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Camino de la república XIII (Tercera parte)

Isorna

Pasado el paréntesis de la Navidad y Año Nuevo, proseguimos el Camino de la República en su tercera parte, manteniendo la numeración correlativa de los distintos artículos.

En el camino hacia la Primera República nos vamos encontrando con distintos elementos conceptuales y fácticos que nos pueden ayudar,  en su momento, a mejor comprender su advenimiento, sus ideas e ideales, sus vivencias y su caída en manos de la Restauración borbónica.

Por eso, hoy parece oportuno detenernos en considerar algunos hechos que, podemos decir, alcanzan a ser categoría. Y constituyen categoría porque, en sustancia, pudieran considerarse intemporales en la medida que pueden afectar a (o repetirse en) distintos momentos y circunstancias históricas.

Nos centraremos en los siguientes:

  • I) la heterogeneidad, y en su caso, división, de la militancia republicana;
  • II) la opción revolucionaria armada de algunos republicanos frente a las instituciones;
  • III) Los intentos de construcción federal de la república, de abajo arriba, mediante los llamados pactos regionales, aunados más tarde en el gran pacto nacional.

En estos hechos, encontramos indicios y antecedentes de lo que serán luego las ideas fuerza que tiendan a la conformación práctica de la Primera República. También se podrán encontrar similitudes con algunas de las cuestiones que parecen estar hoy en el centro de la realidad política y ciudadana.

I – LA HETEROGÉNEA MILITANCIA REPUBLICANA

Ya vimos que desde los primeros días de la revolución de Septiembre hubo discusión entre los demócratas sobre el carácter accidental o sustantivo de la forma republicana del Estado. Unos, los más, optaron por la sustantividad de la forma republicana, bien federal o unitaria. Otros, entre los que había personalidades democráticas muy significativas, como Nicolás María Rivero, consideraron que la forma (republicana o monárquica) era accidental, si se mantenían los principios democráticos, así que, circunstancialmente, optaron por la monarquía, pero siempre en aras de mantener incólumes sus principios democráticos

En el campo de los demócratas republicanos, tuvieron cabida diversidad de orientaciones de la organización social y política. Más socialistas unos y más  liberales otros; constitucionalistas e inconformes con la Constitución; republicanos pacíficos y revolucionarios armados; federales y unitarios; partidarios de los pactos locales, que de abajo arriba fuesen articulando el Estado, y partidarios  de realizar esta articulación desde las instancias institucionales y con la acción gubernamental. Todos tenían voz y capacidad de acción, no pocas veces al margen de los órganos del Partido Republicano y de los deseos y consignas de los representantes parlamentarios que, a su vez, se hallaban igualmente divididos. Les unía, por encima de todo su convicción antimonárquica, primero contra los Borbones, y más tarde frente a Amadeo, el rey extranjero, y la casa de Saboya.  Dice al respecto Jorge Vilches:

“En noviembre de 1868, la mayor parte del partido demócrata se había declarado republicano y federal. La decisión no fue el resultado de un debate o congreso, sino de dos asambleas en Madrid. La dirección demócrata no estaba conforme, pero no dijo nada. Al terminar la última asamblea, José María Orense, que la presidia, dijo: “Ya llegará pronto Castelar y dirá lo que hay que hacer”. Pero Castelar llegó y no cambió nada. En el partido se dieron cita socialistas, e individualistas, revolucionarios y reformistas, y ahora federalistas que creían en la proclamación de la Federal desde el pacto local, frente a los que pensaban que solo era posible desde una organización gubernamental. Esta heterogeneidad fue incontrolable para el comité federal o directorio que poco a poco perdió peso e influencia , y que se plasmó en la ausencia de un programa político unificado. Únicamente les unía el deseo de derribar la Monarquía ahora saboyana, de ahí que incluso los más intransigentes y anticlericales aceptaran el pacto electoral con los carlistas al que llegó la dirección del partido republicano en 1871 y 1872.” (NOTA 1 Jorge Vilches: citado, página xxv)

La opción por la revolución armada por un lado, y la opción por el pacto por otro, como contrapunto a la opción por el parlamentarismo van a erigirse en principios de acción que, de forma paralela e incluso en conjunción, influirán en el devenir de la política española del Sexenio y, muy significativamente, en el camino del republicanismo.

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II – LA OPCIÓN POR LA REVOLUCIÓN ARMADA. DICIEMBRE ENERO 1869

Ya desde finales de 1868 y principios de 1869, Algunos republicanos optaron por el levantamiento armado como fórmula para intentar imponer sus ideas y hacer triunfar sus reivindicaciones, precisamente, cuando la democracia comenzaba a institucionalizarse con las elecciones municipales y las elecciones a Cortes Constituyentes. (NOTA 2) Aunque hubo más, cabe señalar tres momentos significativos: 1) los levantamientos de Cádiz y Málaga de Diciembre de 1868 y Enero de 1869; 2)  los de Andalucía (Paterna y Jerez) de marzo de 1869 y 3) el levantamiento generalizado de Septiembre- Octubre de 1869. Los dos textos que se reproducen seguidamente, uno de Antonio Eiras Roel y otro de Melchor Fernández Almagro reflejan las motivaciones sociales y políticas de estos levantamientos, que he destacado con negrita o subrayado.  Respecto a los levantamientos de Diciembre-Enero de 1869, dice Eiras Roel:

<< En el mes de diciembre, los federales se creyeron ya bastante fuertes para iniciar un levantamiento armado. Durante varios días llegaron a estar en poder de las masa republicanas las ciudades de Cádiz y Málaga, y después Valencia, Reus, Medina y Liria y otras poblaciones. El levantamiento de Cádiz duró del 5 al 8 de diciembre, suscitado por la negativa de los republicanos a dejarse desarmar por las autoridades. Pero aún el día 10 aparecían en las paredes pasquines, con las proclamas del diario local “La República Federal”, incitando a los paisanos a morir en defensa de sus ideales y a fundar la república federal española sobre los cadáveres de los cien correligionarios caídos. // El 31 de diciembre son llamados a las armas los republicanos de Málaga. A pesar de los consejos de Romualdo Lafuente, que creía imposible toda resistencia, con el Año Nuevo la ciudad amaneció erizada de barricadas, con los lemas de “Libertad, Igualdad y Justicia. Pena de muerte al ladrón. Licencia absoluta al ejercito“. Tres días después  las tropas de Caballero de Rodas tomaron la ciudad al asalto, causando enormes pérdidas a los republicanos. Como siempre el Gobierno achacó estos disturbios a <<maquinaciones del poder reaccionario, que astutamente se vale del elemento demagógico para sembrar el desorden en la nación (Circular del Ministerio de la Gobernación de fecha 5 de enero) Para desmentir a la circular de Sagasta, los republicanos se declararon promotores de estos sucesos, y “La Discusión” dijo bien claramente que no eran de origen borbónico ni reaccionario, sino de origen republicano>>

El relato de Melchor Fernández Almagro dice:

<< Al grito de “República federal o muerte” luchó el paisanaje de Cádiz contra la fuerza pública por espacio de cuatro días  – 5 a 8 de Diciembre – habiéndose echado a la calle republicanos y obreros sin filiación expresa, a las órdenes del federal -luego anarquista – Fermín Salvoechea, en airada demanda de trabajo, subida de jornales y destitución del gobernador militar, general Peralta, que había ordenado el desarme consabido (…) Reproducido ese conato en Málaga – 1º de Enero de 1869 – , también correspondió al general Caballero de Rodas la imposición de la ley y el restablecimiento del orden , solo que con más sangre y estrago que en Cádiz. Unos mil paisanos mandados por Romualdo Lafuente, lucharon contra cuatro mil soldados  – en los barrios de Perchel y de la Trinidad, principalmente -,citándose las bajas en varios centenares a un lado y otro de las barricadas. Ramalazos de análoga violencia corrieron por el Puerto de Santa maría, Béjar, Badajoz, Tarragona Sevilla, Orense, Gandía etc. >> (NOTA 3)

III – LOS ACONTECIMIENTOS DE MARZO DE 1869

Una vez celebradas del 15 al 18 de Enero de 1869, las elecciones a las Cortes Constituyentes muchos republicanos federales no aceptaron el resultado y argumentaban que ellos constituían “la autentica y legitima representación del país y no reconocían el derecho de las Cortes a imponer la monarquía, afirmando que sus setenta diputados habían reunido más votos que los trescientos diputados monárquicos, al haber sido elegidos por las grandes ciudades el país.” También atacaban los republicanos al Gobierno Provisional de Serrano por cuanto habían usurpado los derechos de la Cortes Constituyentes al declararse anticipadamente en favor de la monarquía y por haber convertido al Ministerio de la Gobernación en un “centro general de elecciones”, influyendo en su resultado. En base a este planteamiento los republicanos refuerzan su convicción moral que España está en el camino de la república. Dice al respecto Eiras Roel: “Todo les servía para dejar sentado que la parte más inteligente de España profesaba la idea republicana, y que en España estaba ya moralmente planteada la república”   (Eiras Roel, citado,  págs. 373 y 374.)

 En Marzo de 1869, nos dice Eiras, “se producen los levantamientos republicanos en Andalucía, en Paterna y Jerez“. Ante estos comportamientos los diputados republicanos se dividen. La mayoritaria rechaza la utilización de la violencia, pero excepcionalmente algunos otros no. Se muestran partidarios de la rebelión Orense, Joarizti, Suñer y Capdevila, Paúl y Angulo y Rafael Guillén , entre otros. Son contrarios a la rebelión y a la violencia Figueras Pi y Margall, Castelar, Gil Bergés y otros que, como dice Eiras, “esperaban llegar al triunfo completo de sus ideas con una prudente y pacifica espera.”

El 1 de junio de 1869 fue aprobada la Constitución monárquica por 214 votos frente a 55, y se promulgó, como a dijimos el 6 de junio. Pero los republicanos revolucionarios, pese a las derrotas por las armas  y en Congreso, no cejaron en su empeño y , como dice Eiras ” A pesar de la derrota material en tierras de Cádiz y Málaga, puede decirse que desde aquel levantamiento no dejan de mantener un estado de tensión permanente en el país (…) A lo largo del 69 los federales no dejan de conspirar según certifica uno de ellos, el militar Estévanez. Preparaban una insurrección general en la Península, incluido Portugal (…) Grupos numerosos de republicanos se reúnen todas las noches en los clubs, el de la Yedra, el del Congreso, el Casino republicano de la Calle Mayor.>>”. (Eiras pág. 379 y 380)

IV – LOS PACTOS FEDERALES.

Los clubs republicanos adquieren un importancia singular y si pudieron fomentar o propiciar las reuniones conspiratorias de la rebelión armada, también fueron la cuna de ideas de pacto: los llamados “pactos sinalagmáticos”, propugnados por Pi y Margall. Los pactos tuvieron como objeto la confederación de varias provincias parar aunar la acción del partido republicano, pero, señala Eiras “el fondo último de sus miras era la estipulación de condiciones que regulasen la asociación de las diversa provincias en la nacionalidad española, o sea, en buena doctrina federal, la organización del Estado a base de partes libremente contratantes. Pueden considerarse como el primer paso hacia el cantonalismo(Eiras página 380) Se los adjetivó de pactos sinalagmáticos, es decir bilaterales con obligaciones por ambas partes

El pacto federal de Tortosa fue el primero en celebrarse. Las reuniones tuvieron lugar los días 17 y 18 de mayo de 1869. Fue firmado por 22 representantes en nombre de las antiguas provincias del reino de Aragón, que acordaron su confederación para “una finalidad defensiva y de resistencia” (Eiras ,citado, pág. 380). Fue suscrito por los representantes Cataluña, Aragón, Valencia y Baleares  El 12 de junio de 1869 se celebró en Córdoba el pacto federal por el que se ligaron Murcia, Extremadura y todas las provincias andaluzas (NOTA 4) Pactos similares se firmaron también en Valladolid (15 de junio) el Pacto de las dos Castillas;  en Éibar (23 de junio) , el de las Provincias Vascas; y en Coruña (18 de junio), el de Galicia y Asturias. Finalmente en Madrid se firmó el 30 de junio el “Pacto General” por el cual <<se creaba un Consejo Federal Provisional, publicándose a poco un manifiesto que establecía , entre otras conclusiones, estas dos: “Autonomía parar todos los órdenes del estado , desde el municipal al nacional” y “Constitución del País en república democrática federal” >> (Fernández Almagro, citado págs. 54 y 55)  (NOTA 5)

V – EL LEVANTAMIENTO DE SEPTIEMBRE DE 1869

Sobre la postura republicana y el federalismo son esclarecedoras las siguientes palabras de Jorge Vilches (citado pág. XXIV) :

La práctica totalidad del partido se había definido como federal, pero no existía una definición consensuada sobre el término, pues unos entendían el federalismo como una descentralización administrativa en la que la nación española conservaba la soberanía, y otros como una división de la soberanía en tantos territorios como se fueran a federar. El viejo partido demócrata había dado ese salto de forma in sospechada, y sin que hubiera habido un debate sobre la cuestión. La fácil asunción del federalismo en el republicanismo de provincias se produjo porque satisfacía la ambición de los líderes locales como porque se veía en las juntas la vía revolucionaria idónea para imponer la República. De aquí la separación que se produjo en 1871 entre los que creían que dicha forma de gobierno vendría por vías parlamentarias  en alianza con otros partidos y los que solo confiaban en la revolución . Y esa misma división condujo a la rebelión cantonal de 1873 (…) “.

Por otra parte, dice también Vilches (citado pág. XXV y XXVI), ” Los tintes socialistas y revolucionarios que iba tomando el republicanismo disgustaron a una parte del partido . Su organización federal entre mayo y junio de 1869, iniciada por los catalanes en el pacto de Tortosa, la culminó Pi y Margall con un Pacto Nacional en el mes de Julio que definió el republicanismo como pactista y revolucionario. esto concluyó con la rebelión federal de Octubre de 1869 en la que puso a unos 400.000 voluntarios de la libertad armados contra el gobierno de Prim. La insurrección puso en evidencia la imposibilidad de controlar a los republicanos de provincias tanto como el proclamar la República sin el concurso de progresistas y conservadores. Los republicanos de Castelar comenzaron a renegar públicamente del carácter de revolución permanente que había adquirido el republicanismo, enfrentándose Estanislao Figueras y Pi y Margall, que controlaban el grupo parlamentario y el directorio del partido. La divergencia no llevó a la ruptura , pues Castelar creía que la unidad de los republicanos era imprescindible; sin embargo era una falsa unidad que desembocaría en los enfrentamientos e inestabilidad de 1873″ (NOTA 6)

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NOTAS

NOTA 1. Jorge Vilches: Prólogo a “Las constituyentes de la República española” de Migue Morayta, Urgoiti Editores S.L. Pamplona 2012. Citado,  página xxv.

NOTA 2.  En cuanto al resultado electores dice Tuñón de Lara (citado, página 208):  << Las elecciones de enero de 1869 para Cortes Constituyentes dieron mayoría gubernamental monárquica, pero las grandes ciudades  (Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Málaga , Cádiz) dieron el triunfo a los candidatos republicanos. Por eso dijo Orense, dirigiéndose a los monárquicos, aquella frase: “el rey que traigáis no se podrá llamar rey de las ciudades , pero  sí, con mucha razón,  el rey de la selva”. El 11 de febrero de 1869 reuniéronse aquellas Cortes integradas por 156 diputados progresistas, 69 republicanos, 69 de la antigua Unión Liberal , 18 de extrema derecha carlista y 14 partidarios de la dinastía derribada , amén de algún que otro conservador aislado. Un diputado por Barcelona, el obrero Alsina, elegido en la candidatura republicana federal, fue propuesto por el Centro de Sociedades obreras >> Aclara Tuñón en nota a pie de la citada página: “Los republicanos consiguieron 85 actas electorales, pero algunos de sus dirigentes habían  triunfado en dos o tres circunscripciones . Hubo también algún  acta anulada”  ===

NOTA 3. Antonio Eiras Roel, “El Partido Demócrata Español” citado, página 369 y 370. Melchor Fernández Almagro, “Historia Política de la España Contemporánea 1868-1885”  citado, págs. 32 y 33.


NOTA 4. Juan Díaz del Moral , “Historia de las agitaciones Campesinas Andaluzas”. Alianza Editorial. 2ª edición 1969, página 79.


NOTA 5. Del texto del Pacto Federal Galaico-Asturiano, destaco lo siguiente: “Los representantes de las cinco provincias de Asturias y Galicia, han convenido en aliarse y unirse para todo lo que se refiera a la conducta del partido republicano y a la causa de la revolución, sin que de modo alguno intente separarse del resto de la nación.  (…)// La organización y armamento de la fuerza ciudadana es una necesidad cada vez más imperiosa y generalmente sentida; y por lo tanto declara también es el objeto a que la junta y los comités  deben dar la preferencia hasta conseguir el planteamiento de esta liberal institución, primera garantía de nuestros derechos. (…) // La Asamblea general del pacto galaico-asturiano,  (…) declara igualmente que la federación que ha de realizar en todas las esferas de la vida pública el ideal de su dogma político tan al contrario de romper la unidad nacional., la estrecha mas íntimamente, como indica su mismo nombre, dando a cada estado el derecho de administrarse, organizarse y vivir  como crea más en conformidad con su índole y circunstancias, uniendo a todos por los inquebrantables vínculos de la nacionalidad, la fuerza y la armonía de sus intereses y por una Asamblea nacional y un gobierno sencillo que reconcentre sin costosa y frívola vanidad la grandeza de un pueblo libre que apellida hermanos a todos los pueblos. (…)”


NOTA 6. Dice sobre estos hechos Eiras, citado, pág. 381y 382: <<Con la suspensión estival de las Cortes, los individuos de la minoría federal marchan a provincias para continuar la propaganda de sus doctrinas. Muchos de estos individuos hasta entonces pacíficos, entre ellos el mismo Castelar, se habían contagiado ya de la belicosa euforia de los clubs republicanos, o se habían dejado subyugar por las presiones que les acosaban a encender la subversión general. Castelar marcó a animar a los Zaragozanos a morir defendiendo sus ideales. // La sublevación en masa se produjo en septiembre, dirigida por dieciocho diputados republicanos que juraron en Lérida sublevar cada uno su provincia . Los ánimos seguían, con todo, muy divididos como lo prueba el manifiesto de los diarios “La Discusión” y “La Igualdad”, de fecha 8 de septiembre, en el que republicanos tan impacientes como Ramón Cala o Fernando Garrido recomendaban reservarse para otra ocasión más favorable. Sin embargo gran número de republicanos se alzaron en armas: 45.000 según Estévanez; 50.000 o 60.0000 según otras fuentes. . Muchos dejaron de incorporarse porque a la orden siguió otra contraorden.// (…) El primer golpe se dio en Tarragona, protagonizado por el general Pierrad, comenzando la rebelión con el asesinato por las masa del Secretario del Gobierno civil. El Gobierno de Madrid declaró suspendidas las garantías constitucionales (Circular del Ministerio de Gobernación de 25 de septiembre). // Poco más tarde, una ley de 5 de octubre declaró el estado de guerra las provincias afectadas. El Gobernador civil de Madrid disolvió todos los clubs y asociaciones políticas de los republicanos, prohibiendo las manifestaciones públicas (bando del 6 de octubre) (…) La sublevación fue larga; dos meses duró la suspensión de garantías constitucionales. Para sofocar el levantamiento de Valencia , que duró del 6 al 16 de octubre, hubo que apelar al bombardeo de la ciudad. // Finalmente el fracaso total de los federales dejó al Gobierno más libre y desembarazado el camino para continuar sus gestiones en búsqueda de rey. Los diputados federales vuelven a la asamblea el 27 de noviembre y reemprenden su campaña ruidosa de entorpecimiento al poder y de crítica a la situación, que culmina en los agitados días de la elección de D. Amadeo de Saboya. >>

2 comentarios

  • ELOY

    Hola Román.

    Gracias por tu comentario.

    Y gracias sobre todo por esas palabras iniciales que como comprenderás me dan ánimo en esta tarea, no siempre grata, de intentar conocer el pensamiento y la acción republicana del Sexenio.

    Al tiempo que yo voy descubriendo algunos mojones en este camino hacia la Primera República, intento compartirlos con los lectores de ATRIO, de la mejor forma que puedo.

    Y voy aprendiendo también de vuestros comentarios.

    Así que mi primer objetivo es intentar conocer y entender yo mismo lo que pasó. Y si no lo entiendo pararme a reflexionar y volver de nuevo a hacer otro esfuerzo de aproximación a la realidad de esos años del Sexenio.

    Quizá por eso Román llegas a decir “lo que más me entusiasma es el método escogido de aterrizaje tranquilo, desentrañando poco a poco, aspecto por aspecto, los episodios del siglo XIX que la historiografía confiesa ser enormemente confuso” .

    Porque incluso haciéndolo en “aterrizaje tranquilo”, es evidente que muchos recovecos siguen sin poder ser estudiados y expuestos.

    Pero sírvanos esta serie de artículos como una primera aproximación al tema de la llegada del régimen republicano a España.

    y que ,entre otras cosas, nos ayuden a comprender en que medida hoy, en 2015, seguimos siendo “herederos” de muchos comportamientos e ideas que en el Sexenio tuvieron su nacimiento o significativo rebrote.

    Gracias de nuevo Román por tus palabras de aliento y por tus aportaciones.

     

  • Román Díaz Ayala

    Eloy,

    no sabes cuánto valoro tus entregas, y lo que más me entusiasma es el método escogido de aterrizaje tranquilo, desentrañando poco a poco, aspecto por aspecto, los episodios del siglo XIX que la historiografía confiesa ser enormemente confuso. No es que la sociedad española haya sido muy cerrada  o atípica y que sus condicionamientos distaran mucho de lo que acontecíera en otros lugares del globo, sino que tuvimos la mala fortuna de habernos negado a cultivar la inteligencia pues nos construímos partiendo de una casta de guerreros entendiendo la autoridad sólo como disciplina y el ser “hijo de algo” un distintivo de nobleza encerrando el saber bajo sospecha y las obras realizadas con la mano un signo de debilidad carente de mérito.

    Pero España era Europa, y la nueva dinastía francesa de los borbones trajo consigo el despertar de los siglos XVII y XVIII. Pero Fernando VII, para perpetuarse y aliado con la reacción, de alguna manera perpetuó también la sociedad del Antiguo Régimen, que en otras partes de Europa fenecía. El ideal republicano de los Estado Unidos de Norteamérica fue el modelo para las antiguas colonias españolas que se habían independizado. La Revolución francesa trajo un ideal republicano europeo, la república burguesa liquidadora del Antiguo Régimen como ideal de democracia.

    ¿Pero cuál era el modelo de sociedad para la España que transcurría más allá de mediado del siglo XIX, pasada la época isabelina? Apelaba a ser clasista y burguesa, pero anclada en muchos aspectos del pasado.

    También nosotros participábamos de la ebullición del siglo XIX, con una economía en expansión y su reparto desigual. La influencia francesa era notable y fuimos introducidos en el eclecticismo. Teníamos una élite muy minoritaria, pero dueña absoluta de de la vida económica, social y política. De acuerdo con ese modo de pensar elegíamos de entre todos los sistemas en ofertas aquello que estuvises más de acuerdo con el “sentido común”. Eso se veía reflejado en la compisición de las Cortes constituyentes del 11 de febrero de 1869:

    Progresistas…………..159 diputados

    Demócratas…………..  20

    Unionistas…………….  69

    Republicanos fed.         9

    Rep. unitarios…….         2

    Carlistas……………       18

    Isabelinos…………        14

    Luego está el recurso a la resistencia o al uso de la fuerza armada. Según la valoración de la época

    heredada de tiempos  anteriores estaba legitimada para el poder constituido y la legitimación del Derecho para el Estado moderno era la coacción. Los partidos políticos tenían sus componentes de las altas jerarquías del ejéctio, como ya hemos considerado en entregas anteriores. El ideal romántico había introducido el concepto de la lucha armada por causa justa. Incluso la violencia contra uno mismo (el suicidio) se había revestido de algún tipo de pureza.

    Ya se ve que el movimiento cantonalista tiene una vertiente anarquizante, donde el concepto de soberanía se individualiza, sin que los grandes principios universalistas de la sociedad civil tengan el debido acomodo.