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Las Tres Manzanas

ZUGASTIp“La manzana roja que me dieron ayer tenía un gusano; la manzana blanca que se comieron mis padres tenía dos gusanos; y la manzana verde que se comió la pareja original, ya en la puerta falsa del Paraíso, tenía tantos gusanos que todos pudimos heredar nuestra parte. Si hay una manzana sin gusanos en el mundo no está detrás de mí, sino delante.”

Esto lo escribía el poeta León Felipe en 1938. En aquella época andaba el poeta entre La Habana y México. Ya se había dado cuenta de que la manzana roja –los sistemas socialista y comunista en los que se habían puesto tantas ilusiones- tenían un gusano. Y escribe:

“Ahora bien. El hombre puede retractarse. Todo hombre honrado puede retractarse y decir: yo no quiero la manzana roja. Ayer canté sus excelencias porque creí que era la manzana del hombre. Ahora he visto que tiene un gusano. No la quiero. Iré a buscar otra manzana”.
“Lo que no puede decir un hombre honrado es esto: La manzana roja tiene un gusano, no la quiero. Tomaré otra vez la manzana blanca de mis padres, que aunque tenía dos gusanos, tenía también una historia, y de su pulpa podrida vivió todo mi clan. Esto es cobardía, astucia y ganas de seguir fumando sin levantarse de la mecedora”.

Efectivamente no se puede ir a buscar una manzana sana retrocediendo. Las otras manzanas, desde el feudalismo a la democracia burguesa del siglo XIX, tenían muchos más gusanos. La manzana limpia sólo puede estar delante. Y adelante hay que seguir, aunque a veces no se vea cómo.

Seguramente pocos de nuestros políticos actuales conocerán esta parábola de León Felipe. Si la conocieran, ¿se darían cuenta de que ellos están volviendo a las manzanas agusanadas? ¿Se darían cuenta de que en sus proyectos hay muy poco de progreso y mucho de regreso? No soy tan duro como León Felipe cuando afirma que eso es cobardía, astucia y ganas de seguir fumando sin levantarse de la mecedora. Ese será el estado de ánimo de mucha gente, pero también hay otros muchos que buscan honradamente cómo seguir adelante… pero lo hacen mirando hacia atrás.

Es verdad que el tiempo al que unos y otros quieren regresar es muy diferente. Para unos −lo que denominamos en general la izquierda− el regreso sería a los años dorados del Estado del Bienestar y del consumo de masas −masas europeas y norteamericanas, claro−. Para otros, la derecha, el regreso sería a una mezcla de los siglos XVIII y XIX. Una fusión del decimonónico capitalismo manchesteriano y su brutal explotación de los trabajadores con el sistema absolutista anterior a la Revolución Francesa, cuando Monarquía, Aristocracia y Jerarquía Eclesiástica estaban por encima del bien y del mal y, desde luego, por encima del pago de tributos.

Ese puesto de superioridad total lo tratan de ocupar hoy las grandes multinacionales y los grupos financieros, y hay que reconocer que tienen mucho terreno ganado. El libre movimiento de capitales y los paraísos fiscales son posiciones muy fuertes en las que se apoyan para seguir avanzando hacia el poder absoluto del capital.

Por supuesto que ahora, en las circunstancias en las que estamos, debemos apoyar todos los esfuerzos que se hagan para que el regreso sea lo más próximo posible al añorado Estado de Bienestar. Pero tengamos claro que si realmente queremos parar el acelerado retroceso social que el capitalismo nos está imponiendo y recuperar la libertad y la democracia, no va a ser con batallas defensivas ni con retrocesos estratégicos como lo consigamos. Tendremos que buscar una manzana que esté delante. Una alternativa nueva para el agusanado sistema capitalista.

3 comentarios

  • pepe blanco

    Igual, si dejamos de comprar productos en los “chinos” (quiero decir en las tiendas de chinos que importan productos chinos en general de baja calidad) y en las grandes cadenas de ropa (que producen en países lejanos a bajos costes) y en las grandes superficies comerciales que exprimen a los productores, igual si hacemos todo eso, podemos cambiar algo la situación en nuestro entorno.

    Pero es muy fácil y tentador, sobre todo en un tiempo de crisis como el actual, intentar conseguir siempre el producto más barato, sin cuestionarnos ni su calidad ni el salario o las condiciones laborales de quien lo produjo. Y mientras, nuestro tejido productivo con todos sus puestos de trabajo, se deslocaliza y se marcha al lejano oriente.

    Cambiar nuestros hábitos de compra eso sí que sería una revolución en el sistema. Pero nadie da el primer paso. Y, curiosamente, ningún partido político invita a ello.

    Hubo un tiempo en que intenté comprar algunos productos de uso frecuente en una tienda de “comercio justo”. La calidad no era mala, pero los precios eran “caros” y la tienda estaba muy lejos de mi casa. Al poco tiempo, dejé de comprar en ella.

    Cuando voy a un gran centro comercial, como Carrefour, por ejemplo, y veo a cientos de personas allí metidas comprando más o menos compulsivamente, me pregunto a quién votarán y cuáles serán sus expectativas de gobierno de la cosa pública. Probablemente no reparan en que la primera medida transformadora de la sociedad está en sus manos, en sus mentes, allí mismo, en aquel preciso momento.

  • Román Díaz Ayala

    Apenas faltas 20 días para que vayamos nuevamente a elecciones. Las encuestas auguran más de lo mismo, aunque el reconocimiento formal de que Podemos había ya englutido a Izquierda Unida (Alberto Garzón va el quinto por Madrid, aunque le haya regalado a Pablo Iglesias dos millones de votos en esta segunda vuelta electoral) esta unión,digo,  en Unidos Podemos, se asemeja mucho a unos comisios franceses, pero no resulta más que un alarde oportunista dada la debilidad del PSOE.

    Alberto Garzón pasó de ser “la voz en el Parlamento del 15-M” desde los últimos meses del Gobierno de Rodríguez Zapatero, y una gran promesa de la izquierda ( de Izquierda Unida), a protagonizar un papel muy ambiguo en las conversaciones que denodadamente desarrollaba el candidato a la presidencia por el PSOE Pedro Sánchez y su equipo para alcanzar la investidura. Ahora se apunta a la demagogia de “capitalismo nó” y de una España que hay que volver a construir de arriba a abajo hasta su modelo de Estado y su definitiva configuración territorial.

    ¿Quién se quiere acordar ahora del Estado del Bienestar?

  • RománDíazAyala

    Nos envuelve la metáfora en forma de manzanas y nó porque León Felipe haya sido poeta ni que su generación, la protagonista de nuestra cruel guerra civil, haya envuelto su trágico dolor en figuras retóricas para aliviar sus sufrimientos.

    La ideología fue la manzana de recambio de anteriores ideologías ya agusanadas. Manzana envenenada, como la del Edén. Su carga mortal era el gusano de la violencia fratricida.

    En democracia hubo un intento serio y honesto de conjurar los demonios familiares, la maldición de Caín dueña de nuestros destinos.

    Despojada la competencia de su carga mortal, es decir, que por fin nos convencíamos de aquello que decían, “que las ideas no sirven para nada  sin una fuerza que convenza con las armas” en un acto civil de fe (“fe civil”,qué bien suena eso) con la confianza puesta en el consenso ciudadano hicimos de los votos en las urnas las trincheras para el respeto a la voluntad mayoritaria.

    ¿No  nos ha faltado algo de esto en este trágico período entre elecciones, breve plazo de cinco meses,que ha volatilizado muchas de nuestras confianzas?