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El programa que interesa: ¿la verdad o la misericordia?

Castillo

Hay cosas y situaciones ante las que no me puedo callar. ¿Es que el papa Francisco es menos papa que los papas que le precedieron? Si nos callamos ante lo que ha dicho el cardenal Müller -ver noticia en Religión Digital-, las piedras (de los palacios vaticanos) gritarían. Es urgente que nos hagamos una piña, defendiendo a un hombre bueno que intenta bajarse de las alturas de los tronos papales, para estar cerca de la gente, sobre todo de la gente que sufre. JMªC.

Usted imagínese que ahora, cuando nos preparamos para unas elecciones generales y nos apremian problemas tan preocupantes como son la paz, el terrorismo, los refugiados, la inseguridad económica…, nos viniera un candidato a gobernar diciendo: “Mi programa se va a centrar en la búsqueda de la verdad, de manera que no voy a consentir error alguno”. Mientras que otro candidato al gobierno se pusiera a decirle a la gente: “Mi programa estará centrado en la lucha contra el sufrimiento, de forma que no soportaré ni trabajadores sin trabajo, ni contratos basura, ni familias sin vivienda, ni enfermos sin médico…”. ¿Hay que ser un lince para ver en seguida cuál de estos dos programas tendría mejor acogida?

Yo me planteo esta pregunta elemental porque se sabe que hay obispos que andan invocando lo que dijeron los papas anteriores al actual papa Francisco, confrontando así (aunque no sea eso lo que se pretende) a este papa con sus predecesores. Con lo cual –inevitablemente– se siembra la semilla de la duda, la sospecha, la división, el descrédito….

Sin detenerme en otras consideraciones, voy derechamente a la raíz del asunto. Leyendo y estudiando atentamente los escritos del Nuevo Testamento, pronto se da uno cuenta de que, en esos escritos, se nos presentan dos formas distintas de entender la Fe:

  • 1) En las cartas de Pablo, la Fe consiste en “aceptar como verdadera la predicación sobre Cristo” (Gal 2, 16; Fil 1, 29; Rom 4, 5…). Y esa Fe es la que nos “justifica” ante Dios (Rom 3, 30; 4, 15; 5, 1; 9, 30. 32; 10, 6; Gal 3, 7. 8. 9. 12. 24; 5, 5…).
  • 2) En los evangelios, la Fe es la convicción y la fuerza que resuelve el problema del sufrimiento humano. Por eso, cuando Jesús les dice a los enfermos: “Tu Fe te ha salvado” (Mc 5, 34; Mt 9, 22; Lc 8, 48; cf. Mc 10, 52; Mt 8, 10. 13; 9, 30; 15, 28; Lc 7, 9; 17, 19; 18, 42), en realidad lo que les dice es: “Tu Fe te ha curado”.

Es evidente, pues, que en el N.T hay dos concepciones de la Fe: la Fe como “verdad” y la Fe como “misericordia”. Decir que la Fe, tal como la entiende Pablo, es la “dogmática”, mientras que la Fe, tal como la entiende Jesús, es la “espiritual” (o la “pastoral”), como –según he leído en un periódico– ha dicho el cardenal Müller, todo esto pone en evidencia que la “teología dogmática” tiene su eje y su motor en las cartas de Pablo, en tanto que la “teología espiritual” y “pastoral” es la que se deduce del Evangelio de Jesús. Lo cual quiere decir que el “dogma” (lo que hay que creer) y la “espiritualidad” (lo que hay que practicar) tienen fuentes distintas y van por caminos distintos.

Pues bien, si efectivamente todo esto es así, ¿cómo se explica que el cardenal Müller les exija a tantos matrimonios, divorciados y vueltos a casar, que vivan como hermanos, al tiempo que tolera que dentro del Vaticano haya tantos clérigos que no viven precisamente como hermanos? Y sobre todo, ¿qué representa, de verdad, Jesús en nuestras vidas? Y ¿qué podemos hacer por esta Iglesia? Pero, más que nada, ¿qué nos urge hacer para aliviar el sufrimiento de tanta gente que ya no aguanta más?

60 comentarios

  • Román Díaz Ayala

    Resulta de todo punto razonable que se encuentren serias dificultades en las maneras de enfocar Las Escrituras que se manifiestan en quienes decimos ser personas cristianas y de forma más general, también en la espiritualidad. Para cierta mentalidad católica más bregada en el compromiso político, la espiritualidad queda reducida a lo que se practicaba de forma individual más tradicionalmente, vicio que se pretendía romper bajo el lema contemplativo en la acción, haciendo del mundo y sus realidades el templo y el lugar de oración. Era una nueva mística que pretendía  sustituir lo establecido. Tenía su sentido, porque el orden tradicional de las cosas buscaba la perfección cristiana tras los votos, la profesión religiosa, o la pertenencia al círculo de “los levitas”.Mientras, el pueblo llano, se mantenía ajeno a esta perfección por estar enrredado en “las cosas del mundo”. Era, pues, la nueva mística del laicado, propia de los movimientos apostólicos.

    hoy, hay quienes también se definen “culturalmente” cristianos, pero con una total apertura a todas las otras formas de espiritualidad, históricas o de nuevo cuño. Bien, pues unas y otras personas hacen muy distintas valoraciones de los textos que van de lo puramente cultural, una obra producto del ingenio humano, hasta quienes ven en ello un instrumento divino, en forma de “soporte humano” mediante el cual Dios se nos da a conocer y manifiesta sus propósitos, lo que venimos en llamar  “los designios divinos” tocante a nuestra Salvación.

    Desde las ciencias también se estudian los textos bíblicos de forma “acrítica” en lo tocante a una intervención divina, lo cual resulta de una ayuda muy valiosa tanto para creyentes como para no creyentes.

    El problema entonces radica en el campo  creyente  (confesional) y en sus diferentes valoraciones de los textos.Dónde está la mano de Dios y cómo se nos da a conocer, en lo que llamamos inspiración divina, dado que permanecen presentes la necesaria cooperación humana y el filtro de la cultura (momento histórico y hagiógrafos)

    Igual que las ciencias historiográficas y del lenguaje ofrecen pistas para la correcta interpretación, los creyentes poseemos otros elementos para encontrar esa manifiesta voluntad reveladora de Dios: lo encontramos en esa misma historicidad a la que damos valor de testimonio y la presencia activa y misteriosa ( Juan 3,8) del Espíritu Santo.

    El debate se está centrando ahora en la valoración que hagamos de las pistas o elementos para reconocer la verdad de Dios. Para ello tenemos que recurrir a la anuencia de criterios.

    Si es Dios quien ha tenido la iniciativa, que ha irrumpido en nuestra historia, entonces a Él le corresponde establecer los medios de entendimiento y no nuestras maneras humanas de entender o de indagar sobre la verdad. Jesús ffue el medio puesto por Dios (“Le dijo la mujer:”sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo desvelará todo.””) Jesús fue el intérprete autorizado por Dios de la Ley de Dios, que en sentido globalizante era toda la Biblia Hebrea ( Biblia Pastoral Latinoamericana)

    “Tú eres mi Hijo amado; en tí me complazco.” (Marcos,1)

    Y así vamos al meollo del asunto: ¿Quién es Jesús para mí?

  • Isidoro García

    (Este comentario podría ir aquí, o en el hilo del Espíritu Santo, o en el de la nueva espiritualidad el siglo XXI, al final estamos hablando siempre de lo mismo).

     

    “Venga lo que viniere, murmure quien murmurare”. (Santa Teresa)

    Un tema que siempre queda en el alero, objeto de discusión y controversia, es sobre la lectura de los textos del N T, como guía de nuestra vida.

    ¿Cómo hay que hacerla? ¿Literal o simbólica?. ¿De todo o de lo que más nos “resuena” en nuestro interior?. ¿O mejor aún hay que leerlos con cierta distancia, mirando la dirección, más que el detalle, dadas las dudas que hay sobre la transcripción realizada por sus autores humanos?.

    Algunos estamos siempre en esa duda permanente.

     

    Y en esas estaba, y leo este artículo de Teresa Guardans en CETR. http://www.cetr.net/es/articles/la_sabiduria_en/quiere_el_que_vuele_el_sapo_por_si_m sobre las enseñanzas de Santa Teresa.

    Y ahí refleja como una monja del siglo XVI, con todas las ataduras y circunstancias de la época, tuvo muchos más redaños de los que tenemos muchos hombrones, en estos días de libertad y democracia.

    (Se dirá que ella estuvo bien sujeta a la Iglesia, pero es que a la fuerza ahorcan. A estos maestros/as, verdaderos “seres superiores”, como Teresa, Merton, Teilhard, y muchos más que fueron libres dentro de una Iglesia férrea, hay que valorarlos y comprenderlos, pues no hay que atender a lo que hicieron en sus circunstancias obligadas, sino hacia donde apuntaron con el dedo de su lucidez y su penetración psicológica).

    Teresa de Jesús nos dice, que por qué tantas dudas, si dentro de nosotros tenemos la posibilidad de la experiencia directa, (sin libros confusos, dudosos y contradictorios), de beber en la fuente del agua clara: “Experiencia que es conocimiento con todo el ser, pues es “beber el agua de vida y caminar hasta llegar a la misma fuente” con “determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniera, murmure quien murmurare””.

    Sí, ¡pero ese camino es muy peligroso: la mente es tan loca y tan poco fiable!.

    Pero sigue Guardans, citando a Teresa: Porque seréis criticadas y la institución os pondrá en cuestión: ‘hay peligros’, ‘fulana por aquí se perdió’, ‘dañan la virtud’, ‘no es para mujeres que les vienen ilusiones’, ‘mejor será que hilen’, ‘no han menester esas delicadeces ‘, las’ basta el Paternóster y Avemaría’… “(CP 35.2 (3)). Pero ella lo tiene muy claro. El objetivo de una vida “en religión” es experiencia, experiencia de conocimiento, no dejará de insistir en ello.

    !El Reino está en nosotros, Dios está en nosotros, y quiere ser conocido. Servirle es conocerle. No es camino fácil, pero es posible. “Si he podido yo…” Digan lo que digan, no os dejéis intimidar: “ningún caso hagáis de los miedos que os pusieren ni de los peligros que os pintaren […] Quien os dijere que éste es peligro, tenedle a él por el mesmo peligro y huíd de él (y no se os olvide, porque por ventura habréis de menester este consejo)”. (CP 36.2)”.

    A ella la decían: ‘no es para mujeres que les vienen ilusiones‘, y ahora se nos dice, no es para aficionadillos, laicos, que nos han estudiado teología y no saben ni latín, y les vienen fantasías o peor aún, soberbias de listillos.

    Y acabo con una referencia directa sobre el tema de la forma a realizar la “lectura” de los evangelios. A Teresa se le instaba que estaba escrito (por Pablo), que las mujeres se atasen al varón, y se dejase ella de tantas fundaciones.

    Y en una ocasión, la voz del Espíritu, que ella oía dentro de ella, le dijo al respecto: “Díxome: “Diles que no se sigan por sola una parte de la Escritura, que miren otras y que si podrán por ventura atarme las manos”.

    ¿No le tendremos demasiado atado de manos, con todo tan medido y tan pesado y tan milimetrado?.

    Se dirá: “pero ella era Santa Teresa de Jesús”, no pretenderás compararte con ella. Y digo yo: Teresa era una señora, exactamente igual que cualquiera de nosotros. ¿O es que el Espíritu solo habla con los santos?

    Hasta que no creamos de verdad en lo que es el “Espíritu” y su realidad tangible, no saldremos de nuestros círculos viciosos espirituales.

  • Román Díaz Ayala

    Jorge,

    Te anticipé que mi respuesta te iba a defraudar. Quizás podamos volver sobre el tema en un momento en que no existan etiquetas y apriorismos. Son algo escasos tales momentos, pero gracias a Dios en Atrio haylos con relativa frecuencia.

     

    ¡Feliz Pentecostés!

  • Jorge

    Creo sinceramente Román que los extremismos no son buenos para avanzar hacia la verdad. Yo no sé cómo disminuir mi fuerte tendencia a la racionalidad, pues cuando me encuentro con algo en mi fe que no entiendo no consigo sentirme tranquilo, sino que le doy vueltas y más vueltas a las neuronas hasta que vislumbre alguna explicación por leve o incluso imaginativa que sea. Pero tomar las Escrituras siempre en sentido literal se coloca en el otro extremo (fundamentalista), que la crítica histórica y hermenéutica católica ha desvelado como un error.
     
     
    Pregunto ¿Satanás es dogma de fe o más bien es una tradición heredada de la historia de la Iglesia? Es un personaje que encaja bien en el contexto histórico de Jesús de Nazaret, pero difícilmente puede asumirse en el nuestro. ¿Acaso Satanás revela algo del Cielo o de Dios, o más bien funciona como explicación del mal del mundo en cosmovisiones anteriores a la nuestra? No me parece prudente el decir que nosotros no tenemos culpa ni pecado pues el culpable de todo es Satán, el Tentador, y que sólo nuestra culpa se deriva de escucharle y “caer en la tentación”. Esto nos deja en una posición irresponsable, zarandeados por tentadores hacia el bien o hacia el mal por angelitos o demonios. Lo que hagamos entonces no depende de nosotros sino de fuerzas superiores en lucha de unos contra otros (¿maniqueísmo?). En mi opinión todo esto es un bonito cuento para niños, pero no puede ser tomado en serio como parte de una fe madura.
     
     
     
    Satanás, en mi modo de ver las cosas, no me funciona ni siquiera como símbolo, o como la personificación del mal, pues no creo que tal cosa pueda hacerse. Es para mí una simple expresión,  un concepto fuera de lugar, una forma de hablar de otros tiempos que no son los nuestros. Ahora bien, yo creo que lo que se dice en el NT de que Cristo ha vencido al mal y al pecado en la cruz es cierto, pero no míticamente encerrando a Satán en el infierno para que deje de tentar a los humanos, cosa que por otra parte no ha sucedido pues la tentación continúa, sino realmente pues Cristo nos dio el modo y quizás también el poder de vencer al mal, con la semilla del Reino.

  • Santiago

    La realidad que vemos y percibimos con nuestra conciencia se encuentra fragmentada  pues no puede explicarse a si misma, no tiene todas las respuestas que explicarian el por que de nuestra existencia ni su causa. Permanecemos en una incognita sin que podamos satisfacer totalmente nuestros deseos de una felicidad infinita. Ni riquezas ni honores ni ningun otro bien humano puede calmar nuestras ansias de alcanzar lo total y lo que permanece.

    Por otro lado vemos que nuestra realidad creada ha sido informada inteligentemente ya que el mundo no pudo venir a existir sin una decision inteligente e irrepetible, y ademas nos damos cuenta que el conocimiento progresa continuamente junto con la entropia. Pero nuestra vida terrestre es breve y no la poseemos en si misma,no ha sido de nuestra creacion, sino que recibimos la existencia conjuntamente con los dones  anexos a ella. Estamos en camino pues , en via, hacia esa Ultima Realidad  que es el que ES, el ente supremo,ya que lo que vemos es solo “un espejo” de la Verdad, de una realidad que nos supera trascendentemente que conocemos, no solo intuitivamente y por deduccion, sino por revelacion y esta realidad trasciende la materia energetica  cuyos atomos se rigen por las mismas leyes y mantienen sus mismas propiedades desde el comienzo de la Creacion.

    Un saludo cordial.   Santiago Hernandez

  • Román Díaz Ayala

    Quizás tenga razón, M. Luisa, pues la ausencia de tus intervenciones ha impedido que nos centremos en la tesis de Castillo, y que tú has defendido sobre “la preferencia eclesial por la dogmática paulina en detrimento de la práctica evangélica que denuncia”.

    Es como si hubiese prevalecido el criterio de que Castillo se equivoca planteando el problema de esta manera.

    Pero yo, la verdad, no concibo que los fundamentos doctrinales del Magisterio hayan hecho de Pablo una instancia aparte del resto del Nuevo Testamento hasta ocultar la verdad toda de Jesús. Eso sería darle a los escritos paulinos una valoración que sólo existe en determinada escuela teológica., que hace del Cristianismo y sus fundamentos un concurso evolutivo de dos o tres generaciones primera, tras la mitificación de los hechos históricos, es decir una explicación distinta y acomodada a lo que realmente aconteció desde el Gólgota.

    No creo, que ni siquiera Castillo esté de acuerdo con tal tesis. a él le mueve más la preocupación por buscar una explicación ideológica a lo que está pasando con la alta jerarquía eclesial, como se manifiesta en las entregas posteriores.

  • M.Luisa

    Después de un par de días de acumulación de  circunstancias adversas, una de ellas se evidenció    en mi último comentario en el que  a la mitad del mismo, cuando pretendía insertarlo,  se produjo un apagón de luz que se me fue todo a pique. Luego ya tuve que estar por la cotidianidad del día a día.  Pero ahora, al volver a entrar y leeros no percibo en vuestras argumentaciones  algo diferente  que explique, que haga salir a flote  la razón por la cual se da esta  preferencia eclesial por la dogmática paulina  en detrimento de la práctica evangélica que denuncia el autor. Más bien en el ardor de la discusión hay tendencia al  verticalismo como algo parejo al dogmatismo con lo cual la problemática lejos de   dirimirse   se enquista más cada vez.

    En alguna parte he leído  hacer referencia al reduccionismo, pues bien, para mí el reduccionismo por antonomasia, siguiendo a Zubiri,  es el hecho de haber entificado la realidad y en el caso que nos ocupa la realidad de Dios como “ente supremo”, por ejemplo, y por tanto me  pregunto ¿albergaría dicho concepto, como se me preguntó días atrás,   verdad alguna?  Pues  no, a mi modo de ver, no.

    Nada es, si se quiere partir de los hechos, primariamente “ente”  lo primario es la realidad. Sólo hay ser y ser de Dios porque hay realidad y en ella, en la realidad, lo que hay son  cosas reales con las que hacemos nuestra vida. No se busca una esencia metafísica sino algo más sencillo: una realidad última, fuente de todas las posibilidades que tenemos los humanos para ser.

  • Román Díaz Ayala

    Jorge,

    con gusto atiendo a tu comentario aunque con  mi convencimiento de que mi respuesta te va defraudar, porque yo en lo que tu señalas no puedo ser otra cosa que muy convencional.

    Lo que tu consideras el uso de un lenguaje puramente mitológico y allí donde tú te alejas de una lectura más literal y buscas lo simbólico y con ello construyes tus pensamientos para adaptarlo a tus tesis plenamente desarrolladas en la primera entrega de tu libro, yo sin embargo, encuentro una literalidad plena desveladora de una realidad en la que Dios, mediante Su Palabra nos instruye.

    no creo que una “contemplación teológica” de un pasaje signifique que lo maravilloso de Dios, tenga sólo una lectura simbólica ( que no alegórica). En el encuentro con Nicodemo el Evangelio de Juan pone estas palabras en la boca de Jesús: “Si al deciros cosas de la tierra no creéis, ¿cómo vais a creer si os hablo de las cosas del cielo?”

    Desde muy jovencito he hecho grandes esfuerzos por encontrar  algún apoyo en las tesis de los críticos escrituristas que antes de su aceptación por la teología católica ya abonaban el campo protestante encontrando siempre la misma dificultad: que para darle credibilidad tenía que partir de juicios previos, tales como la ausencia de una “autentica” revelación divina, y la negación del Espíritu ( El Ruaj, el aliento de Dios) Entonces, la búsqueda se convierte en una senda simple y llana dando protagonismo a la iniciativa humana constructora y explicativa de hechos.

    La cuestión no era pues, cómo Dios se daba a conocer a través de nuestra cultura y según el alcance de nuestro entender, sino de realizar una deconstrucción  de todo lo que no alcanzase el filtro de nuestra razón subjetiva.

    Pues, sí creo en la lucha continua de Jesús contra Satanás y sus demonios y creo en la influencia del mal contra la que combatía Jesús desde el fondo de nuestros corazones. Y a estas alturas, despues de tantos años de militancia cristiana y de muchos hechos de experiencia, encuentro verdaderas las palabras de Jesús.

  • Jorge

    Gracias Román por confirmar que el mensaje de Jesús no va dirigido a unos pocos elegidos o perfectos, sino que tiene esencialmente un carácter universalista sin exclusiones. Es cierto que hay una lectura de Jesús gnóstica o esotérica, en particular en los evangelios de Tomás y Felipe, entre otros como el más o menos reciente de Judas, cuya datación podría ser semejante a los evangelios canónicos. Por esto es importante el dictamen de canonicidad que hace la comunidad mayor, de más peso y quizás también de autoridad, de la Iglesia, que define una tipología concreta de Jesús excluyendo otras posibles.
     
     
    Román, si tienes ganas y tiempo ¿me podrías explicar eso que dices que el pecado no es una opción sino una situación? Citas a Pablo, supongo que te refieres a que el mundo se encuentra en una situación desgraciada, esperando la revelación de los hijos de Dios con dolores de parto, para liberarlo de las garras de Satán. Bueno, esto me parece un lenguaje puramente mitológico. No me parece correcta una lectura literal, pues desvía nuestra responsabilidad en el pecado para descargarla en un personaje mítico como Satán. Ahora bien, el mito nos lleva a algo más profundo. La humanidad espera con dolor su liberación en una Humanidad Nueva, la plenificación por obra de Cristo en la que todos/as sus seguidores son colaboradores de ella. Y esto es posible no por un acto milagroso o mágico de Dios que hace posible lo imposible, sino mediante la elevación progresiva del nivel ético humano bajo nuestra responsabilidad, en la cual Dios está implicado con nosotros.

  • Román Díaz Ayala

    La Epístola a los Hebreos comienza así: Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo, a quien isntituyó heredero de todo y por quien  instituyó heredero de todo y por quien también  hizo el universo.

    Existe, pues un universalismo cristiano que no se puede construir con ninguna forma de particularismos, y también existió una corriente universalista dentro del judaísmo, pero que era entendido de manera que los pueblos gentiles serían bendecidos por medio de Israel, de ahí la institución de “los piadosos” ( como ejemplo el centurión romano Cornelio)

    La misericordia de Dios no ha sido ni puede ser selectiva.Tal cosa hizo exclamar a Pedro:Pedro tomó entonces la palabra: “verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de personas”  (Hechos 10,34)

    La explicación es muy sencilla: la misericordia de Dios se muestra con los humanos más débiles, humildes y simples, en manifestación de Su gloria.

    Las escalas de medir las hemos establecido los humanos lo cual demuestra que existe en nosotros unas raíces muy profundas y ocultas de nuestros egoísmos y nuestras soberbias y que nuestros pensamientos tienen tinieblas. consecuencia de la presencia universal del pecado, que es una situación y no una opción de las personas. La educación y la ética sólo pueden corregir sus efectos, pero no acaban con sus causas más íntimas. Jesus se enfrentó con nuestros problemas y habló claro de ello, no es invento de Pablo. Y también nos dijo que Dios hace posible, lo que no es posible para el ser humano, porque “nada es imposible para Dios”,