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El coraje de un viaje

Esta breve carta relata los preparativos de la muy próxima visita del papa Francisco a la complicada RCA-República Centroafricana. He creído que tanto coraje y coherencia por parte de ambos merecen la difusión de este mensaje. Pienso que el la política también deben circular gentes válidas, honradas y corajudas. Atentos a este viaje de Francisco y a sus mensajes. GH.

 

Papa Francisco en Bangui:¡¡te esperamos!!

Por Juan José Aguirre, obispo de Bangassou (Centroáfrica)

 

Se pueden suspender partidos de fútbol en Europa. Pero los africanos son de otra pasta. Papa Francisco ha dicho que suspender la visita a Centroáfrica el próximo 29 de noviembre, sería como un fracaso, como dar la victoria a los violentos. Y las oraciones de los fieles suben como el incienso, para que todo salga bien. Con todas las precauciones posibles, pero lo esperamos en Bangui, después de haber visitado Kenia y Uganda. Una multitud inmensa tendrá los ojos fijos en aquel religioso de sotana blanca que aparecerá por la puerta del avión sobre las 10 de la mañana, llegado desde Uganda y Kenia, las primeras dos etapas de su primera visita africana.

Mirando a Francisco entre la multitud estará mi amigo Admed, pues muchos musulmanes esperan también esta visita como agua de mayo. Y el Imán de la mezquita central de Bangui, el imán Kobina Layama, un hombre sencillo, humilde y con una gran capacidad de perdón y de decir las cosas claras. Toda la clase política lo esperará. De Centroáfrica y de los países limítrofes, conferencias episcopales incluidas. Protestantes y fieles de diversas sectas estarán allí porque está en el ambiente que esta visita rezumará miel para todos. El Papa tiene previsto ir a la Mezquita musulmana en la avenida Koudoukou, zona muy caliente desde hace muchos años. Le aconsejan que se encuentre con la comunidad musulmana en otro lugar “menos complicado” para él y su séquito, pero sobretodo para los miles de fieles que seguirán al Papa Francisco a donde vaya y que, en aquel barrio, pueden encontrarse con una bomba de relojería. Irá también al Centro Bautista y Evangélico, a un campo de desplazados, a un orfanato y, sobre todo, a abrir la puerta Santa en la catedral de Bangui. La fórmula es coraje con prudencia, la mirada puesta en el Dios de la fe, en la fuerza demostrada mil veces del Jesús que “anduvo en la mar” aplacando las olas furiosas que azotaban la barca.

He preguntado a la delegación de Bangassou si querían abandonar. Todos me han dicho que no, que apechugan con lo que sea. Se pondrá en marcha el lunes 23 de noviembre. Un camión con 69 personas, cada uno con su maleta. 750 kms de barro, tierra roja y socavones. En la caja del camión varias sillas para las 10 monjas y los 15 curas que hacen parte de los peregrinos que se desplazan para ver al Papa y recibir sus bendiciones. En Bambari, a mitad del camino, se montará la delegación de allí, una ciudad cruce de caminos, en donde la espiral de violencia de las últimas semanas ha sido horrible. Los que no vayan sentados en la caja del camión irán de pié, en simbiosis con el bamboleo del camión. Mínimo tres días de viaje si nada se complica. “Complicación” es un eufemismo porque se trata de que ninguna barrera de rebeldes armados hasta los dientes los pare o los agreda (hay que pasar unas 20), de tiroteos indiscriminados tanto en la zona musulmana como en la de los anti-balaka, aunque la mayor preocupación es pasar por la zona mbororo  ( pastores itinerantes que controlan una zona de 200 kms, que han sido golpeados sin escrúpulos y ahora se vengan con los viajantes), hasta llegar al asfalto, a 120 Km de la capital, en donde puede pasar de todo por obra y maneras de salteadores sin consciencia. A mi, mi Vicario General y mis curas  me prohíben subir al camión a causa de mis tres infartos y 9 muelles (stens) en el corazón. Iré en avioneta el mismo 23. Iremos hacia Francisco dando tumbos, pero con alegría, confiados de que su presencia es obra del Espíritu Santo capaz de resucitar cadáveres.

En Bangassou llevamos preparando el viaje una semana. Algunos peregrinos están como un flan. Ir ahora a Bangui es ponerse encima del avispero sobre el que viven allí desde hace muchos meses. Y, de paso, cabrear a las avispas. Pueden lanzar una granada contra la multitud como hicieron el 4 de noviembre en una concentración de universitarios. No explotó esa vez. Era de fabricación china. Pero quién sabe si habrá una próxima. Hemos preparando el viaje desde la oración. ¡La oración de 69 valientes! Estamos con la oración del peregrino ruso, la de la frase (mantra) dicha con las cuentas del rosario, lentamente, sinceramente, atentamente, con amor y cosechando siempre paz interior. Todo para que el miedo no sea más fuerte que nuestra esperanza. La ilusión revolotea en el aire. Pero también un temeroso respeto, porque la capital vive desde hace meses una espiral de violencia que 12.000 cascos azules y 900 soldados franceses de la Sangaris no han sido capaces de frenar. Centroáfrica se ha descompuesto en pedacitos en los tres últimos  años. Líneas rojas han aparecido por todo el país dividiendo a musulmanes y no musulmanes, fragmentando la capital y otras zonas. Hay como una epidemia de violencia que no para, que gangrena una sociedad con olor a podrido y tensa, como la cuerda de una ballesta. La visita del Papa Francisco se vive como una contra reloj rezando para que la lista de asesinatos no suba de los 120 muertos y 300 heridos que llevamos en pocas semanas y se pare por la fuerza de su llegada.

El Imán Kobina Layama me da un abrazo cada vez que me ve. No por nada hace dos años, por la fuerza de Dios, le salvé la vida. Íbamos en mi coche hacia el aeropuerto con el arzobispo cuando varios centenares de exaltados, armados de machetes y palos, pararon el vehículo para linchar al Imán. Cerré todo con el mecanismo electrónico y me puse en la puerta para que nadie tocara a mi huésped. Me dijeron que nadie quería hacerme daño a mí y al arzobispo, pero que querían al Imán. El forcejeo duró una hora. El arzobispo Mgr Nzapalaïnga luchó también por la vida de su amigo. Nos escapamos de chiripa, el pobre Imán, tirado sobre la alfombrilla y protegido por los vidrios oscuros. Cada vez que me ve me da dos besos y le dice a su esposa que se quite el velo para que yo la bendiga.

Papa Francisco vendrá hacia nosotros hablando de paz y reconciliación. Nosotros vivimos en un laberinto desde hace 3 años. Aún no hemos encontrado la puerta para salir. Ojalá que el Papa nos enseñe otra salida, quizás por arriba, como dice el poeta argentino Marechal que de “todo laberinto se sale desde arriba”. Ojalá que Francisco nos ayude a ponernos en el escalón de arriba y dar con un nuevo itinerario que nos saque de esta violencia infernal. O, simplemente, que nos abra la puerta del Jubileo de la Misericordia en la catedral de la Inmaculada Concepción de Bangui para que, pasando por ella, Jesús nos recoja, cual Buen Samaritano, nos cure y nos lleve a la posada de la reconciliación.

¡¡¡Segunda parte, al final de la visita!!!

Bangassou 20 noviembre 2015

 

+ Monseñor Juan José Aguirre,

Obispo de Bangassou (Centroáfrica)

5 comentarios

  • Rodrigo Olvera

    Lombardi considera que hay condiciones de seguridad suficientes para la visita a República Centroafricana.

    http://vaticaninsider.lastampa.it/es/en-el-mundo/dettagliospain/articolo/francesco-africa-44935/

     

    Espero que así sea.

  • Rodrigo Olvera

    Mis amistades kenianas me comparten valoraciones mayoritariamente favorables respecto de los primeros pasos de esta gira pastoral; pero con poca confianza en que haya cambios significativos en la vida cotidiana después de ella.

  • Rodrigo Olvera

    Efectivamente,  he leído mal yo.

    En cuanto a las sillas, bien podrían rechazarlas conforme al pacto de las catacumbas. No?

     

    Repito,  ojalá no pase lo que racionalmente se  teme que pase. Viajar en el metro de BsAs es una cosa, arriesgar a terceras personas es distinto.

  • Antonio Duato

    Esta es una carta de un obispo, de origen español cordobés, en Centroamérica. Para mí reflejaba mejor que ningún otro texto el ambiente en que se está viviendo este viaje del papa. El viaje no sólo es valiente sino prudente y necesario. Tiene la lógica samaritana y la prudencia de apoyarse en el pueblo, por encima de creencias. Más que en la oración, Francisco confía para su seguridad en el pueblo. Como decía en un reciente discurso en la catedral de Florencia:

    Hace poco he leído sobre un obispo que decía que estaba en el metro en la hora de punta y había tanta gente que ya no sabía donde poner la mano para sostenerse. Inclinado a la derecha y a la izquierda, se apoyaba en las personas para no caer. Así, pensaba que, además de la oración, lo que hace permanecer en pie a un obispo es su gente.

    Se puede seguir en directo todo el viaje, quien lo desee, a través del Centro Televisivo italiano.

    Y, a propósito de lo que dice Rodrigo. Es verdad que en las camionetas ponen sillas para monjas y sacerdotes. No creo que sea una distinción que exigen ellos sino un reflejo de la veneración que les tiene el pueblo. Y que él, dados sus 3 infartos y stens viajará en avión, por recomendación de su vicario episcopal y sacerdotes. Pero no he leído yo que vayan también estos en avión. ¿O he leído yo mal eso de ” A mi, mi Vicario General y mis curas  me prohíben subir al camión…”?

  • Rodrigo Olvera

    Ok, soy consciente de que se supone que debo maravillarme del coraje de este viaje que la mayoría de personas consideran impriudente, así como se supone que debería haberme maravillado por el coraje de Wojtila de no renunciar.

     

    Pero el detalle que llama mi atención  es que las sillas de la delegación que viajará por tierra son para las monjas y los curas; y si bien entiendo que debido a la condición cardiaca del autor de la carta no sea recomendable viajar por tierra (arriesgarse a pasar por territorio de guerrillas y bandoleros parece que no se compara con tener puentes cardiacos), me pregunto desde cuando la condición cardiaca de una persona afecta a todo un grupo (y por ello todos “sus” curas tengan que viajar por aire, evitándo todos los riesgos que los fieles sí tienen el coraje de enfrentar).

     

    Ojalá que verdaderamente nada pase gracias a las oraciones. Porque de otro modo, la alcancía del templo bergogliano se manchará de sangre (aunque siempre se podrá minimizar o justificar, ¿cierto?)