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China, nuestra hermana mayor

Logo-Catedra-ChinaLa revista Cátedra china publica unas reflexiones sobre la más que conveniente relación amistosa de China con la UE y con toda la esfera internacional. Su autor, Marcelo Muñoz, a partir de una óptica religiosa y progresista, se ha especializado en el estudio de este inmenso país y el desarrollo de las relaciones de China con España y con el mundo.

  En este informe incide especialmente en las posibilidades de diálogo y encuentro que nos ofrece la ideología de Confucio, muy presente en el pensamiento chino actual, y analiza las diferencias y coincidencias entre el pensamiento democrático europeo-occidental y la vía democrática china actual.

  Invitamos a los lectores de Atrio a reflexionar sobre estas propuestas y trabajar por un encuentro amistoso entre un pueblo que representa un tercio de la población del planeta. HC.

   Señalábamos en el editorial de nuestro número anterior “China en el tablero internacional”, que la reemergencia de China desde finales del Siglo XX ha cambiado el peso de los actores principales en ese tablero: dejada atrás la bipolaridad de la guerra fría y el monopolio como superpotencia de Estados Unidos tras la caída del muro de Berlín, destacan hoy, y en la perspectiva del siglo XXI, tres grandes potencias como actores internacionales de especial relevancia: China, Estados Unidos y la Unión Europea. Es, por tanto, de gran interés estudiar, analizar y debatir las relaciones China-UE (que deberán enmararse también en las relaciones con EE.UU., que hoy dejamos a parte por cuestión metodológica).

   Las relaciones China-UE son, en este momento, muy sólidas, como se manifiesta en multitud de hechos significativos: la UE es el principal socio comercial de China; la Cumbre anual conjunta al máximo nivel; las representaciones diplomáticas mutuas de todos los países de la UE y de la UE como tal; las visitas continuas de sus máximos líderes etc. Entendimiento y colaboración que debe fundamentarse en el reconocimiento de las coincidencias, las carencias y las diferencias, y sobre el respeto mutuo en pie de igualdad, para que el diálogo sea fructífero.

   Queremos, por ello, analizar brevemente coincidencias y retos comunes, divergencias y exigencias mutuas, desde nuestro punto de vista, como europeos, y desde la perspectiva específica de la realidad española.

   Como coincidencias, aunque con matices, destacamos el acuerdo básico sobre los graves problemas y conflictos del mundo actual; los ambiciosos objetivos del milenio para el desarrollo sostenible, para la igualdad y contra el cambio climático; la voluntad de fortalecer las instituciones multilaterales como la ONIU y sus Agencias, el G-20 y el resto de instituciones multilaterales regionales o continentales para la gobernanza global.

   Como carencias destacaríamos el insuficiente conocimiento de la realidad china que prevalece en Europa y en España. El diálogo constructivo, como intercambio y puente para el acercamiento a la otra orilla, no puede mantenerse sin un conocimiento profundo de la otra parte. Y tanto en Europa y en España conocemos poco la realidad china, su historia, su filosofía, su transformación actual; y lo que conocemos está lleno, con frecuencia, de prejuicios y estereotipos. El diálogo no será fructífero, si no se realiza en pie de igualdad, si no valoramos nuestras posiciones, nuestras ideas, nuestra política, nuestra ética en pie de igualdad, es decir no superiores ni deben ser aceptadas necesariamente por el otro.

   Nuestras divergencias, evidentemente, son muchas y profundas. Necesitamos conocerlas para que el diálogo y la colaboración sean operativos, para que el diálogo no sea monólogo; necesitamos aceptarlas como reconocimiento de que hay otra posición, de que la nuestra no es la única ni, indiscutiblemente, la mejor.

   Algunas divergencias a destacar:

  • la diversa concepción de los derechos políticos de los ciudadanos y de las diferentes formas de organizar el Estado moderno;
  • la diferente estructura de la economía de mercado: desde la predominante posición neoliberal en la UE, con el debilitamiento de los servicios sociales y del poder del Estado, a la tendencia predominante en China hacia el estado del bienestar, con un Estado fuerte, con capacidad de control y de regulación del mercado y de los actores sociales.
  • la diferente posición frente a los conflictos entre países: desde el intervencionismo, incluso, militar en terceros países de la UE, muy en seguimiento de las posiciones de EE.UU., a la política china de no injerencia, de solución de los conflictos mediante la negociación y de autonomía en política internacional.

   Como exigencias mutuas, en las que China y la UE coincidimos o podemos coincidir progresivamente, están todas las que hemos enumerado más arriba como “coincidencias”. A las que habría que añadir una mucho mayor colaboración económica y técnica para el desarrollo de los países más débiles y contra el cambio climático, la investigación conjunta en áreas tan importantes como la biomedicina, la nanotecnología, la robótica…; un mayor intercambio de cerebros; una mayor colaboración universitaria, tanto a nivel de Centros –más universidades con intercambios-, como de estudiantes –más estudiantes chinos en Europa y más europeos en China-; una mucho mayor colaboración en inversiones y proyectos conjuntos de todo tipo…

   Y, sobre todo, más diálogo entre nuestros dos mundos, entre la filosofía confuciana y la europea, sobre los valores éticos conjuntos o diversos, sobre la estructura de la sociedad, sobre el sentido de la globalización y sus debilidades… China y la UE acumulan un tesoro humano, filosófico y ético, en sus respectivas civilizaciones, convergentes y divergentes: atrevámonos a un diálogo profundo y continuo entre nuestros mejores pensadores, que influya en nuestras sociedades y en este mundo global tan amenazado por pensamientos totalizantes, por ideologías fundamentalistas, religiosas o políticas, que tanto China como Europa podemos contrarrestar y derrotar con el gran peso ético, humano, de entendimiento y respeto que emana desde nuestras filosofías, confuciana por una parte, y grecolatina y de Ilustración, por otra. Atrevámonos, China y Europa, a esa tarea civilizatoria conjunta!

Marcelo Muñoz
Presidente de Cátedra China

Un comentario

  • h.cadarso

    Los telediarios recogen hoy, !aleluya! dos noticias sobre China. Yo creía que estábamos asistiendo a un apagón informativo sobre un tercio de la humanidad, o un eclipse total sobre la zona que habita ese tercio de la humanidad y que se llama China…Pero quizá me equivocaba.

    La primera noticia es que Obama y el líder de la China popular son las “vedettes” del encuentro sobre cambio climático en París. La segunda que Pekín padece una contaminación de caballo que obliga a los pekineses a salir a la calle con un trapo en la boca para no asfixiarse. Como 30 veces más que el máximo de contaminación soportable, vamos…

    Lo de que China invierte en Europa y especialmente en España, de que la economía suramericana padece una fuerte dependencia de su comercio con China, y Africa está siendo conquistada por China, que arrebata a Occidente su dominio sobre el continente africano, son temas sin importancia, al parecer. Nuestra preocupación se centra casi exclusivamente en el Oriente Medio, donde creemos que China no tiene nada que hacer,, y que de hecho no hace nada… Vamos, como si el mundo, nuestro mundo, se acabase en las riberas del río Indo.

    Total, no sé si estamos ante un apagón informativo, o un eclipse total que afecta al Extremo Oriente y al Sudeste asiático, o si esos territorios son de otro planeta, o tal vez padecemos de una miopía congénita…