Esta foto, que en realidad es una composición de 200 fotos según el autor, es maravillosa.
La primera vez que seguí un eclipse total de Luna fue para mí una experiencia casi mística. O sin casi. Era muy joven. Aquella noche, me dediqué a pasear por los parques de Pamplona, que era donde vivía entonces, para poder observar el desarrollo del eclipse. Lo que fue absolutamente maravilloso fue observar que, justo en el momento en que la Luna acaba de entrar totalmente en la zona de penumbra (la que en la foto se ve en tonos rojizos) se puede observar como lo que es: una esfera con volumen, en vez de verla como un disco plano, que es como la vemos habitualmente. Me pareció un espectáculo hermoso. El reparar en que el momento exacto del suceso se puede predecir rigurosamente con la física y las matemáticas completó aquella experiencia tan singular.
Durante el eclipse de hace unos días, volví a quedarme despierto para seguirlo, aunque esta vez desde una ventana de mi casa. El espectáculo volvió a ser maravilloso, una vez más.
Luzó la Aurora, llamó el Niño Paz
Ya no ladró más el kalasnikoff
Nos arrullo la paloma torcaz
Llovió copioso el cielo ru rocío
De fresco, sabroso y rico maná
Sobre el hielo que conquistó los polos
Papá Noël se (cociía) bañaba en champán
Esta querría ser una felicitación planetaria, en la que deberíamos caber todos los humanos. Va por todas/os ustedes!
Esta foto, que en realidad es una composición de 200 fotos según el autor, es maravillosa.
La primera vez que seguí un eclipse total de Luna fue para mí una experiencia casi mística. O sin casi. Era muy joven. Aquella noche, me dediqué a pasear por los parques de Pamplona, que era donde vivía entonces, para poder observar el desarrollo del eclipse. Lo que fue absolutamente maravilloso fue observar que, justo en el momento en que la Luna acaba de entrar totalmente en la zona de penumbra (la que en la foto se ve en tonos rojizos) se puede observar como lo que es: una esfera con volumen, en vez de verla como un disco plano, que es como la vemos habitualmente. Me pareció un espectáculo hermoso. El reparar en que el momento exacto del suceso se puede predecir rigurosamente con la física y las matemáticas completó aquella experiencia tan singular.
Durante el eclipse de hace unos días, volví a quedarme despierto para seguirlo, aunque esta vez desde una ventana de mi casa. El espectáculo volvió a ser maravilloso, una vez más.