosas, quieran trabajar, pues es lo que ya han venido haciendo nuestras predecesoras, aunque dentro del propio hogar y en condiciones muy duras, que hoy podríamos calificar de “semiesclavitud”: sin vacaciones, sin derechos adquiridos y sin las facilidades que hay ahora (electrodomésticos, pañales desechables, etc.). Mi madre, con seis hijos y dos hijas, robaba horas de sueño a la noche, a base de café, para poder desarrollar todas las tareas pendientes.
Lo que se aduce del nº 173 al 177 no tiene desperdicio como paradigma de una determinada ideología, infiltrada de manera descarada, que atribuye acríticamente unos roles diferenciados a la progenitora y al progenitor contribuyendo, así, a su perpetuación: la crianza es responsabilidad de la progenitora, que además es la que testimonia “la belleza de la vida” (?). A ella se atribuye la ternura y la compasión. Al progenitor, la ayuda para percibir los límites de la realidad (como si se identificara a las progenitoras con el prototipo de “Antoñita, la fantástica”), la autoridad y la protección de la mujer, además de las características de salida hacia el mundo más amplio y desafiante e invitación al esfuerzo y a la lucha. Por supuesto, es el varón el que dedica su tiempo a los medios de comunicación y a la tecnología de la distracción. Llega a afirmar que Dios pone al padre en la familia para que sea cercano (¡!). La vida cotidiana desmiente constantemente todo este planteamiento. La necesidad de conciliar la vida personal, familiar y laboral afecta a toda la familia y no hay motivo para atribuirle a la madre esa responsabilidad. De hecho, las parejas no se organizan así en la actualidad (salvo excepciones). Es como si se intentara mantener un esquema de funcionamiento “descatalogado”. Incluso el uso del lenguaje, con expresiones del tipo “un padre con una clara y feliz identidad masculina…” (¡!), evoca una manera de pensar que nos lleva a preguntarnos si no nos habremos instalado en la época que refleja la serie de TV “Cuéntame”.
También me ha sorprendido que un entrecomillado, en el nº 176, recoja lo siguiente: “… A veces, en el pasado, en algunas casas, reinaba el autoritarismo, en ciertos casos nada menos que el maltrato.” Pero, ¿dónde estamos? ¿Cómo puede referirse al maltrato infantil calificándolo de algo que ocurría a veces en el pasado? ¡Si todavía hoy es una realidad “inhumana” lacerante, tanto el maltrato como el abuso sexual a menores en la propia familia! Como también lo es la violencia de género. El maltrato infantil es, a menudo, una de las formas que adopta este tipo de violencia: se maltrata y/o asesina a menores por constituir el mayor dolor que puede infligirse a la madre.
- La preocupante visión masculina en documentos, aún los buenos, de la Iglesia
Es muy preocupante que los documentos oficiales de nuestra Iglesia sigan reflejando una visión masculina del mundo, de la vida y de la historia (no es difícil comprobar cómo, al hablar de “personas”, muchas veces se utiliza los calificativos en masculino. Pero esto no ocurre sólo en el ámbito eclesial. Es frecuente, incluso, en la radio y en la televisión), y que se hable de la “ideología de género” como algo perverso, sin caer en la cuenta de la propia “ideología de género” de ciertos varones (en esto ocurre como con los nacionalismos en España: quienes “demonizan” los nacionalismos catalán, vasco o gallego no se percatan de su propio nacionalismo españolista). Y como quienes redactan esos documentos son varones, generalmente asesorados por varones y presumiblemente con escasa relación con la población femenina en la vida ordinaria, resulta difícil prever a medio plazo un cambio de perspectiva o una sensibilización para una mirada más amplia.
En las manifestaciones en defensa de la dignidad de la parte de la población que es femenina y contra la violencia de género, me causa gran dolor escuchar consignas contra la Iglesia y contra determinados miembros de la jerarquía mezcladas con otras dirigidas a los agresores y a los asesinos. Ahí no se distingue si se critica a toda la Iglesia o a una parte. Va todo en el mismo paquete. Podrá imaginarse qué concepción de la Iglesia y del cristianismo circula en los colectivos de mujeres comprometidos en la defensa de los derechos humanos concretada en la exigencia de una visibilización de las mujeres en la vida cotidiana (incluso en el empleo del lenguaje porque vehicula el pensamiento, aunque a veces se critique los intentos de llevarla a cabo etiquetándolos de “obsesión”) y de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Es muy lamentable. Como también lo es que haya quien, ejerciendo un cargo representativo en la comunidad eclesial, no dude en hacer, públicamente, una llamada a la desobediencia civil frente a las leyes encaminadas a garantizar esa igualdad de oportunidades entre las personas.
Todo esto no resta importancia a una valoración global del Documento muy positiva, como he expresado al inicio de este escrito. Mis reflexiones pretenden, únicamente, compartir una honda preocupación que va más allá de lo que representa, en concreto, esta Exhortación. La cuestión de fondo no estriba en algo como la posibilidad de acceso de mujeres al ministerio ordenado. Eso no es lo prioritario. Y menos si fuera a servir para apuntalar el modelo actual. Hay todo un camino por recorrer comunitariamente, con paciencia, misericordia y esperanza, para entrenar la sensibilidad y llevar a cabo la necesaria y urgente tarea de ir abriendo horizontes para que el reconocimiento de los derechos humanos no se quede en “papel mojado” y pueda universalizarse prácticamente. Parafraseando cierta canción, ¡nos va la vida en ello!
Hola Mar, no he acabado de leer Amoris Laetitia, lo hago saltando capítulos, según los temas. Algunos me han gustado mucho, precisamente la primera parte del cuarto sobre el amor en el matrimonio, (90 a 110) sobre el que incides en tu artículo. Algunas frases podrían atribuirse a una mala traducción, por ejemplo “Las experiencias migratorias resultan especialmente devastadoras, tanto para las familias como para las personas, cuando… También cuando conciernen a las mujeres o a los niños no acompañados…” Me pregunto a qué parte de la población se estará refiriendo con el término “personas”. Ese también tendría un significado distinto si fuera especialmente. Porque se nota en el texto un cierto empeño en resaltar las virtudes de la maternidad.
Pero en el resto de las observaciones de tu artículo no cabe la posible interpretación de una mala traducción. Es efectivamente un desconocimiento de la situación de injusticia que se da en las relaciones humanas, cuando éstas se llevan a cabo aceptando que la diferencia entre sexos marca la superioridad de uno sobre otro, por costumbre, por historia, porque siempre ha sido así, lo cual hace que el pensamiento no explore otras situaciones. Algunos párrafos de la exhortación no los había leído, lo he hecho al leer tu artículo. He sentido tristeza porque me ha parecido que era una ocasión perdida para revertir este tipo de relaciones hacia otras más justas e igualitarias. La distribución de roles entre padres y madres está lejos de este posible camino. El destacar y abordar el drama de los malos tratos hacia mujeres y niños hubiera hecho mucho bien a quienes lo sufren y hubiera sido positivo unas palabras hacia quienes los llevan a cabo.
Metida en el tema he leído críticas sobre Amoris Laetitia y la casualidad me ha llevado a leer algunas críticas sobre el documento y sobre Francisco. Se lo están poniendo difícil. Cuando tu señalas déficits, estas críticas señalan excesos. Críticas tremendas, apocalípticas algunas, sobre las contradicciones con la doctrina católica, las normas de la Iglesia, su debido cumplimiento. Nada sobre el tema de las desigualdades entre las personas, nada sobre la violencia de género, nada sobre la justa igualdad entre hombres y mujeres.
Gracias Mar por haber sacado el tema.
Gracias, Oscar, por tus aportaciones en sensibilizar y denunciar esas situaciones que, por una rutina secular, nos impide ver lo que hay detrás de tantísimas conductas, normas, costumbres, ritos, leyes, etc. cargadas de segregación, discriminación o violencia contra las mujeres.
Por ejemplo, ver una foto de jefes de estado en la que solamente hay una mujer, casi ni ponemos atención, aún menos atención ponemos cuando se reúnen los jefes religiosos de la religión católica, ortodoxa, judía o musulmana, incluidos los budistas. Solamente algunas iglesias protestantes tienen representación femenina. A nadie le llama la atención que todos los fundadores de las grandes religiones hayan sido hombres. Poca gente se cuestiona si solamente hombres pueden representar al cien por cien de la población. Si en la Iglesia Católica los dirigentes no tienen relación con mujeres en su convivencia, no saben lo que es una mujer como compañera, ¿cómo van a empatizar con el sentir y el pensar femenino? Piensan como hombres, legislan como tales, imponen la moral de los hombres y desde los hombres en cuestiones femeninas, ensalzan hasta la histeria y el paroxismo a la María, la Virgen, en las vírgenes lugareñas de todos los rincones del mundo, fomentan la devoción popular deshumanizada a la Virgen como modelo de mujer. No sé Freud qué diría de esta trasposición de sus necesidades femeninas hacia las vírgenes.
Hola!
SOLO PARA VARONES – NO APTO PARA MUJERES
Congreso Eucarístico Nacional (CEN -Argentina).
La invitación oficial a la inauguración del Congreso, en Tucumán, aclaraba:
– “mañana a las 11 habrá un acto protocolar entre autoridades gubernamentales y el legado pontificio. Entrará poca prensa, deberán ser varones e ir vestidos de pantalón de vestir, camisa, saco y corbata. Lo pide el protocolo del Vaticano, no entrarán si no van así”.
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Rosalía Cazorla, periodista recibió el Correo de la CEN; y lo difundió en Twitter:
– “Por órdenes episcopales, los que acompañen al Cardenal Re deben ser varones”.
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Asociación de Prensa de Tucumán (APT) en un Comunicado:
– “El más enérgico repudio a la medida discriminatoria adoptada por la delegación del Vaticano contra las mujeres periodistas que trabajan en la cobertura del XI Congreso Eucarístico Nacional”.
* La APT exigió al CEN que
– “respeten y hagan respetar el derecho de todos y cada uno de los afiliados a desarrollar sus tareas con normalidad y con la libertad que por derecho les corresponde”.
– “La discriminación por identidad sexual va en contra de las leyes en vigencia y lesiona gravemente los principios de igualdad de derechos que viene impulsando nuestra sociedad, una lucha en la cual la APT y sus afiliados están comprometidos plenamente, por considerar que toda forma de segregación contra la mujer representa un hecho de violencia contra ella”.
(muchas mujeres decidieron no ir en señal de protesta)
Mar eres una crack .Impresionante tu sencillamente auténtico
Como tú auténtica e inimitable
Moltes gràcies Mar pel teu article. És una reflexió molt intel·ligent i il·luminant, que sap vore la bona voluntat, però també els “ramalazos” que encara hi ha, i que cal traure al nivell conscient per a poder superar-los i evolucionar humanament.
Endavant. Una abraçada. Carmen H.
Benvolguda Mar, gràcies per “furgar” per a traure llum. La “Ideologia Patriarcal” la tenim injectada en vena. Moltes dones esteu fent un gran esforç per superar-la i aconseguir en la societat un nivell d’igualtat. Els homens tenim moltes tasques pendents entre elles: desfer-nos del patriarcalisme, assolir activament la problemàtica de gènere… Crec que una assignatura pendent en els homes és la de perdre protagonisme per a permetre amb normalitat el camí de la igualtat entre les persones. Aquest tema em preocupa i atrau des de fa molts anys i en això estem.
Molta força. PepeChapa
Grràcies Mar pel teu comentari al document. Em sembla detallat i valent. has fet un estudi punt per punt desmontant la ideologia patriarcal predominant. Entre nosaltres mateixa les persones que ens diguem progressistes no acabem de tindre clar que el problema és de fons i radica en la igualtat de les persones. En un moment determinat parles dels Drets Humans que tothom diem que defensem però jo em preguntaria: els tenim assolits i sabem defensar-los?
Enhorabona i una abraçada. Isabel
Traición y lealtad – Salvador Santos, 21-Abril-2011
(Publicado en Atrio) – Copio sólo la LEALTAD (la TRAICIÓN es el ítem 1.)
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2. Las mujeres: Lealtad e iniciativa
Nada más producirse el fallecimiento de Jesús, Marcos advierte al lector respecto a testigos especiales de los sucesos:
“Había también unas mujeres observando de lejos, entre ellas María la Magdalena, María la de Santiago el Pequeño, la madre de José y Salomé, que, cuando él estaba en Galilea, lo seguían y le prestaban servicio; y además otras muchas, las que habían subido con él a Jerusalén” (Mc 15,40-41).
Sobresale un dato relevante: ¡Solo hay mujeres!
A diferencia de los hombres, ellas no han huido. Contemplan los hechos, eso sí, incapaces de comprender el trágico e inesperado final del carpintero de Nazaret. La expresión griega traducida por: de lejos siempre aparece en Marcos expresando separación ideológica a la vez que distancia física (5,6; 8,3; 11,13; 14,54).
Pero fijémonos en algunos detalles del texto:
En primer término, Marcos comienza por llamar la atención del lector respecto a la presencia de mujeres en el escenario de los hechos. No concreta quienes son; solo resalta su condición femenina y precisa su actitud: Observan. Se comportan como testigos de la dura realidad.
A continuación, nombra a cuatro (María Magdalena, María la de Santiago el Pequeño, la madre de José y Salomé). El número refleja su carácter representativo universal (el cuatro indica universalidad en el lenguaje simbólico del mundo contemporáneo a Jesús y a los escritores del NT). De ellas destaca su condición de seguidoras (le seguían) y su disposición a prestar ayuda (le prestaban servicio) (ver Mc 10,43-45). En contraposición a la traición de los seguidores varones, personifican la lealtad al programa del Galileo desde el principio hasta más allá de los límites marcados por la prudencia.
Por último, Marcos alude a un número indeterminado de las que, al igual que los discípulos, aunque sin muestras de ambición, hicieron con Jesús el recorrido desde Galilea a Jerusalén. Son mujeres cercanas al Galileo y con conocimiento exhaustivo de sus ideas.
Tras la muerte del crucificado, dos de esas mujeres, María Magdalena y María la de José, no pierden de vista el cadáver y observan el lugar de la sepultura:
“María la Magdalena y María la de José observaban donde lo ponían” (15,47).
Marcos ha adelantado que son momentos de oscuridad:
“Caída ya la tarde” (15, 42).
El sepulcro se convierte en foco de atención para las mujeres. En esta ocasión, serán tres las que acudan a él. Sus códigos de conducta indican que están centradas en el muerto. La adquisición de esencia de plantas aromáticas tiene por finalidad neutralizar el hedor del cadáver:
“María la Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarlo” (16,1).
Pero Jesús no está para embalsamamientos. La oscuridad ha desaparecido y despunta la luz que da comienzo a la nueva historia. Marcos ofrece apuntes al lector:
“El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro ya salido el sol” (16,2).
El último relato de Marcos está cargado de simbolismo. La incongruencia de los datos descubre la ingenuidad y el valor representativo de la narración: No era costumbre judía embalsamar; no se ungía un cadáver transcurrido un día desde el fallecimiento; las mujeres reconocen su incapacidad para descorrer la roca de la entrada (v.3); el sepulcro está abierto (v.4); el cadáver no está; un joven con vestidura blanca se halla en el interior del sepulcro (v.5); él les transmite un mensaje.
Las mujeres han buscado en el sitio equivocado. Aunque allí aprenden una lección inolvidable: Resulta inútil buscar a Jesús en el lugar de la muerte. Ese espacio está deshabitado. El joven de blanco asocia la resurrección a una tumba vacía:
“Ha resucitado, no está aquí” (v.6)
Las mujeres interpretan, sin que haya habido testigos oculares directos, que el Galileo se halla fuera del emplazamiento donde colocaron el cadáver:
“Mirad el lugar donde lo pusieron” (v.6).
El sepulcro vacío invita a salir de allí:
“Y ahora, marchaos” (v.7).
La salida del sepulcro abre el momento de la reflexión… y el de la búsqueda. El escenario de la muerte carece de respuestas. El rastreo habrá de hacerse en el espacio donde se desarrolla la vida. La praxis y la transmisión de un mensaje alentador abren camino. Las mujeres entienden que les corresponde a ellas tomar la iniciativa y sacar de la cobardía al colectivo de discípulos trasladando un encargo a todos los que abandonaron a Jesús y, en especial, a quien llegó a renegar de él:
“…decid a sus discípulos y, en particular, a Pedro…” (v.7).
Ahora, por fin, Marcos nombra a los discípulos. El encargo de Jesús lo recibirán a través de las mujeres. Ellas se han convertido en las mensajeras de la buena noticia.
Las mujeres asumieron el protagonismo y relanzaron el proyecto de sociedad alternativa desde su gran intuición:
En Galilea comenzó la historia y allí habrá de reiniciarse. Seguir las huellas del Galileo confirma que él va delante guiando a los suyos. Andar sus pasos garantiza al grupo la experiencia de contar con él:
“Va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, como os había dicho” (v.7).
Aparentemente en contra de ese mensaje esperanzador para el colectivo de discípulos, el evangelio de Marcos termina en forma brusca apagando la iniciativa de las mujeres por motivos de miedo:
“Salieron huyendo del sepulcro, del temblor y el espanto que les entró, y no dijeron nada a nadie, del miedo que tenían” (v.8).
Sin embargo, la misma obra de Marcos certifica que las mujeres transmitieron el encargo con fuerza. La conclusión inesperada del evangelio será su último recurso narrativo, que solo busca motivar al lector para que se sume a la iniciativa que ellas tomaron.
Frente a la traición y la ausencia, las mujeres se significaron por su lealtad. Mientras el grupo de los varones se arrinconó en la pasividad cobarde; ellas optaron por el enfrentamiento con la realidad, la reflexión y la búsqueda.
Las mujeres estrenaron la nueva historia. Les corresponde de pleno derecho el papel de principales protagonistas en la andadura del proyecto del Galileo.
Hola!
Por expreso deseo del Papa Francisco, la memoria de Santa María Magdalena será “Fiesta”.
La decisión pide:
* reflexionar más sobre la dignidad de la mujer, la nueva evangelización y la grandeza de la misericordia divina.
* resaltar a esta mujer que mostró un gran amor por Cristo y Cristo por ella:
– es la primera en ver el sepulcro abierto y
– es la primera en escuchar la verdad de la Resurrección del Señor.
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¡Claro que todo esto “dentro” del esquema “mujer en la Iglesia”!
¡Em-PÚJESE para que la terminen de peinar!
¡Vamos todavía! – Óscar.
Ok, ana!
Hola, Oscar, te contesto. Desde mi opinión, por supuesto, me refería a que últimamente (quizá yo ande despistada por haber estado un poco ausente de atrio) el tema de la mujer, el feminismo, el patriarcado se tiene un poco abandonado. Ya sabes que la época en la que yo mantenía viva la reflexión sobre estas cuestiones tenía la impresión de que aburría al personal.
Es cierto que en atrio se avanzó mucho en la cuestión, es cierto que todo el mundo me apoyabais y lo veíais razonable, pero me ha dado mucha alegría ver a otra mujer que lo hace y lo dice mucho mejor que yo y que hacía falta en atrio. A esto me refería como una bocanada de aire fresco.
Me alegraría muchísimo más que fuese un hombre concienciado e implicado el que nos aportase su punto de vista desde su ser hombre, y siempre me pregunto porqué los hombres sois reticentes a hablar de las cuestiones que afectan tanto a hombres como a mujeres, aunque las víctimas seamos mayormente las mujeres. En una sociedad de desiguales, salimos perdiendo hombres y mujeres. Por ejemplo el adjudicarles la ternura a las mujeres, pierden los hombres que piensan que eso es cosa de mujeres. Habría un enorme listado para que los hombres protestaseis… sería muy largo el tema.
Creo que atrio necesitaba un empujón hacia adelante en la lucha por la igualdad, en la lucha contra el patriarcado para que estemos siempre despiertos/as y no esperar a una estridencia que ponga las alarmas en marcha. Los micromachismos están siempre ahí acechándonos, son tan sutiles, que apenas los percibimos, pero son la base del enorme iceberg del machismo, están ahí en la vida cotidiana como una rutina aceptada inconscientemente.
Y la Iglesia Institución está en el abc de este gran problema. Son hombres los que piensan, escriben, aconsejan y dan normas para mujeres. Mientras las mujeres no entren a formar parte de los órganos de decisión de la iglesia, siempre existirá el desequilibrio de cero a cien.
No sé si me he explicado suficientemente.
Hola ana y Mar!
Leo de ana a Mar:
– “tu aportación y tu irrupción en atrio son:
* una bocanada de aire fresco.
* un despertador de somnolencias“-
¿Acaso Atrio es un lugar:
* de “tufo” y
* de “dormidos“?
Pienso que Mar no estará de acuerdo con estos juicios.
Por ahora y todavía ¡sigo con Seguí! – Óscar.
Por otra parte, dices: “me causa gran dolor escuchar consignas contra la Iglesia y contra determinados miembros de la jerarquía mezcladas con otras dirigidas a los agresores y a los asesinos. Ahí no se distingue si se critica a toda la Iglesia o a una parte. Va todo en el mismo paquete”. Pienso que cuando autoridades eclesiásticas como obispos o cardenales dicen alguna barbaridad y todos sus compañeros o instancias superiores callan o lo justifican, incluso el Papa no los dimite, se está señalando complicidad, por lo que nada tiene de extraño que se acuse a la Iglesia y entren todos en el mismo paquete. Una gerontocracia desfasada que mira lo que le interesa desde la óptica del pecado en vez de mirarlo desde los derechos humanos, propicia rechazo justificado por una sociedad a la que se la mirar desde la mitra por encima del hombro y se menosprecia su adultez.
Hay que seguir poniendo en evidencia y denunciar las contradicciones y/o la ignorancia en determinados temas en los que los obispos y demás, creen que están bajo la su autoridad de los “doctores de la Iglesia”. Las autoridades eclesiásticas deberían dejar su cátedra de autoritas magisterial y sentarse en una silla de igual a igual a aprender unos de otros y de otras. La iglesia piramidal debería estar donde están las sociedades estamentales, es decir, en siglos pasados, en los libros de historia.
Gracias, muchas gracias, Mar, por tu aportación y por tu irrupción en atrio como una bocanada de aire fresco. Hacía mucha falta aquí una despertadora de somnolencias, valiente, taladradora de esquemas subterráneos o subconcientes amparados en la buenísima voluntad.
Cuando se dice, “qué más quieren las mujeres….”, se está diciendo, “si ya hacen lo que les da la gana” Qué pena! Con lo que queda por delante!
Yo que soy muy recelosa en estos temas de familia, mujer, marido-padre, etc. y que, por otra parte, no creo en los milagros, el ver tantos titulares laudatorios de la encíclica me incitaban a no leerla, primero porque soy “alérgica” a las encíclicas, ya que pienso que dan vueltas de noria para volver al mismo sitio, y segundo porque no creo en un cambio radical en personas que han vivido toda la vida en un paradigma patriarcal y que de la noche a la mañana hayan adquirido por ciencia infusa la hondura y profundidad de una sociedad igualitaria . Si se me hubiese presentado la encíclica como papal, pero en colaboración de mujeres como tú, la hubiese leído inmediatamente.
Las “luces rojas” que tú resaltas, nos ponen de manifiesto que solamente con buena voluntad no se avanza en temas de rechazo al patriarcado, al androcentrismo y al machismo. El feminismo es la gran asignatura pendiente porque parece que reconocer derechos, -que son nuestros-, es hacernos un favor. Presentar la figura paterna con valor añadido (tampoco la mujer por serlo debe tener valor añadido, somos personas en igualdad), supone raíces muy profundad de la mentalidad de quien (eso sí, siempre con buena voluntad) siguen en paradigma antiguos, tradicionales, anticuados e injustos.
Veo excesiva admiración y papolatría en todo lo que dice y hace el Papa Francisco que, si bien está dando pasos significativos, tampoco es cuestión de doblar la rodilla ante todo lo que dice. Eso sí, estoy segura que si leyera tu escrito lo agradecería enormemente y pondría mucha atención a lo que dices.
Efectivamente, y nunca mejor dicho, a las mujeres “nos va la vida en ello”. Anoche los cuatro “jinetes” (ni una mujer) aspirantes a gobernar España le dedicaron 26 segundos a la violencia de género. Eso es lo que nos espera, el gran problema de la desigualdad y sus consecuencias será algo minimizado, marginado insignificante al lado de la macroeconomía y otras cuestiones rimbombantes.
Felicidades Mar, por esa visión tan clara y también por contrarrestar otras actitudes y opiniones que no representan a la comunidad creyente. Hace falta visualizar las críticas constructivas …
Muchas felicidades por el artículo, Mar. Pone de manifiesto que queda mucho por hacer y mucho por lo que pelear, aunque se estén dando ya algunos pasos desde la jerarquía. Hay un patriarcado muy duro que entre todos y todas tenemos que derrumbar día a día. Seguiremos luchando por ello.
Felicidades Mar por esta reflexión. Has sido valiente al publicarla ya que, aunque me parece una reflexión muy respetuosa, hecha desde la corrección fraterna y un tema de gran seriedad por las implicaciones que apuntas para tantas creyentes (mujeres), no te faltarán críticas de quienes se sienten atacados en su masculinidad (así son los machismos y micromachismos de nuestra sociedad presentes de manera evidente en nuestra Iglesia)
Gracias a Mar Seguí…… por ayudarnos percibir la nefasta “colita machista“ guindando desde “los que mandan” en nuestra Santa Madre Iglesia, aún hasta lo del nuestro querido Papa Francisco.
Justiniano desde Managua
Hola!
¿Sigamos avanzando?
Bueno, ok!
¿Que les parece un Papa casado y con hijos e hijas?
No es joda! Resultaría esto:
Papa + Papisa + papitos y papitas.
Podría imaginarme a Jerónimo Podestá + Clelia Luro + 6 hijAs … hoy con nietos y tartaranietos.
¡Vamos todavía! – Óscar.