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Celebración católica y civil de la muerte en el siglo XXI

Honorio2   El tema de las pompas fúnebres nos lleva forzosamente al de las indulgencias y del purgatorio del que se nos pedía antaño que sacásemos a las almas mediante oraciones, misas y demás. Y al cisma de Martín Lutero.

Me pregunto si todvía vivimos en aquellos tiempos de antes del reformador agustino alemán. Si todavía perdura en el culto a los muertos ese truco de financiar proyectos ecleiásticos mediante venta de indulgencias y misas de difuntos. Me pregunto qué sentido tiene encargar misas y más misas para sacar del purgatorio a las almas de nuestros seres queridos…

Seguimos empeñados en que todo el mundo pase por el peaje del bautismo, un sacramento que debería ser según el mandado de Jesús un acto deliberado y consciente del que lo pide y recibe, más que un compromiso al que nos atan unos padres y unos padrinos que deciden por nosotros.

Y luego los otros sacramentos, especialmente el del matrimonio que sigue atándonos cortos en nuestra afiliación y contribución económica a la sociedad a la cual nos hemos afiliado desdee la cuna. Y luego, para coronar el recorrido, la celebración de la muerte…

Todas estas ataduras se van aflojando, pero los que conduceen a la sociedad intentan perpetuar los lazos de las ovejas con el rebaño y con los pastores a base de encuestas y datos sociológicos en los que proclaman los porcentajes de creyentes y practicantes que “dicen” reconocerse. Porque en base a esos datos luego se calcula el porceentaje y el número de contribuciones de los ciudadanos al impuesto religioso que dicen que el Estado reconoce a las iglesias en los países “civilizados” de Europa.

No importa que haya que celebrar un funeral de cualquier grupo humano en el que haya muertos de esta o aquella religión, o simplemente agnósticos o no practicantes.

Entre nosotros el funeral por el colectivo será oficiado por un obispo o sacerdote, y seguramente se intentará impedir la presencia y participación de representantes de otras religiones en la celebración.

El caso es que sería quizá bonito y fraternal una misma celebración en la que los difuntos de todos los grupos religiosos recibiesen un mismo homenaje u una misma oración comunitaria de todos…

Por la misma razón, habría sido quizá oportuno que en Lesbos se hubiesen unido estos días a la visita a los refugiados representanes de todas las confesiones religiosas de los refugiados víctimas del cuasigenocidio al que están siendo sometidos.

Pero sobre todo, sobre todo, desde una visión cristiana, se impone despojar a la liturgia de la muerte del ruido de las monedas que dicen recibió Judas por la muerte de Jesús, del ruido del cementerio el día 2 de noviembre a golpe de “Responso por difunto y a peseta cada Responso”.

De declararse partidario de que cada quisque sea enterrado y Homenajeado de acuerdo con los ritos de su propia religión, en el cementerio que él y su familia deseen.

Finalmente, una pregunta par todos nosotros: ¿defendemos y promovemos la libertad religiosa en los ritos funerarios?

3 comentarios

  • Asun Poudereux

    Muchas gracias, Pili, por tu testimonio tan entrañable y sincero. Eres muy valiente y auténtica, rompedora con lo que ya no es coherente con uno/a mismo/a.

    Un fuerte abrazo.

  • Román Díaz Ayala

    La Ley de la República Española de 30 de enero de 1932 convertía todos los cementerios españoles en “cementerios civiles”, pasando a ser éstos a estar sujetos a la gestión municipal. Un artículo de dicha ley decía: “Los cementerios municipales serán comunes a todos los ciudadanos sin diferencias fundada en motivos confesionales. Sólo podrán practicarse los ritos funerarios en cada sepultura”.  Las capillas que permanecían eran para uso exclusivo de los católicos que así lo solicitasen.

    En la sociedad tradicional se llegaba a la existencia a través de la Iglesia, quien acompañaba a las personas, ya fieles, por la via sacramental hasta el momento del tránsito, desde el bautismo hasta la extremaunción, y luego un entierro en suelo sagrado, el “Camposanto”. Los suicidas, herejes, ateos, excomulgados y quienes morían rechazando los auxilios espirituales de la Iglesia eran enterrados fuera, pues no se habían hechos dignos de la esperanza de la resurreción en el Juicio final.

    La exclusión social se hacía patente en el momento del óbito, y por lo tanto los consabidos reconocimientos. No había curas, ni responso, ni doblaban las campanas.

    En España parece que se sigue practicando de alguna manera la discriminación de los muertos, pero de maneras y formas tan sutiles que apenas nos damos cuenta. Se ve en los momentos de las grandes tragedias colectivas. Las funerarias y compañías de seguros de deceso pagan un canon o tasa a la Iglesia, pero de eso aquí ya se habló en cierta ocasión hace muchos meses.

  • mª pilar

    Hola amigo Honorio, te respondo:

    En mi caso ¡si!

    Cuando Jesús se nos fue… no acudimos a la parroquia, porque hubiese sido del todo imposible hacer lo que la familia pensó, deseó e hizo.

    Por nosotros mismos... él, ya no necesitaba nada.

    Mientras la enfermedad avanzaba… personalmente iba informando al grupo o comunidad eclesial a la que estábamos unidos, para que fuesen preparando una celebración de acción de gracias; nada de morados, nada de purgatorios (él ya había sufrido con creces su infierno personal, y lo paso con nota bien alta) ni condenas,ni castigos, ni premios;  solo quería dar gracias a la Esencia de la Vida, por habernos fortalecido y acompañado en esos años.

    Se hizo, pensando en sus amigos, y nuestros amigos personales, los de nuestros hijos; el templo se llenó.

    Sus restos no estaban presentes, solo un ramo blanco, como las albas de los amigos clérigos que quisieron acompañarnos.

    Fue una celebración serena, solo faltó un amigo muy querido al que se le llamó, y por causa de su cargo no pudo acudir, así, que tampoco hubo palabras sobre  Jesús.. personales, especiales de su paso por esta tierra.

    Como él era miembro del od. también sus amigos estaban allí; así que al terminar la celebración, me acerqué al ambón… para resguardar a nuestros amigos, de “aquella manera de celebrar la muerte” y evitar denuncias al obispado… y más o menos les dije:

    Algunas personas aquí presentes os habrá extrañado esta celebración; ha sido exclusivamente petición mía, y ellos con  el cariño que nos tienen han accedido a ello.

    Queríamos celebrar la vida de Jesús, por todo lo que hizo bien, por cuanto consiguió a lo largo del camino; formamos una familia estupenda, fue un trabajador  genial, y cuando la enfermedad llamó a su puerta, la asumió con gran entereza, ni una queja, ni un ¿por que a mí? se entregó por completo a los médicos y de manera especial a mí… no hubo malos modos, malas maneras…

    “Cuando quieras, cuando puedas… ¿puedes esperar un poco ahora…?”

    Ciertamente no se muy bien que dije… fuera de estos retazos.

    No hubo quejas, ni protestas que es lo que yo quería evitar.

    Después llevamos sus cenizas a un lugar, que pensamos le hubiese agradado…

    Nosotros dos, habíamos hablado que no queríamos una “casita” en el cementerio… así, que lo dejamos en manos de los que cuidarán nuestros últimos momentos.

    Fue hermosa su despedida, grabamos en un portátil una canción que a él le encantaba “Vaya con dios mi vida, vaya con dios mi amor” de Mº D. Pradera; mis hijos dejaron caer sus cenizas, mientras cada uno de nosotros hijos, hijas, nietos, nieta…en medio de un profundo silencio y una gran emoción… lanzábamos unas flores blancas que le acompañaron por mucho rato mientras intenté leer serenamente (aunque al final se me rompió la voz) y uno de nuestros hijos terminó el hermoso texto del salmo:

    “El Señor es mi pastor” algo cambiado… eso de los enemigos…

    Se puede hacer, si las personas tienen claro lo que creen, desean, sueñan.

    Nosotros lo recordamos con gozo, y espero, que cuando llegue mi momento, hagan algo parecido conmigo, aunque yo jejeje … hagan lo que hagan, no estaré allí para verlo.

    mª pilar