FRENTE A LOS BOMBARDEOS DE FRANCIA EN SIRIA
Un padre le explica a su hijo la barbarie de París: “Ellos tienen pistolas, pero nosotros tenemos flores”
Frente a la tragedia de los atentados en París el 13N, una mágica respuesta que porta la bandera del pacifismo. Así le explica un padre francés a su hijo que “hay gente mala en todas partes” y que se deben usar “las flores para combatir las pistolas” y las velas “para no olvidar a las personas que se han ido”.
Conviene fijarse bien en la fecha del texto (1937) en plena vigencia de los fascismos en Europa y que ya estaban en guerra ( en España, por ejemplo). Todavía no habían llegado los juicios de Nueremberg y la Carta de las Naciones Unidas ( 1947 y 1948) pero la filosofía del Derecho hundía sus raíces de las circunstancias que se estaban viviendo para crear una nueva Jurisprudencia Universal.
En el campo social para librarnos de los traumas de la guerra, el estigma de la violencia los años 50 y 60 fueron testigos de movimientos que cristalizaron en la lucha reivindicativa por los derechos civiles en los Estado Unidos y la mayoría negra liderada por Martin Luther King abrazó el lema de la no violencia inaugurada en la India por Ghandi y que le había dado la independencia a su país. El movimiento pacifista se hizo constructor de paz.
El movimiento hippy con el trasfondo de la guerra del Vitnam fue el ex abrupto de la sociedad blanca protestante que se había construido tras la independencia para poner en solfa los valores heredados en nombre de una religión y de una cultura de la violencia y de la justicia vengativa.
El drama de la Cruz del Cristo reconciliándonos y reconciliando al ser humano con Dios había sido un instrumento de paz en la ecumene grecorromana para sentar juntos un un mismo banco al amo y al esclavo abrazando la misma doctrina y para participar fraternalmente en un ágape.
Pero los siglos nos hicieron desviar ese camino .
Ahora pagamos las consecuencias.
EN CUANTO AL PACIFISMO … (París y diciembre 1937) -OCT4-
“El pacifista ve en la guerra un daño, un crimen o un vicio.
Pero olvida que, antes que eso y por encima de eso, la guerra es un enorme esfuerzo que hacen los hombres para resolver ciertos conflictos.
La guerra no es un instinto, sino un invento.
Como toda forma histórica, tiene la guerra dos aspectos:
* el de la hora de su invención y
* el de la hora de su superación.
En la hora de su invención significó un progreso incalculable.
Hoy, cuando se aspira a superarla, vemos de ella sólo la sucia espalda, su horror, su tosquedad, su insuficiencia.
Por desconocer todo esto, que es elemental, el pacifismo se ha hecho su tarea demasiado fácil.
Pensó que para eliminar la guerra bastaba con no hacerla o, a lo sumo, con trabajar en que no se hiciese.
Como veía en ella sólo una excrecencia superflua y morbosa aparecida en el trato humano, creyó que bastaba con extirparla y que no era necesario sustituirla.
Pero el enorme esfuerzo que es la guerra, sólo puede evitarse si se entiende por paz un esfuerzo todavía mayor, un sistema de esfuerzos complicadísimos y que, en parte, requieren la venturosa intervención del genio.
Ignorar que si la guerra es una cosa que se hace, también la paz es una cosa que hay que hacer, que hay que fabricar, poniendo a la faena todas las potencias humanas.
No es la voluntad de paz lo que importa últimamente en el pacifismo. Es preciso que este vocablo deje de significar una buena intención y represente un sistema de nuevos medios de trato entre los hombres. No se espere en este orden nada fértil mientras el pacifismo, de ser un gratuito y cómodo deseo, no pase a ser un difícil conjunto de nuevas técnicas.
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Para que el derecho o una rama de él exista es preciso:
1.°, que algunos hombres, especialmente inspirados, descubran ciertas ideas o principios de derecho.
2.°, la propaganda y expansión de esas ideas de derecho sobre la colectividad en cuestión.
3.°, que esa expansión llegue de tal modo a ser predominante, que aquellas ideas de derecho se consoliden en forma de “opinión pública”.
Entonces, y sólo entonces, podemos hablar, en la plenitud del término, de derecho, es decir, de norma vigente.
No importa que no haya legislador, no importa que no haya jueces.
Si aquellas ideas señorean de verdad las almas, actuarán inevitablemente como instancias para la conducta a las que se puede recurrir. Y ésta es la verdadera sustancia del derecho.
El hombre necesita un derecho dinámico, un derecho plástico y en movimiento, capaz de acompañar a la historia en sus metamorfosis.
El pacifismo consiste en construir la forma de convivencia humana que es la paz.
Esto significa la invención y ejercicio de toda una serie de nuevas técnicas.
La primera de ellas es una nueva técnica jurídica que comience por descubrir principios de equidad referentes a los cambios del reparto del poder sobre la tierra.
El pacifista necesita hacerse cargo de que se encuentra en un mundo donde falta o está muy debilitado el requisito principal para la organización de la paz.
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Sabemos por la Palabra de Dios que de las bocas de los niños mana la sabiduría.
Aquí estamos contemplando la sabiduría de un niño asimilando y comprendiendo, aceptando y testimoniando la profunda verdad de las palabras de un padre en ese recurso íntimo de la autoridad envolvente y de los símbolos; las flores y las luces de las velas encendidas. La fuerza del universo de lo simbólico que esta generación descreída ha estado despreciando, pero que, terca ella, nos sacude para seguir acompañándonos.
¿Dónde están los entendidos, los discertadores de verdades, elaboradores de largos, elevados y elaborados discursos?
Bastan las sencillas palabras de un padre sereno de emoción,
y la comprensión de un niño.
Gracias a la Redacción, que cada día se esmera más, en la construcción de estos espacios que encierran cierta complejidad técnica.
Cuanta ternura encierra este vídeo… ante el dolor del padre.
¿Y vamos a comenzar otra guerra, porque somos incapaces de tomar las riendas y buscar soluciones que nada tengan que ver, con el enriquecimiento de gobiernos, bancos, castas?
¡No hemos aprendido nada… ni creyentes, ni ateos, ni nada de nada… estamos “parados” en nuestro propio orgullo…!
mª pilar