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Le llamaban ‘el obispo rojo de Vallecas’

La reprimenda del Cardenal Prefecto de la Congregación de Obispos cuando estuvo en Roma le causó una depresión de la que no pudo salir ya, pues era hasta demasiado piadoso. AD

el paísMuere Alberto Iniesta, el obispo que irritó a Franco y desesperó a Tarancón

Fue prelado 26 años en Vallecas y evitó la cárcel por una homilía ‘huyendo’ a Roma
JUAN G. BEDOYA, El País 4 ENE 2016 

El cardenal Vicente Enrique y Tarancón relata en sus memorias, que tituló Confesiones –más Rousseau que san Agustín-, los muchos disgustos que le causó Alberto Iniesta Jiménez, su obispo auxiliar para la Vicaría de Vallecas. “Nos ponía a todos en un brete”, llega a escribir. Sin embargo, no oculta un cierto regocijo cuando detalla algunos de los conflictos. Si la Iglesia romana salió viva de su hermanamiento con el caudillo Francisco Franco fue porque prelados como Iniesta y el propio Tarancón cumplieron la orden del papa Pablo VI de irse distanciando, a veces sin contemplaciones, del nacionalcatolicismo franquista.

Iniesta falleció la noche del sábado en la residencia sacerdotal de Albacete, un día antes de su 93 cumpleaños. Hoy ha sido enterrado en la Colegiata de San Isidro de Madrid, con el arzobispo de la archidiócesis, Carlos Osoro, como oficiante. Hace algo más de un año, nada más tomar posesión del cargo, Osoro se entrevistó largamente con quien fue obispo auxiliar en la capital entre 1972 y 1998. Nacido en Albacete en 1923, había estudiado en la Universidad Pontificia de Salamanca y fue ordenado obispo en octubre de 1972.

Alberto Iniesta, obispo promotor en 1974 de la Asamblea Conjunta de cristianos de vallecas

Alberto Iniesta, obispo promotor en 1974 de la Asamblea Conjunta de cristianos de vallecas

Nada más conocerse la noticia del fallecimiento, arreciaron en los medios ultra católicos gruesos improperios contra el emérito de Vallecas, con las acusaciones que se le hicieron en vida y la misma brutalidad, nada cristiana. Lo tachan de “comunista y ateo”, e incluso de “agente del KGB”. También lo llaman “el obispo del esperpento”. “Ojalá esté ya en los infiernos”, llega a escribir un analista. Sin embargo, en el digital Infovaticana, su comentarista más popular, Francisco José Fernández de la Cigoña, subraya que al prelado “se le veía no poco tiempo en la capilla de la residencia sacerdotal de Albacete en recogida oración ante el Santísimo”.

Iniesta nunca entendió tanta virulencia, pese a que algunas de sus actuaciones causaron gran alboroto, la más sonada la convocatoria en 1974 de la Asamblea Conjunta de Cristianos en Vallecas. El Gobierno la suspendió sin contemplaciones antes de iniciarse, con gran irritación de Tarancón y del Vaticano. Lo contó el mismo Iniesta en el libro Recuerdos de la transición, publicado en 2002 e imprescindible para entender la muy lenta transición de la Iglesia católica hacia la libertad de conciencia. “En muchas ocasiones más bien me parecía estar haciendo de bombero que de obispo. ¡Cuántas veces tuve que dialogar o enfrentarme con la policía que rodeaba un local de la Iglesia para evitar que detuvieran a los que estaban dentro! El problema era siempre al salir”, escribe en el capítulo Historias para no dormir: de policías… ¡y cristianos! El apartado más explícito es el dedicado a los “encierros, encerronas y curas presidiarios”. “Hubo una época en la que tuve que dedicar las mañanas de los jueves a visitar a mis curas en [la cárcel de] Carabanchel, porque mientras unos salían, otros entraban, y siempre tenía algunos encarcelados como delincuentes, siendo como eran hombres sacrificados por defender a los más necesitados”.

“¿Qué habría sido de la transición hacia la democracia si el episcopado se hubiera mantenido en actitud intransigente y reaccionaria ante los cambios?”, se pregunta Iniesta. Los obispos habían bendecido sin tapujos el golpe militar de Franco en 1936, bautizaron como Cruzada la guerra incivil e introdujeron al dictador bajo palio en el santoral de los salvadores del catolicismo, rezando por él cada domingo o cantando brazo en alto el Cara al sol. “Como se decía en broma por entonces”, escribe Iniesta sobre esa España ensotanada, “en nuestras reuniones con Franco, el caudillo hablaba de Dios y de la Iglesia, y los obispos hablaban de política”. Especial relevancia tiene el capítulo dedicado por Iniesta a explicar el ominoso silencio de la Conferencia Episcopal la noche del fracasado golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Los obispos estaban ese día reunidos en asamblea general, y Tarancón acababa de dimitir. “Estábamos sin dirección, como rebaños sin pastor”, justifica el prelado.

Iniesta también relata, coincidiendo en casi todo con los recuerdos que narra Tarancón en Confesiones, cómo se diseñó la estrategia para distanciarse del franquismo. Ocurrió hace 50 años, en los días previos a la clausura del concilio Vaticano II. La decisión, filtrada muy pronto a Franco, irritó sobremanera al régimen y a la extrema derecha eclesial, que abundaba. “Camilo, no te comas a los curas, que la carne de cura indigesta”, tuvo que advertir Franco a su ministro de la Gobernación, el capitán general Camilo Alonso Vega. Era el año 1969, cuando la revuelta de cientos de clérigos acabó en una prisión construida en Zamora solo para sacerdotes. Si el obispo Iniesta se libró de entrar en esa cárcel –peor aún, según Tarancón: de ser asesinado por nacionalcatólicos exaltados- fue porque el cardenal de Madrid lo escondió primero, y más tarde lo envió a Roma una temporada, hasta que se calmaran los ánimos del Gobierno y de los anticlericales de derechas –rara especie, desconocida hasta entonces. “El Gobierno -al menos algunos ministros, muy ofendidos- estaba dispuesto a hacer un escarmiento, pero cuando se entera de que Alberto ha salido para Roma se produce un auténtico desconcierto. Algunos ministros me acusan de que les he hecho una mala jugada apartando a Iniesta para que no se puedan meter con él; algún periódico increpa al Gobierno porque se ha dejado escapar al delincuente”, escribe el cardenal (página 859 de Confesiones).

 

5 comentarios

  • mª pilar

    Respondiendo a la pregunta que hace J.J. Tamayo en el enlace que nos comparte Eloy:

    ¡Porque no los hay!

    Bueno… esa afirmación no es del todo verdadera, hay alguno… y tienen que trabajar casi en silencio.

    Él era valiente, entregado, alegre, esperanzado, luchador constante; junto A. de Llanos, trabajó de manera incansable.

    La fuerza arrolladora de E. Tarancón, su amistad y cercanía le daba alas, por eso lo tuvo que salvar de las hordas…”católico-nacionalistas” era para tener cuidado y él , no se resguardaba.

    Algunas parroquias de barrios obreros, intentamos vivir con ese espíritu, y era muy ilusionante, esperanzador.

    Todas aquellas personas que el Proyecto de Jesús nos enamoraba, sentíamos una gran fuerza y espíritu con el ejemplo de Vallecas.

    Alberto Iniesta, un hombre que trabajó por hacer Vida las Palabras de Jesús desde abajo, con los pies en el suelo y el corazón y toda su vida… mirando al Maestro, en su decir y vivir.

    ¡Gracias por tan hermosa labor!

    Si hubiera muchos hombres y mujeres de su talla, su entrega, su alegría desde Jesús de Nazaret…

    ¡El mundo sería diferente!

    mª pilar

  • ELOY

    Juan José Tamayo publica en EL PAÍS de hoy una nota cronológica sobre el Obispo Alberto Iniesta.
     
    Adjunto enlace.
     

     

    http://politica.elpais.com/politica/2016/01/06/actualidad/1452117087_686310.html

  • ELOY

     
    Una carta publicada en EL PAÍS por -Santiago S. Torrado el 19 de Abril de 1998, bajo el título de GRATITUD, decía así:
     
     
     
    Leo en el periódico que el Papa ha aceptado la renuncia -por razones de edad- de monseñor Alberto Iniesta como obispo auxiliar de Madrid. Quiero recordar ahora su trayectoria y su trabajo pastoral en Vallecas, su testimonio evangélico y su talante profundamente humano, su disponibilidad y su cercanía a los problemas y a las personas, entre las que me cuento, y por lo que siento reconocimiento y gratitud. Recuerdo también su enfermedad y su prematuro retiro, que ahora se hace definitivo y que le deseo gratificante para él y beneficioso para los demás, en una tarea tan silenciosa como precisa. Pienso que la Iglesia necesita personas como él, y confío en que su ejemplo, su mensaje y su estilo permanezcan para enriquecernos a todos.
     
     
     
    Quizá también ayude a perfilar su figura la noticia publicada en El PAÍS en marzo de 1999, de la que adjunto enlace, sobre la homilía que propició en 1975, poco antes de la muerte de Franco, la huida de España del que era por entonces Obispo de Vallecas, Comenzaba diciendo:
     
     
     
    Cuando el franquismo daba sus últimas boqueadas, el dictador condenó a muerte a cinco personas. El general Franco llegó al poder a sangre y fuego y se despidió de él -40 años más tarde- con cinco fusilamientos en septiembre de 1975. Franco murió en noviembre de ese mismo año. Estas cinco condenas a muerte provocaron un escándalo internacional. Incluso, el papa Pablo VI pidió clemencia para los detenidos. Franco no le escuchó. Alberto Iniesta, obispo auxiliar emérito de Madrid, leyó ayer en Sevilla la homilía que escribió a raíz de estos cinco asesinatos legales. Iniesta abrió ayer un congreso dedicado a Los cristianos en la lucha por la democracia en la Sala San Hermenegildo de Sevilla. El obispo pidió en la homilía que se suprimiera la pena de muerte de la legislación española. La homilía, que se leyó en la misa dominical, levantó las iras de muchos simpatizantes de la dictadura. “Por la noche me llamaban por teléfono con insultos y amenazas de muerte. Se trataba seguramente de un grupo parapolicial”, relató Iniesta, que es conocido por su valiente militancia en defensa de la democracia y los derechos humanos durante el franquismo. Al final, Iniesta tuvo que marcharse de España. (…)”
     
     (continuar leyendo en el enlace) ENLACE:  
     
     http://elpais.com/diario/1999/03/03/andalucia/920416938_850215.html
     
     
     

  • Antonio Rejas

    Unas líneas para rendir homenaje a un obispo que creía en el evangelio (dudo de la fe de otros) e intentaba ponerlo en práctica, pese a las circunstancias tan adversas en aquellos últimos coletazos de la dictadura. Su descanso eterno está asegurado. Ahora podrá interceder por los que seguimos aquí y por sus feroces enemigos (da pena que se consideren cristianos) que siguen vituperándolo después de muerto.

  • Javier Pelaez

    Aún recuerdo cuando fue al Congreso de Teología con aquella depresión y el aplauso que recibiò.Creo que fue en 1985-¡hace 30 años!-.Un buen hombre.