La violencia contra la mujer no tendrá solución, en las religiones, mientras la sociedad, en cada país y en cada cultura, no deje resuelto y zanjado para siempre el problema de la igualdad de derechos y garantías entre la mujer y el hombre. Dicho más claramente, mientras las mujeres no tengan los mismos derechos y las mismas garantías que los hombres, la violencia contra las mujeres seguirá haciendo los estragos que viene realizando desde hace miles de años.
Como igualmente se puede afirmar que el día que la sociedad suprima las desigualdades (en dignidad y derechos) entre las mujeres y los hombres, ese día las religiones no tardarán en reconocer, aceptar y poner en práctica la igualdad de los que por, por su condición de género, son diferentes.
Las sociedades mediterráneas del siglo primero eran, como es sabido, sociedades en las que la propiedad pertenecía al patriarcado. Solamente el “paterfamilas” tenía la propiedad, no sólo de los bienes, sino además de las personas en el grupo familiar. El padre era el propietario, el jefe, el amo, el que concentraba todos los derechos. La mujer, los hijos y los esclavos no tenían más remedio que vivir sometidos al patriarca. De ahí que las religiones, lo mismo en Israel que en Egipto, en Grecia o en Roma, eran religiones patriarcales, machistas y justificantes de todas las desigualdades que se derivaban del modelo de familia patriarcal.
Es verdad que, según los evangelios, Jesús tuvo un trato excepcional de respeto, delicadeza y aceptación de la mujer, fuera cual fuese su origen o su conducta. Pero bastantes años antes que los evangelios (según la redacción que la Iglesia ha aceptado como canónica o auténtica), se empezaron a conocer las cartas de Pablo y las llamadas deutero-paulinas (Ef y Col) hasta las pastorales. Y en estos documentos se acepta y se impone el sometimiento y el silencio de la mujer en la sociedad, en la familia y en la Iglesia. Como igualmente sabemos que Pablo aceptó la condición de los esclavos y el sometimiento al emperador (Rom 13, 1-7). Por eso, la Iglesia prohibió la esclavitud cuando eso ya estaba prohibido en la sociedad, aunque – por desgracia – las autoridades religiosas se callan, tantas veces, ante las nuevas formas de esclavitud vigentes en este momento. Por no hablar de los silencios jerárquicos ante las dictaduras políticas.
La lucha, en defensa de los derechos y de la dignidad de la mujer, tiene que ser ante todo una lucha política, jurídica, social y laboral. Mientras las mujeres no tengan la misma autonomía económica que los hombres, las mujeres seguirán aguantando amenazas, insultos, palizas y hasta la misma muerte. Si esta situación no se resuelve, la violencia contra la mujer no tiene solución. Los clérigos seguirán diciendo cosas acertadas (y quizá algunas desacertadas) sobre este asunto. Como es igualmente cierto que en las iglesias se oyen bellos sermones sobre los derechos humanos. Pero la pura verdad es que nos creeremos los discursos eclesiásticos (sobre toda clase de dignidades y derechos) el día que la Iglesia modifique su Derecho Canónico de forma que en él quepan los Derechos Humanos, todos los derechos, concretamente los de la mujer.
Tiene razón Castillo: los problemas de la mujer, como tantos otros problemas sociales, están en manos de las leyes civiles, es obligación de los legisladores velar por los derechos humanos y que nadie sea discriminado, y mucho menos humillado, agredido, maltratado por razones de……., (en este caso) sexo .
Los datos sangrantes que se nos ofrecen diariamente y que nos hieren el alma, claman al cielo. El que el gobierno del PP quitase la asignatura de Educación para la Ciudadanía que educaba en valores diversos (los derechos humanos, la democracia, la ecología, el respeto a la diferencia, etc. etc.) y que dedicaba un capítulo a la igualdad entre hombres y mujeres, evidencia que hay gobiernos, partidos e ideologías que rebajan esta cuestión hasta la ignorancia total y el impedimento de educar en este valor cuya ausencia en la sociedad se reactiva, en vez de desaparecer: el año 2015 murieron en España más mujeres que en el anterior, las denuncias se suman por miles, los silencios por decenas de miles. Sin olvidar otras regiones del mundo, otras culturas y otros paises en los que casi lo normal es la desigualdad y cosas peores.
El que las religiones puedan hacer algo en esta cuestión, yo diría que con que prediquen los derechos humanos sin aditivos religiosos,y practiquen en su ámbito interno la igualdad, habríamos ganado mucho. Lo Derechos Humanos no surgieron de las religiones, la lucha de las mujeres ha sido eso, lucha de las mujeres, nuestros derechos no tiene que dárnoslos nadie, son nuestros. Eso sí, cualquier valor social-civil debe estar aceptado e incluido en los valores religiosos.
Las religiones ya han hecho bastante daño y lo siguen haciendo contra los derechos de las mujeres. Si mencionar la terrible situación de las mujeres en el Islam, estos últimos días, el obispo de Toledo y el obispo de Córdoba han hecho unas declaraciones terribles, vergonzosas e infames, y ahí siguen, como obispos. Decir que las mujeres son asesinadas porque piden el divorcio o cuando desobeden a su hombres, debería conllevar a estos monseñores al ostracismo eclesiático ipso facto.
Sí, Oscar, “teología” laica, la teología debe estar en la calle, con la gente, con sus derechos, eso es lo que hizo El Galileo, recorrer los caminos, y liberar a los oprimidos y dar ejemplo en el respeto y reconocimiento de las mujeres con las que se encontraba o que formaban parte de su grupo. Y no iba al templo a predicar estas cosas, ni se recluía en un despacho a escribir sesudos discursos, simplemente hacía y decía, o viceversa, aquello que liberaba a las gentes.
Tiene razón Castillo: los problemas de la mujer, como tantos otros problemas sociales, están en manos de las leyes civiles, es obligación de los legisladores velar por los derechos humanos y que nadie sea discriminado, y mucho menos humillado, agredido, maltratado por razones de……., (en este caso) sexo .
Los datos sangrantes que se nos ofrecen diariamente y que nos hieren el alma, claman al cielo. El que el gobierno del PP quitase la asignatura de Educación para la Ciudadanía que educaba en valores diversos (los derechos humanos, la democracia, la ecología, el respeto a la diferencia, etc. etc.) y que dedicaba un capítulo a la igualdad entre hombres y mujeres, evidencia que hay gobiernos, partidos e ideologías que rebajan esta cuestión hasta la ignorancia total y el impedimento de educar en este valor cuya ausencia en la sociedad se reactiva, en vez de desaparecer: el año 2015 murieron en España más mujeres que en el anterior, las denuncias se suman por miles, los silencios por decenas de miles. Sin olvidar otras regiones del mundo, otras culturas y otros paises en los que casi lo normal es la desigualdad y cosas peores.
El que las religiones puedan hacer algo en esta cuestión, yo diría que con que prediquen los derechos humanos sin aditivos religiosos,y practiquen en su ámbito interno la igualdad, habríamos ganado mucho. Lo Derechos Humanos no surgieron de las religiones, la lucha de las mujeres ha sido eso, lucha de las mujeres, nuestros derechos no tiene que dárnoslos nadie, son nuestros. Eso sí, cualquier valor social-civil debe estar aceptado e incluido en los valores religiosos.
Las religiones ya han hecho bastante daño y lo siguen haciendo contra los derechos de las mujeres. Si mencionar la terrible situación de las mujeres en el Islam, estos últimos días, el obispo de Toledo y el obispo de Córdoba han hecho unas declaraciones terribles, vergonzosas e infames, y ahí siguen, como obispos. Decir que las mujeres son asesinadas porque piden el divorcio o cuando desobeden a su hombres, debería conllevar a estos monseñores al ostracismo eclesiático ipso facto.
Sí, Oscar, “teología” laica, la teología debe estar en la calle, con la gente, con sus derechos, eso es lo que hizo El Galileo, recorrer los caminos, y liberar a los oprimidos y dar ejemplo en el respeto y reconocimiento de las mujeres con las que se encontraba o que formaban parte de su grupo. Y no iba al templo a predicar estas cosas, ni se recluía en un despacho a escribir sesudos discursos, simplemente hacía y decía, o viceversa, aquello que liberaba a las gentes.
Hola!
¿Qué le pasó a este tipo?
¡Bienvenido a la TEOLOGÍA PROFANA!
¿O no?
Voy todavía! – Óscar.
En la esclavitud, que no es solo privar de libertad al otro, sino robarle su espacio, el fruto de su trabajo y aprovecharse de su cuerpo, junto con los métodos para obtener esclavos o sometidos, donde entra el amendrentamiento y el castigo físico, la justificación social de la inferioridad del esclavo o sometidos es parte vital del esquema.
Y la justificacion social es parte de una creencia apoyada por la tradición que incluye las religiones y por la ley.
Para desmontar la justificación social, hay que atacar el problema por todos los ángulos, por la legalidad, por la religión y por la educación oficial que se imparte.
Y dentro de la educación oficial religiosa y laica, hay que deslegitimizar emocionalmente los actos de violencia contra los débiles, niños, mujeres, humanos de otros colores y culturas, viejos, países menos desarrollados, personas que no se ajustan a los estereotipos vigentes, pobres, animales.
Desgraciadamente muchas religiones se apoyan en textos muy antiguos, donde se acepta y se estimula el sometimiento femenino. Las religiones protestantes se apoyan mucho en el Antiguo Testamento, que está lleno de manifestaciones de xenofobia y del machismo propio de la cultura euroasiática de hace 4000 años. Y eso en Chile, por lo menos es explotado por los Pastores de estas denominaciones en contra de los avances en esta materia.
Y los católicos, en vez de focalizarse en Jesús, se focalizan en San Pablo o en Agustín, que respaldan el machismo y la misoginia de los curas católicos.
En la esclavitud, que no es solo privar de libertad al otro, sino robarle su espacio, el fruto de su trabajo y aprovecharse de su cuerpo, junto con los métodos para obtener esclavos o sometidos, donde entra el amendrentamiento y el castigo físico, la justificación social de la inferioridad del esclavo o sometidos es parte vital del esquema.
Y la justificacion social es parte de una creencia apoyada por la tradición que incluye las religiones y por la ley.
Para desmontar la justificación social, hay que atacar el problema por todos los ángulos, por la legalidad, por la religión y por la educación oficial que se imparte.
Y dentro de la educación oficial religiosa y laica, hay que desligitimar emocionalmente los actos de violencia contra los débiles, niños, mujeres, humanos de otros colores y culturas, viejos, países menos desarrollados, personas que no se ajustan a los estereotipos vigentes, pobres, animales.
Desgraciadamente muchas religiones se apoyan en textos muy antiguos, donde se acepta y se estimula el sometimiento femenino. Las religiones protestantes se apoyan mucho en el Antiguo Testamento, que está lleno de manifestaciones de xenofobia y del machismo propio de la cultura euroasiática de hace 4000 años. Y eso en Chile, por lo menos es explotado por los Pastores de estas denominaciones en contra de los avances en esta materia.
Y los católicos, en vez de focalizarse en Jesús, se focalizan en San Pablo o en Agustín, que respaldan el machismo y la misoginia de los curas católicos.