Han pasado ya cinco años desde la masiva ocupación de plazas que eclosionó el 15 de mayo del 2011 con el movimiento de los indignados, el 15M. Cinco años en que se ha constatado que el tiempo no es lineal, que está hecho de atajos, laberintos y a veces largas y otras veces cortas veredas. Cinco años de mucha crisis, malestar y protesta. Sin embargo, ¿qué queda hoy de tanta indignación?
El 15M ha cambiado nuestra manera de leer e interpretar la crisis. Si desde el 2008 nos dijeron que “habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades”, acusándonos de ser responsables de la presente situación, el movimiento indignado fue capaz de modificar dicho relato. Una de sus principales consignas, “no somos mercancías en manos de políticos ni banqueros”, apuntaba en esta dirección. El 15M señaló a la banca como autora del estallido económico, y la complicidad de la mayor parte de la clase política. Los indignados consiguieron imponer un relato contrahegemónico al dominante: ni culpables ni responsables sino víctimas de una crisis y a la vez de una estafa.
Lo que empezó como una crisis económica, pronto derivó en una crisis social y finalmente, bajo el impacto del 15M y del proceso independentista en Catalunya, en una crisis del sistema político, que llevó a cuestionar las raíces del régimen de 78 y cada uno de sus pilares, monarquía, bipartidismo y modelo de Estado. Algo impensable, poco tiempo atrás.
El 15M supo conectar con el descontento social latente y propulsarlo en forma de movilización colectiva, legitimando la protesta y las acciones directas no violentas, como las acampadas en plazas públicas, o las ocupaciones de viviendas vacías en manos de bancos, como las de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Acciones tal vez ilegales, pero consideradas legítimas por una parte muy significativa de la opinión pública. Según varios sondeos, hasta un 80% de la ciudadanía consideraba que los indignados tenían razón y los respaldaban, a pesar de la criminalización y la estigmatización por parte del poder.
Tras dos años de Mareas ciudadanas, el espíritu del 15M dio finalmente el salto a la política institucional, pasando del “no nos representan” al “podemos” y a la reivindicación de “los comunes”, ante la dificultad de conseguir desde la calle victorias concretas. Opinadores que al inicio acusaron al movimiento de ser incapaz de presentar alternativas partidistas fueron los mismos que ante la emergencia de nuevos instrumentos políticos aseguraban que el manejo de las instituciones tenía que dejarse en manos de profesionales.
La emergencia de Podemos y el logro de sus cinco eurodiputados en el Parlamento Europeo, en mayo del 2014, marcó el inicio de un nuevo ciclo político/electoral, que aún no se ha cerrado, y que cristalizó en las elecciones municipales, en mayo del 2015, con las victorias, contra todo pronóstico, de candidaturas municipalistas alternativas en capitales como Barcelona, Madrid, Zaragoza, Santiago de Compostela, Cádiz… y el estallido del bipartidismo el pasado 20 de diciembre. La traslación político electoral del malestar social indignado solo necesitaba de dos cosas: tiempo y audacia estratégica. No estaba escrito que Podemos o las candidaturas municipales tuvieran que nacer, pero sin el 15M no habrían sido posibles.
La llamada “vieja política”, los partidos de siempre, se vieron obligados a replantear su estrategia de comunicación. Así algunos abandonaron las corbatas, se pusieron de moda las camisas blancas, el paso por platós de todo tipo se volvió imperativo y la palabra “cambio” se convirtió en omnipresente en la escena electoral. Por si ello no bastaba, se promocionó una nueva muleta partidista, Ciudadanos, con el objetivo de encarrilar el malestar social hacia cauces más inofensivos.
Tal vez hoy en este sacudido tablero político, el flanco más débil sea la imprescindible movilización social que necesita todo proceso de cambio. La apuesta por el eslabón institucional, la construcción de nuevos instrumentos políticos y la inesperada e intempestiva victoria de distintos consistorios transcurrió en un clima de pasividad social. Sin embargo, el cambio real no pasa únicamente por ganar las instituciones sino por contar con el apoyo de una sociedad movilizada. Sin su presión a los gobiernos del cambio, son los poderes fácticos quienes lo hacen, y estos ya sabemos qué intereses representan.
¿Qué queda de tanta indignación? Un régimen en crisis, que no acaba de caer pero tampoco de recomponerse. Como decía el filósofo francés Daniel Bensaïd: “La indignación es un comienzo. Una manera de levantarse y ponerse en marcha. Uno se indigna, se subleva, y después ya ve”. En esas estamos.
*Artículo en Publico.es, 15/05/2016.
No entiendo cómo podemos dudar sobre el valor y necesidad de emitir un voto por segunda vez…Destronar al capital y a sus buitres es bien difícil, hacer valor los derechos de la mayoría y sus opiniones, igual de difícil. Pero en todo caso el voto es la expresión primera e inicial del deseo de cambio y de que se imponga la voluntad y los derechos humanos por encima de los “buitres” que nos ven desde ariba como carroña apetitosa.
Y además de votar, tenemos que hacer muchas cosas más, por supuesto. Pero después de haber votado…
Interesante reflexión e interesantes interrogantes, Iñaki.
No menos interesante es el dilema que planteas al final: ¿votar a quienes dejan caer las migajas de su mesa o a quienes defienden a los y las que tienen que vivir de esas migajas?.
Creo que falta otro parámetro con el que no se suele contar: la UE, Bruselas, ¡¡¡!!!. Yo me pregunto ¿de qué nos sirven las promesas de hacer política para las personas si después viene Bruselas a hacer lo que hace en Grecia? ¿Cómo administrar una economía con el cien por cien de deuda sobre el PIB? ¿Tendremos que votar a buenas intenciones y a políticas parciales? Pues, a pesar de nuestro desánimo y poca fe, habrá que votar esto último, porque lo otro ya lo sabemos. Y siempre será mejor dar pasos hacia la justicia social que hacia la corrupción, por poner un ejemplo de lo mucho que se ha destruido y la cantidad de cosas que hay que reconquistar.
El caso es que ahora me toca ejercer, una vez más, el mini-poder de mi voto y estoy hecho un pequeño lío. No sé si serán cosas de la edad o algo más grave. En esta ocasión voy a necesitar la mano de alguna persona amiga, para que me arrastre a cumplir con mis obligaciones cívicas. Qué pereza da tener qui ir a votar, en las próximas elecciones al Parlamento español, con la ilusión marchita. ¿Cómo recuperar el ánimo tras lo visto, oido y leido en los medios, a lo largo de estos últimos meses?. ¿Cómo resistir la tangana que nos van a seguir dando personajillos, con su credibilidad bajo mínimos?. ¿Cuando se le pasará factura a una derecha, presuntamente plagada de impresentables en sus filas?. ¿Será tan habilodosa como para seguir tapando su escandalosa corrupción, con las migajas que acostumbra a dejar caer de sus opulentas mesas?. ¿La falta de unidad de la mayoría social de la izquierda permitirá, una vez más, que las cosas sigan como están?. ¿Qué va a ser de la esperanza de tantas y tantas víctimas de desigualdades sociales inaceptables?. ¿Cuanta ilusión podrá devolver a la buena gente, la trabajosa alianza Unidos Podemos?. ¿O será verdad que las cosas no van tan mal como algunos las pintan?. ¿Entonces, a vivir que son dos días y a pasear en lugar de a votar?.
Vamos a ver. El refranero español dice algo así como que…nunca segundas partes fueron buenas. ¿Le seguimos dando la razón o tratamos de quitársela?. Con la lección un poco aprendida podríamos intentar la segunda alternativa. Al enfrentarnos a las urnas tenemos dos opciones. O votamos a favor de las pocas personas que tienen mucho dinero y ofrece migajas desde su egísmo. O lo hacemos a favor de las muchas personas con poco dinero, que demandan un poco más de igualdad, desde la solidaridad. A cada uno nos toca discernir quien representa a quien.
El grave problema que nos rodea está… en que… la sed de “poder”, de tener un sillón en el parlamento; ha podido más que atender y realizar lo presentado, dicho, leído y con lo que muchas personas nos entusiasmamos.
Lo verdaderamente grave está hora, en que… conociendo el miedo de este país de mayores con mucho “resentimiento”…¡por ambos lados!… cierto que unos con mucha más razón que otros.
Ese miedo… volverá a poner en el poder a los de siempre a pesar de su mala gobernanza; y ahora, si de verdad somos tan pacatos, volverán con un “recochineo” y altanería, que no vamos a poder levantar la cabeza absolutamente para nada.
El parlamento se volverá a convertir en tirarse los trastos los unos/as a los otros/as.
¡¡¡Triste figura!!!
Y como dice el refranero… mientras…
¡¡¡La casa sin barrer!!!
Bueno aquellos que ya lo tienen por costumbre… seguirán barriendo hacia sus cuentas en paraísos fiscales o debajo de los colchones.
¡Vaya Vd. a saber, que harán ahora con recrecido “poder”!
Ufff. ¡No tenemos remedio!
Siento verlo así de gris.
mª pilar
No obstante, dicho lo anterior, creo que han sido muchos los efectos benéficos del 15 M en el ámbito de la política e incluso en el de el desarrollo humano en general, en cuyo detalle no me es posible entrar ahora.
Me parece muy oportuno el comentario de Carlos.
Porque de momento, en el ámbito del gobierno de España, todo sigue igual.
Y sobre la necesidad de pactar ( que no supone imponer condiciones ni líneas rojas ) para procurar “el bien posible” ya dije en otro comentario -rememorando un planteamiento muy antiguo – que la política, incluso la revolucionaria es el arte de lo posible
La indignación no es la aspirina que quita el origen del dolor sino que alivia el dolor, y no en todas las ocasiones. Algo se ha movido en la base en estos cinco años, pero por arriba, las cosas siguen casi igual.
La indignación rechaza la resignación, la pasividad, mantiene viva la conciencia de que hay ALGO-ALGUIEN que está dispuesto a aplastarnos, alimenta la esperanza activa, ayuda a dar pequeños pasos, pero el monstruo del SISTEMA, los poderes fácticos, el capital en manos de corruptos, la gobernanza en manos de sinvergüenzas y/o incompetentes, en el caso de Europa, el aparato administrativo de Bruselas que alimenta una estructura inoperante hacia la ciudadanía y muy activa para imponer, exigir, reforzar a los países fuertes y oprimir a los débiles, etc. etc., pienso que todo esto sigue intacto. Llegó la crisis, hemos perdido derechos, nos hemos quejado, lo estamos lamentando, pero la crisis sigue.
El capitalismo y la globalización, junto a las nuevas tecnología que pueden con todo, no tiene alternativas. Somos pequeñas e indefensas hormiguitas ante los tanques de quienes sustentan el poder-los poderes. Pero, mientras podamos gritarles que existimos, para algo servirá. Mientras haya esperanza habrá resistencia, y viceversa, es lo que está a nuestro alcance.
Ante un proceso social como el generado por el 15-M no basta la apología, hace falta el análisis y éste ha de traer no sólo los pros sino también los contras. Entre estos últimos está la pérdida de seis meses en economía, en política, en presencia en Europa y en encarar un futuro que aun no se ve por dónde va a tirar. Sobre todo porque en la supuesta nueva política de pactos nadie quiere pactar.
Creo que es completamente iluso afirmar que el 15M consiguó “imponer un relato contrahegemónico a…”.Creo yo que vista la experiencia de Syriza ,a mi modesto juicio,lo más apropiado es el escepticismo y yo digo que esto no es una cuestión generacional-de la mía,es decir,los mayores de 50 años que no somos aún venerables ancianos-,es una constatación….Lo cual no quiere decir que las cosas no se pueden revertir,pero por ahora yo francamente no veo cómo…Los partidos deberían informarnos,no tanto de sus alianzas,sino sobre que piensan hacer con el recorte con el que ya ha amenazado la UE.En este sentido interesante que el jefe de los asesores económicos de Obama haya dicho que la UE ha apretado demasiado a España y es la causante del mal funcionamiento de nuestra economía…
Ya lo decía Jorge Manrique
¿Que fue de tanto galán?
¿Que fue de tanta invención,
como truxieron?
(Perdón, pero me lo enseñaron en castellano antiguo)
Parece que la indignación no basta, porque no es duradera, ni se concreta en acciones políticas, como cambiar una Constitución, por ejemplo, o meter presos a algunos magnates y políticos ladrones y desleales Por lo menos eso es lo que nos pasa aquí…
Y vuelvo a citar a Manrique
¿Que se fizo el Rey Don Juan?
Hola!
¡Eso es!
Eso es “FILOSOFÍA” = “EMPEZAR A LAS PUTEADAS-CONTRA”
¿Y después?
Bueno; después vino Aristóteles y “el-santo-que-no-es-de-aquí”.
¿Y después?
Después hubo que “empezar OTRA VEZ a las puteadas” …
Y AHORA, OTRA VEZ!
¿Que le vamos a hacer si el Tiempo NO es lineal, como muy bien dice la Autora?
¡Vamos todavía! – Óscar.