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“¡Gracias Papa Francisco por haber venido!”

Aguirre obispoLo escribe hoy Monseñor Aguirre, el obispo español de Bangassou, en un resumen de la visita a la república Centroafricana, publicado en Religión Digital, donde se da más información sobre la misma.

“Nos has dado valor y esperanza, porque no te callaste, porque miraste a la cara a los pobres”

 

 ¡Gracias Papa Francisco por haber venido! Al principio no nos lo creíamos: ¿Cómo todo un Papa viene a pisar la tierra roja de este país ensangrentado por la sangre también roja de tanta pobre gente?
Sin embargo, querido Papa Francisco, te saltaste a la torera las recomendaciones de los más cautelosos, no quisiste chaleco antibalas, te subiste en el Papa móvil sin blindar, para que todos te vieran mejor y te pusiste a hablarnos de paz y reconciliación.

Que con la paz todo se gana, mientras que con la guerra todo se pierde. Cosas sencillas pero que necesitábamos mucho volver a oírlas. Que la violencia no conduce nunca a la paz sino que genera más violencia hasta crear un remolino de violencia que engulle inocentes y pecadores.

Recién llegado, arropado por una multitud entregada y 2.800 scouts que ponían orden, pasaste por el mismo lugar en la avenida Combatant en el que, hace poco menos de un mes, 4 representantes de un grupo radical que venían a Bangui a negociar fueron linchados con palos y machetes.

Tocaste a los niños desplazados, que han perdido casa, familia, escuela, niños noqueados por la violencia, niños heridos por las balas, niños de casas quemadas que miran el horizonte sin ver ya nada más porque les habían robado su inocencia, de tantas maldades de las que han sido testigos.

Hijos del miedo, hijos del hambre, niños musulmanes y no musulmanes en dos campos de desplazados distintos, sin hacer diferencias, niños de mirada perdida a quienes les han saqueado el alma en Bangui. Te paseaste entre ellos, con los zapatones negros que trajiste desde Argentina… Gracias porque te pusiste en su lugar y denunciaste sin paliativos que muchos de aquellos niños y jóvenes habían sido utilizados por criminales como carne de cañón y esclavas sexuales.

¡Entraste el mezquita de Koudoukou sin miedo a las balas! El Imán Layama Kobina no estaba allí porque se la tienen jurada incluso muchos de los suyos, pero la habían pintado y aderezado sólo para ti Papa Francisco, porque decían que era un gran honor que pisaras sus esteras con tus pies desnudos y les hablaras de paz. 5 minutos quisiste rezar donde suele predicar el Imán, sin decir nada, en silencioso recogimiento.

Sólo después les saludaste con una gran sonrisa. No sé si los violentos te escucharán, pero sé que aquellos que te escucharon quedaron sobrecogidos. Lo mismo cuando hablaste en la escuela de Teología protestante. Lo mismo cuando, rompiendo el protocolo (horror para tu gendarmería, la Minusca y para todo tu séquito) y te acercaste a la escuela musulmana para escuchar los lamentos de mujeres que lloran con lágrimas de dolor, del mismo color por cierto que las lágrimas de las madres no musulmanas que viste el día anterior.

Un Papa en Bangui sin chaleco antibalas cuando dos días antes los kalasnikof no dejaron de tronar durante toda la tarde, allí mismito, a dos tiros de piedra de la Nunciatura, por la avenida Boganda abajo, en el P.K. 5 en donde hasta por respirar te juegas la vida.

Tuviste un recuerdo (te lo habíamos dicho los Obispos cuando comimos contigo el domingo en la Nunciatura) para los combonianos de la parroquia de Fátima, que no pudieron verte por no abandonar los 500 desplazados sentenciados a muerte si salían de la verja de la misión. ¡Dijiste que te hubiera gustado ir a Fátima, insuflar ánimos allí! No pudo ser, por motivos de seguridad.

Gracias por recordarme durante la comida solo con los Obispos (yo estaba sentado enfrente de su Santidad, comiendo pescadito del río Oubangui con habichuelillas verdes), que San Ambrosio decía que el nombre de Dios es misericordia y que donde hay misericordia, allí está Dios.

Estuviste “sembrao” Papa Francisco cuando sugeriste entre líneas que los que mueven los hilos para que nada funcione en Centroáfrica, curiosamente, no viven en Centroáfrica, y que nadie tiene que huir de Centroáfrica por ello, porque tuviste valor de decirlo todo sin pelos en la lengua, hablaste con arrojo a los jóvenes de Centroáfrica, confesaste a algunos y te paseaste en medio de los pobres como cuando te llamaban Padre Jorge por los arrabales de Buenos Aires.

Gracias porque nos has dado valor y esperanza, porque no te callaste, porque miraste a la cara a los pobres, porque abriste la Puerta Santa de la Misericordia enseñándonos un carril prioritario, diferente del del resto de la Iglesia, para ir más rápido hacia Sus Manos, experimentar su amor, y nos pediste que lo repartiéramos después, en forma de gestos de reconciliación.

Nos enseñaste un camino, nos mostraste cómo salir de hoyo, del laberinto en el que estamos… Cuando, después de la foto ritual en la Nunciatura, te cogiste a mi brazo para subir los escalones, sentí tu fuerza, no tanto física, sino sobre todo humana y espiritual.Bromeamos contigo en la comida con los Obispos cuando te enseñamos dos palabras en sango: ndoyé y siriri. Las repetiste a los jóvenes de la vigilia de oración 3 horas después: “Empapad vuestra vida de amor y paz”

La multitud del estadio de 20.000 plazas te sobrecogió, se te vio en la cara, porque rugían de amor y respeto cuando les dijiste de “pasar a la otra orilla” es decir pasar página y empezar de nuevo en la sociedad centroafricana. Cuando 25 almas gritaron a una el ema popular cristiano, sonreíste de oreja a oreja. Cuando me diste un regalo, (una custodia) me dijiste en español que rezara por ti y me guiñaste un ojo…

Luego, querido Papa Francisco, subiste al avión sobre las 12’30h de esta mañana, el segundo día de tu visita a Bangui, sin haber ni siquiera comido aún, con tu séquito de monseñores y periodistas, y nos quedamos mirándote y mirándonos, huérfanos ya de de ti, como embobados despertando de un sueño, oyendo en sordina el ruido del Boeing de Alitalia que te trajo hasta nosotros y que te llevaba de vuelta a Roma, porque mientras has estado, las armas se han callado unas horas, por respeto a ti.

¡Ojalá que te quedaras para siempre! Te fuiste a tu quehacer en Roma y en el mundo, a tu vatileaks, a bregar con asuntos de corrupción y a tu Santa Marta querida. Y nosotros, sin paz ni pan, a nuestra lucha por estar junto a los pobres por decirles que mañana será mejor, que después de la tempestad viene la calma.

¡Mi gente de Bangassou han recogido en unos botecitos tierra en donde tu pisaste! Dicen que está bendecida por tu huella. La llevarán a Bangassou como testigos de lo que han vivido en Bangui, de la inmensa esperanza que has sembrado en sus corazones porque por una vez en sus vidas, demonios negros armados de violencia se trocaron en un ángel blanco vestido de Papa Francisco. Que tus palabras de perdón y de paz, a fuerza de repetirlas, se nos metan en la piel, en el vientre y en el corazón.

Y gracias corazón a Dios Padre que nos ha permitido que nadie nos agüe la fiesta, que ningún retorcido nos estropee el encuentro, que ningún descerebrado haga daño a nadie. Y gracias sobre todo a Dios Padre que ha querido regalarnos dos día de ensueño, teñidos de paz porque incluso aquellos dos jóvenes que raptaron en Fátima ayer por la mañana para degollarlos, (RD publicó la noticia, pero 5 horas más parte fue desmentida por los mismos padres de Fátima y las familias de los dos jóvenes), los devolvieron sanos y salvos, (¿por milagro de quién?) al final de la tarde, vivitos y coleando, después de haber tenido la muerte rozándoles las gargantas.

7 comentarios

  • carlos alejos

    Rodrigo me quedo la inquietud de tu equivocación. Seguro que allí hay un mensaje muy importante.

  • carlos alejos

    Que hermoso tener un papa humano, encarnado la divinidad. Mismos Jesús que puso su tienda entre nosotros. Se siente un pastor cercano y encarnado en la vida de los mas pobres. África sonríe y el mundo también ante los signos de vida de Francisco. La iglesia tiene un soporte para imitar, seguir y ser fiel al evangelio.

  • Francisca Balaguer

    Ahi estaba Dios vestido de Papa Francisco….

  • Román Díaz Ayala

    África negra y el Catolicismo.

    Años después del Concilio entrábamos en un proceso más acelerado de secularización dentro de la Iglesia que se hacía compañera de la sociedad. Al clero le afectó muchísimo, y al mundo de las órdenes religiosas.

    Eran años de mucho desaliento, observando cómo el movimiento comunitario que agitaba las parroquias se desvanecía y se hacia marginal. Los neocatecumenales apoyados en la pastoral, y con carta blanca mostraban su cara más conservadora. El movimiento carismático sufrió una crisis en búsqueda de su “homologación” planteándose el tema de una reglamentación (¡¡Reglamento al Espíritu!!) hasta que lo consiguieron.

    mirábamos dónde podría estar creciendo el catolicismo y todos los datos apuntaban a las antiguas colonias africanas donde competían católicos y protestantes. Se ve que allí las guerras se dan por capas. Hasta amenazar la también penetración musulmana.

    Entonces pensábamos: ¿No será que África sea el reducto espiritual de nuestro Catolicismo?

    una vez, juan el Bautista, ya preso y a punto de ser decapitado quiso saber con seguridad de si había señalado bien al Cristo (Mesías en arameo). Quizás no fuese el Cristo que él esperaba.

    En lugar del fuego de la Gehenna, el Mesías realizaba milagros de misericordia y daba también como rpueba de que Jesús era el Cristo que “se anuncia a los pobres la Buena Nueva” (Mateos 11,5)

    Puede que para nuestra mentalidad eso no sea suficiente tampoco, pero es mentalidad humana al fin y al cabo cargada de insuficiencias. Hemos hecho de la doctrina,  el mensaje salvador, una doctrina convertida en ideología y hasta una abstracción. Así que desvaloramos el anuncio de que Dios nos ama y que siempre ha estado pendiente de nosotros, y que nos anuncia sus beneficios, los que nos son dados por el Hijo.

    Cuando Francisco va  a esa periferia para compartir y dar testimoio de la Verdad de Dios, se ha hecho más teólogo que nunca.

  • Rodrigo Olvera

    Que gusto haberme equivocado 🙂

  • ELOY

    Es un relato desde una vida que se percibe de sufrimiento, dolor y esfuerzo; llena de negros nubarrones y de terribles tormentas, pero que acierta a ver en un gesto, en una palabra, en un coger del brazo o en un guiño de complicidad, todo el valor humano y trascendente que esos pequeños detalles encierran.

    Y así nos deja el sabor de un tenue atisbo de esperanza,  que como un rastro de estrellas, ha dejado en sus corazones la visita del Papa Francisco.

    Es de agradecer este relato lleno de sentimiento y serenidad ante una dramática situación vital.

  • Ricardo

    Extraordinario comentario.