Esta mañana te has dormido definitivamente, descansando en paz, sin dar mucha faena.
Habías llegado a la plenitud de ser y cuando ya no has podido hacer lo que era tu misión, criar hijos y nietos, cuidar de todos en lo concreto, se te ha ido descomponiendo tu caparazón mortal y has podido volar en libertad para alcanzar la Vida plena y poder seguir siendo para siempre la gran madre, abuela y bisabuela que has sido en esta vida.
Recuerdo las grandes charradas que teníamos –mira que te gustaba hablar, sin parar nunca de hacer punto o coser– en donde me decías cómo esa Iglesia tradicional en la que nos habíamos criado se había quedado muy atrás.
Vuestra unión ha sido fecunda no porque os casase un 24 de octubre de 1950, en su Palacio Arzobispal, Don Marcelino Olaechea, como pareja modelo, primogénitos ambos de dos próceres de la Iglesia diocesana, Juan José Barcia Goyanes y José Duato Chapa.
Tú has sabido que ese modelo de cristiandad ya pasó. Lo que contaba ahora era la vida concreta de tus seis hijas y tres hijos, de tus seis nietos y cuatro nietas, de tus tres biznietas, todas y todos maravillosos y únicos, todos queridos y aceptados por ti en las distintas etapas de su vida, con sus gozos y sufrimientos. Has gozado mucho en la vida, Mirosi. Pero también pasaste por la prueba de tu Catalina que solo vivió tres días y por la terrible muerte de Carmen a los 32 años, con quien has querido ser enterrada. Has sido, junto con Pepe siempre fiel compañero, una gran madre, abuela y bisabuela. Esa es tu grandeza. La que hoy ha llegado a plenitud. La que hoy lloramos y celebramos.
Y tú me disculparás un desahogo personal. En estos días ha acabado en Roma un sínodo sobre la familia. Yo diría hoy a los jefes mitrados de mi Iglesia: “¿Queréis seguir los pasos de Jesús de Nazaret? Ahí tenéis a Mirosi como ejemplo de lo que es una “madre que acoge y acompaña”, que es lo que, según el papa Francisco, tiene que ser la Iglesia. Seguid sus pasos”.
Mil gracias Antonio. Seguro que el “espíritu “de tu cuñada Mirosi, ha estado presente en el Sínodo de la Familia, de ” vuestra gran familia”. Un fuerte abrazo
Conmovente,Antonio.
Me uno a vuestro dolor y esperanza. Siempre he pensado que el mundo y la Iglesia lo construyen gente sencilla y anónima,pero llenas del Espíritu. Un abrazo.
Antonio: Creo que todos estamos contigo y con vuestra familia. Un abrazo
en etos momentos de nuestra vida cuando se van marchando quienes nos han hecho algo más que compañía,
notamos su ausencia, y percibimos su gran apoyo, nos sentimos que somos parte de algo más completo.
Aletea la esperanza de que la despedidda es breve como breve la ausencia hasta vernos en la casa común.
Un recuerdo cariñosos para quienes lloran ausencias.
roman
Un gran abrazo Antonio, es muy hermoso tu compartir sobre ella…
“Como parra fecunda llena de frutos explendidos, y una fresca sombra bajo sus entrañables hojas que ofrecen cobijo, ternura, escucha…”
Gracias, por hacernos participar de tu momento de ausencia y esperanza a un tiempo.
Un abrazo entrañabler.
m* pilar
Un fuerte abrazo, Antonio, para ti y para tu familia.
Pájaros perdidos de verano vienen a mi ventana, cantan, y se van volando.
Y hojas amarillas de otoño, que no saben cantar, aletean y caen en ella, en un suspiro. (Rabindranath Tagore)
Un abrazo,Antonio.
Un abrazo, Antonio, y mi compartir contigo y con tu familia el sentimiento por esta gran pérdida.
Antonio: Me uno a tus sentimientos y a los de tu familia que entiendo son de enorme tristeza pero también de celebración, dices, por una vida plena y de esperanza:
” has podido volar en libertad para alcanzar la Vida plena”
Un abrazo
Gracias tío. Haber tenido una madre como la nuestra es un regalo que te da la vida y por el que siempre nos hemos sentido afortunados. Su objetivo siempre fue nuestra felicidad, por eso ahora estamos tan terriblemente tristes.