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La “vergogna” de la frontera con África

Castillo Cuando el papa Francisco visitó la isla de Lampedusa, donde se concentraban miles de refugiados, que venían huyendo de las hambrunas, de la violencia y la muerte, que tanto sufrimiento vienen causando, no sólo en los países del Magreb, sino en gran parte de África, el papa gritó: “¡Che vergogna!”, “¡Qué vergüenza!”.

        Los motivos de esta vergüenza vienen de lejos. Europa ha sido demasiado cruel con África. Lo he recordado más de una vez. Ya en 1454, el papa Nicolás V le concedió al rey de Portugal el “derecho de invadir, conquistar y someter a perpetua esclavitud a las gentes que habitan en África” (Bula “Romanus Pontifex”, n. 5. Bull. Rom. V, 113).

Esta decisión fue renovada por León X (1516) y Pablo III (1534). Así quedó “justificado” el colonialismo de Europa sobre África durante siglos. A partir de Carlos V, los flamencos de su corte recibían toda clase de títulos y, entre ellos, las licencias para conducir esclavos negros a las colonias americanas. Hoy resulta imposible calcular las “piezas de indias” (así se les llamaba), que eran embarcados en Luanda y, los que sobrevivían a la travesía del Atlántico eran vendidos sobre todo en el mercado de Cartagena de Indias. Los negros morían pronto y sólo en casos excepcionales soportaban siete años continuos de trabajo. Este fue el gran negocio de holandeses, belgas, ingleses, portugueses, etcétera, durante los siglos del 17 al 19.

        En el s. 20, el negocio de minerales, maderas, piedras preciosas… ha sido incalculable, entre otras razones porque, en gran medida, se ha hecho de forma clandestina. En todo caso, el famoso coltán, el oro, plata, cobre, zinc, galio, germanio, cerio, lantano, estaño, níquel, diamante, cobalto, uranio, magneso, tunsteno… han enriquecido con millones y millones de ganancias a los comerciantes de medio mundo, especialmente de Europa. Insisto en el negocio del coltán, que hace posible el peso liviano de nuestros teléfonos móviles. El coltán se extrae, en cantidad y calidad, en Ruanda y en el noreste del Congo.

 

Así, Europa ha disfrutado de África cuanto le ha interesado. Y además es un continente que los europeos hemos utilizado como “patio de recreo”, para cacerías, turismo, aventuras, etc. Y ahora, cuando los africanos, a causa de la violencia que han tenido que soportar, se mueren de hambre o se matan entre ellos, en guerras para las que Europa les vende los armamentos que necesitan para terminar de destrozarse del todo. Y estando así las cosas, cuando algunos quieren venirse a Europa, les ponemos vallas de seis metros, con concertinas en las que queden lisiados. Por no hablar de los que mueren en el Mediterráneo.

 

Ayer se ha publicado, en Religión Digital, la noticia de la expulsión del jesuita Esteban Velázquez que, en Nador, se dedicaba a ayudar a los africanos que quieren pasar a Europa, buscando trabajo, dignidad y paz. No entro aquí a analizar este caso concreto. Me limito a decir que Esteban Velázquez es un hombre honrado, coherente y honesto de forma ejemplar. Las críticas e insultos, que Esteban recibe de algunos, retratan a quienes maltratan a un hombre que ha tomado en serio su propia humanidad, la nuestra y, sobre todo, la de quienes se ven peor tratados por la vida.

7 comentarios

  • mª pilar

    Me uno al grito de este art. y la voz de Asun y Pablo O.

    Dice bien, Pablo Osés: Si todos fuéramos como Esteban la humanidad viviría mucho mejor. Y con muchísimo menos.   

    Si así sucediese en todo el mundo… no hay duda alguna:

    ¡¡¡El mundo sería mucho mejor, todas las personas también… y por supuesto con… Muchísimo menos!!!

    Mirando toda al corrupción que está asolando nuestro pequeño país… la desolación impregna la mirada…

    ¿Es que estamos del todo podridos por dentro… y por fuera?

    Claro que…

    ¡¡¡Unos muchísimo más que otros!!!

    Pero nos movemos poco, hacemos poco ruido, tenemos miedo a perder…

    ¿El qué?

    Nos van arrebatando casi todo… mientras unos y unas “mangarras” se están apoderando de todo con una desfachatez vergonzosa.

    Y seguimos sin “armarla”.

    Si de verdad saliéramos a la calle en masa… mañana habría un gobierno, que empezára a poner los puntos sobre las íes… y pudiera frenar de alguna manera el desenfreno que  fuera también está asolando otros lugares.

    Unos pocos viven sin sentido… al precio de la vida del resto.

    ¡¡¡Muy fuerte!!!

    Sé que es como un sueño… un grito en el desierto… el rey D. Dinero tiene tanto poder… que corrompe cuanto toca…

    ¡Tristemente lo sé!

    mª pilar

     

  • ELOY

    Hola Ana.

    Te agradezco tu comentario porque añade información valiosa parar valorar en el fondo lo que está pasando.

    Un saludo

  • ana rodrigo

    Pues yo conozco a Esteban Velázquez desde hace unos 30 años, lo reencontré hace unos cinco años después de darlo por asesinado en el Salvador donde también tuvo problemas y también lo expulsaron, hace dos años hicimos un curso con él en Granada y el año pasado estuvo contándonos la situación de los inmigrantes en Marruecos y su trabajo profético y humanitario, denunciando las tropelías inhumanas que se estaban cometiendo con estas gentes carentes de todo lo que un ser humano necesita para vivir con dignidad. No es extraño que los responsables de estas situaciones y quienes deberían poner remedio, les irrite tanto la denuncia y “maten al mensajero” en vez e escucharlo.

  • ELOY

    eldiario.es facilitó la siguiente información sobre este tema.
     

    Es poco frecuente que Marruecos de una razón oficial para expulsar a alguien del país o impedirle la entrada. En esta ocasión, tampoco la hay. Las autoridades marroquíes han impedido la entrada a su territorio al jesuita Esteban Velázquez, responsable en Nador de la Delegación de Migraciones del Arzobispado de Tánger. El sacerdote se había desplazado a Melilla -junto a la localidad marroquí de Nador- y el pasado 11 de enero, cuando quiso regresar a Marruecos cruzando la frontera, le detuvieron en el puesto de control y le requisaron la tarjeta de residencia marroquí.”
     
    Seguir leyendo en el enlace:
     

     

    http://www.eldiario.es/desalambre/denunciaba-sacerdote-Marruecos-impide-entrada_0_477353147.html

     

     

     

  • Asun Poudereux

     
    Gracias por el artículo.
     
    Me pregunto, ¿Cuánto persiste todavía de las actitudes inconscientes  e hipócritas  que llevaron a todos  los poderes de Europa a menospreciar a los africanos con tal de conseguir beneficios rápidos a costa del sufrimiento  impuesto a  seres humanos?
     
    ¿Pero quiénes somos nosotros, los auto-llamados occidentales como valor añadido,  para decir y determinar qué conviene a África y a sus habitantes, tras haberla sobreexplotado y seguir explotando sus recursos, sin que revierta su aportación de riqueza en proporcionalidad justa, directa y equitativa en cada ciudadano/a  africano/a?
     
    Dice bien, Pablo Osés:
     
    Si todos fuéramos como Esteban la humanidad viviría mucho mejor.
     
    Y con muchísimo menos.    
     

  • ELOY

    Es de agradecer este artículo de José Mª Castillo recordándonos los problemas de África y la nefasta gestión de los europeos en ese Continente.

    Es seguro por otra parte que muchas personas, como el jesuita Esteban Velázquez,  trabajan en África de forma callada y heroíca intentando paliar la situación y males que padece.

    Pero los “medios” – y las políticas de Europa – parecen no estar a la altura de las necesidades de África.

    Gracias pues por la llamada de atención que supone este artículo.

     

  • Pablo Osés

     
    Conozco a Esteban Velazquez desde hace unos 40 años. Ahora trabajaba con los emigrantes en Nador haciendo lo que muchos desearíamos hacer pero no solemos llegar a hacer. Es una de las conciencias más cristiana que he encontrado.
     
    Estaba bastante callado en Nador hasta que el pasado 11 de enero no le permitieron pasar desde Melilla. Mejor dicho casi nadie escuchaba sus llamadas de auxilio por los emigrantes. Podemos denunciar ahora con estridencia su expulsión para que todos marroquies e hispanos rectifiquemos las políticas.
     
    Si todos fuéramos como Esteban la humanidad viviría mucho mejor.