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Echarle ganas a la vida

Este encuentro estuvo preparado al estilo de los kikos, con derroche de sentimentalidad.
Pero Francisco le dio, como a  toda su visita a Tuxla Gutiérrez, un peculiar tiente de sencillez en la manera de hablar.

ENCUENTRO CON LAS FAMILIAS

DISCURSO DEL SANTO PADRE

Estadio “Víctor Manuel Reyna”, Tuxtla Gutiérrez
Lunes 15 de febrero de 2016

[Video YouTube, 20 min.]


 

Queridos Hermanos y Hermanas:

Doy gracias a Dios por estar en esta tierra chiapaneca. Es bueno estar en este suelo, es bueno estar en esta tierra, es bueno estar en este lugar que con ustedes tiene sabor a familia, a hogar. Le doy gracias por sus rostros y por su presencia, le doy gracias a Dios por el palpitar de su presencia en las familias de ustedes. Y también gracias a ustedes, familias y amigos, que nos han regalado sus testimonios, que nos han abierto las puertas de sus casas, las puertas de sus vidas; nos han permitido estar en sus «mesas» compartiendo el pan que los alimenta y el sudor frente a las dificultades cotidianas. El pan de las alegrías, de la esperanza, de los sueños y el sudor frente a las amarguras, la desilusión y las caídas. Gracias por permitirnos entrar en sus familias, en su mesa, en su hogar.

Manuel, antes de darte gracias a vos por tu testimonio, quiero dar gracias a tus padres, los dos de rodillas delante tuyo teniéndote el papel. ¿Vieron qué imagen es esa? Los padres de rodillas ante el hijo que está enfermo. No nos olvidemos de esa imagen. Por ahí, de vez en cuando ellos se pelean, por ahí. ¿Qué marido y qué mujer no se pelea? Y más cuando se mete la suegra, pero no importa. ¡Pero se aman!, y nos han demostrado que se aman y son capaces, por el amor que se tienen, de ponerse de rodillas delante de su hijo enfermo. Gracias amigos por ese testimonio que han dado y sigan adelante. ¡Gracias! Y a vos, Manuel, gracias por tu testimonio y especialmente por tu ejemplo. Me gustó esa expresión que usaste: «Echarle ganas», como la actitud que tomaste después de hablar con tus padres. Comenzaste a echarle ganas a la vida, echarle ganas a tu familia, echar ganas entre tus amigos; y nos has echado ganas a nosotros aquí reunidos. Gracias. Creo que es lo que el Espíritu Santo siempre quiere hacer en medio nuestro: echarnos ganas, regalarnos motivos para seguir apostando a la familia, soñando, construyendo una vida que tenga sabor a hogar y a familia. ¿Le echamos ganas? [Responden: «Sí»]. Gracias.

Y es lo que el Padre Dios siempre ha soñado y por lo que, desde los tiempos lejanos, el Padre Dios ha peleado. Cuando parecía todo perdido, esa tarde en el jardín del Edén, el Padre Dios le echó ganas a esa joven pareja y le dijo que no todo estaba perdido. Y cuando el Pueblo de Israel sentía que no daba más en el camino por el desierto, el Padre Dios le echó ganas con el maná. Y cuando llegó la plenitud de los tiempos, el Padre Dios le echó ganas a la humanidad para siempre y nos mandó a su Hijo.

De la misma manera, todos los que estamos acá hemos hecho experiencia de eso, en muchos momentos y de diferentes formas: el Padre Dios le ha echado ganas a nuestra vida. Podemos preguntarnos: ¿Por qué?

Porque no sabe hacer otra cosa. Nuestro Padre Dios no sabe hacer otra cosa que querernos y echarnos ganas, y empujarnos, y llevarnos adelante, no sabe hacer otra cosa, porque su nombre es amor, su nombre es donación, su nombre es entrega, su nombre es misericordia. Eso nos lo ha manifestado con toda fuerza y claridad en Jesús, su Hijo, que se la jugó hasta el extremo para volver a hacer posible el Reino de Dios. Un Reino que nos invita a participar de esa nueva lógica, que pone en movimiento una dinámica capaz de abrir los cielos, capaz de abrir nuestros corazones, nuestras mentes, nuestras manos y desafiarnos con nuevos horizontes. Un reino que sabe de familia, que sabe de vida compartida. En Jesús y con Jesús ese reino es posible. Él es capaz de transformar nuestras miradas, nuestras actitudes, nuestros sentimientos, muchas veces aguados, en vino de fiesta. Él es capaz de sanar nuestros corazones e invitarnos una y otra vez, setenta veces siete, a volver a empezar. Él es capaz de hacer siempre todas las cosas nuevas.

Manuel, vos me pediste que rezara por muchos adolescentes que están desanimados y andan por malos pasos. Lo sabemos, ¿no? Muchos adolescentes sin ánimo, sin fuerza, sin ganas. Y, como bien dijiste, Manuel, muchas veces esa actitud nace porque se sienten solos, porque no tienen con quien hablar. Piensen los padres, piensen las madres: ¿hablan con sus hijos y sus hijas o están siempre ocupados, apurados?; ¿juegan con sus hijos y sus hijas? Y eso me recordó el testimonio que nos regaló Beatriz. Beatriz, vos dijiste: «La lucha siempre ha sido difícil por la precariedad y la soledad». ¿Cuántas veces te sentiste señalada, juzgada: «esa». Pensemos en toda la gente, todas las mujeres que pasan por lo que pasó Beatriz. La precariedad, la escasez, el no tener muchas veces lo mínimo nos puede desesperar, nos puede hacer sentir una angustia fuerte, ya que no sabemos cómo hacer para seguir adelante y más cuando tenemos hijos a cargo. La precariedad no sólo amenaza el estómago (y eso ya es decir mucho), sino que puede amenazar el alma, nos puede desmotivar, sacar fuerza y tentar con caminos o alternativas de aparente solución, pero que al final no solucionan nada. Y vos fuiste valiente, Beatriz, gracias. Existe una precariedad que puede ser muy peligrosa y que se nos puede ir colando sin darnos cuenta, es la precariedad que nace de la soledad y el aislamiento. Y el aislamiento siempre es un mal consejero.

Manuel y Beatriz usaron sin darse cuenta la misma expresión, ambos nos muestran cómo muchas veces la mayor tentación a la que nos enfrentamos es «cortarnos solos» y lejos de «echarle ganas»; esa actitud es como una polilla que nos va corroyendo el alma, nos va secando el alma.

La forma de combatir esta precariedad y aislamiento, que nos deja vulnerables a tantas aparentes soluciones –como la que Beatriz mencionaba–, se tiene que dar a diversos niveles. Una es por medio de legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada hogar y para que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio y un trabajo digno. Por otro lado, como bien lo resaltaba el testimonio de Humberto y Claudia, cuando nos decían que buscaban la manera de transmitir el amor de Dios que habían experimentado en el servicio y en la entrega a los demás. Leyes y compromiso personal son un buen binomio para romper la espiral de la precariedad. Y ustedes se animaron, y ustedes rezan, y ustedes están con Jesús, y ustedes están integrados en la vida de la Iglesia. Usaron una linda expresión: «Comulgamos con el hermano débil, el enfermo, el necesitado, el preso». Gracias, gracias.

Hoy en día vemos, y vivimos por distintos frentes, cómo la familia está siendo debilitada, cómo está siendo cuestionada. Cómo se cree que es un modelo que ya pasó y que no tiene espacio en nuestras sociedades y que, bajo la pretensión de modernidad, propician cada vez más un modelo basado en el aislamiento. Y se van inoculando en nuestras sociedades –se dicen sociedades libres, democráticas, soberanas–, se van inoculando colonizaciones ideológicas que la destruyen y terminamos siendo colonias de ideologías destructoras de la familia, del núcleo de la familia, que es la basa de toda sana sociedad.

Es cierto, vivir en familia no siempre es fácil, muchas veces es doloroso y fatigoso, pero creo que se puede aplicar a la familia lo que más de una vez he referido a la Iglesia: prefiero una familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una familia y sociedad enferma por el encierro o la comodidad del miedo a amar. Prefiero una familia que una y otra vez intenta volver a empezar a una familia y sociedad narcisista y obsesionada por el lujo y el confort. ¿Cuántos chicos tenés? «No, no tenemos, porque, claro, nos gusta salir de vacaciones, ir a turismo, quiero comprarme una quinta». El lujo y el confort, y los hijos quedan y, cuando quisiste tener uno, ya se te pasó la hora. ¿Qué daño que hace eso, eh? Prefiero una familia con rostro cansado por la entrega a una familia con rostros maquillados, que no han sabido de ternura y compasión. Prefiero un hombre y una mujer, don Aniceto y señora, con el rostro arrugado por las luchas de todos los días, que después de más de 50 años se siguen queriendo, y ahí los tenemos; y el hijo aprendió la lección, ya lleva 25 de casado. Esas son las familias. Cuando les pregunté recién a don Aniceto y señora quién tuvo más paciencia en estos más de 50 años: «Los dos, padre». Porque en la familia para llegar a lo que ellos llegaron hay que tener paciencia, amor, hay que saber perdonarse. «Padre, una familia perfecta nunca discute». Mentira, es conveniente que de vez en cuando discutan y que vuele algún plato, está bien, no le tengan miedo. El único consejo es que no terminen el día sin hacer la paz, porque si terminan el día en guerra van a amanecer ya en guerra fría, y la guerra fría es muy peligrosa en la familia porque va socavando desde abajo las arrugas de la fidelidad conyugal. Gracias por el testimonio de quererse por más de 50 años. Muchas gracias.

Y, hablando de arrugas –para cambiar un poco el tema– recuerdo el testimonio de una gran actriz –actriz de cine latinoamericana–, cuando ya casi sesentona comenzaba a mostrarse las arrugas de la cara y le aconsejaron un «arreglo», un «arreglito» para poder seguir trabajando bien, su respuesta fue muy clara: «Estas arrugas me costaron mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucho dolor y una vida plena, ni soñando las quiero tocar, son las huellas de mi historia». Y siguió siendo una gran actriz. En el matrimonio pasa lo mismo. La vida matrimonial tiene que renovarse todos los días. Y como dije antes, prefiero familias arrugadas, con heridas, con cicatrices pero que sigan andando, porque esas heridas, esas cicatrices, esas arrugas son fruto de la fidelidad de un amor que no siempre les fue fácil. El amor no es fácil; no es fácil, no, pero es lo más lindo que un hombre y una mujer se pueden dar entre sí, el verdadero amor, para toda la vida.

Me han pedido que rezara por ustedes y quiero empezar a hacerlo ahora mismo. Ustedes, queridos mexicanos, tienen un plus, corren con ventaja. Tienen a la madre: la Guadalupana. La Guadalupana quiso visitar estas tierras y esto nos da la certeza de tener su intercesión para que este sueño llamado familia no se pierda por la precariedad y la soledad. Ella es madre y está siempre dispuesta a defender nuestras familias, a defender nuestro futuro; está siempre dispuesta a «echarle ganas», dándonos a su Hijo. Por eso, los invito –como están, sin moverse mucho–, a tomarse de las manos y decirle juntos a Ella: Dios te salve María….

Y no nos olvidemos de San José, calladito, trabajador, pero siempre al frente, siempre cuidando la familia. Gracias, que Dios los bendiga, y recen por mí.

Y ahora los quiero invitar, en este marco de fiesta familiar, a que los matrimonios aquí presentes, en silencio, renueven sus promesas matrimoniales. Y los que están de novios, pidan la gracia de una familia fiel y llena de amor. En silencio, renovar las promesas matrimoniales y los novios pedir la gracia de una familia fiel y llena de amor.

 

4 comentarios

  • Un agradecimiento a Dios por inspirar el Concilio Vaticano II donde menciona la restauración del Catecumenado.
    Este testimonio de esta madre soltera, manifiesta el amor de Dios a través de las comunidades catecumenales. 
     
    Miles de mujeres están en esta situación y ¿en dónde encuentran la vida? En la Iglesia a través de pequeñas comunidades.

  • Rodrigo Olvera

    Una muestra más de los claroscuros de la visita papal a México

    En una nota positiva, la querida y valiente Marcela Turatti compone una oración (“la oración que yo quise escucharle”) con frases pronunciadas en los discursos papales durante la visita. Sintetizan, a mi parecer, lo más luminoso y lúcido del mensaje papal.

    La Oración de Francisco en México

     

    En el aspecto problemático, el análisis “Francisco en México: un infierno son demonios” por el no menos valiente (y acaba de recibir nuevas amenazas de muerte, a raíz justamente de un texto crítico del evento de recepción papal en Palacio Nacional) Álvaro Delgado.

    http://www.proceso.com.mx/430183/francisco-en-el-infierno-el-calor-no-los-demonios

     

     

     

  • Rodrigo Olvera

    Dice el articulista de El País

    De ningún otro jefe de Estado se hubiera permitido tantas recriminaciones por aquello que aún queda por conseguir

     

    Cómo se ve que no ha leído lo que en diversas ocasiones han dicho de los gobiernos mexicanos Fidel Castro, Hugo Chávez o Evo Morales, por nombrar sólo a tres Jefes de Estado con recriminaciones mayores y sin ambigüedades.

     

    Hay un punto especialmente problemático en el discurso de esta visita, que he compartido en Facebook y trascribo acá para no quedarse sólo con un cristal para ver la visita papal.

    Llama la atención que cuando el papa ha hecho referencia a la violencia, siempre es identificada como la violencia del narco y de la delincuencia. Nunca la violencia del ejército, de la marina, de las diversas policías, de los grupos paramilitares. Mucho menos la violencia machista y feminicida. Empata totalmente con la estrategia discursiva de Calderón, que ha sido continuada por Peña Nieto, y especialmente con el discurso del Gobernador de Veracruz: la violencia es de y entre narcos; si alguien la sufrió es que andaba metido entre ellos. 

  • ELOY

     
    Acabo de leer en la edición digital de El PAÍS un  reportaje de Pablo Ordaz y Jan Martínez Ahrens, sobre el último día del Papa en México.  Dice, entre otras, cosas lo siguiente
     
    “ (…) Jorge Mario Bergoglio citó su encíclica para decir que “la mentalidad reinante pone el flujo de las personas al servicio del flujo de capitales provocando en muchos casos la explotación de los empleados como si fueran objetos a usar y tirar”. Y añadió: “Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días, y nosotros hemos de hacer todo lo posible para que estas situaciones no se produzcan más. El flujo del capital no puede determinar el flujo y la vida de las personas”. Con tono severo, Francisco advirtió de que “el lucro y el capital no son un bien por encima del hombre, están al servicio del bien común. Y, cuando el bien común es forzado para estar al servicio del lucro, y el capital la única ganancia posible, eso se llama exclusión”.
     
    Franqueza impensable
     
    Al señalar cada uno de los grandes problemas de México ha logrado incomodar a las autoridades y sacudir las estructuras de una jerarquía altamente esclerotizada. Ya el primer día de su travesía abroncó sin paliativos a los obispos por sus intrigas palaciegas, y en un tono de una franqueza impensable en la apolillada retórica pública que se practica en México les instó “pelearse como hombres” y luego trabajar juntos. Para mayor eco, el zapatazo lo dio en misma la catedral de la Ciudad México, uno de los enclaves más conservadores de Latinoamérica, y ante la mirada azorada de los grandes jerarcas.
     
    Ese tono franco y directo, que lo distingue netamente de su predecesor, se ha repetido a lo largo de sus cinco días de viaje. “Bergoglio ha escogido lugares políticamente calientes y desde ahí ha construido un discurso de empoderamiento civil, resucitando aspectos clave de la teología de la liberación, pero con un lenguaje nuevo, simple de la calle, capaz de movilizar a las bases católicas”, señala el profesor de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana José Luis Hernández.
     
    El principal riesgo del viaje papal han sido las mismas expectativas que lo rodeaban. Mucho se esperaba de una visita de cinco días. Quizá demasiado. Para algunos colectivos, como las víctimas de abusos sexuales de la Iglesia, el viaje no ha traído los frutos deseados. Otros sectores esperaban ataques más contundentes al Ejecutivo. Pero la lectura general es que Francisco ha sabido aprovechar su paso por México para señalar los principales agujeros negros del país: la inmigración, la pobreza, la cuestión indígena, la violencia y el narco. Todos han desfilado por sus discursos y su mera mención ha supuesto una crítica al poder. De ningún otro jefe de Estado se hubiera permitido tantas recriminaciones por aquello que aún queda por conseguir. “La historia del viaje del Papa, es la de la crítica a través de la diferenciación, la denuncia sutil y la contraposición simbólica. El hecho de que la élite política no se haya dado cuenta de la crítica papal, demuestra su desconexión de la realidad que gobierna”, indica el analista Emilio Lezama (…)”
     
     
     
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     http://internacional.elpais.com/internacional/2016/02/17/actualidad/1455737064_742017.html